Obrero Revolucionario #1229, 15 de febrero, 2004, posted at rwor.org
El 7 de enero el presidente Bush propuso importantes cambios a las leyes de inmigración, supuestamente para que sean "más razonables y humanitarias".
Y de veras serán "más razonables". para la clase dominante capitalista y su necesidad de explotar mano de obra barata y fortalecer la maquinaria represiva desde el 11 de septiembre de 2001.
Pero para el pueblo no tienen nada de "humanitarias".
La principal propuesta es un "programa de trabajadores temporales" que permite que los inmigrantes sin documentos que ya están el país pidan el derecho de trabajar "legalmente" en Estados Unidos por tres años, después de lo que tendrían que pedir una extensión. A los "trabajadores invitados" solo les ofrecen los peores trabajos y salarios, o sea, los que los ciudadanos supuestamente "no quieren".
Los inmigrantes tendrán que inscribirse, pero la Casa Blanca no ha dicho por cuánto tiempo podrán quedarse. De una cosa no cabe duda: el plan no tiene nada que ver con permitir que se queden en el país a largo plazo ni que consigan papeles. Tendrán que regresar al país de origen tras el período de empleo o volverse "ilegales".
El plan propone que los inmigrantes se presenten, se inscriban y acepten una condición migratoria temporal. A cambio, el gobierno tendrá su nombre, dirección, país de origen, nombre del patrón, etc., y podrá utilizar esos datos para expulsarlos más tarde.
El plan por ahora es una propuesta al Congreso (controlado por los republicanos, el partido de Bush), que lo debatirá y legislará. Pero es parte de una política que cuenta con amplio apoyo de la clase dominante: militarizar la frontera, controlar a los "trabajadores temporales" y continuar la superexplotación de la mano de obra de los inmigrantes.
Primero, está militarizando y apretando la frontera sur, especialmente tras los sucesos del 11 de septiembre.
Segundo, para los capitalistas es esencial explotar a los inmigrantes. Quieren que se controle la frontera, pero NO quieren perder las ventajas de una fuente de mano de obra barata.
Tercero, el gobierno no quiere que México se desestabilice económica o políticamente. En 2003, los trabajadores mexicanos enviaron 13.3 mil millones de dólares de Estados Unidos, o sea que son la segunda fuente de divisas (después del petróleo) del país, mayor que el turismo y las inversiones extranjeras. Interrumpir ese chorro de fondos tendría consecuencias devastadoras para la economía de México. La inmigración a Estados Unidos es una "válvula de escape" para México. Washington teme que frenar la salida de "mano de obra excedente" (o sea, los millones de campesinos y trabajadores pobres y desposeídos) provoque un estallido.
Así que el plan de Bush se parece a lo que hicieron durante la II Guerra Mundial: controlar la frontera y permitir que unos inmigrantes "se legalicen" temporalmente.
Pero la legalización solo será para un sector de trabajadores indocumentados. Otros sectores seguirán sin papeles y los inmigrantes (tanto "legales" como "ilegales") en general seguirán en el fondo de la clase trabajadora, con los peores y más peligrosos trabajos y salarios de miseria. Millones de inmigrantes sin papeles tendrán que dar el nombre, dirección, etc., al gobierno para subsistir, pero no tendrán ninguna seguridad.
La meta del plan es continuar la superexplotación de esos trabajadores e inscribir a los indocumentados, especialmente a los mexicanos.
Varias organizaciones latinas y de derechos de los inmigrantes han dicho que el plan es una maniobra de Bush para las elecciones de noviembre. Pero es más que eso. No cabe duda que quiere ganar electores latinos, y apaciguar la indignación por la muerte de tantos inmigrantes en la frontera y por la "criminalización" de millones de personas sin documentos. Pero este plan obedece a contradicciones mucho más profundas.
"Millones de hombres y mujeres trabajadores están condenados al miedo y a la inseguridad en una enorme economía indocumentada. Ahora podremos proteger a esta buena gente trabajadora con leyes de trabajo y el derecho de cambiar de empleo, ganar un salario justo y disfrutar de las condiciones laborales que la ley dicta para los ciudadanos".
George Bush
Esas son promesas falsas y peligrosas. Bush ofrece mayores salarios y mejores condiciones de trabajo a cambio de entregarse al mismo gobierno que se ha dedicado a bloquearles el paso en la frontera y cazarlos.
Por un lado, Bush admite que las leyes no protegen a millones de trabajadores: no pueden abandonar el trabajo cuando los maltratan, no reciben salarios justos y no tienen las mismas condiciones de trabajo que los ciudadanos. Pero esa admisión y esta "promesa" a los inmigrantes son una trampa.
¿Cree alguien que si millones de inmigrantes se inscriben recibirán un aumento salarial, seguro médico, vacaciones pagadas y mejores condiciones laborales?
