Obrero Revolucionario #1238, 1° de mayo, 2004, posted at http://rwor.org
Cuando empezó la guerra popular en Nepal en 1996, los combatientes del Partido Comunista de Nepal (Maoísta) solo tenían palos, hoces, cuchillos khukuris y un par de pistolas. Tres años después, cuando visité una zona guerrillera, todavía no tenían armas modernas, solo escopetas de un tiro. Lo que más empleaban eran granadas caseras y cuchillos khukuris. Me contaron mucho sobre los primeros ataques, contra puestos policiales, usureros, autoridades corruptas y terratenientes. Después de cada ataque reportaban con orgullo la cantidad de armas incautadas: "seis rifles, una pistola y 300 balas", "ocho rifles, un revólver y 780 balas". Lo primero que se me ocurrió fue: ¿cómo esperan ganar con tan pocas armas primitivas?
Hoy, ocho años después, el Ejército Popular de Liberación (EPL) tiene armas modernas: GPMG, LMG, SMG, SLR y lanzacohetes.
Cuando los maoístas iniciaron la guerra popular no tenían ejército popular, entrenamiento ni experiencia en la guerra. Empezaron con pequeños "grupos de combate". La primera escuadra se formó seis meses después y en pocos meses tenían 32 escuadras (de siete a nueve combatientes cada una). En una entrevista que le hice al miembro del Comité Central a cargo de los bastiones maoístas de los distritos de Rolpa, Rukum y Jajarkot, me dijo: "A veces los escuadrones se retiraban de las aldeas donde vivían cuando entraba la policía. Pero cuando se iba, regresaban y el Ejército Popular volvía a establecer el control político y militar. Hacía muchas emboscadas de policías, de pequeñas acciones a mayores, y muchos ataques a puestos y vehículos policiales. Debido a la falta de experiencia, no siempre tenía éxito. Aprendíamos la guerra librando la guerra".
Repito, fue un inicio impresionante, pero a una escala muy pequeña. Tenían escuadras y pelotones (de 24 a 30 combatientes), pero todavía no tenían compañías (100 combatientes).
Pero en 2002, el Ejército Popular de Liberación contaba con varias compañías permanentes y en ocasiones luchaba con brigadas (compuestas de cientos de combatientes). Hoy cuenta con dos divisiones, siete brigadas, 19 batallones, varias compañías, pelotones, secciones y docenas de miles de milicianos, y puede movilizar miles de combatientes para una sola batalla.
Cuando fui a Nepal los maoístas recién empezaban a establecer su autoridad política y organización en las aldeas. En el campo existían "zonas guerrilleras", donde se llevaban a cabo los combates, y recién habían empezado a formar "bases de apoyo", el embrión del "poder político rojo".
Tres años después, a fines de 2002, 10 millones de personas de la región occidental (de la población nacional de 24 millones de habitantes) vivían en zonas bajo el control de los maoístas. Los Comités Populares Revolucionarios Unidos ejercían el poder y movilizaban a las masas para administrar la producción, el abastecimiento de los artículos de primera necesidad, la educación, los servicios de sanidad, la comunicación, el transporte y el sistema judicial.
¿Qué posibilitó los impresionantes avances militares y políticos de la guerra popular de Nepal?
Para empezar, es una auténtica guerra popular que ha movilizado el apoyo de millones de personas. Los campesinos quieren tierra; la mujer quiere eliminar la profunda opresión que sufre; las nacionalidades oprimidas quieren acabar con la discriminación y el sistema de castas; la juventud y los estudiantes quieren un futuro sin pobreza y desnutrición; el pueblo quiere eliminar la opresión extranjera. Los maoístas han dado a las masas la dirección política y militar necesarias para forjar en los hechos el futuro al que aspiran.
En lo militar, el EPL aplica la estrategia militar de Mao Tsetung de "enfrentar uno a diez" en lo estratégico y "enfrentar diez a uno" en lo táctico. Los maoístas sabían que a nivel nacional las fuerzas revolucionarias serían menos que las del gobierno y, por tanto, en lo estratégico se encontrarían en una situación de "enfrentar uno a diez". Pero en lo táctico, en cada batalla, sabían que podían concentrar una fuerza superior para abrumar y eliminar a las fuerzas del gobierno, con la orientación de "enfrentar diez a uno". Así empezaron atacando los eslabones débiles del gobierno, como los puestos policiales menos fortificados.
La guerrilla aplica los principios maoístas de la guerra popular prolongada: evita batallas grandes y procura desarrollar la guerra de guerrillas, atrae a las fuerzas del gobierno hacia las "bases rojas", las cerca y asesta golpes contundentes en los eslabones más débiles. El amplio apoyo popular da a los maoístas la ventaja de inteligencia y reconocimiento. Las milicias populares desempeñan un importante papel político y militar. Así, el EPL pudo llevar a cabo exitosas acciones militares, a pesar de tener armas primitivas y unidades de combatientes relativamente pequeñas. La policía, por su parte, se vio cada vez más a la defensiva y se acuarteló.
