Obrero Revolucionario #1232, 14 de marzo, 2004, posted at rwor.org
En vísperas del Día de San Valentín, día del amor y la amistad, San Francisco presenció un festival de matrimonios de parejas gays.
El nuevo alcalde anunció la expedición de licencias de matrimonio a parejas gays y en un dos por tres se formaron colas de cuadras enteras para casarse, desde antes del amanecer, con lluvia o con sol.
Sharon, a punto de casarse, le dijo a nuestra corresponsal: "Llevamos siete años y medio viviendo juntas. Hemos sufrido discriminación, pero nos queremos y queremos casarnos. Tenemos planeada una ceremonia de unión en mayo, y esto la revalida. Ya nos considerábamos una sociedad familiar (domestic partners), pero ahora nos vamos a casar por la ley".
Llegaron parejas de todo el país, muchas con amistades e hijos. Cada vez que salía una pareja de la alcaldía con su nueva partida de matrimonio, la multitud aplaudía y soltaba vivas. Los ramos volaban a restregarle la nariz a la ultraderecha.
Cada boda era una declaración personal de amor y dedicación, pero juntas eran un manifiesto de desobediencia civil.
Durante siglos, las relaciones del mismo género han sido un "amor que no se puede nombrar", y han sufrido el cruel estigma del rechazo, la violencia y la pérdida de la libertad.
Ese estigma no ha desaparecido. A la alcaldía de San Francisco llegaron reaccionarios a proclamar la ira de dios. Los tribunales estatales inmediatamente pusieron en tela de juicio las licencias de matrimonios gays.
El gobernador Terminator de California anunció que hay que parar esas bodas inmediatamente o si no, "de repente veremos motines, protestas, confrontaciones y acto seguido habrá heridos y muertos". Los locutores derechistas pidieron la renuncia del alcalde por "desorden público".
Esto ocurre en un país que está pasando por espasmos de "decencia" derechista porque Janet Jackson mostró un seno por televisión. Después de eso, han alterado los programas grabados e impuesto una demora de cinco segundos en la transmisión de programas en vivo. Los ejecutivos de los medios de comunicación se han postrado ante el Congreso y han jurado que censurarán más agresivamente la televisión, la radio y la cultura en general.
Ocurre en el mismo momento en que el FBI anuncia que necesita contratar "900 analistas de inteligencia" porque no se da abasto con todas las nuevas intercepciones de teléfonos y espionaje político. Ocurre en el mismo momento en que los muchachos de John Ashcroft, el secretario de Justicia, recorren los hospitales buscando información de qué médicos han practicado abortos.
Rodeado por todo esto, en una ciudad desafiante, unos pocos días, el amor de las parejas gays se reconoció y se honró en público. Fue un vistazo de la igualdad que veremos en el futuro, y miles de personas corrieron a agarrar un poquito.
El furor por los matrimonios gays de San Francisco es alucinante. Los miles de parejas que se dieron cita frente a la alcaldía no buscaban crear una nueva institución experimental ni nada especialmente radical. Simplemente se querían casar, ¡como todo mundo!Y querían las protecciones económicas y legales ordinarias que vienen con el matrimonio oficial: derecho a heredarse bienes, derecho a adoptar, derecho a visitarse en el hospital y la cárcel, derecho a alquilar o comprar casa sin discriminación, derecho a afiliarse al seguro médico del cónyuge y exenciones de impuestos.
Demandan reconocimiento oficial de familias que ya existen.Es una demanda sencilla y razonable de igualdad, aceptación y derechos democráticos, que merece el apoyo de todos los que quieren acabar con la injusticia y la intolerancia.
Uno se pregunta a qué se debe la histeria contra los matrimonios gays.
Unos miles de parejas gays se declaran amor en público... y nos dicen que la civilización está bajo ataque.
Hay que decir una cosa: Por absurdos que sean estos ataques, son mortalmente serios.La prueba se vio cuando el presidente en persona se puso a la cabeza de la carga.
El 24 de febrero, en la segunda semana de los matrimonios gays, George Bush anunció que la patria corría un nuevo peligro. El tono de urgencia de la voz presidencial era tal que uno pensaba que iba a mandar comandos armados a San Francisco a buscar depósitos de licencias de matrimonio.
