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Revolución #95, 15 de julio, 2007
Suprema Corte refuerza graves desigualdades
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El 28 de junio, por un voto de 5 a 4, la Suprema Corte (encabezada por John Roberts, nombrado por Bush) rechazó los planes de integración escolar de Seattle y Louisville, Kentucky, que tomaban en cuenta la nacionalidad de los estudiantes con el fin de fomentar la diversidad en las escuelas.
Que no quepa duda: este fallo es un brutal ataque contra los derechos de los negros de este país. Es una decisión de eliminar hasta la apariencia de un compromiso oficial a acabar con la supremacía blanca en las escuelas públicas, y elimina la posibilidad de apelar a los tribunales para hacerlo. Este sello de aprobación del máximo tribunal del país envalentonará a todos los racistas y reaccionarios.
Lo que han revocado
Para entender esto, tenemos que examinar el fallo Brown vs. Board of Education, que este nuevo fallo anula. En 1954, la Suprema Corte declaró en el caso Brown vs. Board of Education que las escuelas plena y abiertamente segregadas eran ilegales. Antes, especial pero no únicamente en el Sur, las escuelas eran segregadas por ley y por las chusmas linchadoras; a los negros los relegaban a escuelas inferiores y deshumanizantes. En 1896, la Suprema Corte declaró que la Constitución permitía esa segregación oficial.
El fallo Brown vs. Board of Education revocó todo eso. Por un voto de 9 a 0, la Suprema Corte declaró que decir que la educación segregada es "separada pero igual" era un fraude y un incumplimiento de la Constitución. Mandó integrar las escuelas "lo antes posible". Esa decisión se debió a presión de abajo, especialmente la indignación de los negros que se habían trasladado a las ciudades del Norte y del Sur. Además, la clase dominante quería mejorar la imagen del país en el mundo cuando el imperialismo estadounidense penetraba Asia, África y Latinoamérica y buscaba presentarse como paladín de la libertad y la democracia.
El fallo Brown vs. Board of Education inició grandes cambios. Las miradas del país y del mundo estaban puestas en los valientes estudiantes negros que entraron a las escuelas a pesar de la oposición de chusmas violentas, políticos racistas y policías salvajes, que les bloqueaban el paso. Pero se hizo patente que simplemente acabar con la norma de la educación "separada pero igual" no llevaría a cambios auténticos, porque la supremacía blanca estaba sumamente arraigada en todos los aspectos de la sociedad. Por eso la lucha continuó y en algunas ciudades los tribunales mandaron trazar planes para superar la segregación en viviendas, los impuestos discriminatorios, etc. Aunque esas concesiones nunca fueron suficientes, lograron ciertos cambios. Además de mostrar la feroz resistencia a estos planes, la película "Remember the Titans" da un vistazo a las oportunidades que la integración escolar les ofreció a los negros. También muestra que permitió a unos blancos dar los primeros pasos para vencer las actitudes racistas y supremacistas blancas que les enseñaban.
Pero todo esto tropezó con una arraigada supremacía blanca. A pesar de dos décadas de lucha heroica, y muchas muertes, los patrones de segregación escolar cambiaron poco. En los años 70, el sistema desató una reacción. Los políticos y los medios de comunicación le echaron la culpa de los problemas económicos y sociales de los blancos a los más oprimidos y explotados, no al sistema y a los que lo controlan.
Desde hace 30 años, los avances en la lucha para integrar las escuelas han estado bajo ataque. Se dice que los esfuerzos de eliminar la omnipresente segregación son "discriminación a la inversa". Pero de todos modos, la ley dictaba que los tribunales tenían que remediar la discriminación, la segregación y la desigualdad.
Ahora, con el fallo del 28 de junio, la Suprema Corte ha cerrado la puerta a todos los esfuerzos de acabar con la segregación por medio de los tribunales.
Piénsenlo. ¿Qué dice este fallo, y toda la historia que representa, acerca de la profunda supremacía blanca en este país? ¿Qué dice acerca de la resolución de la Suprema Corte, y el gobierno en general, de reforzarla?
¿Qué clase de declaración es esta acerca del futuro que este sistema ofrece a los negros y demás oprimidos? ¿Qué dice acerca de la clase de sociedad que en que vivimos y hacia donde nos encaminamos?
