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Revolución #114, 30 de diciembre de 2007
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Atacan a manifestantes con gas pimienta y tasers; los arrestan
Nueva Orleáns: La resistencia a las demoliciones
El jueves 20 de diciembre, el consejo municipal de Nueva Orleáns iba a votar sobre las demoliciones de las viviendas públicas. El plan es demoler más de 4,600 viviendas para personas de bajos ingresos. Esto sucede en una ciudad en la que la cantidad de personas sin techo está creciendo, en la que docenas de miles no han podido regresar desde el huracán Katrina, donde FEMA está desalojando a personas que han estado viviendo en remolques y donde están levantando a la fuerza los campamentos improvisados. Pero este plan ha chocado con la resistencia de los que están comprometidos a hacerse oír y resueltos a parar las demoliciones.
Aun antes del voto del consejo municipal, el sistema dio su respuesta con salvajismo:
La policía atacó y arrestó a los manifestantes en la reunión del consejo. Afuera, atacó con CACHIPORRAS, GAS PIMIENTA Y TASERS a los que protestaban contra las demoliciones.
Una manifestante que estuvo en la reunión nos dijo: “Nos negaron nuestros derechos humanos. HANO (la Autoridad de Vivienda de Nueva Orleáns) movilizó a mucha gente a favor de la demolición. Ellos consiguieren sillas relativamente rápido y sin problemas. Nosotros preguntábamos que por qué no dejan entrar a nuestra gente, y a otra gente que se opone a las demoliciones. Registraron a los hombres. Pedimos que nos dejaran entrar porque vimos que había por lo menos unos 20 asientos, pero en eso cerraron la entrada... Empezamos a protestar, a gritar: ‘¡Déjennos entrar! ¡Déjennos entrar!’. En eso los policías decidieron callarnos. Uno me agarró con las manos. Le dije que no me tocara. La gente seguía coreando ‘¡déjennos entrar!’, porque empezaron la reunión ilegalmente. En eso vino otro policía y empecé de nuevo a gritar ‘¡Déjennos entrar!’. Al ver eso, otro policía me agredió para callarme. Luego varios policías me agredieron, me pegaron, me golpearon. Me tiraron al suelo y uno de SWAT me disparó con una pistola taser. Otro policía me gritaba que pusiera las manos atrás, pero estaba paralizada del choque eléctrico, del voltaje. Me volvieron a disparar con el taser. Ya me dispararon dos tasers cuando me dispararon un tercero. O sea que me dispararon tres veces con pistolas eléctricas después de que me agredieron y golpearon. Me esposaron y me sacaron de la sala; me metieron en una radiopatrulla y me llevaron a la cárcel”.
Luego el consejo municipal votó: siete a favor y CERO en contra de demoler cuatro grandes proyectos de vivienda pública.
La democracia burguesa en acción con todo lujo de detalles.
Una infamia más encima de todas las demás
La víspera, los noticieros anunciaron que la mayoría de los miembros del consejo municipal iban a votar a favor de demoler las viviendas. También anunciaron que la policía estaría presente para asegurar que no hubiera disturbios durante la reunión. El mensaje: ni piensen en protestar contra esta descarada injusticia; las autoridades ya han decidido demoler más de 4,600 unidades de vivienda pública, que hubieran podido remodelar para las personas que necesitan desesperadamente un hogar. El plan es destruir las 4,600 unidades y reemplazarlas con viviendas para “personas de ingresos mixtos”, con menos de 800 unidades para los de bajos ingresos.
El día de la reunión, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano y la Autoridad de Vivienda de Nueva Orleáns llenaron la reunión con sus partidarios que favorecen las demoliciones. Fueron también cientos de personas que se oponen a la demolición. Pero la policía cerró con candado las puertas antes de que empezara la reunión. Dijo que no había cupo, a pesar de que había docenas de asientos vacíos y mucho espacio para estar parado.