Bush exhortó a cambiar la Constitución nacional con una enmienda que defina permanentemente el matrimonio como la unión de "un hombre y una mujer".
El principal objetivo de Bush con esto no es "seguirle la corriente a su base social de derechas", como se ha dicho. Lo que está haciendo, por el contrario, es azuzando a esa base social extrema y aparato de cuadros políticos.
Poderosas fuerzas muy bien situadas de la clase dominante y del mundo político quieren imponer su voluntad en campos como la moral pública, el matrimonio gay, el aborto, la diversidad cultural, la educación sexual, la sexualidad de los adolescentes, el disentimiento político y todas las cosas que definen el rumbo de una cultura.
La enmienda constitucional contra el matrimonio gay la escribió hace más de tres años un equipo de expertos de peso, entre ellos el reaccionario juez Robert Bork. Instituir una enmienda es un proceso demorado que requiere la aprobación de dos tercios del Congreso y la ratificación de tres cuartas partes de las legislaturas estatales. Pero por ahora, un sector de la estructura de poder ha escogido de modo deliberado el matrimonio gay como caballito de batalla de su próxima ofensiva.
Por tres años, el gobierno ha articulado ofensivas extremas con el lenguaje de la defensa nacional. A la agresión militar global la llama "guerra contra el terrorismo"; al espionaje y la militarización de la sociedad los llama "defensa de la patria"
Ahora, el presidente en persona ha escalado la "guerra cultural" con el primer cañonazo de estas elecciones presidenciales.
"En Estados Unidos el matrimonio debe consistir solo de la unión de un hombre y una mujer. No se debe interpretar que esta Constitución, la constitución de ningún estado ni ninguna ley estatal o federal confiere a parejas o grupos no casados el estado civil del matrimonio ni las prerrogativas legales de dicho estado civil".
Enmienda antigay propuesta por el congresista Musgrave y firmada por 100 congresistas
Esta enmienda rebosa extremismo. Parte de la noción de que en la sociedad hay demasiada libertad y demasiado cambio, y que hay escribir normas estrictas, estrechas y conservadoras en la Constitución,donde queden fuera del alcance de futuras leyes, fallos de tribunales y cambios culturales.
La ultraderecha ha propuesto una serie de enmiendas para erosionar derechos centrales. La enmienda para prohibir la quema de la bandera quería limitar el derecho de libertad de expresión. La enmienda para permitir que se rece en las escuelas públicas es una forma de reducir la separación de la iglesia y el estado. La enmienda para prohibir el aborto es una forma de limitar las protecciones constitucionales de la vida privada.
Ahora el tema es la definición de matrimonio.
Hasta ahora, cada estado ha definido las reglas del matrimonio y una cláusula de la Constitución federal dicta que el matrimonio reconocido por un estado sea reconocido por todos los demás. La Constitución federal y las constituciones estatales también tienen cláusulas de "protección igual" que permiten cuestionar en los tribunales por qué las parejas heterosexuales y homosexuales no tienen los mismos derechos.
Pero esta nueva enmienda pisotearía todas esas protecciones constitucionales y abriría la puerta para un movimiento gradual de reforma por medio de las legislaturas estatales y los tribunales. Además, violaría la separación de la iglesia y el estado porque quiere incorporar en la Constitución posiciones morales del cristianismo fundamentalista.
La enmienda de Musgrave, además, prohíbe dar "a parejas o grupos no casados las prerrogativas legales" del matrimonio. Esto puede eliminar las muchas leyes estatales y federales que actualmente dan prestaciones de salud y pensiones a las "sociedades familiares", lo que incluye parejas no casadas además de parejas gay.
Todo esto rebosa hipocresía:
Bush dice que el problema de los "matrimonios gays" lo crearon "jueces activistas" que quieren imponer cambios por medios no democráticos. Pero le encantó que "jueces activistas" impusieran su propia presidencia en las elecciones del 2000.
Bush dice que los estados no deben decidir este asunto por su cuenta, pero respaldó plenamente que los estados del sur del país desplieguen la bandera de la Confederación (sinónimo de racismo).
