Obrero Revolucionario #1206, 6 de julio, 2003, posted at rwor.org
"No se trata de un estado policial en realidad".
Bill Fisher, jefe de la unidad de asuntos civiles de Filadelfia, habla de la filmación policial de protestas
"Decidieron sofocar la libertad de expresión y el derecho de reunión, y bloquearon la marcha. Lo hicieron para prevenir la imagen de mayor impacto: una inmensa marcha contra la guerra en Nueva York".
Jimmy Breslin, columnista de Newsday , sobre el ataque policial contra la protesta antibélica del 15 de febrero, 2003
En Nueva York el 15 de febrero, cientos de miles de personas se lanzaron a la calle contra la inminente guerra contra Irak. Llegaron de todas partes con la esperanza de expresarse libre y llanamente contra una atrocidad en ciernes. Los enfrentaron policías montados que una y otra vez les echaron los caballos encima, los rociaron con gas pimienta y los arrestaron por el simple acto de tratar de llegar al mitin. A los arrestados los interrogaron sobre sus creencias y afiliaciones políticas, sin abogado.
Ese ataque policial fue uno de los más descarados para silenciar la protesta antibélica. Los abogados activistas, al solicitar permiso para la protesta, descubrieron que la policía de Nueva York había "adoptado una política informal en el otoño de 2002, de negar permiso para toda marcha de protesta en el centro de Manhattan". (Unión de Derechos Civiles de Nueva York, "Arresting Protest")
Tales medidas no se limitaron a Nueva York. En decenas de ciudades, las autoridades encerraron a estudiantes en sus clases para que no salieran a protestar contra la guerra y los policías escolares arrestaron a los chavos que lograron unirse a las protestas. Atacaron a universitarios con gas lacrimógeno. El ataque más espeluznante fue contra una protesta en Oakland que tenía permiso; les dispararon bolitas ardientes con rifles y pistolas y los golpearon con madera y bolsas llenas de perdigones.
Al estallar la guerra, las protestas continuaron. Los medios de comunicación y los políticos pintaron a los manifestantes como criminales. Los locutores de Fox News acusaron a los manifestantes de "sedición o traición a la patria, sin lugar a dudas". Unos legisladores de Oregon propusieron tachar de "terrorismo" ciertas formas de desobediencia civil, un indicio preocupante de la dirección que las autoridades están tomando.
Bienvenidos a la nueva cara de represión oficial contra la protesta y la resistencia.
Renace la policía política
Durante las décadas 60 y el 70, la estructura de poder tenía redes de "policía política" en las ciudades grandes del país para vigilar, infiltrar y debilitar los grupos radicales y de oposición. Más tarde, en las décadas del 70 y el 80, una serie de decisiones judiciales y acuerdos gubernamentales las restringió parcialmente. Ahora están anulando sistemáticamente esas decisiones y acuerdos.
En octubre de 2002, con pocos anuncios, el gobierno de Chicago anuló un acuerdo que estuvo vigente muchos años y dispuso nuevas reglas para el espionaje policial. En febrero de 2003, un juez de Nueva York anuló un acuerdo similar, porque "las circunstancias han cambiado" a raíz del 11 de septiembre.
Dichos acuerdos restringieron el espionaje policial, como filmar protestas, tener expedientes sobre manifestantes e infiltrar grupos sin "causa probable" de que se planeaba un delito. Los acuerdos eran limitados y los violaron frecuentemente. Sin embargo, para las autoridades en esta nueva era, son demasiado restrictivos. La policía de Nueva York, por ejemplo, dijo que había que anular el acuerdo para poder combatir "el terrorismo" y ahí mismo ¡empezó a recopilar datos sobre protestas a la guerra en Irak!
Otras agencias policiales quieren hacer lo mismo... y cuentan con el apoyo de John Ashcroft y el Departamento de Justicia. La Ley Patriota II que propone el Departamento de Justicia contempla eliminar todos los acuerdos que restringen el espionaje policial.
Todo eso ocurre en medio de una gran campaña propagandística a favor de la policía a raíz del 11 de septiembre, que los exonera en casos de brutalidad policial y arrestos discriminatorios. Como resultado, ha aumentado la cantidad de casos de brutalidad y asesinato a manos de la policía, como documenta la Coalición 22 de Octubre para Parar la Brutalidad Policial en su página web, . www.october22.org Otro aspecto de la propaganda es que da carta blanca a esos "héroes" y "protectores" contra los manifestantes.
Vigilancia con cámaras y computadoras
Por una década, la nueva tecnología de vigilancia -- videocámaras en todas partes, escáneres oculares, reconocimiento facial y filmación digital-- ha invadido nuestra vida cotidiana. El ambiente político tras el 11 de septiembre, en combinación con las nuevas tecnologías, ha creado una atmósfera de vigilancia que ya sobrepasa la ciencia ficción más paranoica. Se estudia el uso de tecnología de reconocimiento facial para identificar a manifestantes que aparecen en videos policiales, y la coordinación de cámaras de vigilancia particulares con aparatos policiales. Eventos masivos como el Supertazón ahora son oportunidades para poner la tecnología a prueba.
La implementación de esa tecnología sigue a toda máquina. En enero de este año, se activaron 14 cámaras de vigilancia en Washington, D.C., para que la policía observara la masiva marcha antibélica en su totalidad, una táctica que se usará en toda protesta en la ciudad de ahora en adelante. En San Francisco, filmaron las grandes protestas del 26 de octubre, 18 de enero y 16 de febrero. Se informa de métodos similares en otras protestas, desde las pequeñas protestas de Búfalo, Nueva York, o de estudiantes en Vermont, hasta los mítines masivos de la ciudad de Nueva York.
La tecnología avanzada de computación también se usa para centralizar información sobre manifestantes. La base de datos de Nueva York es un ejemplo. El periódico Newsday cita a un hombre arrestado en la protesta del 15 de febrero, a quien le preguntaron: "¿Viniste solo? ¿Eres estudiante? ¿Perteneces a alguna organización estudiantil? ¿Vienes mucho a las protestas?". Cuando se oyeron críticas, la policía respondió que en el futuro solo les pedirá a los manifestantes nombrar el grupo con que vienen. Mejor dicho, la policía no tiene la menor intención de dejar de llenar su base de datos.
Ha salido a la luz que la Administración de Seguridad del Transporte (del gobierno federal) recopiló una lista de nombres a partir de datos del FBI, la CIA y otras dependencias. Figura en la lista gente árabe y musulmana (para registrarlos en los aeropuertos o prohibir que vuelen), y miembros de grupos como el Partido Verde, el Centro de Derechos Constitucionales, Peace Action y otros grupos políticos. Esa clase de lista tendrá el efecto de hacer que un vuelo sea una experiencia humillante y hasta peligrosa para muchas personas, y dificultará mucho los viajes para realizar actividades políticas. Las posibilidades que ofrecen listas como esa en un clima tan represivo, son alarmantes.
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Hoy, hay tres amenazas para los que protestan y oponen resistencia: la reactivación de la policía política, nuevas tecnologías de vigilancia y nuevas normas que permiten aplicar medidas draconianas contra protestas legales. Con el pretexto de "proteger la libertad", el gobierno y los tribunales están recortando las pocas libertades que existen. Los ataques a las protestas -y la mayor represión que preparan en el futuro- pintan un cuadro escalofriante y un reto serio a los que ven la necesidad de la resistencia.
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