Afuera, más de 100 personas coreaban “¡Alto a las demoliciones!”. Fueron residentes de Nueva Orleáns exiliados desde el huracán, que han estado viviendo en lugares lejanos como Houston y Nueva York, para oponerse a las demoliciones. Estaban enfurecidos cuando no les permitieron entrar. Adentro, no les permitieron empezar la reunión hasta que dejaran entrar a más personas. Los policías agarraron a varios jóvenes por el pelo. Unas madres y abuelas de los proyectos, junto con jóvenes y otros, condenaron ese maltrato una y otra vez durante toda la reunión. Para mantener el “orden”, la policía golpeó, disparó pistolas taser y arrestó a los manifestantes.
Afuera, la multitud se enfureció al ver que sacaban a los manifestantes esposados. La multitud se lanzó contra la cerca de hierro y abrió paso, y cuando unos intentaron entrar la policía arrestó a varias personas, roció gas pimienta indiscriminadamente y descargó pistolas taser. A tres mujeres les disparó con las pistolas taser; a una le dio un ataque de convulsiones tras un disparo en la espalda. Arrestó a por lo menos 15 personas.
DESPUÉS de eso, después de golpear, electrocutar y arrestar a los que se oponen a las demoliciones, el consejo municipal hizo la formalidad de escuchar argumentos sobre las demoliciones. Luego votó unánimemente a favor de demoler las viviendas de miles de familias negras pobres.
¿A los concejales les molestó esta represión? Para nada. El Los Angeles Times informó: “Los concejales, unos bebiendo agua, otros ojeando expedientes, miraron tranquilos mientras atacaron a un hombre con una pistola taser, lo esposaron y lo arrastraron de la reunión”.
Desde el huracán Katrina, los residentes de Nueva Orleáns han sufrido una infamia tras otra. A decenas de miles los abandonaron a morir en la inundación. No los evacuaron y les privaron de agua y alimentos. Los calumniaron de ladrones y matones cuando tomaron las cosas que necesitaban para sobrevivir.
Y ahora ESTO: en una ciudad que necesita desesperadamente más viviendas para las personas de pocos recursos, las autoridades han empezado la demolición de las viviendas públicas. Hasta la fecha, más de 200,000 vecinos de Nueva Orleáns todavía viven fuera de la ciudad (de ellos 150,000 son negros), sin posibilidad de regresar, en buena medida por los altos alquileres. FEMA va a desalojar a miles más y más de 12,000 personas —el doble de antes del huracán— viven en la calle.
Pero la lógica del capitalismo no ve ganancias en la construcción de viviendas para personas de bajos recursos. Los planes para la reconstrucción de Nueva Orleáns apuntan a convertirla en una ciudad donde hay menos negros, menos pobres y más empresas rentables como el turismo.
Aumenta la resistencia, pero se necesita más
La resistencia a las demoliciones creció en los días antes de la reunión de consejo municipal. En el proyecto BW Cooper, donde las demoliciones ya empezaron, varias personas ocuparon apartamentos la víspera de la reunión. Dos se encadenaron al edificio y frustraron las demoliciones por buena parte del día. Las autoridades respondieron al declarar que el proyecto entero fue un escenario de delito y amenazó con arrestar a quienquiera que saliera de su hogar. Una inquilina llamó por teléfono a una conferencia de prensa que se estaba llevando a cabo en defensa de la ocupación y le dijo a la prensa que a ella la “tiene de rehén” la policía. A los que se apoderaron de los apartamentos los acusaron de delitos graves por sembrar terror con “un aparato que parecía explosivos”.
Los titulares y fotos de la resistencia popular recorrieron el mundo. Pero se necesita mucha más resistencia para parar las demoliciones. Para las autoridades, el único detalle pendiente es cómo demoler las viviendas. Pero para muchos vecinos la lucha acaba de empezar. De hecho, es muy importante que esta infamia no ha pasado a escondidas, sino que ha tropezado con una resuelta resistencia popular. Y es otra infamia más que, para llevar a cabo su voto y su plan, tuvieron que excluir a los manifestantes de la reunión, y atacarlos y arrestarlos.
