Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
Obrero Revolucionario #1240, 16 de mayo, 2004, posted at http://rwor.org
Recibimos lo siguiente del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
3 de mayo de 2004. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar . Desde su inicio en Nepal hace ocho años, la guerra popular ha sacudido los cimientos del país y despertado el alma del pueblo.
En las llanuras occidentales del país, desde hace milenios los migrantes adinerados de las regiones montañosas del norte han despojado de tierras a la comunidad étnica tharu y los han convertido en siervos. Las más de las veces, estos poderosos terratenientes, llamados zamindares, son integrantes de las castas altas, principalmente brahmánicos y kshetríes, que tienen acceso al poder político. Los zamindares ocupan puestos de poder en la burocracia, las fuerzas armadas y el comercio, y controlan los medios informativos. O sea, representan el sector más importante de las clases dominantes nepalesas.
Tras desterrar a los tharúes, los zamindares los sometieron y los convirtieron en peones (a cambio de alimento, techo y ropa) en las mismas tierras que antes poseían. Es un sistema de esclavitud con otro nombre: el sistema kamaiya.
Los tharúes son un pueblo autóctono que habita las llanuras occidentales. Conforman una minoría importante de la población, una minoría nacional (cerca de 1.2 millones) que una vez eran campesinos autosuficientes. Hace unos años, la revista National Geographic retrató a este pueblo como seres exóticos con costumbres y tradiciones extrañas. Desde hace muchos años, la Sociedad Contra la Esclavitud, con sede en Inglaterra, ha denunciado el sistema kamaiya de Nepal ante un público más amplio. En 1997, el diario londinense Times publicó una denuncia sobre la situación de los tharúes.
Con su llegada a las llanuras del Terai, la guerra popular ha inspirado a las masas populares, sobre todo los desterrados y pisoteados, quienes se levantaron para recuperar sus tierras ancestrales. El programa del Partido Comunista de Nepal (Maoísta) llama a tomar y repartir las tierras, llamado que encontró terreno fértil en los oprimidos de las llanuras suroccidentales del país. Las palabras y las acciones del partido generaron mucho entusiasmo revolucionario entre estos oprimidos, quienes con gusto se unieron a los cuadros maoístas y a los combatientes del Ejército Popular de Liberación. Al inicio de la guerra popular, el partido explicó su programa con las consignas "tierra para quienes la trabajan" y "tierra para los sin tierra". Por primera vez, las mujeres tenían derecho a poseer tierras. El programa del PCN (M), una parte integral de la revolución de nueva democracia que dirige como primera etapa de una revolución que abrirá paso al socialismo, se plasmó en los hechos mediante la guerra popular, en un futuro libre de opresión y esclavitud para las masas del Terai.
En 2002, el parlamento declaró la liberación de los tharúes del sistema kamaiya, aunque estos ya estaban retomando sus tierras y muchos terratenientes estaban en plena desbandada, ante los avances maoístas en la región.
Fue muy obvio que la declaración del parlamento era más que una maniobra política; era una vil conspiración de las potencias imperialistas, el gobierno y ciertas organizaciones no gubernamentales con financiamiento extranjero para alejar a los tharúes de la revolución maoísta. La declaración de "liberación" del parlamento sonaba falsa.
Para engañar a los kamaiyas, el gobierno emprendió el reparto de pequeñísimas parcelas de tierra a un pequeño grupo de familias. En las zonas bajo su control, el viejo gobierno repartió unas cuantas tierras a algunos miembros selectos de la comunidad tharú y conservó las demás tierras como "zanahoria para el burro". Así, busca fomentar la ilusión de que distribuirá tierras a otras personas. Hasta hoy, no ha repartido más tierras, pues nunca fue su intención. Y no es posible repartirlas bajo el actual sistema reaccionario. Por eso, muchos kamaiyas "liberados" están volviendo a venderse a sus antiguos terratenientes. Por ejemplo, el New York Times (6 febrero 2004) dio a conocer que Phool Kesari, una antigua esclava tharú a cuyo esposo se lo llevó el Ejército Real de Nepal por ser supuesto simpatizante maoísta, contempla volver a trabajar para su antiguo zamindar. Phool Kesari piensa que nunca va a volver a ver vivo a su marido. Hoy, en las zonas bajo el control del ERN, son comunes tales casos.