El fallo de la Suprema Corte
El plan de Louisville que rechazó la Suprema Corte requería que cada escuela tuviera un mínimo de 15% de estudiantes negros y un máximo de 50%. En Seattle, el plan usaba la nacionalidad del estudiante como factor de selección en el caso de que hubiera más solicitudes que cupos, con el fin de impedir que la escuela se desviara más del 10% de la proporción de blancos y no blancos.
Los tribunales federales inferiores aprobaron ambos planes. Estos planes se parecen mucho a los planes que están en vigor en distritos escolares por todo el país… y que ahora son ilegales según la Suprema Corte. Un abogado de la fundación derechista Pacific Legal (que entabló demandas contra los planes de integración de Seattle, Los Ángeles y Berkeley) se jactó de que el fallo afectará a mil distritos escolares.
Con la declaración de que los distritos escolares no pueden tomar en cuenta la nacionalidad en un plan de integración (cuando por definición es el único criterio importante), la Corte ha cerrado de golpe la puerta a todos los planes de integración.
En cuanto a las esperanzas que se han cifrado en el magistrado Anthony Kennedy porque escribió una opinión aparte que menciona la posibilidad de apoyar un plan de integración más limitado, no es más que una concesión para tapar la realidad del fallo. Como comentó el columnista Eugene Robinson del Washington Post: "No debemos aferrarnos a un clavo ardiendo. Es cierto que Kennedy impidió que la Corte prohibiera definitivamente la integración, pero no cabe duda de la dirección en que estamos encaminados".
La hipocresía y el cinismo de hablar de "no tener en cuenta el color "
En un acto de hipocresía espantosa y cinismo descarado, el presidente de la Corte, John Roberts, escribió que "la manera de parar la discriminación por raza es dejar de discriminar por raza" y que la integración escolar es un incumplimiento de la Constitución, "que no tiene en cuenta el color".
Hablar de "no tener en cuenta el color" es hipócrita porque la raza afecta todo y a todas las capas sociales de esta sociedad: lo que pasa cuando la policía para un carro, la atención médica, donde se puede vivir, etc. Si "no se tiene se cuenta el color" en la educación, los alumnos van a estudiar en las escuelas de los barrios donde viven, y en general eso depende de su nacionalidad.
Después de la II Guerra Mundial, el gobierno dio préstamos subvencionados a los blancos para mudarse a los suburbios y prohibió dar préstamos para mudarse a los barrios integrados. Un artículo del New York Times señaló: "En Levittown [Nueva York], el suburbio pionero de la posguerra, los contratos de arrendamiento iniciales anunciaron sin lugar a dudas que no permitirían que esas casas las 'ocuparan personas que no eran de la raza caucásica'". ("Study Calls L.I. Most Segregated Suburb", New York Times, 5 de junio de 2007)
Esta situación continúa hoy de una forma muy poco disimulada. En un comentario sobre la vivienda en Long Island, Nueva York, hoy, Andrew Beveridge, un sociólogo de la universidad Queens College le dijo al New York Times: "Se parece mucho a un ayuntamiento negro de los que tenía Sudáfrica".
Las escuelas que "no tienen en cuenta el color" son en realidad profundamente segregadas. Se puede decir que los estudiantes blancos y los negros tienen que cumplir los mismos criterios para entrar a una preparatoria élite. Pero cuando uno estudió en una escuela urbana que parece más una cárcel, sin computadoras, biblioteca, club de debates o un grupo de padres con el tiempo y dinero necesarios para contribuir materiales y ofrecerse de voluntarios, pues la "igualdad" de criterios en realidad reproduce y refuerza la segregación.
Derrick Bell, profesor de derecho afroamericano de la Universidad de Nueva York y experto en derecho constitucional, le dijo a Revolución: "Es sumamente fácil diseñar medidas que discriminan sin mencionar la raza, como los exámenes estandarizados SAT y LSAT y las normas de admisión que dan preferencia a los estudiantes cuyos padres y abuelos estudiaron en la misma escuela".
Agregó: "La mayoría de los niños negros y latinos viven en grandes distritos urbanos donde los procedimientos que la Corte prohibió en el caso de Seattle y Louisville tendrían muy pocas consecuencias". ¡Pero hoy ni esos planes limitados son aceptables! ¿Qué dice todo esto --que en la mayoría de las ciudades esos planes tendrían pocas consecuencias porque hay pocos blancos, y que hoy ni estos planes son aceptables-- sobre la dirección en que está encaminada esta sociedad?