Hay mucho en juego en esta batalla. Aquí y por todo el mundo se vio la manera criminal con que el sistema trató a la gente tras el huracán. Y que continúa ese maltrato y abandono de los residentes de Nueva Orleáns, por el cual no pueden regresar ni reconstruir la casa y la vida. Los políticos y la prensa siguen calumniando a los negros; los llaman criminales y matones y les echan la culpa de la situación en la que el sistema los ha metido. ¡Es justo rebelarse contra todo eso! Y es alentador e inspirador ver la resistencia popular en Nueva Orleáns.
Nueva Orleáns representa algo especial para la gente. Antes de que la azotara el huracán, era una ciudad vibrante con una cultura distintiva. Desde el huracán, simboliza una concentración descarada de toda la historia y la presente realidad de cómo este sistema oprime al pueblo negro. Millones de personas han expresado el deseo de solidarizarse con los vecinos de Nueva Orleáns, de ayudar de alguna manera. Y, a pesar de la negligencia y los obstáculos que ha puesto el gobierno, decenas de miles de voluntarios, de diversas nacionalidades y sectores sociales, han viajado a Nueva Orleáns para ayudar en la reconstrucción, la limpieza de escuelas y otros esfuerzos similares. En tal situación, la RESISTENCIA repercute en muchos otros que podrían ser aliados en esta lucha, que piensan que esta resistencia ES JUSTA, y que podrían defender a la gente.
La resistencia a las demoliciones ya ha tocado la fibra sensible. A mediados de diciembre, docenas de jóvenes acudieron a un llamamiento a ayudar a luchar contra las demoliciones. Inmediatamente después de la reunión del consejo municipal, un grupo, entre ellos unos jóvenes de Jena, fueron a Nueva Orleáns para distribuir el periódico Revolución.
El 5 de diciembre, Brad Pitt salió en el programa de Larry King y habló del proyecto para reconstruir viviendas en el Ninth Ward (un barrio negro pobre devastado por las inundaciones). Expresó preocupación por la situación de los vecinos. Hablando de la reunión del consejo municipal, dijo: “Lo que sucedió ayer refleja la frustración y la desesperación de las familias aquí. Y, repito, ya son dos años y medio. Y, repito, yo no conozco los detalles. Sé que unos decían que estos lugares engendran crimen. No he oído el argumento que para mí le daría la respuesta a eso, o sea que hay que hablar de la educación, hay que hablar de los servicios médicos, hay que hablar de las oportunidades. Y hasta que se hable de eso, ¿qué se puede esperar? Así que no se trata solo de la vivienda. Pero, repito, yo no conozco eso bien. Lo que sé es que eso demuestra que este lugar sigue siendo un nervio expuesto. Y con todo el gran espíritu de los residentes, la verdad es que necesitan ayuda”.
Hay mucha necesidad, y una gran posibilidad, de que la resistencia a estas demoliciones crezca y que se haga más amplia y resuelta. Las autoridades están resueltas a reconstruir una ciudad más pequeña, más blanca, con menos residentes negros. Esto es una concentración del programa mortífero que el sistema tiene para los negros por todo el país.
A medida que la resistencia crezca y se haga más resuelta, podría atraer a quienes odian las infamias que este sistema sigue cometiendo y que quiere ver una manera de vivir diferente y mucho mejor. Podría movilizar a muchos a unirse a la lucha y, a través de la resistencia, podrían aprender contra qué están luchando y qué se necesitará para ganar. Podría atraer a aliados de diferentes capas sociales. Y todo eso puede y debe ser parte de forjar un amplio movimiento revolucionario.
Revolución exhorta a sus lectores a enviar declaraciones de apoyo a la gente de Nueva Orleáns, que remitiremos.
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