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Revolución #103, 7 de octubre de 2007
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Comentario
La polémica sobre "MoveOn": De reprobación a censura
Al mismo tiempo que el general David Petraeus, comandante de las tropas estadounidenses en Irak, dio testimonio ante el Congreso a favor de la guerra, MoveOn.org publicó un anuncio en el New York Times; el título es un juego con el apellido del general: “General Petraeus or General Betray Us - Cooking the books for the White House” (El general Petraeus o el general nos traiciona: Acomodar las cuentas por la Casa Blanca). Se soltó todo un aluvión de críticas contra ese menosprecio a un general de las fuerzas armadas; salieron más de 500 artículos en la prensa que aporreaban a MoveOn.org. Tras una semana George Bush condenó el anuncio en una rueda de prensa e hizo un reto a los demócratas a hacer lo mismo. El mismo día 70 senadores aprobaron una resolución del Partido Republicano que reprobó a MoveOn por “ataques personales contra el honor e integridad del general Petraeus y todo miembro de las fuerzas armadas estadounidenses”. Los senadores demócratas que no votaron a favor aprobaron un proyecto de ley parecido sin mencionar MoveOn. John McCain hizo constar en acta que a MoveOn se le debe correr del país. Se mencionaron cargos de traición. Grupos reaccionarios republicanos, encabezados por Ari Fleischer (antes secretario de prensa de Bush, que amenazó al público luego del 11 de septiembre “cuidado con lo que digan”), publicaron anuncios titulados: “Rendirnos a los terroristas no es una opción: La victoria es la única opción para Estados Unidos”. Un congresista republicano pidió investigar al New York Times por supuestamente dar un descuento para el anuncio. En la próxima edición dominguera el redactor público del periódico publicó una columna en que declaró que el anuncio había salido mal para MoveOn y los que se oponen a la guerra, y también para el Times; opinó que la falta de respeto hacia Petraeus violó la misma norma del periódico. El lunes el Times oficialmente admitió su “error”.
¿Qué es lo que ha ganado todo esa política contemporizadora hacia la insistencia de Bush de proseguir, ante la repugnancia popular hacia una guerra injusta que ya ha llevado a un millón de muertos y la destrucción de la sociedad iraquí, y de amenazar con iniciar un ataque aéreo contra Irán? ¿Ahora cómo está la atmósfera para el disentimiento contra la propaganda bélica oficial? A un estudiante que se atrevió a hacerle un interrogatorio tajante al senador Kerry, los guardias de seguridad le dieron choques electrónicos de taser; mientras gritaba del dolor, todo el público quedó observando, paralizado del impacto. El redactor del periódico estudiantil de la universidad Colorado State publicó un editorial contundente de pocas palabras: “Taser this: Fuck Bush” (Den choques de taser a esto: Que se vaya a la chingada Bush); ahora piden despedirlo por tener la “insolencia” de ejercer la supuestamente protegida libertad de expresión y de prensa. Los periódicos comerciales cambian los precios para anuncios de propugnación si la opinión es de oposición. ¡El periódico estudiantil The Columbia University Spectator se niega a publicar anuncios de El Mundo no Puede Esperar durante la visita de Bush a la ONU!
Este es un momento histórico en el cual la respuesta popular puede ser cobardía o valentía. Cómo respondemos, si nos doblamos y aceptamos o no la guerra sin fin y la nazificación de toda esfera de opinión pública, tendrá mucho que ver con el futuro del disentimiento y la perspectiva de una resistencia capaz de parar una guerra injusta y descarrilar la dirección fascista en marcha.
Si Bush y el Senado pueden prohibir la publicación de un anuncio que dice que “el general Petraeus es un militar en combate constante contra los hechos” sin ni siquiera tener que tratar si eso es cierto, entonces estaremos un paso más cerca del infierno. Tras este lamentable asunto existe otro requisito más para el debate público aceptable: es inválida toda idea o opinión si uno cuestiona tantito la legitimidad de las fuerzas armadas estadounidenses. Según eso el diálogo público tiene que honrar y respetar una institución que está bombardeando a una población sin razón alguna; que entrena a los soldados a romper puertas e irrumpir en las casas para aterrorizar a familias para que se sometan a una ocupación injusta de su país; que prepara la tropa a cometer crímenes de guerra (mientras se declara por encima de convenciones internacionales). No se puede criticar la institución que, bajo de protección de leyes aprobadas por el Congreso, está deteniendo y torturando a la gente sin derecho al proceso debido; que considera la violación y el asesinato con impunidad los botines naturales de guerra; que alimenta su máquina bélica de jóvenes que después regresan a casa trastornados sin poder olvidarse o perdonarse de que los ordenaron atropellar a niños que no se quitaban del camino a tiempo o acribillar a civiles en los retenes. Honrar ESO es tener la moralidad de un buen alemán.
