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Revolución #105, 21 de octubre de 2007
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Para entender el crecimiento del fundamentalismo islámico y la "guerra contra el terror", hay que saber:
La primera cosa que hay que entender es que Estados Unidos es una potencia imperialista que ha hecho sufrir y sigue haciendo sufrir enormemente a gente por todo el mundo. Ese es el contexto en el cual hay que entender la supuesta “guerra contra el terror” y los ataques contra los “intereses estadounidenses” por todo el mundo.
Los orígenes de este país, así como los cimientos de su riqueza y poder, están fundamentados en la esclavitud, el genocidio contra los amerindios y el robo de sus tierras. La expansión hasta el otro lado del continente norteamericano durante la segunda mitad del siglo 19 se llevó a cabo por medio de más guerras de agresión y el robo de más tierras (a México y a los amerindios) para extender el sistema de esclavitud (por ejemplo, esa fue la esencia de la guerra por Texas y la batalla por el Álamo) y, especialmente después de la guerra de Secesión, para extender el sistema capitalista triunfante.
A fines del siglo 19, como parte de la rebatiña mundial entre las potencias capitalistas para establecer imperios coloniales y someter y explotar a la población de esas colonias, Estados Unidos se apoderó de más territorios extranjeros, en particular de Filipinas, donde traicionó y luego masacró a cientos de miles de filipinos que luchaban por independizarse de España. Convirtió a Filipinas en colonia, y a Puerto Rico, Cuba y otras partes del Caribe y Latinoamérica virtualmente en colonias, las cuales sufrieron sangrientas invasiones y ocupaciones a lo largo de la primera parte del siglo 20.
Después de la II Guerra Mundial, con el debilitamiento de otras potencias colonialistas, tanto del lado de los vencedores como de los vencidos, Estados Unidos puso bajo su dominio enormes territorios en la forma de “neocolonias”; en realidad, controló y saqueó a países por todo el tercer mundo, con terribles consecuencias para miles de millones de personas, a pesar de que a esos países los llamaban “independientes”. Cuando los gobiernos de esos países del tercer mundo se volvían un obstáculo al dominio y a la explotación estadounidenses, aun si fueran gobiernos elegidos por el pueblo (y más o menos laicos), Estados Unidos, por medio de la CIA, los tumbaba con golpes de estado sangrientos —como por ejemplo en Irán en 1953 e Indonesia en 1965— y los reemplazaba hasta por décadas con gobiernos salvajes y opresivos, y serviles a Estados Unidos.
Es imposible entender las verdaderas razones del crecimiento del fundamentalismo islámico, y del profundo odio hacia Estados Unidos en el Medio Oriente y otras partes del mundo, sin conocer y tomar plenamente en cuenta toda esta historia sangrienta de saqueo y represión que Estados Unidos ha cometido y sigue cometiendo. Y es imposible zafarse de la dinámica actual muy mala y potencialmente aun más desastrosa —en la que el imperialismo estadounidense y el yijadismo islámico reaccionario siguen reforzándose mutuamente mientras al mismo tiempo se oponen mutuamente— sin un movimiento popular que rete toda esa dinámica. La ciudadanía de Estados Unidos tiene una responsabilidad especial en eso: movilizar una resistencia activa, poderosa y que tiene una influencia política significativa contra lo que hace el gobierno de Estados Unidos en su nombre.
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