Issue and Date
Revolución #99, 26 de agosto de 2007
Nueva Orleáns: El capitalismo y los desastres… y el desastre del capitalismo
|
El 29 de agosto de 2007 es el segundo aniversario del día que el huracán Katrina azotó la costa del golfo de México. Desde ese momento hasta hoy, la gran mortandad, el sufrimiento, la falta de viviendas, el desplazamiento de 200,000 personas y el abandono de enormes extensiones de la ciudad de Nueva Orleáns son una dura crítica de lo despreciable que es este sistema y su incapacidad de satisfacer las necesidades básicas de la población.
Cuando las autoridades mandaron evacuar la ciudad antes de la llegada de Katrina, más de 100,000 personas no tenían carro. El gobierno no hizo nada para que pudieran irse y abandonó a muchos a morir. Después, con grandes extensiones de la ciudad inundadas, los que huyeron se encontraron con policías racistas que les abrieron fuego y los hicieron regresar.
Docenas de miles de personas se encontraron atrapadas, sin los artículos y servicios más básicos, en un mar de excremento humano en el estadio Superdome simplemente porque el sistema no proveyó los recursos para evacuarlas. Unas 1,800 personas murieron innecesariamente porque el sistema no movió a todos de la trayectoria del huracán.
Los helicópteros de los noticieros filmaron a los vecinos atrapados en los techos en temperaturas de más de 38 grados sin comida y sin agua. Por todo el mundo miraron horrorizados mientras el país más rico y poderoso del planeta, que puede trasladar a centenares de miles de soldados a invadir y ocupar a Irak, no podía rescatar a los habitantes de Nueva Orleáns ni satisfacer sus necesidades más básicas. Y quién olvidará a Bush que, en medio de todo el increíble sufrimiento y toda la negligencia oficial, felicitó al funcionario encargado y le dijo: "Bien hecho, Brownie".
Y continúa hoy. No están reconstruyen las viviendas que tanto necesitan los habitantes. No los permiten regresar a las viviendas públicas. No les dan los recursos que necesitan para la reconstrucción. Incluso los de la clase media no han recibido los fondos de las compañías de seguros y el gobierno. Están reestructurando el sistema de educación pública de tal manera que los del fondo de la sociedad tendrán una educación peor que antes de Katrina. No han reparado los diques, que no impidieron las inundaciones que causaron gran parte de la destrucción y muertes, para resistir otro huracán. Y han dejado a docenas de miles de personas en el exilio, en tráilers tóxicos, o en Houston y otras ciudades.
Esto NO se debe a la ineptitud del gobierno. Estas infamias ocurren porque corresponden a los intereses y planes de los capitalistas que tienen el poder en esta sociedad.
Las necesidades del pueblo vs. las necesidades del sistema
Construyeron la ciudad de Nueva Orleáns con el sudor y la sangre de los negros. Vendieron los esclavos en sus mercados. Exportaron el algodón que recogían de su puerto. La riqueza de Estados Unidos descansa sobre una base de la esclavitud. Después de la guerra de Secesión, los negros volvieron a trabajar casi como esclavos en las plantaciones en un sistema de aparcería impuesto por el terror de las chusmas linchadoras y el KKK y por el gobierno.
En la gran inundación del río Mississippi de 1927, las autoridades hicieron una redada de negros a punta de fusil y los metieron en campos de concentración. Los hicieron trabajar día y noche para reforzar y reconstruir los diques y no los permitieron irse de la zona inundada. Los dueños de plantaciones, blancos ricos, estaban resueltos a no dejar que su fuerza de trabajo escapara al Norte.
Con los cambios económicos después de la II Guerra Mundial, también cambió el papel de Nueva Orleáns en la acumulación de riqueza del sistema capitalista. A los negros los expulsaron de la tierra. En Nueva Orleáns, como en otras ciudades de este país, los negros hacían los trabajos más peligrosos y sucios en los muelles y la industria. En los años 60 y 70, la ciudad tenía una población grande y relativamente estable de trabajadores negros. Incluso en los barrios pobres, como el Lower Ninth, los residentes podían comprar su propia casa.
Pero como las demás ciudades grandes, en las últimas décadas los cambios de la economía nacional y global afectaron profundamente a Nueva Orleáns. El proceso de desindustrialización eliminó miles de trabajos y en las últimas décadas llevó a una tasa de desempleo de la población mayor que en otras ciudades con grandes poblaciones negras. Hoy, Nueva Orleáns necesita unos 60,000 trabajadores de bajos ingresos para la industria turística. Así que a los ojos del sistema, había y hay docenas de miles de personas "innecesarias".
