Obrero Revolucionario #1206, 6 de julio, 2003, posted at rwor.org
En el subterráneo, un señor negro treintón con paliacate verde dice que le preocupa ver soldados con armas automáticas en las calles. Se pregunta en voz alta "si vamos camino al fascismo". Una señora blanca mayor, de buen vestir, dice: "El 11-S lo cambió todo... es importante tener seguridad contra el terrorismo". Tengo la impresión de que, en diferentes formas, la misma conversación básica se repite por todo el país.
El gobierno detiene a mil inmigrantes durante meses sin ver abogados ni familiares y deporta en secreto a muchos de ellos. A unos los golpean y los tienen aislados; un hombre muere en detención. A todos los detuvieron por el 11-S, pero nunca les levantan cargos por eso. Luego, el gobierno manda a docenas de miles de inmigrantes más a "inscribirse" y ahora amenaza con deportar a uno de cada siete que lo hicieron. Así, grandes grupos de personas pierden los derechos al proceso legal establecido e incluso la libertad porque vienen de tal o cual país o por su religión... pero todo eso se hace por nuestra seguridad contra el terrorismo.
Las autoridades estatales y federales aumentan dramáticamente sus poderes para interceptar teléfonos y allanar hogares sin avisar. El secretario de Justicia, John Ashcroft, anuncia que el gobierno tiene derecho de infiltrarse en reuniones políticas y servicios religiosos, sin ninguna causa probable de actividad criminal. En varias ciudades, la policía no da permisos para marchas contra la guerra, videograba a todos los manifestantes, arresta al por mayor en actividades legales, golpea y dispara balas de caucho, y compila expedientes sobre los manifestantes. De esta manera, el gobierno pisotea la privacidad, los derechos políticos y la libertad de quienes están en desacuerdo... pero, desde luego, todo eso se hace por nuestra seguridad contra el terrorismo.
Sale a la luz que el Pentágono ha montado un programa para inmiscuirse en todos los detalles de la vida privada, llamado red de Información Total (Total Information Awareness): historiales de salud, medios de transporte al trabajo, notas de la escuela y compras en el super. De Bush para abajo, instan a todos a reportar "conductas sospechosas". Sin chistar, la prensa habla de los beneficios de torturar a los "sospechosos de terrorismo". El FBI interroga a bibliotecarios y libreros para ver quiénes leen qué libros y les prohíbe mencionarlo. Así, se van integrando las normas y prácticas de un estado policial en la sociedad... pero, y puedes estar seguro de ello, todo eso se hace por nuestra seguridad contra el terrorismo.
El Departamento de Justicia elabora un proyecto de ley que permite que el presidente le quite la ciudadanía a las personas que "den apoyo material al terrorismo", lo que podría aplicarse a una persona que envió una imprenta a los luchadores contra el gobierno de apartheid de Sudáfrica en los años 1980 o fue a Irlanda del Norte a reunirse con activistas católicos. Así, quienes organizan apoyo político a las luchas de otros países podrían perder la ciudadanía por una decisión inapelable del presidente... pero, y lo puedes apostar, todo eso se hará por nuestra seguridad contra el terrorismo.
Entretanto, el gobierno de Bush elabora listas de países que "necesitan" un cambio de gobierno y aplica una política de guerra sin fin, y los pueblos del mundo arden de coraje contra la "nueva Roma". Ah sí, pero todo eso también se hace por nuestra seguridad contra el terrorismo.
Así que hoy hay una serie de nuevas leyes represivas: espionaje policial y represión de actividad política opositora, programas de informática que rastrean los libros que leemos y nuestra vida cotidiana en el trabajo, casa y diversión. Se siente el viento de la xenofobia y las presiones e intimidación de "cuida lo que digas". Con un trazo de la pluma, el presidente pasa por alto los tribunales, las leyes y las protecciones del proceso legal establecido. El ejército estadounidense ocupa Irak, "se entrena" en Filipinas y se prepara para ir a quién sabe dónde. Pero, de pe a pa, todo eso se hará por nuestra seguridad contra el terrorismo.
Entiendo el temor de la señora del metro, pues ella vio por la ventana cuando cayeron las torres. No está sola; millones de personas tiemblan con cada rueda de prensa de emergencia o alerta naranja. Los Bush, Ashcroft y Ridge calculan fríamente: cuantas más medidas tomen "por nuestra seguridad", más aumenta el temor; cuanto más aumente el temor, más medidas pueden imponer. La "seguridad" les sirve para impulsar un programa siniestro que no tiene nada que ver con la seguridad, sino con la limitación del espacio político y cultural de disentimiento y resistencia.
Pero si hemos de tener miedo de algo, y hay mucho que temer, ¿no debemos temer lo más asustador?¿Sabes que el gobierno en que ahora supuestamente debemos confiar cienporcien internó a 100,000 japoneses-americanos en campamentos de concentración durante la II Guerra Mundial? ¿Que durante los años 50, los años del macartismo, acosó a docenas de miles de sindicalistas, maestros y artistas por sus creencias políticas? ¿Que montó espionaje al por mayor, hostigamiento perverso y procesos fabricados contra activistas de derechos civiles en los años 60, y mató a los panteras negras Fred Hampton y Mark Clark cuando dormían? ¿Que, durante Watergate, elaboró "listas de enemigos" de altos funcionarios del gobierno y opositores políticos de los partidos tradicionales? ¿Que persiguió a los feligreses que dieron santuario a refugiados centroamericanos en los años 80 y, a sabiendas, deportó a algunos a una muerte segura a manos de los escuadrones de la muerte salvadoreños y guatemaltecos? ¿Que hoy tiene a más de dos millones de personas presas, más que ningún país del mundo, y que más de la mitad son negros, latinos, amerindios o inmigrantes? ¿Que ha hecho todo eso sin los poderes extraordinarios y sin precedente con que hoy cuenta, y sin la tecnología de punta que hoy tiene? ¿Y que al gobierno actual lo encabeza un presidente que subió al poder pisoteando los derechos al voto de la población y los resultados de la elección; que secretario de Justicia, entre otras cosas, alaba los principios de la Confederación esclavista; que se han destapado todos sus pretextos para invadir a Irak?
Se sabe que el gobierno usa el poder de forma horrenda, que no le importa nada y que no permite que nadie rivalice con su poder y ganancias. Hoy, nos ofrecen un trato: "confíen en nosotros, cooperen con nosotros y bajen la voz, mientras nos adjudicamos más poderes y pisoteamos más países, y les daremos seguridad".
A cambio de una promesa de seguridad, ¿se supone que debemos olvidar a los demás. ¿Pero quién sufre con tal trato? ¿Quién perderá la seguridad,en Bagdad y Nueva York, en Cisjordania y Los Ángeles, en Manila y Dearborn, por tal "seguridad"? ¿Qué se cede? ¿A quién? ¿Con qué propósito concreto? ¿Y cómo traerán seguridad el silencio, la fe ciega y la amnesia histórica?
Es más, ¿quién puso en peligro a la ciudadanía de este país? Y si los seguimos a ellos, y su "conmoción y pavor" y amenazas de guerra ilimitada, ¿qué nos traerá?
Vuelvo a recordar al señor del paliacate y a la señora en el metro. Se está dando una conversación, a veces a susurros, entre 300 millones de personas. Estas preguntas deben plantearse en un diálogo abierto. Y la respuesta moldeará la historia de nuestros tiempos.
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