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Revolución #104, 14 de octubre de 2007
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No se puede derrotar al fascismo si se lo ignora
Segunda parte
Esta semana se ha visto más atención y más polarización con respecto a la “semana de conciencia sobre el islamofascismo”, el esfuerzo de David Horowitz de parar el disentimiento contra la “guerra contra el terror” en las universidades, que se celebrará del 22 al 26 de octubre. En parte es una respuesta a las redobladas amenazas de Horowitz contra los centros de la mujer y los grupos de estudiantes musulmanes. En parte lo generaron las denuncias de un engaño de Horowitz: su intento de presentar una foto de una película de ficción sobre una mujer que murió apedreada en Irán como si fuera auténtica. Y en parte se debe a una polémica en la Universidad Columbia en respuesta a la charla de Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán. El debate entre la gente progresista sobre cómo responder a la semana ha agudizado también.
La semana pasada decimos que hay dos opciones: oponerse a la amenaza fascista o esperar que desaparezca por su cuenta si la ignora. Hablamos a favor de la primera opción y recibimos muchas respuestas. En este número vamos a hablar de esas respuestas y contestarlas.
“Sí, la semana de conciencia sobre el ‘islamofascismo’ es una amenaza. En particular, hay un peligro de demonizar a los estudiantes musulmanes en la universidad, con la demanda de Horowitz de que firman un juramento de que apoyan la ‘guerra contra el terror’. Pero si respondemos con una confrontación y debate con Horowitz acerca de la verdad, correremos el peligro de ofender a mucha gente. Es mejor encontrar una respuesta que no lleva a la confrontación y que promueve la paz y el acuerdo”.
No cabe duda de que una meta importante de la semana es fomentar una atmósfera de pogromos en las universidades contra los estudiantes musulmanes y árabes. Un ejemplo: después de la charla de Ahmadinejad, pintas racistas aparecieron en Columbia contra los estudiantes musulmanes, y los negros y otras minorías. Al cobrar fuerza la campaña de Horowitz, habrá más. El principal portal de la “semana sobre el islamofascismo” promueve la idea de presionar a los estudiantes musulmanes a firmar peticiones a favor de la “guerra contra el terror”. Escribieron: “Una petición obliga a los estudiantes y profesores a jurar lealtad: a luchar contra nuestros enemigos terroristas o a no hacer nada para pararlos. Por eso, exhortamos a hacer un esfuerzo especial para llevar esta petición a los grupos que probablemente no la van a firmar, como por ejemplo a los directores, al gobierno estudiantil y a la Asociación de Estudiantes Musulmanes”.
Horowitz espera calificar a todos los estudiantes musulmanes de fundamentalistas islámicos, para decir que toda la oposición al imperialismo estadounidense y su violencia es apoyo al fundamentalismo islámico, y por eso obligar a los estudiantes musulmanes a demostrar su lealtad al imperialismo y a callarse con respecto a la enorme cantidad de violencia reaccionaria que comete Estados Unidos. Obligar a declarar lealtad públicamente es medieval y muy repugnante… y es una táctica típica de los fascistas.
Horowitz menciona el hecho de que los grupos fundamentalistas islámicos han cometido muchas acciones violentas contra la gente común y corriente. Y, por supuesto, han ocurrido. Pero seamos francos: las escrituras de TODAS las principales religiones tienen mucho que defiende y manda llevar a cabo la violencia reaccionaria con respecto a todos los temas sociales importantes. Cuando esas escrituras se aplican a la esfera política, se encuentra una “justificación divina” para toda clase de acciones horrorosas contra los “no creyentes”. Pero como dice el artículo de Bob Avakian que publicó Revolución la semana pasada, la única razón que los fundamentalistas cristianos no han cometido hasta la fecha tantas acciones violentas que por lo general llaman “terrorismo” en la misma escala que los fundamentalistas islámicos es que “hasta hoy, la violencia al servicio de las metas que los fascistas cristianos fundamentalistas apoyan fervientemente lo hace en una escala enorme la clase dominante imperialista de Estados Unidos, con las fuerzas armadas y policiales del estado imperialista”. Y Estados Unidos comete esa violencia en una escala muchísimo mayor y a un costo muchísimo mayor para millones de personas comunes y corrientes nada más en Irak que todo lo que han hecho los fundamentalistas islámicos hasta la fecha.
