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Revolución #99, 26 de agosto de 2007
Katrina, Jena y todo el maldito sistema
La necesidad de la revolución y la urgente necesidad de la resistencia
Hace dos años el huracán Katrina devastó Nueva Orleáns. Todo el mundo vio a centenares de miles de personas, casi todos negros y pobres, atrapadas en la ciudad. Katrina arrojó una luz fuerte sobre el hecho de que las masas negras siguen atrapadas en la extrema pobreza, con cada día menos trabajos y peor educación, y peores viviendas y servicios de salud, y para la juventud un futuro de cárcel o muerte prematura. Katrina puso las mentiras y los fracasos de este sistema ante los ojos del mundo; no lo podían negar o suprimir, como en "tiempos normales".
La clase dominante y los medios de comunicación fingieron sorpresa. Al final de sus vacaciones, Bush fue a Nueva Orleáns y declaró solemnemente que el gobierno iba a ayudar a todos a reconstruir la vida y hacer una ciudad mejor que antes. Los demócratas prometieron toda clase de ayuda para los habitantes de los ghettos. Una vez más iniciaron una "conversación nacional sobre la raza". Pero un mes más tarde las promesas se fueron a pique y la realidad volvió a imponerse.
La realidad, como demuestra este número de Revolución, es que para los que sobrevivieron Katrina los problemas acababan de empezar. El sistema no solo los falló… los traicionó.
Katrina concentra y representa la realidad general del pueblo negro en Estados Unidos. En los dos años desde Katrina:
- La policía de Nueva York mató a Sean Bell el día de su matrimonio. Este horrible asesinato y las protestas que lo siguieron rompieron el silencio sobre los asesinatos policiales desde el 11 de septiembre del 2001 y arrojó luz sobre muchos otros casos;
- La Suprema Corte eliminó el papel del gobierno en la integración de las escuelas. Los planes de integración escolar bajo la supervisión de los tribunales ya eran otra promesa traicionada, pero la decisión de la Suprema Corte de prohibir los esfuerzos de acabar con la reclusión de los niños afroamericanos en escuelas segregadas e inferiores que parecen cárceles es un ataque de gran envergadura;
- Un informe de la Unión de Libertades Civiles de Nueva York sacó a la luz la brutalidad policial en las preparatorias de Nueva York, con insultos, ataques y arrestos sin justificación de estudiantes, y ataques a los maestros y hasta los directores que defienden de palabra a los estudiantes;
- En Jena, Louisiana, seis jóvenes negros podrían pasar muchos años en la cárcel por una pela en el patio de su preparatoria que ocurrió después de que unos estudiantes blancos colgaron dogales de un árbol "solo para blancos", una infamia que ha provocado resistencia y ha llamado la atención de todo el mundo.
Un hilo común de todo esto es que los blancos son jóvenes afroamericanos. En palabras, el sistema los promete una cosa; en los hechos les dice: no tienen futuro en este sistema.
Para tener una idea de lo extrema que es la situación: en 1954, el año que la Suprema Corte decidió que se debe integrar las escuelas, había 98,000 negros en la cárcel. Unos 50 años más tarde, en 2004, había… ¡910,000! Casi diez veces más. Esa es la clase de "progreso" que ofrece este sistema. Este es el futuro que promete. Esta es la "respuesta" que el sistema tiene a la opresión de siglos que creó y continuamente refuerza.
Este es un sistema, un sistema capitalista
Estados Unidos es un sistema capitalista-imperialista. Este hecho básico y brutal sentó las bases de la suerte de los negros en este país.
La expansión del capitalismo a las Américas y el crecimiento de un mercado mundial hace unos 400 años crearon la enorme demanda de algodón, azúcar y otros productos agrícolas. Para producir y vender esos productos, y sacar enormes ganancias, los capitalistas secuestraron a millones de africanos, los encadenaron y los esclavizaron. Millones murieron durante la infernal travesía antes de llegar a las Américas. Los sobrevivientes sufrieron de una manera inimaginable y en el curso de las generaciones sentaron buena parte de los cimientos de la enorme riqueza de la que tanto se jacta la clase dominante de este país.
Tanto la necesidad del sistema capitalista de "crecer más allá" de la economía esclavista como las rebeliones de los esclavos llevaron a la guerra de Secesión. (Y grandes cantidades de ex esclavos lucharon por su propia libertad en el ejército del Norte y sufrieron bajas desproporcionadas). La necesidad del capitalismo de volver a imponer el orden (y la acumulación lucrativa de ganancias) después de la guerra llevó a la explotación de los ex esclavos en el sistema de aparcería y al establecimiento del sistema de discriminación y segregación oficiales conocido como Jim Crow y a la justicia de las chusmas linchadoras en el Sur.
