Obrero Revolucionario #1218, 2 de noviembre, 2003, posted at rwor.org
En septiembre los valles de los Andes ardían de descontento; la rebelión se gestaba con huelgas y bloqueos de carreteras. En octubre la rebelión estalló y llegó como torrente a la capital, La Paz.
Las masas airadas descendieron en buses, camiones y a pie para enfrentarse al odiado gobierno y al ejército. Desde el suroeste llegaron escuadrones de mineros; desde el norte enormes contingentes de campesinos pobres y cocaleros.*
Las amplias masas se abanderaron en torno a este núcleo de mineros y campesinos para desafiar al gobierno. Los pordioseros de los tugurios que rodean La Paz entraron al centro, donde se unieron a contingentes de panaderos, taxistas, camioneros, empleados de hospitales y maestros.
Miles coreaban desprecio por el presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, un millonario dueño de las mayores minas, que ha vendido el país a corporaciones extranjeras y habla español como gringo.
En las calles resonaba: "¡Gringo dictador, ándate a Washington!".
Bolivia es el país sudamericano más pobre, cuyo pueblo se ha matado por siglos excavando minas de plata, oro y estaño para enriquecer a potencias coloniales y capitalistas. Una élite, el 4.5% de la población, son terratenientes dueños del 70% del agro y casi toda la tierra cultivable, mientras que el campesinado vive a duras penas en pésimos terrenos. La economía boliviana está completamente dominada por potencias imperialistas y cuando los precios bajan en el mercado capitalista mundial, la gente pasa hambre.
En los últimos años ha aumentado la lucha contra la "privatización" que se le impone al tercer mundo. Los gobiernos anteriores vendieron las compañías nacionales que administraban la producción del petróleo, el gas, el servicio telefónico y los ferrocarriles. Hace tres años hubo un enorme enfrentamiento cuando la corporación Bechtel de Estados Unidos se apoderó del agua en Cochabamba y subió tanto el precio que era casi imposible tomar agua o lavar.
Al mismo tiempo Estados Unidos mandó iniciar una enorme "campaña para erradicar la coca". Se calcula que han destruido el 90% de los sembradíos y dejado a muchos sin trabajo.
El salario promedio es de $2 al día; la quinta parte más pobre de la población recibe el 4% del ingreso nacional, mientras que la quinta parte más rica de la población amasa el 55%. El 70% de la población vive en la pobreza y un tercio en extrema pobreza, azotados por hambre y frío. La recesión de los últimos cinco años ha empeorado todo eso.
En una palabra: hay mil razones para rebelarse.
A mediados de septiembre, el gobierno anunció la aprobación de un plan para venderle el gas natural a corporaciones extranjeras y la cosa estalló. El presidente dijo que el proyecto era "un regalo de dios", dando a saber que su "dios" es dueño de corporaciones petroleras y bancos.
La mayoría de los bolivianos no tiene luz ni calefacción, pero iban a mandar a México y California los recursos energéticos que acaban de descubrir por un gasoducto que llega hasta la costa chilena.
Una vez más se iban a robar los recursos del país para enriquecer a un puñado de funcionarios gubernamentales mientras que al pueblo no se le daría nada. Esto se suna a los despidos en la industria de gas debido a la automación.
Una vez más el yugo capitalista de extranjeros sofocaría el futuro del pueblo. Un consorcio internacional, encabezado por Repsol de España y British Gas and Petroleum, dirige el proyecto del gasoducto, y el imperialismo yanqui domina el mercado del gas y los precios.
A fines de septiembre, los mineros y los campesinos, en huelga general, bloquearon las carreteras a La Paz para protestar contra el gasoducto, el gobierno sumiso al imperialismo y el odiado presidente, a quien llaman "Goni".
"Nos matan como animales. Nos rodean con aviones, helicópteros y tanques. Ni a los animales los matan así. Aunque hay niños presentes se meten en las casas a buscar líderes. Ahí está la prueba: huecos de bala".
Indígena de El Alto
La clase dominante mandó los soldados a desbaratar las barricadas y abrir las carreteras. En Warisata, cerca del lago Titicaca, los campesinos decidieron defenderse. En los feroces enfrentamientos del 20 de septiembre, mataron a por lo menos cinco campesinos. Dos días después, la iglesia católica organizó una movilización nacional por la paz, pero no tuvo mucho apoyo, ya que las masas prefirieron la resistencia, los bloqueos, las protestas y las huelgas.
