Obrero Revolucionario #1207, 20 de julio, 2003, posted at rwor.org
Recibimos este informe de Detroit:
El 17 de junio estalló la primera rebelión en suelo estadounidense desde el 11 de septiembre de 2001. Fue en Benton Harbor, Michigan, una ciudad de 12,000 habitantes en la orilla oriental del lago Michigan. La provocó el asesinato policial de Terrence Shurn, un negro de 28 años. Cientos de personas participaron en ella. Duró dos días y mostró la pobreza, el racismo y la brutalidad policial que han azotado a Benton Harbor durante años. La prensa grande de Detroit expresó mucha preocupación por el hecho de que hay muchas ciudades que también son polvorines por las mismas condiciones. La rebelión animó a muchos en Detroit, la ciudad con el mayor porcentaje de asesinatos policiales.
Tras personas decidimos ir a Benton Harbor a dar a conocer nuestro apoyo y hacer entrevistas para el periódico: un comunista revolucionario y un activista negro que toma videos (de la Coalición de Detroit contra la Brutalidad Policial, afiliada a la Coalición 22 de Octubre, con capítulos por todo el país), y una joven de India, que es ambientalista y ha trabajado con Arundhati Roy y la Coalición de Michigan contra la Guerra y la Injusticia (MECAWI).
Viajamos el sábado después de la rebelión. No sabíamos exactamente a dónde ir ni con quién hablar, pero sabíamos que teníamos que ir. Apenas llegamos a Benton Harbor nos impactó la pobreza de esta comunidad negra. En una gasolinera nos dirigieron hacia el cruce donde mataron a Terrence. Lo que vimos nos sacudió a todos: policías en todas las esquinas, con armas automáticas, parando a todos los que llegaban al cruce, carros blindados y camiones llenos de soldados. Parecía una ciudad donde hay protestas contra la globalización o Palestina. No quedaba nada de la casa donde murió Terrence, solo un cráter. Estacionamos el carro y nos bajamos.
Benton Harbor se parece mucho a Detroit: casas abandonadas, lotes baldíos, que hacen pensar en las raíces rurales de muchos de los negros que vinieron a vivir aquí. Por inhóspito que era el ambiente, los vecinos eran todo lo contrario; de inmediato sentimos su vitalidad, especialmente de los chavos que estaban jugando baloncesto o caminando por la calle con ese tumbao' de orgullo. Los únicos negocios que alcanzamos a ver eran un restaurante y una tienda en la esquina ocupada por la policía.
Hablamos con gente que encontramos por la calle, manejando bicicleta o sentados en los porches; eran adolescentes y grandes. Un par de cosas nos sorprendieron: casi todos habían pasado un tiempo en la cárcel, hasta una joven adolescente. Todos querían hablar, ¡era como si se hubiera reventado una presa! Nos dio la impresión de que antes de la rebelión nadie les había pedido su opinión. Les mostramos ejemplares del Obrero Revolucionario y del libro Vidas Robadas (que documenta asesinatos policiales por todo el país) y publicaciones de la Coalición contra la Brutalidad Policial. Eso llevó a muchos a decirnos lo que sabían de la brutalidad policial, de las condiciones en que viven y del sistema responsable. Todos querían contarnos lo que pensaban y nosotros estábamos muy dispuestos a transmitirlo.
A continuación, el informe de nuestra visita:
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En la madrugada del 16 de junio, Terrence Shurn, conocido como "T-Shirt" porque siempre llevaba una playera blanca, regresaba a Benton Harbor en moto de la vecina ciudad de St. Joseph. Terrence era padre de un bebé de 18 meses y pronto de otro. Se había matriculado en una escuela de reparación de motocicletas con la esperanza de convertir su pasión por las motos en una carrera. Parecía tener futuro, pero por detrás venía la policía: la de Benton Harbor, de Benton Township (un condado blanco donde queda St. Joseph) y los sheriffs.
La policía de Benton Harbor conocía a Terrence y ordenó suspender la persecución; sabían dónde vivía y lo irían a buscar más tarde. El radiopatrulla de los sheriffs redujo la velocidad, pero el de Benton Township aceleró, y más de 40 testigos lo vieron golpear la rueda de atrás de la motocicleta de Terrence. Eso hizo que perdiera el control y chocara contra una casa abandonada.
