Revolutionary Worker #1224, 28 de diciembre, 2003, posted at rwor.org
Como mucha gente, vi el video de la paliza que le dio a Nathaniel "Skip" Jones la policía de Cincinnati. Cada vez que lo veo, siento de nuevo el dolor que él debió haber sentido cuando los agentes -al principio dos y luego cuatro--le dieron cachiporrazos en el costado, la espalda, las piernas y la cabeza, con toda la fuerza que tenían... hasta quitarle la vida.
Me hizo pensar en una exhibición fotográfica de linchamientos de negros que vi el año pasado en Atlanta: imágenes inquietantes de negros ahorcados, quemados, castrados y muertos a golpes por chusmas de blancos racistas.
El 30 de noviembre Nathaniel Jones murió y unos días después salí de Cleveland con unos chavos de la BJCR para ir al entierro y una marcha de protesta el 7 de diciembre en Cincinnati.
Al llegar, un amigo nos llevó directamente al restaurante de hamburguesas White Castle en el barrio North Avondale. Ahí, en el estacionamiento, la chota se le abalanzó a Nathaniel, de 41 años. Una ofrenda en el lugar de los hechos lo conmemoraba.
Los funcionarios de la alcaldía prometieron "investigar" el incidente, pero poco después anunciaron que los seis agentes iban a regresar a patrullar. Un señor negro que vive cerca del White Castle me dijo: "Después de todo, quieren que los chotas regresen a patrullar; eso es para decirnos: `Uds. no son nada, no tienen voz y nadie los va a escuchar. Vamos a matar otra vez'". El señor agregó: "Pero sí tenemos voz". Explicó que al día siguiente, apareció escrito "Miren los 96 segundos" y "Cuestiónalo" por toda la ciudad. En el video policial, faltan 96 segundos de grabación: los primeros segundos del encuentro de la chota y Nathaniel.
Mucha gente fue al entierro con tristeza, dolor y coraje. Hablé con la mamá de Nathaniel y miré muchas fotos de él con sus hijos y familia.
Tiffany, una amiga de la familia, me dijo: "Soy madre de un hombre negro de 24 años, y temo que lo vayan a matar cada vez que sale. Eso es grave. Estar en una situación donde haya policías -incluso una situación inocente-- puede escalar y costar la vida. Eso es lo que temo. Cuando mi hijo sale, pido a Dios que no se tope con la policía, ni siquiera para pedir una dirección. Les recomendamos a nuestros hijos hablar con respeto, mantener las manos a la vista, pero eso no le importa [a la policía]. No le importa".
Encontré a Natasha, a quien conocí hace dos años en el funeral de Timothy Thomas. Cuando la policía mató a Timothy, de 19 años, en 2001, la comunidad negra se rebeló. Natasha me dijo: "Cada día hay terrorismo contra los negros de Cincinnati. Meten más negros al bote que a otros grupos, nos arrestan más y por delitos mínimos. Todos los días, arrestan a 25 ó 30 negros por desorden público o por no cruzar la calle en la esquina".
Monica R. Williams es de la Coalición para un Cincinnati Justo, que desde el asesinato de Timothy Thomas ha dirigido un boicot contra los negocios del centro. Dijo: "Si Nathaniel fuera un oso negro en vez de un hombre negro, estaría vivo hoy porque lo habrían parado, tranquilizado o llevado a un lugar seguro. Siendo un hombre negro en esta ciudad, Nathaniel no valía absolutamente nada para la policía. Me explico: hace un año una vaca recorrió la ciudad haciendo estragos. Arremetió contra la policía, cruzó las carreteras, puso en peligro a la gente. No dispararon ni una bala contra esa vaca.... Y aquí un señor no estaba haciendo nada malo y perdió la vida. Ayer el jefe de policía dijo que dentro de 10 años, el video se usará para enseñar a los agentes cómo arrestar a los sospechosos".
Monica recalcó: "Si no fuera por la rebelión, el asunto no hubiera llegado a los noticieros del resto del país".
Después del entierro, fuimos a Over the Rhine, un barrio diverso donde estalló la rebelión de 2001. En el parque Washington, hablé con gente desamparada que hacía cola para recibir comida. Richard, un señor negro, me dijo: "Sabes, matar a negros no les importa ni un comino. Al alcalde no le importan los negros. Al consejo municipal tampoco, ni a los jueces. No van a enjuiciar a los policías, no van a condenarlos. Pero si piensan que un negro hizo algo, a él sí lo van a enjuiciar. Puede ser cualquier cosa. Mataron a ese señor y todo el mundo lo vio, salió en la televisión por todo el mundo. Lo mataron. En esta ciudad, dicen claramente: si eres negro y un agente te mata, simplemente te mató. No importa si el agente actuó mal o no, estás muerto y no harán nada. Mira el caso de Timothy Thomas de hace dos años; lo mataron aquí a la vuelta. No se hizo nada. Aunque se comprobó que la policía actuó mal, porque [Timothy] no estaba armado... Ahora acabo de oír en las noticias que los seis policías [que mataron a Nathaniel] regresarán a patrullar el lunes. Eso es lo que oí".
Una chava negra de 16 años dijo: "Aunque [Nathaniel] alzó las manos, seguían golpeándolo. Simplemente por eso, ya no respeto a la policía. Por eso queremos armar otro disturbio. Espero que la policía no salga fácilmente de esta situación". Habló de la vida diaria en su comunidad: "Si estamos en una esquina --sin tener drogas-- nos agarran sin motivo. Aquí quieren echar a la cárcel a todo mundo".
La marcha de protesta del 7 de diciembre, convocada por el Nuevo Partido Pantera Negra y varios pastores, salió del cuartel general de la policía y recorrió Over the Rhine. Coreaban: "¡Justicia para Nathaniel, la rebelión se justifica, perros asesinos a la cárcel ya!".
Al final, hablé con un grupo de jóvenes negros. Una chava de 18 años dijo: "Si paran a un negro, de inmediato lo tratan como si tuviera droga o armas. Mi tía vive en el tercer piso y no hay timbre, así que cuando queremos entrar, hay que gritar a la ventana. Viene la policía a decirnos: `¿Qué hacen? Eso no es un timbre de pobres'. Y me hostigan; me multaron 75 dólares por escupir. ¡Increíble! Les dije que todo mundo escupe en la calle".
Interrumpió un joven de 25 años: "Somos una especie humana en peligro de extinción, como si esto fuera una selva... [Las autoridades] están cerrando nuestros multifamiliares públicos. Ya arrasaron Lincoln Courts para construir condominios. Nos quitaron nuestro multifamiliar para construir condominios. Quieren expulsar a los negros a otra parte... Dicen [por ejemplo] que un señor vende drogas; hay que mirar en qué situación está. Todo empieza en la escuela, pues los maestros no ayudan. En octavo o noveno grado, los chavos dejan la escuela. Venden drogas aquí, sí... pues aquí no hay otra opción".
Las decisiones oficiales a raíz del asesinato han causado más coraje. Los seis policías andan libres y el alcalde dijo que en el futuro deben usar táseres en tales situaciones. El 10 de diciembre, decenas de chavos de cuatro prepas fueron a una marcha desde la plaza Fountain al ayuntamiento para protesta contra el asesinato de Nathaniel y la declaración del alcalde sobre los táseres.
En Cincinnati es evidente que el asesinato de Nathaniel desató un caudal de indignación contra la opresión constante e implacable que sufren los negros a manos de la policía y la estructura de poder. Claman justicia, cambio y el fin de este sistema de supremacía blanca.