En octubre, El Alto, una ciudad industrial de 750,000 habitantes, era el centro de la tormenta. Esta es una ciudad nueva, a donde han ido a vivir muchos mineros desempleados por las medidas neoliberales. Los bloqueos aquí impidieron que llegaran a la capital camiones cisterna.
El Alto estuvo bajo el control de comités de vecinos, unos asociados a sindicatos o comedores populares, con raíces en redes del pueblo aymara. El ejército invadió la ciudad, entró en barrios obreros y abrió fuego. Fueron días de intensas luchas campales y las masas se defendían con lo que tenían: palos, piedras y hondas. Quemaron delegaciones de policía. Mil mineros de la mayor mina de estaño del mundo, en Huamani, desafiaron a sus líderes sindicales y marcharon a La Paz para participar en las batallas. Los mineros que se quedaron en Huamani se apoderaron de las minas del presidente "Goni".
El 12 y 13 de octubre las fuerzas policiales y militares mataron a por lo menos 50 personas en El Alto y La Paz. Un bebé murió por gases lacrimógenos disparados contra viviendas obreras. Se informa que un oficial disparó varias veces a un soldado que desobedeció órdenes de disparar contra el pueblo.
Escuadrones de la muerte tomaron por asalto las oficinas de dos periódicos y dinamitaron varias emisoras que se solidarizaron con el pueblo. Uno de sus blancos fue la revista Pulso,que informó sobre la llegada de un equipo de cuatro agentes estadounidenses que trabajan entre bastidores y manejan y coordinan la campaña de contrainsurgencia. Además, se sabe que equipos especiales están cazando y asesinando a los líderes populares.
El presidente Sánchez de Lozada dijo a través de la emisora CNN que "la subversión" se debe a "extranjeros" y "terroristas". Acusó al maoísta Partido Comunista del Perú, a grupos armados de Colombia y a organizaciones no gubernamentales.
El 13 de octubre, mientras abrían fuego de ametralladoras contra obreros en Bolivia, la consejera de Seguridad Nacional yanqui, Condoleezza Rice, anunció que la Casa Blanca apoya el "gobierno democrático" de Sánchez de Lozada y la Constitución civil. El alto mando de las fuerzas armadas (que sabe quién da las órdenes) anunció que también respalda al presidente y aceptará lo que Estados Unidos proponga.
Ante los sangrientos ataques y la declaración de Estados Unidos, el pueblo redobló la lucha; la huelga general se extendió a nuevas provincias.
El 13 de octubre, enormes reuniones populares rechazaron a la vieja dirección y decidieron marchar hacia la capital. La marcha procedente de El Alto paralizó la capital. En La Paz, los pobres los recibieron con brazos abiertos en la plaza central. Las luchas campales por el control de la capital fueron intensas y los militares mataron a por lo menos 25 personas llegadas de El Alto.
En esas, el presidente asesino anunció que "congelaría" el proyecto del gasoducto. La concesión (demasiado pequeña y demasiado tarde) convenció a las masas de que podrían tumbar al presidente.
El 14 de octubre, hubo entierros y velorios masivos en todo el país: quizá las mayores movilizaciones en la historia del país.
Luego, llenos de valentía, coreando: "Goni, asesino", miles arriesgaron la vida y entraron a la capital a exigir la renuncia del presidente, que se cancele el proyecto del gas y medidas radicales para gobernar el país. Se supo que campesinos de Achachi y cocaleros de Yungas iban rumbo a la capital. Muchos llegaron a la capital cruzando montañas.
El 15 de febrero, el ejército atacó a nuevas columnas de mineros de Huamani que se encontraban en las afueras de La Paz. Los mineros se defendieron con dinamita e hicieron retroceder los tanques. Un periodista, que fue herido de bala, informó que un avión abrió fuego contra los mineros en la carretera y estos tuvieron que esconderse en las colinas. La policía reventó las llantas de los camiones en los que viajaban los mineros y dinamitó sus abastecimientos. Por lo menos tres mineros murieron.
Atrapado, el presidente ofreció llevar a cabo un referendo "consultivo" sobre el plan de exportar gas y organizar una asamblea constituyente nacional (una vez que haya terminado su gobierno), con el fin de "mantener la democracia y la unidad de Bolivia".
Pero ya era demasiado tarde para semejantes pantomimas y el pueblo quería que ese asesino se largara .
"Los mineros llegaron, habiendo pasado por El Alto. Eran rostros desde las profundidades de las minas, venían con cascos, cartuchos de dinamita y organizados en pelotones y cargando su coca y cobija. Coreaban: `¡Goni, maldito, han llegado los mineros!'. La dinamita se oía antes de verlos. Las masas los recibieron con aplausos, cantaron juntos, se abrazaron y les dieron de tomar".
