Obrero Revolucionario #1218, 2 de noviembre, 2003, posted at rwor.org
E1 22 de octubre, un día caluroso en Los Ángeles, unas 900 personas participaron en el octavo Día Nacional de Protesta contra la brutalidad policial. Cuando se lanzaron a la calle para marchar al cuartel general del LAPD, las siguieron ocho radiopatrullas, una camioneta policial, y policías a pie y en motocicleta.
Los dueños de joyerías las cerraron al ver pasar a los manifestantes y las volvieron a abrir después. La marcha procedió por la calle Broadway, medio vacía debido a la huelga de los choferes del transporte público.
Luego pasaron por un distrito de talleres de costura, donde los trabajadores los aplaudieron y vitorearon al ritmo de los tambores del Cuerpo de Tamboristas de Watts.
En el mitin, los familiares de las víctimas de la brutalidad y los asesinatos policiales sacudieron a la multitud hablando de los seres queridos que les han robado a ellos y a todos nosotros. Vimos lo conscientes que son estos familiares del papel que desempeña la policía en la sociedad, de que no son los protectores de nuestros barrios sino una fuerza de ocupación que siembra terror. Judith Alvarado se deshizo en lágrimas cuando describió cómo la policía asesinó a su hijo frente a toda la familia. Todos respondieron con gritos de "asesinos" a los policías.
Fue el octavo Día Nacional de Protesta en Los Ángeles y la indignación de los familiares, los jóvenes y los militantes por los salvajismos del LAPD se oía por toda la ciudad.
Unos tiras persiguieron a dos jóvenes anarquistas a su carro para arrestarlos. Pero llegaron dos manifestantes con una videocámara y les dijeron: "No van a salirse con la suya hoy, puercos". Los policías se fueron. Cuando volvieron a seguir la marcha, los manifestantes los abuchearon y ellos pusieron las manos arriba.