El artículo pasa por alto el hecho de que el proceso de la guerra popular cobra fuerza y rompe cadenas. Dice que "los maoístas hicieron poco o nada para liberar a los tharúes del peonaje; las organizaciones internacionales y nacionales lograron presionar al gobierno". No obstante, admite que en la aldea de Bardya, "los jóvenes tharúes hablan con alegría de que los terratenientes tienen que huir ante la furia de los maoístas". Bal Krishna Chaudhary, un estudiante tharú de 18 años de una familia de antiguos peones y a cuya hermana mayor, Sita, partidaria de los maoístas, se la llevó el ERN hace dos años, dijo con orgullo: "Ahora, todos los zamindares nos tienen miedo". Los maoístas, agregó, "hablan por el pueblo, hablan por los tharúes".
Si bien el New York Times dice que la insurgencia "provocó caos" y "perjudicó muchísimo" al país, admite que la guerra popular "operó cambios en la correlación del poder entre los terratenientes y los sin tierra, que no ha logrado hacer la democracia pluripartidista desde 1990".
Hace muy poco, el gobierno anunció un nuevo plan "para erradicar la pobreza" mediante el reparto de tierras. El plan limitará la cantidad de tierras que un terrateniente puede poseer y propone pagar por las tierras a los zamindares, las cuales supuestamente repartirá entre los campesinos sin tierra. Los campesinos tendrán que reembolsar al gobierno por plazos.
Es muy probable que el proceso lleve a una enorme concentración de la tenencia de las tierras y dé grandes oportunidades para que los inversionistas, bancos extranjeros y el Banco Mundial adquieran las tierras. Por tanto, los campesinos pobres y hasta los campesinos medios (ni hablar de los kamaiyas de la comunidad tharú) perderían sus tierras y caerían en el destierro y mayor pobreza, y tendrían que venderse. Los revolucionarios aplican una política muy distinta: confiscar las tierras y repartirlas a los pobres sin tierra.
La rebelión de los tharúes sacudió de a de veras al viejo orden. El coronel Dipak Gurung, vocero del ERN, dijo que los tharúes son "personas muy mansas; por lo común no oponen resistencia" y que "por naturaleza, por su cultura, son sumisas". Pero en el contexto de la guerra popular, estas personas "mansas" y "sumisas" han empuñado las armas para deshacerse del yugo de la opresión y por primera vez tomar el futuro en manos propias.
En la misma semana que salió el artículo del New York Times , se operaron cambios nuevos y sorprendentes en la misma región: en medio de una efusión de alegría de la población, se declaró la Región Autónoma Nacional Tharú. Decenas de miles de ex kamaiyas celebraron abiertamente su liberación y nuevo poder. Tal acontecimiento fue posible únicamente bajo un nuevo poder, en las bases de apoyo rojas de la región controladas por las fuerzas maoístas.
Los medios informativos occidentales no dijeron nada sobre este histórico suceso.
La lucha por la autonomía regional y nacional es un elemento fundamental del programa del PCN (M) para resolver el complejo problema de la opresión nacional y las disparidades regionales. La prensa occidental no informó acerca de este ni otros sucesos similares en otras partes del país, como la declaración de la Región Autónoma Nacional Magar y de la Región Autónoma Beri-Karnali, pues no son dignos de salir en los diarios y la televisión en el mundo de los imperialistas y la reacción. ¡El silencio de los medios informativos occidentales acerca de lo que tiene tanta importancia para los pueblos largamente despreciados y olvidados, que manifiestan con tanta contundencia estos sucesos, es verdaderamente asombroso!