Desde el principio, el establecimiento de bases de apoyo para ejercer el nuevo poder político ha sido una parte clave de la estrategia maoísta.
Una vez que expulsaron del campo a la policía, las autoridades y los terratenientes, dejaron de existir también las instituciones que oprimían al pueblo y, en su lugar, los maoístas establecieron el "nuevo poder político". Cuanto más territorio fue capaz de "liberar" la guerrilla por medio de la lucha armada, tanto más pudo consolidar la autoridad política, aunque todavía era tenue.
Hoy los maoístas controlan el 80% del campo. En las bases de apoyo el partido dirige a las masas a ejercer el "poder rojo": a destruir el viejo sistema y sus instituciones de explotación y opresión, y a edificar una nueva base económica, una nueva forma revolucionaria de gobierno, una nueva cultura y nuevas relaciones. A principios de este año se establecieron varios Gobiernos Populares Autónomos, una expresión concreta de la política del partido de autonomía y autodeterminación para las nacionalidades y regiones oprimidas.
La guerra popular ha logrado estos enormes avances a pesar de una salvaje contrainsurgencia. El Ejército Real Nepalés lleva a cabo campañas de búsqueda y destrucción en el campo, mata, tortura y detiene a quienquiera que le parezca guerrillero o "partidario de los maoístas". Con una gigantesca campaña de desinformación y censura, el gobierno ha clausurado periódicos revolucionarios, ha detenido a periodistas, y ha difundido mentiras y calumnias contra los maoístas. La clase dominante ha estado en crisis constante con profundas escisiones e intrigas intestinas sobre cómo lidiar con la guerrilla. El 22 de octubre de 2002 el rey Gyanendra dio un golpe de palacio, destituyó al primer ministro, tomó el poder ejecutivo y disolvió el parlamento.
Por otra parte, la "guerra contra el terrorismo" de Estados Unidos ha abierto las puertas para mayor intervención extranjera y apoyo a la contrarrevolución en Nepal. El gobierno nepalés ha calificado de "terroristas" a los maoístas y el Departamento de Estado de Estados Unidos puso al PCN(M) en la lista de organizaciones "terroristas". Estados Unidos ha apertrechado al Ejército Real Nepalés con entrenamiento y asesores, por lo menos $22 millones de ayuda militar y más de 5,000 rifles M-16. Inglaterra ha dado $40 millones y conseguido que otros gobiernos apoyen económica y militarmente al gobierno nepalés. India ha dado camiones llenos de armas y helicópteros, y está cazando y arrestando a líderes del PCN(M) que se encuentran en India.
Estados Unidos quiere tildar de "terrorista" a cualquier movimiento que desafía su dominio o a sus títeres. El sistema trabaja duro para conseguir que la gente acepte veredictos simplistas sobre las guerras populares, que en esencia condenan a las masas por luchar contra su opresión. Por eso hay ataques y amenazas contra fuerzas fuera de Nepal que apoyan políticamente a la guerra popular. Hace poco el vocero del Departamento de Estado estadounidense dijo: "Hemos designado a los maoístas en una Orden Ejecutiva. Congelamos los fondos que tienen en Estados Unidos en su nombre y en nombre de ciudadanos estadounidenses, y prohibimos que estos tengan transacciones con los maoístas". (Kathmandu Post,24 de abril de 2004)
En una situación como esta es importante entender que hay una diferencia entre la violencia de los opresores y la violencia de los oprimidos. Es importante discutir en serio y comprender el derecho que tiene el pueblo de hacer la revolución.
La revolución en Nepal ha inspirado a muchos y se oponen a la contrarrevolución que promueve Estados Unidos al apoyar al gobierno nepalés. Aun los que no apoyan y tienen reservaciones sobre la guerra popular deben oponerse a la intervención de Estados Unidos y a que ataque a los que la apoyan.
Si se permite que Estados Unidos ataque a los auténticos movimientos de liberación con el cuento de que apoyan a "terroristas", si acusan de "terroristas" a quienes apoyan políticamente las guerras populares, si se permite que ataquen y persigan a quienes dicen que se necesita una revolución, si el gobierno logra aislar a los activistas más radicales, si el anticomunismo logra dividir al movimiento... esto afectará a todos y acentuará la represión contra todas las organizaciones y movimientos progresistas, y contra todas las ideas y acciones progresistas.
¿Es posible otro mundo? ¿Será la humanidad capaz de eliminar alguna vez las disparidades entre países, nacionalidades, el hombre y la mujer, y las religiones? ¿Hay otro camino para este mundo que no sea la globalización del McWorld o la jihad del fundamentalismo religioso?
Los defensores del capitalismo contestarán que el "comunismo está muerto" y que el camino de la guerra popular maoísta está pasado de moda. Pero la verdad es que en los montes Himalaya han ascendido a nuevas alturas hacia la meta de crear una nueva sociedad libre de todas las formas de opresión y desigualdad.