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Revolución #98, 19 de agosto de 2007



Carta:

Los 7 de Martinsville

Revolución recibió esta carta:

Dado el caso de los 6 de Jena, el grupo de estudiantes negros de Louisiana acusados de homicidio de segundo grado por darle una paliza a un estudiante blanco, quisiera compartir con los lectores otra historia estadounidense de injusticia. Es la historia poco conocida de los 7 de Martinsville, la mayor ejecución por violación en la historia de Estados Unidos.

En 1949, en Martinsville, Virginia, arrestaron a siete hombres negros y los acusaron de violar a Ruby Stroud Floyd, una mujer blanca casada de 32 años. Tan solo 30 horas después del crimen, todos los acusados habían firmado confesiones escritas. En tan solo una semana, un jurado de hombres blancos enjuició a los siete acusados, los condenó y los sentenció a muerte. (A dos los juzgaron juntos). En el momento del arresto, el menor de los acusados tenía solo 17 años y el mayor, un ex soldado de la II Guerra Mundial, tenía 37 años, era casado, padre de cinco chiquillos y podía haber pasado por blanco.

Durante las apelaciones, Thurgood Marshall, quien luego sería el primer magistrado negro de la Suprema Corte y el encargado del Fondo de Defensa de la NAACP (Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color), los representó. (Tres veces la Suprema Corte se negó a ver el caso). Ossie Davis y Paul Robeson organizaron apoyo para la defensa en Hollywood. Rusia y China, en ese entonces estados socialistas, enviaron telegramas a la Casa Blanca que pedían clemencia. Pero el presidente Harry Truman, que algunos dicen que era miembro del Ku Klux Klan, la rechazó. Alrededor del mundo estos hombres se conocieron como los 7 de Martinsville.

Dos años más tarde en Richmond, Virginia, ejecutaron a ocho hombres negros, siete de ellos por la violación de una sola mujer blanca. El viernes 2 de febrero de 1951, a eso de las 10:00 a.m., llevaron a un hombre a la silla eléctrica. Diez minutos más tarde, otro se sentó. Diez minutos después, otro murió. Se dice que al fin de las ejecuciones, la silla estaba tan caliente que no se podía tocar.

El próximo lunes, ejecutaron a los cuatro hombres que quedaban. En realidad debería decir jóvenes porque cinco de los siete eran adolescentes. Justo antes de ser ejecutado, el menor exclamó: “Dios sabe que yo no toqué a esa mujer y los veré a todos ustedes al otro lado”.

En toda la historia de Estados Unidos, no han ejecutado a un solo hombre blanco por violar a una mujer negra. En Virginia no han ejecutado a un solo hombre blanco por violar a una mujer, punto. En 1977, más de 25 años después, la Suprema Corte declaró que la pena de muerte no aplicaría en casos de violación. El caso de los 7 de Martinsville jugó un papel decisivo en el cambio de las leyes de violación en este país.

(Fue el primer caso en la historia judicial de Estados Unidos donde los abogados presentaron estadísticas que demostraban que a los hombres negros los ejecutan con más frecuencia que a los hombre blancos condenados de delitos parecidos, en particular la violación).

Cada persona negra que yo he entrevistado en Martinsville, ya fuesen jóvenes o mayores de edad, ha dicho que la víctima estaba envuelta en una relación amorosa con uno de los 7, el ex soldado que podía haber pasado por blanco. Los mayores que conocían a Ruby dicen que era una mujer bien coqueta, siempre metida en “la parte negra del pueblo”. Otros dicen que pertenecía a los Testigos de Jehová y era muy devota, y que constantemente repartía sus folletos en Cherrrytown, donde vivían los negros.

Nunca se ha contado la verdad sobre los 7 de Martinsville. Hay un libro acerca del caso y el autor me contó una vez que durante su investigación ni siquiera una persona negra en Martinsville accedió a ser entrevistada. Que conste, yo misma nací y crecí en Martinsville y tres de los siete ejecutados eran de la familia Hairston.

Por favor compartan esta historia con los lectores, colegas y amistades, si es que ya no la conocen. Gracias por su atención y ¡MANTENGAMOS LA ESPERANZA VIVA!

Pamela A. Hairston

Especialista en investigación y escritora freelance

Washington, D.C.

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