¿Por qué provoca una crisis de nivel presidencial el hecho de que parejas gays quieran casarse, pero no provoca ninguna crisis que un tercio de las mujeres de este país sufrirán violación o violencia física "dentro de la familia" en el curso de la vida?
"La unión de un hombre y una mujer es la institución humana más perdurable, honrada y alentada en todas las culturas y todas las religiones. Siglos de experiencia le han enseñado a la humanidad que el compromiso de esposo y esposa a quererse y servirse fomenta el bienestar de los niños y la estabilidad de la sociedad".
George Bush, 24 de febrero de 2004
"Se trata de proteger la santidad del matrimonio. El presidente tiene la firme opinión de que debemos protegerlo y defenderlo. Es una institución sagrada".
Scott McClellan, secretario de prensa de la Casa Blanca, 11 de febrero de 2004
"La sociedad capitalista pinta la moral como un conjunto de ideales eternos independientes de las clases. Pero en realidad, propaga la moral de una clase de explotadores --la burguesía-- que nació hace poco, desde un punto de vista histórico (unos cuantos siglos), y que ha de extinguirse como clase".
"La moral proletaria", del Borrador del Programa del PCR
"El pasado hay que hacer añicos".
La Internaciona l, himno del proletariado internacional
Una cosa debe quedar clara: el objetivo de estos ataques al matrimonio gay es imponer una moral reaccionaria, cristiana fundamentalista muy particular.El presidente y sus aliados dicen claramente que el matrimonio es "sagrado", es decir, de origen divino.
Otra cosa que debe quedar clara: la moral de la Biblia con respecto a los homosexuales, la familia y la mujer se basa en la opresión.
El Antiguo Testamento (Levítico 20:13) es de una claridad brutal: "Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación; morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos". El Nuevo Testamento repite lo mismo en Romanos 1:27 y 1:32.
Otras reglas "sagradas" de la Biblia mandan matar a los adúlteros y a los hijos que maldicen a sus padres. A las mujeres la Biblia les ordena constantemente "obedecer a su marido como al Señor" (Efesios 5, Colosenses 3).
Nos dicen que la sociedad se derrumbará sin las normas morales retrógradas del cristianismo fundamentalista. Pero eso es falso. Por el contrario, hay que romper las cadenas tradicionales del patriarcado. Hay que criticarlas y desbancarlas, ¡no ponerlas en enmiendas constitucionales!
Tampoco es verdad que la familia nuclear heterosexual moderna sea una institución eterna "honrada y alentada en todas las culturas". La historia humana ha visto muchas formas de matrimonio y familia. (La misma Biblia viene de una época en que la norma eran los matrimonios múltiples de la poligamia, los clanes y la venta de hijas).
Por otra parte, esto es cierto:a lo largo de la sociedad de clases (desde que surgieron la propiedad y la riqueza), el matrimonio ha sido una forma de dominación patriarcal sobre la mujer y los hijos. Ese patriarcado es antiguo y tradicional, como la esclavitud. La campaña de Bush para "proteger" el matrimonio tradicional busca, en esencia, fortalecer una forma de familia patriarcal moderna dominada por el hombre.
Pero no tenemos por qué seguir las tradiciones antiguas del patriarcado. Es posible (¡y necesario!) imaginar nuevas formas de intimidad y de familia para nuestra sociedad futura, ¡libres de la opresión y sumisión tradicional!
Como es típico, mientras que la derecha republicana azuza las tropas reaccionarias, el resto del abanico político (especialmente los demócratas del gobierno) bajan la cabeza y lo aceptan.
Cuando el estado de New Hampshire legalizó por primera vez las uniones de gays, el presidente Bill Clinton firmó la "Ley de Defensa del Matrimonio" (1966), que dio a otros estados la posibilidad de rechazar tales matrimonios.
Este mes, mientras Bush atacaba los matrimonios de gays, los demócratas (incluidos los precandidatos Kerry y Edwards) hicieron cola para proclamar que ellos también los rechazan. A lo sumo, dijeron, se puede hablar de "uniones civiles".