Los negros pobres no cuadran con la manera rentable de invertir capital en el turismo, el petróleo y el transporte marítimo. Para este sistema, más allá de "obstáculos", los negros pobres de Nueva Orleáns son un sector potencialmente explosivo para quienes el sistema no tiene futuro. Por lo que han visto y experimentado como pueblo, como las grandes luchas de los años 60, hay un aspecto de desafío, que es algo muy positivo para los que queremos cambiar el mundo, pero que la clase dominante considera peligroso. Cuando Katrina azotó la ciudad, en los barrios pobres la mitad de la población en edad de trabajar no tenía trabajo y subsistía de la manera que podía. El sistema no podía explotarlos de manera rentable, a menos que terminaban en la cárcel y trabajaban en las fábricas carcelarias.
William Oakland, un economista jubilado de la Universidad Tulane de Nueva Orleáns que lleva décadas estudiando la economía de la ciudad, dijo: "La población no estaba en equilibrio… No es normal tener ese nivel de falta de participación en el mercado de trabajo". Ahora, hablando del hecho de que la población es solo la mitad de antes de Katrina, unos economistas señalaron cínicamente que tenía demasiada gente de todos modos. Oakland lo dijo así: "Quizás la diáspora sea una bendición".
Ahora tildan de parásitos y delincuentes a los que construyeron la ciudad, y cuyo sudor y sangre contribuyó a los cimientos de este país. Y dicen que un desastre horrible, que mató a 1,800 de ellos y desplazó a 200,000, es "una bendición". El sufrimiento y desplazamiento de docenas de miles de personas cuya vida ha sido arruinada se considera parte de "quitar los escombros" para reconstruir la ciudad.
Por eso, hablando en nombre de toda la clase dominante, el congresista republicano Richard Baker, inmediatamente después de Katrina, dijo: "Por fin se ha limpiado la vivienda pública de Nueva Orleáns. No lo pudimos hacer nosotros, pero dios lo hizo". La clase dominante vio la horrible destrucción y sufrimiento que causó Katrina, y el abandono de los habitantes, ¡como un regalo de dios! Es parte de su plan de eliminar a los negros pobres.
Y todos los desvaríos delirantes de los fascistas cristianos después de Katrina, de que dios castigaba a Nueva Orleáns por el carnaval, por tolerar a los gays, etc., también cuadraban con el programa del sistema de justificar su respuesta, con todas las implicaciones genocidas, como "la voluntad de dios".
Este sistema es inútil… necesitamos un sistema completamente diferente
Después de que pasó el huracán Katrina, la gente abandonada a la muerte demostró un increíble heroísmo. El sistema lo llamó "saqueo", pero en la mayoría de los casos tomó lo que necesitaba para subsistir. (Y como dijo Celine Dion, aunque se estuvieran llevando pantalones o una tele, ¡qué importa!). Una señora dijo: "Esos 'saqueadores' son los únicos que nos han mantenido vivos".
Pero para el sistema esa fue su peor pesadilla. Esa gente que considera superflua y que odia y teme, se estaba salvando a sí misma y a los vecinos. ¿Qué clase de sistema odia y teme eso? Para el sistema capitalista, lo más importante después de Katrina fue el "control social", o sea, la represión, y la protección de la propiedad privada y los negocios. La inviolabilidad de la propiedad privada fue más importante que las vidas humanas. Así que cuando la gente, en situaciones desesperadas, trató de salvarse a sí misma y a los vecinos llevando lo que necesitaba, los calumniaron como "saqueadores" y la gobernadora Blanco anunció: "Vamos a restaurar el orden público… Las tropas saben cómo disparar para matar y están más que dispuestas a hacerlo si es necesario, y espero que lo hagan".
Después, cuando los voluntarios —muchos blancos y/o de la clase media— trataron de ir a Nueva Orleáns para ayudar en el rescate, la limpieza y la reconstrucción, el sistema los consideraba un problema también. A los que trataban de sobrevivir la policía los amenazaba con fusiles. En muchos casos, a los voluntarios que querían ir a ayudar en el rescate no los dejaban entrar a la ciudad y los mandaban irse. A pesar de la retórica al contrario, en un sentido fundamental, el sistema impidió que los voluntarios fueran a ayudar. Cuando la gente quería ayudar a reparar escuelas, el gobierno no hizo nada para ayudarla, en el mejor de los casos. Cuando la gente trataba de ayudar a reconstruir viviendas, los burócratas la impidieron.
Para el sistema capitalista, cuando la gente toma la iniciativa en gran escala y de una manera heroica en una situación desesperada y peligrosa, es algo que hay que suprimir y controlar de cerca. Pero para el proletariado revolucionario, eso es algo que se debe valorar, y que debe servir de base y lección.
¿Qué clase de sistema abandonó, traicionó y atacó a las masas de Nueva Orleáns? Es un sistema que no puede y no quiere hacer nada que no le dé ganancias.