Escuelas segregadas en una sociedad segregada
Muchos factores han creado esta situación, tanto el impacto incesante y destructivo del sistema de ganancias como la labor consciente de los que detentan el poder para promover la segregación y la supremacía blanca. Los primeros pasos de integrar las escuelas que siguieron después del fallo Brown vs. Board of Education de 1954 aceleraron la huida de los blancos a los suburbios. Como consecuencia, los impuestos que financian las escuelas mermaron. Además, las compañías de bienes raíces sacaron provecho.
La expansión global del imperialismo estadounidense trasladó muchos trabajos de las fábricas de Pittsburgh, Detroit y Akron a Asia y Latinoamérica. En los años 80, el sistema dejó proliferar el narcotráfico (la CIA lo alentó) y el crack llenó los barrios para explotar a una población desempleada y desesperadamente pobre. Paralelamente, construyeron un sistema carcelario en vez de escuelas y criminalizaron a toda una generación.
Mientras el sistema devastaba los barrios donde vivían muchos negros, los políticos e ideólogos supremacistas blancos (y Bill Cosby) le echaron la culpa de esa cruel situación a las víctimas.
Graves desigualdades en la educación
Para millones de afroamericanos y otros oprimidos, las "escuelas" son edificios destartalados con detectores de metal, baños que no funcionan y "enseñanza" que no los prepara más que para pasar un examen.
Jonathan Kozol se ha dedicado a estudiar, documentar y atacar las "graves desigualdades” del sistema de educación. El 19 de diciembre de 2005, en un artículo titulado "Overcoming Apartheid" (Eliminar el apartheid) en la revista Nation, Kozol escribió sobre la segregación de las escuelas: "Las escuelas hipersegregadas de los centros urbanos, donde no hay más de cinco o diez blancos de un estudiantado de hasta 3,000 alumnos, son normales y no excepcionales en las grandes ciudades del Norte hoy".
Kozol presentó estadísticas que demuestran que hay más segregación en las escuelas hoy que en 1968; que los cuatro estados con el mayor nivel de segregación son Nueva York, Michigan, Illinois y California; y que en Nueva York solo un estudiante negro de cada siete estudia en una escuela que no es segregada.
Esta segregación se amplifica en las escuelas segregadas. En otro artículo, "Still Separate, Still Unequal: America's Educational Apartheid" (Todavía separadas y desiguales: El apartheid del sistema de educación de Estados Unidos) en la revista Harpers de septiembre de 2005, Kozol escribió: "Los actuales gastos por alumno de las escuelas de Nueva York son $11,700 en comparación con más de $22,000 en los suburbios adinerados de Manhasset, Long Island". Esta enorme diferencia (gastan dos veces más en los suburbios que en la ciudad) se complica por el hecho de que los alumnos de los barrios pobres necesitan más recursos, como computadoras y libros.
¿En qué país vives… y qué vas a hacer al respecto?
En el 2007, un plan de integración que busca superar la desigualdad, inclusive un plan inicial, tendría que ser mucho más drástico que los planes que pusieron en práctica después del fallo Brown vs. Board of Education. Tendría que responder a las formas mucho más intensas de segregación en esta sociedad, con las divisiones entre suburbios y enclaves urbanos aburguesados, por un lado, y ghettos y barrios pobres sin trabajos, servicios sociales y escuelas, por el otro.
Ante tal situación, la Suprema Corte ha dado la respuesta de los que detentan el poder: ¡Ni modo! No habrá ninguna forma de integración.
Por un lado, esta es una declaración atroz de que no les importa un comino la vida de millones de niños negros, y que los van a acorralar en escuelas que, como ya hemos documentado, más parecen penales. Por otro lado, es un reconocimiento de que este sistema no puede acabar con la opresión de los negros. La misma conclusión que mucha gente sacó en los años 60, pero que muchos han olvidado, vuelve a imponerse con más fuerza que nunca: no hay ninguna solución a todo esto, menos la revolución.
Un editorial del 7 de julio sobre el fallo del periódico Toledo Blade decía: "Los estadounidenses partidarios de una sociedad diversa, tolerancia racial e igualdad de oportunidad se preguntan en qué país viven, en vista del repudio de la Suprema Corte a medio siglo de cambio social".
Bueno, los estadounidenses partidarios de una sociedad diversa, tolerancia racial e igualdad de oportunidad deben abrir los ojos, mirar el país donde viven y el sistema que lo gobierna. Y tienen que hacer todo lo posible para parar la dirección en que está encaminado.
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