Un tío de Terrence nos dijo: "La policía golpeó la rueda de atrás de la moto y por eso perdió control. Dicen que él perdió control solo, pero él era un excelente motociclista. ¿Cómo iba a estrellarse él mismo sabiendo que moriría? Movieron el cadáver antes de que llegaran los expertos, y eso no debieron hacerlo. Cuando lo sacaron de la casa todavía estaba vivo, murmuraba algo. Lo sacaron jalándolo del brazo, pudo haber muerto en ese instante si le revientan una arteria. Muchos vieron que le golpearon la moto por detrás. Quería estudiar. ¿Cómo se iba a estrellar contra una casa, sabiendo que moriría?".
Otros dijeron que lo pateaban cuando estaba en el suelo y que se daban palmadas y reían.
Una joven dice que vio todo, que ni siquiera se preocuparon de ver si estaba vivo y que inmediatamente lo cubrieron con una sábana. Dijo que los paramédicos trataron de revivirlo por un minuto y medio, pero que volvieron a cubrirlo con la sábana. "Vi todo, de principio a fin. Los policías de Township lo perseguían y nosotros estábamos detrás de ellos. Vimos todo". Estaba furiosa porque la prensa y el alcalde distorsionaron lo que ella y otros testigos dijeron. "Dicen que lo que dije no es la verdad, que no quedaron huellas de las llantas del radiopatrulla y que no estaba manchado de sangre. No hay que ser científico para ver que si Terrence se hubiera resbalado y patinado de lado, el daño no hubiera sido tan grande. Si no tienen la culpa, ¿por qué tomaron fotos después de que todos se fueron? Si el radiopatrulla no estuvo involucrado, ¿por qué le tomaron fotos?".
De ira a rebelión
La rebelión no estalló justo cuando mataron a Terrence. Hay que ver lo que pasó la noche del 16 de junio, en el velorio, algo que la prensa no menciona.
Como se acostumbra en los barrios oprimidos cuando la policía mata, se hizo una ofrenda con ositos de peluche y flores. Había muchos religiosos y empezaron a rezar. Un señor nos dijo: "Lo estaban recordando, se estaban despidiendo. Eran como cien y la policía les dijo: `Váyanse, lárguense de aquí'. Estaban tomando, pero no estaban haciendo escándalo. Se estaban despidiendo a su manera cuando la policía llegó a joder. Eran vecinos, no estaban fuera de su comunidad alborotando; estaban rezando no más, cuando la policía llegó alevosa. Solo hace falta uno y otro que dice: `No nos vamos'. Para la policía eso fue faltarles el respeto".
Una señora nos dijo: "Trataron de tumbar la ofrenda, y eso los enojó. Muchos eran sus amigos. Le hicieron una ofrenda para expresar lo que sentían por él".
La rebelión duró dos noches. Cientos de personas se enfrentaron a la policía con piedras y botellas. Quemaron varios edificios y cuatro radiopatrullas. El miércoles las autoridades declararon toque de queda a las 10:00 p.m. y más de 200 policías de motín patrullaban las calles.
En la rebelión quemaron la casa donde mataron a Terrence y otras abandonadas. Las llamas alcanzaron casas ocupadas. En total ardieron unas 20 casas y hubo disparos contra la policía.
Solo las lluvias torrenciales y la invasión de policías pararon la rebelión.
Un señor explicó: "La gente tenía miedo; no es ni violenta ni valiente. Un grupo de chavos dijo: `Tenemos que hacer esto' y los demás los apoyaron. Créanlo o no, hasta la iglesia metió mano. Estamos hartos de esto, de andar agachados. Es como si fuéramos mujeres y nos estuvieran violando todo el tiempo. Uno se cansa y reacciona, y eso es lo que pasó".