Testigo ocular
El 15 de octubre los funcionarios del gobierno se encontraban sitiados en los palacios de gobierno de La Paz, protegidos por cinturones de tanques y soldados. La ciudadanía puso barricadas alrededor de los edificios del gobierno y excavó trincheras para que los tanques no pasaran.
En las delegaciones de policía levantaron banderas blancas, como señal de neutralidad. Una asociación de esposas de policías fue a las protestas para anunciar que cercarían las delegaciones para que sus esposos no salieran a atacar al pueblo, y así la gente no tuviera que quemar las delegaciones con ellos adentro.
El resto de la capital estaba en manos de la oposición. Las confederaciones sindicales convocaron un "cabildo abierto". Había cientos de miles de personas en la capital.
En La Paz, el embajador yanqui, David Greenlee, se entrevistó con el vicepresidente, Carlos Mesa, y enseguida se anunció que el presidente había renunciado y que Mesa era el nuevo presidente. Goni ya iba en avión rumbo a Miami.
El Comando Sur de las fuerzas armadas de Estados Unidos anunció que enviaría a Bolivia un equipo especial para observar "la situación de seguridad". Por lo general esos equipos tienen la tarea de "asesorar" cuando Estados Unidos decide que necesita lanzar un golpe de estado.
Por su parte los líderes de la oposición, que desempeñaron un papel importante en el movimiento popular, declararon victoria. El dirigente de la confederación de trabajadores proclamó que la caída de Goni era una "revolución social" y el líder de los cocaleros pidió que se le diera a Carlos Mesa "tiempo" para cumplir sus promesas. Todos les pidieron a las masas que regresaran a casa.
Carlos Mesa anunció concesiones similares a las de Goni: un futuro referendo sobre el gasoducto; investigación gubernamental de las quejas de los trabajadores; y una nueva asamblea constituyente. Dio posiciones en el gabinete a unos indígenas, pero la estructura tradicional de poder permanece sin cambio. El nuevo ministro del Exterior es el sobrino del ministro del Exterior chileno de Pinochet.
Carlos Mesa no ha cancelado el proyecto del gasoducto; por el contrario ha dicho que hay que proceder con el plan de exportar gas. Acusó a la oposición de difundir "posiciones radicales, verdades a medias y mentiras". No mencionó las demandas del campesinado sobre una reforma agraria ni la campaña de fumigación de campos cocaleros dirigida por Estados Unidos, lo cual hace pensar que la apoya.
Mejor dicho, la única demanda que ha ganado el pueblo hasta aquí es la expulsión de Goni.
El nombramiento de Mesa como presidente por Estados Unidos deja en el poder a los terratenientes, la misma élite y a los imperialistas. También deja impunes, y a disposición de Washington, a las fuerzas armadas listas para seguir masacrando, pues no han sido derrotadas. Muchos entienden esto. Bolivia ha sido testigo de muchos "cambios de gobierno" y por eso el palacio presidencial se llama Palacio Quemado, porque tantas riñas de las clases dominantes lo han chamuscado.
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La ferocidad y fuerza del movimiento popular ha sido asombrosa. Sin lugar a dudas existe material para un auténtico movimiento revolucionario que apunte a la conquista del poder, a la construcción de una nueva sociedad y a una ruptura radical que resuelva los problemas del pueblo. Una nota de prensa dice que antes de la caída de Goni, los obreros y campesinos reunidos en La Paz coreaban: "Ha llegado la hora, guerra civil". Hubo mucho debate sobre cómo el poder podría pasar a manos del pueblo y cómo romper el yugo opresor.
Por ahora, el movimiento popular parece estar bajo la dirección de reformistas de las confederaciones de trabajadores y politiqueros elegidos, y su estrategia parece ser presionar a la clase dominante y a los imperialistas para que apliquen otras medidas.
Sin embargo, las masas de obreros y campesinos están movilizadas y plenamente concientes de su tarea tras las feroces luchas campales, lo cual ha creado una nueva situación política favorable que impactará en toda la región. Ambos lados, las masas y sus opresores, están sacando lecciones de lo ocurrido y preparándose para los próximos pasos.
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NOTAS:
* La coca es una hoja tradicional de los pueblos andinos. La hoja se masca o se hierve como té y suprime el hambre y da energía, como el café. En tiempos recientes ha aumentado la producción de la hoja para satisfacer el mercado de la cocaína en países como Estados Unidos.