Inmediatamente después del huracán Katrina, vimos no solo la necesidad sino también la posibilidad de la revolución y de una sociedad radicalmente diferente. El gobierno abandonó a las masas a sufrir y morir, y después las acorraló y sometió a condiciones infrahumanas. Así y todo la gente conservó su dignidad y manifestó su humanidad de muchas maneras. Desmintió las calumnias que la pintaban de criminales y animales. Cuando ellas mismas tomaron cartas en el asunto para sobrevivir y ayudar a otros, la gran mayoría lo hizo con toda la justicia y razón. Y recibieron apoyo y ayuda de gente por todo el país.
El poder estatal revolucionario, una sociedad socialista, dará la bienvenida y apoyará los esfuerzos de ayuda mutua. De dejar todo e ir a Nueva Orleáns para ayudar. Proveerá los materiales para la reconstrucción. No "reconstruirá" una ciudad cruel y más eficiente basada en el turismo y trabajos de salario mínimo. Además, dará la bienvenida y promoverá la mezcla caótica de toda clase de personas, la discusión y debate animados que estallan ahí mismo y por toda la sociedad, sobre cómo reconstruir la ciudad al servicio de los intereses del pueblo.
Como dijo la declaración del Partido Comunista Revolucionario después de que azotó el huracán Katrina:
"En todo esto se ve el potencial de movilizar a las masas a forjar una sociedad con relaciones sociales radicalmente diferentes de la competencia por subsistir que impone el sistema capitalista. Pero por otro lado, se ha visto que las masas no captan completamente que este sistema está directa y profundamente en conflicto con sus intereses fundamentales y no se han organizado en consecuencia. Cuando capten eso y se organicen partiendo de esa base, una lucha revolucionaria de millones de personas, sumada al desarrollo y a la agudización de ciertas condiciones objetivas, podría plantear la posibilidad de romper el control de la clase de despiadados explotadores capitalistas que gobierna esta sociedad (y gran parte del mundo), y crear una nueva sociedad y un nuevo estado que coloquen los intereses de la gran mayoría de la población en el centro de todo lo que hagan". ("Sobre el huracán Katrina: Tres lecciones fundamentales", Revolución #14, 18 de septiembre de 2005)
Pero son esas mismas masas que, con una revolución, pueden construir una nueva sociedad y un nuevo estado cuyos cimientos, y el centro de todo lo que representa y todo lo que hace, sean los intereses de la gran mayoría.
No se puede permitir esto
¡Hay que cumplir las demandas de los que están en Nueva Orleáns o en el exilio! Y esa lucha tiene que ser parte de la construcción de un movimiento revolucionario, tiene que contribuir a desarrollar ese movimiento.
La mayoría de la gente desplazada de Nueva Orleáns quiere regresar. Hay que permitirles regresar a sus hogares a las miles de personas que el gobierno desplazó, olvidó, maltrató y abandonó. Hay que reparar y volver a abrir los multifamiliares. Hay que reconstruir las viviendas, ya, y a precios que la gente puede pagar. Hay que restablecer los servicios básicos: servicios de salud, guarderías, escuelas públicas y otros servicios sociales. Y hay que dar trabajos a la gente de Nueva Orleáns, y a los que quieren regresar, aun en la reconstrucción de la ciudad.
Este sistema no reconoce la vitalidad y singularidad de Nueva Orleáns, excepto como una especie de Disneylandia para los turistas. ¡Pero el pueblo tiene que demandar que no destruyan la rica historia negra y cultura de Nueva Orleáns!
La gente tiene el derecho de luchar contra los crímenes que el gobierno está cometiendo contra los habitantes de Nueva Orleáns, ya sea la lucha por los servicios básicos, o los artistas e intelectuales que denuncian la situación ante millones de personas, o las personas en otras partes del país que están buscando diferentes y creativas maneras para apoyar a la gente de Nueva Orleáns. Hay que fortalecer y difundir esa resistencia. En los últimos dos años ha habido una explosión de apoyo de músicos, artistas, intelectuales y otros, que han creado canciones, obras de teatro, documentales y libros que denuncian los crímenes del sistema en Nueva Orleáns y que dan una voz a los habitantes de la ciudad, y que se solidarizan con su lucha.
Muchas fuerzas y organizaciones han lanzado convocatorias para protestar el 28 de agosto, el segundo aniversario de Katrina. El tema de muchas de las protestas es que la gente debe de tener el derecho a regresar a sus hogares. Todos deben aprovechar el aniversario de Katrina como un momento de solidaridad, y participar en diferentes actividades para impulsar la lucha.
Después de Katrina, no se puede permitir que los crímenes horribles del sistema contra las masas negras de Nueva Orleáns, que continúan, sean una infamia más de la historia. Hay que DERROTAR los planes del sistema, que siguen causando miseria y sufrimiento para las masas.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.