Un chavo nos dijo: "Yo diría que estuvo bien hecho. Ya era hora de que alguien hiciera algo, pues nadie va a hacer nada por nosotros. Esta no es la primera, ni la segunda ni la tercera vez que pasa algo así. Lo que pasó es que tomamos la situación en nuestras propias manos, pues nadie iba a hacer nada por nosotros... Unos dicen que el motín fue por lo que le pasó a T- Shirt, pero no fue solo por eso, esa fue la gota que colmó el vaso. Ya no podíamos tolerar más, todos dijeron: `Ya no aguantamos más'. Esas dos noches fueron un infierno. A mí no me gustó nada. Yo me quedé en casa viendo todo. Me pregunté: ¿a esto tenemos que recurrir para que nos hagan caso? ¿Por qué tenemos que hacer esto para que nos hagan caso, por qué tenemos que quemar nuestro propio barrio, nuestra propia ciudad para que nos hagan caso? ¿En qué sistema vivimos?".
Los vecinos de Benton Harbor han sufrido demasiada brutalidad policial y persecuciones a alta velocidad. En 2000, Trenton Patterson, de 11 años, murió a consecuencia de una persecución a alta velocidad de la policía de Benton Township. Los testigos dicen que Wes Koza, el policía que golpeó la moto de Terrence, también estuvo involucrado en la persecución que causó la muerte de Trenton. Por la indignación en ese caso se prohibieron las persecuciones de alta velocidad.
Una señora nos dijo: "El niño murió por la persecución. En ese entonces nadie dijo nada, pero como volvió a suceder, todo mundo está hablando del incidente del niño. A veces algo tiene que repetirse. Por eso, esta vez, lo primero que dijimos fue: `Dijeron que no iba a haber más persecuciones a alta velocidad cuando murió ese niño'. La ley dice `no a las persecuciones a alta velocidad'. Qué derecho tienen de meterse en nuestra jurisdicción cuando los policías de Benton Harbor mandaron parar la persecución... Los de Benton Harbor dijeron que pare la persecución, que tenían el número de placa. Parece que querían matarlo".
Muchos tienen relatos de brutalidad policial. Un señor nos dijo que fue a Benton Harbor en busca de una vida mejor. "Me metieron preso 58 veces en dos años, el mismo policía me metió preso seis veces en un mes. Me paraban y me metían preso cada vez que me veían. ¡Qué locura!". Una vez le rociaron el pene con gas mace. Fue a quejarse ante el municipio y ante la NAACP hasta que despidieron al policía, pero nunca se ha olvidado de lo que le hicieron. "A mi hijo le digo que debe temer a la policía, le dijo que no debe confiar en ellos".
Una señora nos dijo: "Teníamos un hijo. Un día llegó la policía a la casa. Estaba buscando otra casa. Él se asustó y salió corriendo, y le dispararon por la espalda. Ni siquiera lo estaban buscando a él, pero le pusieron una pistola". Además, en los últimos dos años ha habido varios asesinatos de prostitutas que parecen ser obra de un asesino en serie. Por los lugares donde las han encontrado muchos piensan que es obra de la policía. Un señor dijo que vio a una prostituta meterse en un radiopatrulla y que al día siguiente apareció muerta.
Apartheid, Michigan
Pero las raíces de la rebelión de Benton Harbor son más profundas. La brutalidad policial es parte de un sistema de apartheid. Alex Kotlowicz, autor de The Other Side of the River (La otra orilla del río), cuenta la historia de un homicidio no resuelto de un joven negro, cuyo cadáver encontraron hace una década en St. Joseph. El libro relaciona el homicidio con el hecho de que el 92% de los residentes de Benton Harbor son negros y el 90% de St. Joseph son blancos.
En Benton Harbor el desempleo es de 25% (para la juventud es de 70%) y en St. Joseph es de 2%.
En Benton Harbor, el 40% de los hogares viven debajo de la línea oficial de pobreza, y en St. Joseph el 4%.
En Benton Harbor, las escuelas reciben $6,700 por alumno, y en St. Joseph $12,000 por alumno.
En Benton Harbor el ingreso promedio es $17,000, y en St. Joseph es $37,000.
Por encima de esto está la injusticia.
Según el reverendo y activista Picnkney, en Benton Harbor es 14 veces más probable que la policía mate a negros entre 14 y 28 años de edad que en el resto del país. Benton Harbor, la ciudad más pobre de Michigan, tiene el mayor porcentaje de presos del estado. En una población de 12,000 personas, cada semana meten a la cárcel a seis o siete personas. La cárcel está en St. Joseph y es el primer edificio que uno ve al cruzar el puente de Benton Harbor. Hace cuatro meses el Ku Klux Klan desfiló frente al tribunal de St. Joseph. Las autoridades cerraron el puente, y como nos dijo un señor, "fue probablemente para que no fuera la gente de Benton Harbor".