Al censurar el anuncio de MoveOn, el Wall Street Journal y la ex escritora de discursos del presidente Ronald Reagan, Peggy Noonan, declaró: “Nadie --ningún estadounidense normal-- cree que un general de cuatro estrellas del ejército estadounidense vino de Irak para perjudicar nuestra democracia con mentiras”. Sin embargo, según una encuesta de Fox News luego del testimonio de Petraeus, solo 35% de la población creía que decía la verdad. Como respuesta al uso del taser contra Andrew Meyer en Florida, muchos estudiantes se movilizaron; en la Universidad de Florida hicieron un plantón para protestar contra eso y la guerra en Irak. En los días después del anuncio de MoveOn, la gente les mandó donaciones sin precedentes de medio millón de dólares y les rogaba que no se echaran para atrás. Existe una abundancia de pruebas de que el gobierno actual y todas las instituciones que le son cómplices han mentido repetidamente al pueblo; y de que lo encubrieron, y cuando se les descubrió cambiaron de tema y siguieron mintiendo. Ahora el gobierno está produciendo toda una nueva campaña de propaganda y desinformación para que el pueblo acceda a bombardear a Irán; que se calle la boca y siga la corriente con una aventura militar que han aprobado de antemano todos los demócratas y todo candidato presidencial viable. Lo que realmente desean y necesitan las autoridades es doblar la resistencia popular. El auge repentino de protesta en vísperas de la guerra en Irak impactó seriamente su libertad para conducir la guerra; ahora les urge tapar la represa de descontento popular que ahora amenaza con desbordar el cauce que la ha controlado.
El anuncio de MoveOn ni siquiera cuestionó la legitimidad del aumento de tropas, solo si ha tenido éxito. MoveOn se ha negado a pedir el fin inmediato a la guerra, solo algún tipo de calendario para su retiro. Se niega a pedir un juicio de destitución de Bush. Ponen las esperanzas populares por un cambio político en la elección de demócratas en 2008, aunque los mismos demócratas se oponen a ponerle fin inmediato a la guerra y han aprobado toda propuesta represiva que ha pedido Bush. MoveOn no es nada radical, pero le están dando un castigo ejemplar por simplemente retar a un representante de la institución sagrada para la clase dominante: las fuerzas armadas que apuntalan el sistema y su expansionismo imperialista global. Como ha dicho Bush, uno tiene el derecho de criticar siempre y cuando no pasa del marco de cómo ganar la guerra, pero es inaceptable hablar sobre lo injusto y lo intolerable que es; especialmente los que hablan con autoridad o prestigio arriesgan sus negocios, carreras y reputaciones. Si uno quiere jugar, tiene que obedecer las nuevas reglas del juego: tiene libertad de expresión siempre y cuando está dispuesto a repetir como papagayo las perogrulladas y términos trillados que el debate burgués considera apropiado. Al suprimir una oposición tan tímida están tratando de imponer un ambiente de temor a una población muy descontenta pero en su mayoría pasiva o resignada a que “no se puede hacer nada”.
Pero sí hay algo que se puede hacer: de los estudiantes que se alzan, a las personas prominentes que usan su prestigio o su posición en beneficio del pueblo aquí y por el mundo, que quieren parar el gobierno de Bush y cambiar radicalmente la dirección de la sociedad, se puede hacer algo importante, especialmente en momentos como el actual. Es más que hora que la gente arriesgue algo que valga la pena, porque eso es lo que se requiere y lo que hace la gente de conciencia que la historia convoca, aun si no sabía que le iba a tocar. Al pueblo de Irak, a nuestros hijos, al futuro de los humanos en este país, ¿les debemos menos?
Como señala la convocatoria de El Mundo no Puede Esperar: “La historia está repleta de luchas justas que triunfaron contra enemigos superiores. Pero también está llena de ejemplos de gente que se mantuvo al margen, esperando pasivamente que pasara la tormenta, y quedó ahogada por horrores que no se imaginó”.
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