Obrero Revolucionario #1241, 23 de mayo, 2004, posted at http://rwor.org
Al cierre de esta edició1241n, el periodista Seymour Hersh ha informado que altos funcionarios de la CIA le dijeron que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, aprobó la tortura de los presos en los penales yanquis en Irak. La información salió el 24 de mayo en un artículo de la revista New Yorker (http://newyorker.com).
Las nuevas revelaciones tienen implicaciones de enorme repercusión: primero porque documentan que los más altos niveles del gobierno aprobaron la tortura en Irak; y segundo porque demuestran lo intensas que son que las riñas intestinas de la clase dominante.
Esto socavará la posición personal de Rumsfeld, y además afectará la capacidad del gobierno de lograr sus metas en Irak y hasta la legitimidad de la camarilla de Bush.
Los dirigentes de esa camarilla han rechazado la acusación de que aprobaron la tortura en Irak o en cualquier lugar y le echan la culpa a un puñado de carceleros militares. Pero ahora se ha filtrado la verdad: están en el centro de una amplia red de mentiras y brutalidad.
El artículo de Hersh empieza así:
"No se pueden identificar las raíces del escándalo del penal Abu Ghraib examinando a unos pocos reservistas militares. Hay que examinar la decisión aprobada en 2003 por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, de expandir una operación clandestina, que antes se enfocaba en la búsqueda de militantes de Al Qaeda, a los penales de Irak".
Continúa: "Varios agentes de los servicios de inteligencia estadounidenses me dijeron que esa operación del Pentágono, conocida en la comunidad de inteligencia por varios nombres en clave (como Copper Green), animó a coaccionar físicamente y con humillación sexual a los presos iraquíes con el fin de generar más inteligencia acerca de la insurgencia".
Hersh escribió que en el otoño de 2001, Rumsfeld estableció una "operación negra" especial llamada Special Access Program (SAP). Como parte de ese programa, el Pentágono, la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) aprobaron de antemano la captura, el asesinato o el interrogatorio brutal de cualquier sospechoso en cualquier parte del mundo. Hersh también escribió que le informaron al presidente Bush sobre la operación. Un ex funcionario de la CIA lo resumió así: "Las reglas son: `Agarren a quienes sean necesarios y hagan todo lo que sea necesario'".
Inicialmente el blanco de SAP era Al Qaeda y los talibanes en Afganistán, pero luego lo expandieron a Irak y más allá.
Los métodos de tortura y asesinato de SAP los aplicaron por primera vez en Irak para capturar a Saddam Hussein. Luego, en respuesta al rápido crecimiento de la insurgencia y la incapacidad del Pentágono de infiltrar la resistencia, Rumsfeld aprobó (y el subsecretario Stephen Cambone puso en vigor) las operaciones de SAP contra la resistencia. Una parte de SAP es la mano dura en los penales yanquis en Irak, así que trasladaron a los interrogadores militares al control de SAP. Hersh informó que los métodos aprobados para Abu Ghraib incluyen la humillación sexual, lo que recomendó un estudio académico de "la cultura y psicología árabes" . Tomaron fotos de esa humillación para chantajear a los presos para que fueran soplones.
Hasta la fecha la aprobación de esos métodos ha sido un secreto cuidadosamente protegido. No se menciona en los documentos oficiales y SAP no tiene oficina ni presupuesto. Ni siquiera lo clasifican como "secreto"; oficialmente no existe. Pero sacaron información con torturas y la mandaron al alto mando militar.
Un agente de la CIA le dijo a Hersh que la operación establecida para combatir Al Qaeda ahora se usa "contra taxistas, cuñados y gente arrestada al azar".
Rumsfeld, los generales y todo el gobierno de Bush negaron rotundamente que aprobaron la tortura en Abu Ghraib o en cualquier otro penal. Rumsfeld dijo eso varias veces la semana pasada ante el Congreso. Pero un alto funcionario de la CIA le dijo a Hersh: "Hay gente que piensa que puede soltar cualquier mentira".
Ya antes de que saliera el número del 24 de mayo del New Yorker,el vocero del Pentágono tildó el artículo de Hersh de "ridículo, conspirador y lleno de errores y conjeturas anónimas".
Pero incluso antes del artículo de Hersh se sabía que la tortura, el asesinato y el abuso sexual de los presos son técnicas comunes en penales yanquis por todo el mundo. Cada día se filtran nuevas revelaciones: los violaron, los atacaron con perros, les dieron golpizas, los quemaron, les dieron choques eléctricos y les dijeron que iban a violar a las mujeres de su familia. Se sabe que varios presos han muerto por las golpizas y torturas.
Y no cabía mucha duda de que esos métodos gozaban de la aprobación de los más altos niveles del gobierno: el Pentágono, el Departamento de Justicia y la Casa Blanca.