¿Qué son esas "uniones civiles"? Son una institución de segunda categoría: el "matrimonio" oficial, aprobado por el gobierno, es para los heterosexuales, y la unión civil, con derechos limitados, es para los homosexuales.
Eso no es muy distinto de la retórica de Bush, que dice los gays pueden escribir testamentos y demás, pero que no deben recibir la aceptación ni el estado civil del "matrimonio" y la "familia".
Inclusive la Suprema Corte de Massachusetts dijo, cuando legalizó hace poco el matrimonio gay, que las "uniones civiles" entrañan discriminación.
"Por cualquier lado que se mire, no cabe duda de que en la actualidad hay lo que se podría llamar una `crisis moral en Estados Unidos'. Ha habido un considerable `derrumbamiento de la moral tradicional'. Pero la respuesta a esto, si se piensa en lo que más le conviene a la gran mayoría de la población de Estados Unidos y a la gran mayoría de la humanidad, no es reafirmar agresivamente esa `moral tradicional', sino conseguir que la humanidad encarne una moral radicalmente diferente, a medida que vaya transformando radicalmente la sociedad y el mundo, y como algo necesario para lograrlo. No se trata de apretar las caedenas de la tradición sino de romperlas".
Bob Avakian, presidente del PCR,EU
Es sabido que el viejo modelo de la "familia americana tradicional" (padre que mantiene a la familia, madre que la cuida e hijos controlados) se ha resquebrajado.
Los cambios de la economía capitalista y las luchas de la mujer les han dado a una gran cantidad de mujeres la necesidad y la posibilidad de trabajar fuera del hogar. Casi la mitad de los matrimonios se divorcian. Muchas familias inmigrantes viven en dos países.
Como consecuencia, hoy hay una mayor variedad de "familias". La mujer es la cabeza de muchas familias. Las relaciones sexuales previas al matrimonio son comúnmente aceptadas entre adultos. Muchas parejas viven juntas muchos años sin casarse. Uno de cada tres niños nace fuera del matrimonio. Como parte de estos cambios, muchos homosexuales viven abiertamente como tal. Se han anulado las aborrecibles "leyes de sodomía" que prohibían las relaciones sexuales entre hombres, y las relaciones gays han obtenido aceptación social, cultural e incluso oficial en muchas partes.
Esto proviene en gran parte de cambios de la economía capitalista, pero erosiona la familia nuclear patriarcal que la clase dominante considera esencial para la estabilidad social.
Estos cambios y estas necesidades del capitalismo son contradictorios: son como dos placas tectónicas que pueden chocar y producir grandes temblores y sacudones. Para evitar eso, surgen movimientos reaccionarios que piden revertir los cambios y reforzar las normas tradicionales por medios extremos.
Parece absurdo pensar que 3000 matrimonios gays "pongan en peligro" los millones de matrimonios heterosexuales. Pero un ejército de reaccionarios cree que sus tradiciones están a punto de extinguirse, y poderosas fuerzas de la clase dominante quieren movilizar a esos reaccionarios al terreno político actual.
Ese afán de estigmatizar jurídicamente a los gays y hacerlos esconderse está muy relacionado con el afán de subordinar más la mujer y los niños al hombre. A su vez, esas luchas sobre los "papeles tradicionales" están íntimamente conectadas con la guerra cultural que busca reprimir el disentimiento y la experimentación, imponer la religión fundamentalista como fuente de moral, y ordenar un conformismo ciego.
Eso, a su vez, es inseparable de la ofensiva global de Estados Unidos que pregona "están con nosotros o contra nosotros".
A millones los horroriza el extremismo del momento. Pero todavía no hay suficiente oposición en estas "guerras culturales". Mucha gente está paralizada, pasiva, no capta la importancia del momento, cree ingenuamente que los cambios progresistas ganarán, o se siente a la defensiva por la fuerza aparente de esta cruzada derechista.
Este momento encierra un potencial enorme y grandes peligros. Están cambiando muchas cosas y se está peleando por muchas normas y veredictos sociales. No está claro, en absoluto, quién ganará. Lo que hagamos tendrá un impacto enorme para que surja de estas intensas luchas de hoy algo radicalmente nuevo y liberado.