La II Guerra Mundial, que fue una guerra por el imperio; la necesidad del capitalismo de emplear trabajadores en la industria militar, la automotriz, la siderúrgica, la de hule y otras; y la mecanización de la agricultura en el Sur… todo esto empujó a las masas negras al proletariado urbano. Esta fue la "gran migración", cuando millones de negros se transformaron de aparceros a trabajadores, empujados de la tierra a las ciudades.
Pero hoy el capitalismo ha desplazado las industrias pesadas a los suburbios y a otros países. Aunque los jóvenes negros de las ciudades quieran trabajar, los capitalistas han decidido que son demasiado "rebeldes" para los pocos empleos que quedan. Tienen otros planes para estos jóvenes. Así que durante las últimas décadas, han dejado que se pudran las escuelas y que prospere el narcotráfico. Han creado una dinámica en que millones de jóvenes negros no tienen alternativa que no es la cárcel o la muerte. En los medios pintan a estos jóvenes como "salvajes" e "irredimibles". (Es cierto que durante ese tiempo también abrieron unas pocas puertas —aunque solamente un tantito— para permitir a un puñado de negros a llegar a la clase media. Pero su posición es muy precaria y siguen sufriendo discriminación y opresión del sistema de muchas maneras, como arriesgar la vida manejando un carro).
Para la juventud negra, no es un período de gran expectación, sino de encarcelamiento, demonización y criminalización.
Revolución y resistencia
Se le ha acabado el tiempo a este sistema. Hemos visto cómo ha traicionado a las masas negras. Lo que tiene planeado no es simplemente "volver al pasado", sino algo peor: un programa con implicaciones genocidas. Esto es lo que significa cuando la cantidad de presos negros crece diez veces en 50 años, cuando gente de la calaña de Pat Robertson dice que los presos son una "mancha" y otros hablan de "reprimir más" a los que llaman "depredadores que no se puede rehabilitar" y cuando les quitan sistemáticamente las pocas oportunidades que hay.
No existe la posibilidad de cambios auténticos y duraderos en este sistema.
Esa es una de las principales razones porque necesitamos una revolución comunista y un nuevo sistema. El artículo de Li Onesto sobre Katrina en este número contrasta gráficamente lo que hubiera hecho un sistema socialista ante un desastre como Katrina y lo que hizo este sistema. Por supuesto, la revolución comunista es la revolución más radical y global; su meta es llevar a la humanidad a una etapa en que se hayan abolido todas las divisiones de clase, todas las relaciones de explotación en que estas descansan y las instituciones políticas que refuerzan esas relaciones, y todas las ideas que corresponden a ellas, y en que la gente se relaciona con el mundo y con sí misma como seres humanos libremente asociados. Desde las primeras etapas de esa revolución, impulsaría un cambio fundamental y positivo en todas las esferas, y un elemento y tarea muy clave de la revolución comunista es eliminar la opresión de los pueblos y las naciones, y superar las cicatrices del pasado.
Para llegar a una situación en que esto podría pasar, muchas cosas tienen que cambiar. Un cambio importante es que millones de personas tienen que oponer resistencia política. Tiene que haber una ola de resistencia política contra todas las formas de opresión, que unifica a gente de muchas capas y puntos de vista. Sin esto, no habrá cambios fundamentales; sin esto, habrá más horrores para el pueblo.
Esto empieza a ocurrir. Las protestas contra el asesinato policial de Sean Bell, y las protestas en Chicago contra el asesinato policial de Aaron Harrison, de 18 años; la lucha en defensa de los 6 de Jena; y las protestas de varias formas contra lo que pasó tras el huracán Katrina… todos estos son importantes y positivos. Muchos maestros, escritores, artistas y otros de la clase media negra participan en la lucha de varias formas. Hay descontento en otras comunidades de color y unos blancos empiezan a tomar partido. Pero estas son apenas las semillas de lo que verdaderamente se necesita: un nuevo auge que declare que esto es intolerable. Hay que fortalecer y redoblar estas luchas, llevarlas a un nivel superior y trazar los vínculos a otras batallas clave contra el sistema y a la necesidad de la revolución.
Este otoño tiene que haber una resistencia política mucho mayor contra estas infamias y, sí, estos horrores. Este periódico puede y tiene que ser una parte esencial de la resistencia. Esto tiene que manifestarse el 29 de agosto, el segundo aniversario de Katrina… en la lucha en defensa de los 6 de Jena, y cuando sentencian a Mychal Bell el 20 de septiembre, cuando habrá que forjar una unidad muy amplia… y el 22 de octubre, el Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de Una Generación.
(Para entrarle más en los temas de este artículo, lee: "La pura verdad, verdad liberadora" y la serie sobre el Mes de la historia de los negros en el portal revcom.us, y mira el DVD de la charla de Bob Avakian: "Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es").
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