Obrero Revolucionario #1220, 23 de noviembre, 2003, posted at rwor.org
Edward Said, destacado intelectual público, defensor elocuente del pueblo palestino, teórico y erudito, murió el 24 de septiembre a los 67 años de edad. Incluso los representantes de las autoridades, quienes lo atacaron abierta o disimuladamente durante su vidatuvieron que escribir obituarios prominentes. Por nuestro lado, los pueblos oprimidos, especialmente los palestinos y árabes, lo conmemoraron con cálidos recuerdos de lo mucho que significaba para ellos.
Nació en Jerusalén, hijo de una familia acomodada que tuvo que exiliarse permanentemente, como cientos de miles de palestinos, por al-Nakbah , "la catástrofe" de opresión, terror y expulsión que acompañó la fundación del estado israelí en 1948. Después de estudiar en Estados Unidos en los años 50, se quedó a vivir aquí, , como muchos estudiantes del tercer mundo.Con un doctorado de Harvard y la cátedra de literatura comparada en la Universidad Columbia, gozaba de seguridad y prestigio en el mundo académico, que arriesgó muchas veces para condenar la opresión imperialista y sionista, y para desmentir el discurso que la defiende.
Un ejemplo de ese compromiso es el famoso "incidente de las piedras" hace tres años. Durante un viaje al sur del Líbano, aventó "piedras de celebración" hacia una caseta de la guardia israelí en la frontera, , poco después de que Israel tuvo que levantar la ocupación del sur del Líbano. Fue un acto muy apropiado de desafío al poderío armado israelí, y por lo mismo enfureció a los reaccionarios estadounidenses, quienes clamaron que Columbia despidiera a este distinguido hombre de letras y catedrático. (Said también recibió muchas amenazas de muerte durante su carrera.) Pero siguió enseñando hasta su muerte.
Este acto sorprendente en una persona de su posición, un saludo a los jóvenes palestinos que tiran piedras a los soldados israelíes, demuestra sus profundos lazos con las nuevas generaciones. Conocido por su erudición y su crítica literaria de escritores como Jane Austen, Joseph Conrad y Albert Camus, Said se interesaba en muchas esferas. Por ejemplo, hace poco escribió la introducción a la novela gráfica Palestine , de Joe Sacco, en la cual explica el valor subversivo de las tiras cómicas que van en contra de "los procesos ordinarios del pensamiento".
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Edward Said era un intelectual público comprometido y activo. Su vida es un ejemplo de lo que son capaces los intelectuales que toman posición contra las autoridades y al lado de los pueblos del mundo. El proletariado aprecia y valora mucho este papel.
En su libro más famoso e innovador, Orientalism , Said traza la formación de las ideas occidentales sobre el Oriente y la carrera de "orientalista", el intelectual que "conoce" el Medio y Lejano Oriente y sus pueblos. Demuestra que esos conceptos nacieron de las conquistas imperialistas europeas de la época moderna. Por ejemplo, cuando Napoleón invadió Egipto en 1798 con 3,400 soldados, también llevó mil administradores civiles, topógrafos, economistas, biólogos, y hasta poetas y artistas.
Los imperialistas tenían que estudiar las tierras y pueblos para controlarlos, pero ese fin contagió sus conocimientos. Consideraron a los pueblos e instituciones del Oriente un vasto Otro, pasivo, sensual e ignorante, en contraste con el Occidente activo, cerebral e informado. Así se desarrolló la imagen del nativo "flojo e ignorante", al que hay que guiar y dominar, y de sus costumbres y supersticiones "exóticas", que el Occidente superior y científico debe estudiar y clasificar.
Esta representación de los pueblos del Oriente es un conocimiento falso con un propósito: no solo, ni principalmente, para darle al imperialista una sensación de superioridad, sino para construir todo un discurso de dominación, y entrelazar el conocimiento con las estructuras de poder. Como Said señaló, "El dominio de estos instrumentos sobre la mente lo aseguran las instituciones que se construyen sobre ellos. Cada orientalista tiene, sin exagerar, un sistema de apoyo de inmenso poder que llega hasta las instituciones del estado. Escribir sobre el mundo oriental árabe, por lo tanto, carga toda la autoridad de la nación; no les hace falta estridencia ideológica porque gozan de la seguridad incondicional de la verdad absoluta, con el apoyo de la fuerza absoluta".
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A partir de finales de los últimos 60, Said se concentró como teórico literario y cultural en la relación del conocimiento y la autoridad. Al mismo tiempo se ligó más a la lucha y el liderazgo político del movimiento palestino. Lo que lo metió a la política fue el ataque israelí contra Cisjordania en 1967 (la "guerra de seis días"). Su siguiente libro fue The Question of Palestine. (La cuestión de Palestina), y en la década de los 70 se sumó al Consejo Nacional Palestino, llamado el "parlamento en el exilio". Durante los siguientes 30 años, escribió y habló sobre la lucha palestina en innumerables ocasiones, y llegó a ser uno de sus defensores públicos más elocuentes y reconocidos. También era columnista del semanario egipcio Al Ahram , que se distribuía en todo el mundo árabe.