La meta de Bush es garantizar una fuente de mano de obra barata que se pueda deportar más fácilmente cuando no la necesiten. Por otra parte, millones de inmigrantes no podrán "legalizarse" y sufrirán más explotación y brutalidad. Es dividir para conquistar.
Bush propuso el plan en un clima de mayor represión, especialmente contra los musulmanes, árabes y sudasiáticos tras el 11 de septiembre de 2001. Además, han militarizado la frontera sur (y, como consecuencia, mueren más de 300 personas al año cruzando en zonas más peligrosas).
El secretario de Seguridad de la Patria, Tom Ridge, dijo que está a favor de "legalizar" a millones de inmigrantes, o sea, que cuadra con el plan de seguridad nacional. Bush lo dijo así: "Nuestra patria estará más segura cuando tengamos más control de quienes entran al país, en vez de tener millones de personas desconocidas por la policía. Las dependencias policiales tendrán menos problemas con los trabajadores indocumentados y podrán dedicarse más a las amenazas de delincuentes y terroristas".
¿Quién realmente cree que, dado el infierno en que viven los inmigrantes desde el 11 de septiembre, será bueno que den el nombre y la dirección, etc., al gobierno?
Veamos un ejemplo: hace un año, unos 82,000 inmigrantes (hombres y muchachos) de dos docenas de países musulmanes fueron a inscribirse voluntariamente porque el gobierno lo mandó. A muchos los arrestaron en el acto y los enjaularon; ¡a 13,000 los deportaron!
"El secretario admite que millones de personas están en este país ilegalmente y entiende que, por razones de seguridad nacional, es necesario establecer un sistema para identificar a los que podrían ser una amenaza al país".
Vocero del secretario de Seguridad de la Patria
"Nuestra política de inmigración tiene que garantizar que los patrones tengan empleados para los trabajos esenciales de la economía cuando no pueden contratar a ciudadanos".
Randel Johnson, vicepresidente de Trabajo, Inmigración y Prestaciones, Cámara de Comercio de Estados Unidos
"De los aproximadamente 30 millones de inmigrantes que viven en este país a principios del siglo 21, millones son de países dominados y saqueados por el imperialismo yanqui, y la clase dominante teme que debiliten la cohesión y el tejido social, lo cual socavaría su poder despótico en el mundo".
Borrador del Programa del Partido Comunista Revolucionario
La dominación yanqui ha devastado países enteros y desplazado a millones de personas. Desde que entró en vigor en 1994, el TLC/NAFTA ha hecho trizas la economía mexicana. Por ejemplo, docenas de miles de campesinos cultivadores de maíz no pueden competir con el maíz más barato importado de Estados Unidos, y han tenido que abandonar sus tierras y trasladarse a las ciudades o al Norte en busca de trabajo. Vienen no porque "les encanta" Estados Unidos sino para subsistir.
Los capitalistas no quieren echarlos a todos. Más vale tenerlos aquí para explotarlos. Si los deportan, se provocaría una crisis en varios sectores económicos y se perjudicaría la economía en general. Importantes sectores dependen de la mano de obra barata de inmigrantes: la construcción, la carne, los restaurantes, los hoteles, la electrónica, la salud, la costura, la agricultura, etc.
Millones de personas tienen que escoger entre ver a sus hijos morirse de hambre o arrancar para el Norte. Aquí viven bajo la bota: explotados, discriminados y tratados como enemigos por la policía. El gobierno está resuelto a controlarlos. Lo hizo la administración demócrata de Bill Clinton y lo hace más el actual gobierno, tras el 11 de septiembre y la campaña de guerras de agresión contra todo el mundo.
Así que el plan de Bush no es una "nueva política de inmigración" sino una medida más de represión contra toda la población.
Es una trampa, disfrazada de plan de ayuda para mantener una fuente de mano de obra barata, militarizar la frontera, aumentar el control de la población y seguir dominando a México.
"Es ciertamente una posibilidad muy real, e incluso una probabilidad real, que cuando estalle la revolución en lo que es ahora Estados Unidos tendrá un aspecto muy significativo de arrasar la frontera sur --no solo en el sentido ideológico, sino textualmente en la forma que tome la revolución-- o buena parte de la frontera sur de Estados Unidos y muy probablemente tendrá un elemento de que las fuerzas revolucionarias de Centroamérica se adentrarán a Estados Unidos: horror de los horrores, la peor pesadilla de los imperialistas y su base social, pero algo muy positivo y una fuente de gran inspiración y mayor fortaleza para el proletariado".
Bob Avakian, presidente del PCR
"En cambio, el proletariado abre los brazos a estos compañeros y compañeras, y aprovechará su gran experiencia de lucha contra la dominación yanqui para tumbar al imperialismo estadounidense y construir el socialismo. Esos conocimientos y experiencias son un elemento importante del potencial revolucionario de los inmigrantes".
Borrador del Programa del PCR