Por las calles uno se topa con mucha gente que ha pasado tiempo en la cárcel y entiende las razones que llevaron a la rebelión: "Antes que existiera St. Joseph, ya existía Benton Harbor. Tenía el mayor mercado de fruta del lago, teníamos de todo. Había negros y blancos. Pero cuando lo pasaron al otro lado del río entraron las disparidades. Apenas uno cruza el puente a St. Joseph ve las diferencias. No dan trabajo a las minorías a no ser que a los patrones les rebajen los impuestos. Hay muchos empleos en St. Joseph, pero no para la gente de color. Todas las solicitudes de trabajo van a dar en la basura... Se llevaron todo de aquí. Las fábricas, como Clark Equipment, fueron al Sur. La gente se queda sin nada. Después de trabajar 10 ó 20 años en una fábrica, esta se declara en bancarrota y se traslada a otro estado. Muchos se han quedado con las cicatrices, muchos se enfermaron. No hay prestaciones médicas, lo que pagan no alcanza para costear seguro médico. A los dueños no les importan las pésimas condiciones de los apartamentos que nos alquilan. Hay dos parques, pero no se puede ir a uno de ellos porque la policía está ahí para joder. A los negros jóvenes ya los tienen fichados. No tienen para ir a la universidad y no hay trabajos. Si los ven frente a casas de ancianos llaman a la policía. También es difícil para las jovencitas... Las madres solteras no pueden dejar a los niños solos en casa para ir a trabajar. Los jóvenes no pueden trabajar cortando céspedes porque los mayores están buscando cualquier trabajo. Cerraron todos los centros de recreación. Los chavos limpiarían la ciudad, los lotes baldíos, pero no hay dinero para pagarles. Ellos quieren hacer algo, pero la policía no escucha sus gritos de angustia".
Para concluir nos dijo: "El problema es el gobierno. Siempre habrá ricos y pobres. Los ricos son tan pobres de espíritu que se dedican a quitarles cosas a los pobres. Le enseñan a uno su manera de ser, de ser esclavos, para estar a su merced... Es puro control. Es repugnante. Aquí no hay justicia".
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Por unos pocos días las autoridades perdieron control de esta pequeña ciudad. Y contraatacaron con mano de hierro: carros blindados, camiones llenos de policías y radiopatrullas. Paraban a todo mundo, especialmente cerca al cruce donde mataron a Terrence. Efectuaron muchos arrestos y hostigaron a todos. A un señor que cargaba una navaja de 12 cm. lo llevaron preso; a un grupo que salía de una cantina los hicieron acostarse boca abajo con pistolas apuntadas a la nuca. Uno de ellos dijo que todo eso "está echando leña al fuego".
Después de la rebelión, además de la invasión de policías hubo una invasión de politiqueros: el gobernador, Jesse Jackson y unos cuantos más vinieron a soltar promesas huecas. Una persona se preguntó: "¿Por qué no vinieron cuando éramos pobres y teníamos hambre?". Religiosos y laicos recorrieron el barrio pidiendo tranquilidad en nombre de la "paz". Cuando una de las religiosas les dijo a unas jóvenes que la ira no ayuda a salir adelante, le contestaron: "¡Conseguimos que ustedes vinieran!".
Si la invasión de policías tenía como propósito intimidar, fue un fracaso según lo que vimos... Había barbacoas, ceremonias de graduación y la gente se reunía para platicar y platicar mucho.
Unos dijeron que la rebelión les hizo hablar, porque antes nadie les hacía caso. Hablaban y hacían conexiones entre lo que pasó en Benton Harbor y el sistema en que vivimos, entre la guerra en Irak y la manera que nos tratan aquí.
Un señor dijo: "La guerra de Irak no es justa. No han encontrado armas de destrucción masiva. ¿Cómo van a reconstruir otro país cuando este está desmoronándose".
Otro dijo: "Yo no sé expresarme en público, pero sé lo que es estar harto. Si tuviera una tribuna le diría a todo mundo... Lo que necesitamos en Benton Harbor es una revolución".
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