La lucha palestina ha pasado por varias etapas; una de las más importantes se inauguró en 1988 con la primera intifada , es decir, rebelión en masa contra la ocupación, dominación y desposeimiento, bajo las armas israelíes. Dio alegría a las masas por todo el mundo y produjo tanta consternación en las autoridades de Israel y Estados Unidos que abrieron negociaciones con Yasser Arafat y la Organización de Liberación Palestina (OLP), cosa que se habían negado a hacer. En el curso de las negociaciones, Edward Said se dio cuenta de que Arafat estaba capitulando a Estados Unidos y en 1991 renunció a su cargo en el Consejo Nacional Palestino.
Dos años más tarde se firmó el Acuerdo de Oslo, que estableció la Autoridad Palestina como pantalla de gobierno en zonas limitadas de Cisjordania y Gaza; Said correctamente lo denunció como "un instrumento de rendición palestina", que convirtió "un movimiento de liberación nacional en una autoridad pueblerina". Said siguió abogando por la autodeterminación nacional palestina.
Los escritos de Edward Said se destacan por su posición e igualmente por una combinación característica de comentario político y crítica literaria-cultural, expresada en un estilo directo y personal. Su visión era la del hombre de letras humanista, para quien nada de lo humano es extraño y la mente humana es un instrumento minuciosamente afinado para entender y analizar con precisión. Es el polo opuesto a los intelectuales dentro o fuera de las universidades que venden el cerebro al que les ofrezca más, se retiran a una esfera restringida o ponen la mente al servicio de las autoridades y los reaccionarios.
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Said se calificaba a sí mismo de humanista, e interpretaba este amplio punto de vista filosófico de una manera particular. "Por humanismo entiendo antes que todo disolver las esposas de la mente del [poeta William] Blake, para usar la mente histórica y racionalmente con fines de conocimiento reflexivo. Es más, al humanismo lo sostiene una dimensión de comunidad con otros intérpretes, y otras sociedades y períodos.... Es decir, toda esfera está ligada con las demás esferas, y nada de lo que ocurre en nuestro mundo ha sido aislado.... Tenemos que tratar cuestiones de injusticia y sufrimiento dentro de un contexto situado ampliamente en la historia, la cultura y la realidad socioeconómica".
Said esgrimió el humanismo contra la ortodoxia religiosa; abogaba firmemente por el secularismo. Se oponía a todo movimiento, sociedad o estado teocrático o religioso, fuera sionista, islámico o cristiano, y a todo dogma que sofocara la comunicación y la crítica abierta. También estaba en contra de las varias filosofías "posmodernistas" que declaran que la verdad, la libertad y la moral son conceptos puramente relativos y condicionales sin ningún significado o valor universal, porque creía que el pensamiento crítico y la ciencia pueden hacernos entender el mundo más profundamente, y que el papel del intelectual es elevar la libertad y el conocimiento humanos.
Su libro Representations of the Intellectual (Representaciones del intelectual) aborda la responsabilidad social, política y moral del intelectual, y lo pinta como una figura de oposición. Al intelectual le pone este desafío: "Nadie puede tomar posición pública en todo momento respecto a toda cuestión. Sin embargo, creo que existe una responsabilidad especial de dirigirse a las autoridades constituidas de la propia sociedad de uno, las cuales son responsables ante los ciudadanos, especialmente cuando dichas autoridades están librando una guerra manifiestamente desproporcionada e inmoral, o un programa deliberado de discriminación, represión y crueldad colectiva".
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Esas nobles inquietudes y una rabia ardiente contra la injusticia caracterizaron a Edward Said durante toda su vida, incluso los últimos 12 años, cuando luchó contra el cáncer. Hace dos años, cuando el gobierno estadounidense inició una guerra contra el mundo y un programa interno de estado policial, un grupo de activistas, intelectuales y artistas prepararon una respuesta, la Declaración de Conciencia No en Nuestro Nombre, que afirma: "Que no se diga que en Estados Unidos nos quedamos callados cuando el gobierno declaró una guerra sin límites e instituyó severas medidas represivas" Said la firmó desde el principio con entusiasmo, e instó a a firmarla.
Un hombre culto con variados intereses, lo apasionaban la ópera y la música clásica. Era un pianista consumado, escribía musicología y crítica musical. Junto con Daniel Barenboim, destacado pianista y director de orquesta, formó el West-East Divan, un foro para músicos árabes e israelíes. Escribieron conjuntamente un libro de música, uno de los últimos de Said. Después de su muerte, Barenboim le hizo este tributo: "Se desenvolvía con soltura en las esferas de la música, la literatura y la filosofía, y era una de esas contadas personas que reconocen los vínculos y los paralelos entre diferentes disciplinas.... En la música no veía solamente una combinación de sonidos sino el hecho de que cada obra maestra es una visión del mundo".
De igual manera, celebramos su amplia perspectiva y su profunda percepción de las interrelaciones del mundo.
Un intelectual público sobresaliente que investigaba profundamente la teoría y la cultura, y al mismo tiempo militaba y abogaba por el pueblo, con una inteligencia crítica coherente: el proletariado le rinde honor a Edward Said.