¿Pero se lo puede contrarrestar con exhortaciones a la paz y el acuerdo? Horowitz aprovecha un conjunto de creencias muy arraigadas en esta sociedad y, por consiguiente, en muchos estudiantes. La más fundamental es que “los estadounidenses son los buenos”. Y a esta creencia la acompaña toda una manera de pensar: de no querer saber (o querer no saber) lo que hace el gobierno. Sin poner en tela de juicio esta manera de pensar, mucha gente encontrará una manera de no ver lo que está pasando, o peor, se alistará a la cruzada fascista de Horowitz. La única manera de empujar a mucha gente a volver a examinar esas creencias es presentar la verdad como un reto, con hechos documentados y convincentes. Esto requiere hacer trizas los argumentos de Horowitz y contrarrestarlos con la verdad.
El debate en Columbia la semana pasada presentó “una oportunidad para enseñar”. Sí, hay una polarización: hubo debates y unos perdieron los estribos y todo lo demás que ocurre cuando se presenta un reto a las creencias fundamentales. Pero esa polarización despertó a los estudiantes del parálisis narcótico de la rutina y los radicales, a pesar de la situación difícil y de enterarse con poca anticipación, lograron influenciar el debate (y a veces salieron en los informes periodísticos). En el proceso, mucha gente empezó a cambiar las opiniones… y si el lado progresista había sido más ágil y más audaz, y si más gente que entiende lo que está pasando había participado también, hubiera sido posible lograr mucho más. La “semana de conciencia sobre el islamofascismo” ofrece la posibilidad de un debate de dos partes si los que captan lo que realmente está pasando oponen resistencia y si lo hacen de manera convincente.
Esto nos lleva a otro argumento: “Estoy de acuerdo. El peligro de no oponerles resistencia es grande. Y si se podría hacer lo que proponen, es decir, confrontar de veras a las fuerzas dirigidas por Horowitz con la verdad y atraer a miles de estudiantes al debate y convencer a muchos de ellos, sería un logro muy importante. Pero si no lo podemos hacer, si tratamos de hacerlo y no podemos ofrecer un contraataque suficiente, Horowitz saldrá victorioso y terminaremos en una situación peor”.
No cabe duda de que sería mejor poder escoger solo las luchas en que se puede garantizar una victoria. Y no cabe duda de que habrá que hacer mucho trabajo para lograr esto desde donde nos encontramos hoy. ¿Pero qué pasará si no hay oposición a esta semana? ¿Qué pasará si las creencias fundamentales que fomentan y refuerzan las fuerzas de Horowitz —con la meta abierta de crear apoyo para la “guerra contra el terror”, con que justifican ahora mismo los planes de atacar a Irán— sean el marco político, si mucha gente crea que no hay alternativa y que lo que digan los reaccionarios es cierto? Especialmente cuando todo lo que digan estas fuerzas lo refuerzan los medios y la “oposición” liberal, como por ejemplo el presidente Bollinger de la Universidad Columbia. ¿Cuáles serán las consecuencias de esto en cuanto a la posibilidad de oponerle resistencia a las fechorías que comete este gobierno por todo el mundo? ¿Y cuáles serán las consecuencias por todo el mundo, para los que no quieren tener que escoger entre el imperialismo estadounidnese y el fundamentalismo islámico, pero que no ven ninguna esperanza de que la gente en Estados Unidos haga algo poderoso para parar los horrores perpetrados por este gobierno?
No hay tiempo que perder. O los que captan la situación opondrán resistencia a esto, o los reaccionarios y fascistas SALDRÁN victoriosos. Se enfriará la situación en precisamente el momento en que el gobierno de Bush planea nuevas agresiones. Y que no quepa la menor duda, esa gente aprovechará una victoria no solo para dificultar la vida de los que se les oponen, sino también para callar al disentimiento y sacar corriendo a la oposición de todo el mundo académico, como ya han hecho con Wad Churchill y Norman Finkelstein y que ahora amenazan hacer con otros profesores, cuando imprimen sin disimulo sus “listas negras”.
“¿Pero no demostró Horowitz lo que es cuando publicó la foto engañosa en su portal? Quizás si no le damos ninguna publicidad, desaparecerá”.
Brevemente, ¿ganará más publicidad Horowitz? Ya tiene mucha publicidad y recibirá más a través de la semana de conciencia. Es una fuerza peligrosa que busca transformar las universidades en lugares de adoctrinamiento reaccionarios sin oposición. Además, tiene el apoyo de fuerzas en la cúpula del gobierno. El problema hoy no es que “tiene demasiada publicidad” sino el hecho de que muy poca gente se ha enterado de este fascista y entiende sus metas y métodos de engaño y coacción.
En cuanto a la foto, Horowitz ha demostrado su total desdén por la verdad y su falta de integridad al presentar esta foto de una película como si fuera de un incidente que realmente pasó. Y hay que hacer resaltar esto dondequiera que vaya. Por otro lado, es cierto que hay mujeres que mueren apedreadas por adulterio en los países gobernados por teocracias islámicas y que el tratamiento de la mujer en general en estos países es opresivo y sin escrúpulos, y que es un tema legítimo.
