Obrero Revolucionario #1212, 14 de septiembre, 2003, posted at rwor.org
"Día tras día, pasa algo terrible".
Raed Ramadani, vendedor de zapatos en mercado central de Bagdad, Washington Post
"Las tropas de Estados Unidos dicen que no sienten cariño en Irak".
Titular del Los Angeles Times,31 de agosto de 2003
En este país, que era próspero, hoy solo hay agua y servicio de alcantarillado en unas cuantas partes. El peligro de enfermarse de cólera, disentería y otras epidemias mortales, especialmente para los niños, es constante.
La falta de electricidad paraliza la vida diaria: la enorme mayoría de la gente de las ciudades no tiene trabajo; en el campo, las bombas de irrigación no funcionan y los campos están secos y marchitos.
Nadie tiene dinero para comprar comida, gas ni nada... y el calor del verano hace más intolerable la situación. En los mercados, el precio de los alimentos es el doble desde la invasión. El trabajador Hadji Rassul dice: "Estoy jubilado y solo he recibido un cheque de mi pensión el 6 de junio. Desde entonces, nada. Nadie tiene dinero para las cosas diarias".
Los únicos sectores de la economía que funcionan son los que degradan y someten a la población. El mercado negro vende toda clase de cosas robadas y de reventa. La infraestructura ha perdido tantos kilómetros de cable que el precio del cobre ha bajado a la mitad en los países vecinos. La prostitución prospera alrededor de las bases. La corrupción política también prospera: Estados Unidos reparte cheques a todo el que por desmoralización, oportunismo o hambre se apunte como policía, informante, soldado, burócrata, traductor y lo demás que necesite el gobierno de ocupación.
Encima de todo eso, la brutalidad de la ocupación golpea a todo mundo. El país sigue como en guerra. Las tropas están encerradas en unos cuantos puntos estratégicos: bases, centros petroleros, oficinas del gobierno, puentes, fronteras y oleoductos.
Salen de sus búnkers a hacer redadas de pueblos. El teniente coronel Michael Mahoney, comandante del equipo Trueno, dijo señalando a los soldados dentro de la base: "Aquí no corren ningún peligro. Cuando salen, es a la pelea, y lo saben. Cuando pasan esa puerta, la cosa es muy, muy seria".
En los retenes, los soldados encañonan a los civiles con ametralladoras, les gritan órdenes en inglés. En las patrullas, rompen puertas a patadas, se llevan a todos los hombres y muchachos, disparan a los techos y matan al que proteste o haga un movimiento repentino.
Los iraquíes no tienen ninguna protección en la oscuridad de la noche. Se encierran con temor de atracos y violaciones. Miles siguen en los campos de detención en una situación horrible.
Estados Unidos está preparando un gobierno directo y juntando una gavilla de colaboradores: gente aislada, corrupta y sin poder real.
Los sacerdotes y políticos chiítas son el único aparato político local que funciona en buena parte del país. Ante esta situación, Estados Unidos sigue dos opciones: por un lado, coquetea con fuerzas que quieren un gobierno islámico; por otra parte, está reuniendo gente del partido Baath (de Hussein) para formar un ejército títere secular como contrapeso.
¿Qué le depara a los iraquíes cualquiera de esos dos caminos? ¿Un gobierno religioso conservador con fuertes restricciones a las mujeres y la vida social? ¿Una reunión del viejo ejército y policía de Hussein? ¿Y años de control directo de Estados Unidos sobre todo, especialmente los campos petroleros?
Los iraquíes luchan por subsistir en este infierno de conquista. ¿Sorprende que muchos decidan agarrar una piedra o un fusil y que crean que la única esperanza radica en expulsar a los conquistadores?
"Ante la resistencia de fuerzas que no pueden identificar con convicción, las autoridades de ocupación no pueden controlar las carreteras, las fronteras ni el suministro de agua o de electricidad. Ahora se está viendo que tampoco pueden defender a los aliados ni las instituciones que necesitan para reconstruir Irak".
Financial Times , Inglaterra, 2 de septiembre de 2003
Una tras otra, cuatro grandes explosiones demostraron lo poco que Estados Unidos controla el curso de los acontecimientos en Irak... y lo difícil que será imponer un nuevo orden político o económico estable.
El 19 de agosto estalló una bomba frente a la sede de las Naciones Unidas en Bagdad. Mató a Sergio Viera de Mello, el principal delegado de la ONU, que estaba trabajando día y noche para convencer a ciertos iraquíes de alto de nivel de colaborar con las autoridades de ocupación.
El 29 de agosto estalló una bomba frente a la mezquita Imam Ali, uno de los centros más sagrados del Islam. Mató al gran ayatola Mohammed Baqr al-Hakim y a más de 100 personas. Ese ayatola era la figura política de más alto nivel que estaba considerando colaborar con las autoridades de ocupación. Como consecuencia estallaron protestas contra Estados Unidos en las regiones chiítas del sur, que estaban relativamente tranquilas.
El 30 de agosto estalló por cuarta vez el oleoducto que transporta petróleo de Kirkuk a Turquía.