Primero, la solución que propone Horowitz—imponer la dominación estadounidense en estos países—, además de empeorar la situación, dificultará la posibilidad de responder a esta infamia en particular. ¡Horowitz tiene las agallas de ofrecer al sha de Irán como un ejemplo positivo! Sí, el sha llevó a cabo ciertas reformas, desde arriba. Pero lo que no menciona Horowitz es que al sha lo colocaron en el poder por medio de un golpe de estado dirigido por Estados Unidos contra el gobierno elegido del líder nacionalista Mohamed Mossadegh. Estados Unidos apuntaló al sha mientras llevaba a cabo las más crueles torturas contra todas las fuerzas de la oposición; de hecho, la CIA y el Mossad, el servicio de espionaje israelí, entrenaron a SAVAK, los torturadores del sha. Miles de personas murieron a manos de las fuerzas de represión del sha y, al fin y al cabo, el 80 o 90% de la población participó en el movimiento que lo derrocó. Por qué y cómo los ayatolas lograron agarrar el control de esta revolución y traicionarla, a pesar de que participó una muy amplia gama de fuerzas, entre ellas los comunistas, revolucionarios y progresistas, y el papel de Estados Unidos en esto, es tema de otro artículo.
Pero si Horowitz quiere ejemplos de gobiernos mesorientales que han tratado de llevar a cabo reformas de algunos aspectos de la opresión de la mujer, ¿por qué no menciona los gobiernos afganos de finales de los años 70 y los 80? Esos gobiernos, apoyados por la Unión Soviética (con invasión y ocupación), iniciaron muchas reformas de la situación de la mujer que eran, a lo mínimo en teoría, mucho más rigurosas que las del sha o del actual gobierno apoyado por Estados Unidos en Afganistán (que es oficialmente un estado islámico). Pero el gobierno no lo hizo por medio de una revolución desde abajo y las reformas nunca echaron raíces. Las relaciones de poder en el campo no cambiaron. Y como dice Bob Avakian en este número, “Estados Unidos apoyó y armó a los muyajadines fundamentalistas islámicos, porque reconoció que serían luchadores fanáticos contra los soviéticos. Otras fuerzas, no solo los nacionalistas laicos sino también los maoístas, se opusieron a la ocupación soviética y al gobierno títere que instaló en Afganistán, pero Estados Unidos no les dio su apoyo, especialmente a los maoístas, muchos de quienes murieron a manos de los fundamentalistas islámicos ‘yijadistas’ que Estados Unidos apoyaba y armaba”.
Horowitz no menciona esto porque es una de las “verdades inconvenientes” que socavan todo el marco de “los estadounidenses son los buenos” que quiere reforzar, y porque a él no le importa un comino la opresión de la mujer, como ha demostrado por medio de sus alianzas con las fuerzas patriarcales más reaccionarias en este país, como Pat Robertson. Sin embargo, el hecho de que Horowitz trabaja de la mano con Phyllis Chesler, que era feminista progresista, demuestra que hay que denunciar la idea de que Estados Unidos puede emancipar a la mujer del mundo árabe con sustancia y desde diferentes puntos de vista. Vamos a hablar más de esto en el próximo número, y hablaremos de cómo solo se puede abolir la opresión de la mujer en los países oprimidos Y en los países imperialistas por medio de la revolución. Pero es esencial que todos los que prevean y ansíen un mundo sin la opresión de la mujer entren en el debate, desde su propio punto de vista, y combatan los esfuerzos de Horowitz de fomentar divisiones… y que hagan lo mismo en cuanto a las afirmaciones de Horowitz de que se pone a la opresión de los gays, cuando en realidad trabaja de la mano con gente como Robertson y Jerry Falwell, que declaró que los daños que causaron el huracán Katrina y los ataques del 11 de septiembre son castigo de dios por (entre otras cosas) tolerar a los gays.
Hay mucho en juego. Cómo se entiende el papel de Estados Unidos en el mundo y la dirección de la sociedad estadounidense; las verdaderas opciones aquí y por todo el mundo; las raíces de la opresión de la mujer y por qué continúa con tanta virulencia por todas partes; y el papel de los movimientos políticos de todos los fundamentalismos religiosos… serán temas de la semana de conciencia. No se puede quedarse a un lado; lo importante es si los que captan lo que está pasando y se oponen hablarán con toda la fuerza y visión posible para no solo impedir que se polaricen más las universidades sino para empezar a cambiar la situación en una dirección positiva.
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