El 2 de septiembre estalló una bomba en el cuartel general de la policía iraquí (que Estados Unidos está reorganizando). El comandante escapó con vida por un pelo.
En esos mismos días, una serie de anuncios en Washington mostró los costos económicos y humanos de una invasión que va camino a un atolladero:
El 26 de agosto el número de soldados estadounidenses y británicos muertos llegó a 318, y más han muerto en la ocupación que en la invasión. El Washington Post informó que en promedio 10 soldados diarios reciben "heridas en combate" y muchos pierden las extremidades en ataques con granadas o cohetes. El gobierno no cuenta cuántos iraquíes mueren, pero tienen que ser muchos pues la guerra continúa.
La primera semana de septiembre el gobierno por fin "sacó las cuentas" en público del costo económico y de fuerzas militares de esta ocupación.
El 4 de septiembre, la Casa Blanca le dijo al Congreso que la guerra iba a costar de $60 a 70 mil millones más de lo que recibieron las fuerzas armadas en el nuevo presupuesto. Eso el doble de lo que se esperaba.
Por otro lado, un informe del Congreso documentó que el Pentágono solo podrá mantener la misma cantidad de tropas en Irak si duplica la duración del período de servicio (a un año) y si llama más unidades de la Guardia Nacional y de las reservas. Eso es si sigue el despliegue de 150,000 soldados en Irak (que es la posición oficial de la Casa Blanca). Pero un "alto funcionario" del gobierno le dijo al Washington Post que es claro que se necesitarán 500,000 soldados para "fortificar" a Irak (como en Vietnam).
Otro problema es que Washington no ha podido conseguir tropas de otros países. El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar documentó (25 de agosto) que Polonia se asustó con el bombardeo del edificio de las Naciones Unidades y se echó para atrás de mandar un contingente a Bagdad y pidió que lo despachen al sur, donde hay menos riesgos. Japón también se echó para atrás y pospuso indefinidamente el despacho de tropas porque "la situación está como está".
"Va a ser duro. Va a ser largo y sangriento, pero tenemos que aguantar y seguir adelante".
General John Abizaid, comandante de Centcom, Wall Street Journal
"Tenemos que ver que Irak va camino a ser el peor problema de política exterior que ha tenido Estados Unidos desde la guerra de Vietnam".
Richard Holbrooke, arquitecto de política exterior, Fox News
Los problemas de la ocupación han suscitado un debate en la clase dominante. ¿Cómo ganar? Los dos partidos políticos, en plena unanimidad, dan por hecho que hay que "ser fuertes y aguantar". La pregunta es cómo ganarle a la resistencia.
Con esto en mente es muy útil analizar la postura de Howard Dean, el gobernador que se postuló para presidente como un "demócrata opuesto a la guerra". El principal tema de su campaña ha sido criticar cómo se lanzó y se dirigió la guerra: critica las mentiras de Bush para lanzarse a la guerra, pero lo critica porque empezó la guerra "sin la debida planificación y sin el máximo apoyo de tropas". No critica el hecho de cambiar gobiernos extranjeros cuando a Washington le dé la gana; está de acuerdo con eso. La solución que ofrece a la crisis de Irak es mandar más tropas. Dice: "Rechazaron la recomendación profesional del general Shinseki de que se necesitaban 200,000 soldados. Yo mandaría por lo menos otros 50,000 soldados extranjeros a Irak".
Por su parte, Bush dice que hará mayores esfuerzos para que otros países manden tropas y para formar un ejército títere iraquí.
Todos los lados del debate oficial dicen que debe haber "más botas en Irak". ("Botas" es el nombre despectivo que la clase dominante da a los soldados que matan y mueren por ella). Todos piden más medidas para salvar la ocupación y frenar la oposición a la guerra.
Por ejemplo, un editorial del periódico USA Today (27 de agosto de 2003) dice: "La ciudadanía americana no aceptará un aumento constante de bajas y de costos por un esfuerzo vano de convertir a Irak en una democracia occidental. Nuestra credibilidad sufrirá mucho menos si recalibramos ahora en vez de que nos toque retirarnos después".
Esta es la idea que le quieren hacer tragar al público: puede que la guerra sea mala, que no se planeara bien, pero no podemos irnos ahora y tenemos que aguantar porque la posición global de Estados Unidos sufrirá si no ganamos. Esos críticos imperialistas de Bush recomiendan salvar la ocupación.
O sea, dicen que una guerra (injusta e ilegítima) ha desembocado en una ocupación que hay que reforzar y seguir a todo precio.
El gobierno lanzará ahora una gran ofensiva para obtener apoyo de la ONU a la ocupación y para organizar un nuevo ejército iraquí. La única diferencia visible entre el gobierno de Bush y sus críticos demócratas es esta: los principales candidatos presidenciales quieren mandar más tropas al Medio Oriente y Rumsfeld dice (por el momento) que no se necesitan.
Es un momento orwelliano: ¡los demócratas que quieren aumentar la salvaje ocupación posan de candidatos "contra la guerra"!
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