Obrero Revolucionario #1244, 20 de junio, 2004, posted at http://rwor.org
Recibimos esta carta:
Desde hace años vengo diciendo que el día que Reagan muera me pondré a bailar. Pero en medio de mi alegre baile me puse a pensar: hay lecciones de los años 80 que podrían servirles a quienes HOY están luchando por un mundo diferente. Y cuando vi cómo están aprovechando la muerte de Reagan para alabar todo lo que Estados Unidos les está haciendo a los pueblos del mundo, lo vi con más claridad. Pensé en la importancia del marxismo-leninismo-maoísmo y del indispensable papel de timonel que juega nuestro presidente para sacarnos de esta locura.
La década de los 80 fue intensa. Me crié en la era de un posible enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, metida en el rollo punk, furiosa y enojada. Sentí la necesidad de hacer algo contra la pesadilla de que de adeveras terminaríamos muertos en medio de una guerra nuclear, y Ronald Reagan era el símbolo de todo lo que odiaba en este sistema.
Todos veíamos que la suerte del planeta estaba en juego, ¡porque era cierto! Muchos nos politizamos cuando Reagan se mudó a la Casa Blanca: el tipo que abrió un tajo de sangre en Centroamérica al financiar directa e indirectamente (el escándalo Irán/contra) la contrarrevolución en Nicaragua y los escuadrones de la muerte en El Salvador; el tipo que apoyó a gente como Marcos en Filipinas y Ríos Montt en Guatemala. Cuando le preguntaron por la protección del ambiente, contestó: "Si has visto una secoya, las demás son iguales". El tipo dijo bromeando por la radio: "Conciudadanos: tengo el gusto de informarles que he firmado una ley que prohíbe a Rusia para siempre. El bombardeo empieza en cinco minutos". ¡¡Y él era el pendejo con el dedo en el gatillo nuclear!!
Cuando entré al movimiento me guiaba el pacifismo y la política de identidad, pero me radicalizaron las protestas audaces y creativas de los más avanzados, muy especialmente del movimiento "No Business As Usual" (Romper la rutina) y sus afiches que mostraban una cara sonriente derritiéndose en una nube nuclear. ¡Carajo! Me encantó su consigna: "¡Paremos la guerra nuclear, a como dé lugar!". Todo eso iba en contra del programa de "América resurgente" que llevó a Reagan al poder.
Uno de mis mejores recuerdos es la vez que conseguimos boletos para una función del los republicanos donde estaría Reagan. (En estos tiempos del inquisidor Ashcroft es difícil pensar que se podía hacer eso). Decidimos desenmascarar el apoyo de Reagan a la contra en medio de su discurso. Ahí en el salón uno como si estuviera en una manifestación de la juventud hitleriana. Pensé: "Chin, nos van a matar". Pero la idea de que no se hiciera nada me dio más pavor. Cuando salió, nos pintamos la cara de blanco, nos quitamos los abrigos para que se viera la ropa de campesinas que llevábamos y nos paramos en las sillas. Llevábamos una franja de tela blanca con el nombre de mujeres centroamericanas desaparecidas, de mujeres violadas, torturadas y asesinadas a causa de Reagan. Empezamos a gritar los nombres: "María Rodríguez, ¡presente! Ana Salazar, ¡presente!". ¡Fue la locura! La prensa internacional giró las cámaras hacia nosotras y la imagen de mujeres que trastornaron el mensaje del "gran comunicador" recorrió el mundo. Unos chavos republicanos nos empezaron a gritar "¡perras!", "¡putas!"; decían que nos iban a matar. Los guardias nos echaron a la calle, donde nos recibieron los que estaban protestando. ¡Qué maravilloso!
Odiar a Reagan fue fácil, pero comprender que representaba a un sistema de imperialismo que es responsable de toda la miseria no fue algo que entendí espontáneamente. Para eso fueron necesarios el PCR y Bob Avakian. Mis primeros contactos con el PCR fueron por medio del Obrero Revolucionario . Todos me decían, léelo, léelo, ¡pero ya! Empecé a leerlo y me dejó asombrada; de sus páginas saltaban cosas que nunca me había imaginado; por ejemplo, clases e imperialismo, así como lo que decían Bob Avakian, Mao, Lenin y Marx.
En todos esos años que pasé de activista nunca consideré que se trataba de un sistema, que el problema es el capitalismo y no un payaso en la Casa Blanca. Nunca se me había ocurrido la posibilidad de hacer la revolución y de construir un mundo comunista. Fue el proletariado internacional que me obligó a ver que para acabar con este sistema se necesitaba una revolución proletaria guiada por el marxismo, leninismo y el maoísmo. Y fueron las palabras de Bob Avakian que me ayudaron a ver más allá de lo que me imaginaba:
"Si te puedes imaginar un mundo sin Estados Unidos --sin todo lo que representa Estados Unidos y lo que hace en el mundo-- entonces ya has dado grandes pasos y has comenzado a tener por lo menos un vislumbre de un mundo completamente nuevo. Si te puedes imaginar un mundo sin ningún imperialismo, explotación, opresión --y toda la filosofía que lo justifica-- un mundo sin división de clases o sin diferentes naciones, y todas las ideas estrechas, egoístas, anticuadas que lo defienden; si te puedes imaginar todo esto, entonces tienes las bases para el internacionalismo proletario. Y una vez que has levantado las miras a todo esto, ¿cómo no vas a sentirte obligado a tomar parte activa en la lucha histórico-mundial para hacerlo realidad; por qué te contentarías con menos?".
BALAS: De los escritos, discursos y entrevistas de Bob Avakian
Ahora estamos en el 2004 y Reagan está muerto, pero el sistema no. Sin embargo, aun muerto le presta servicio al sistema y lo usan para golpear al pueblo. Hoy, la guerra y la represión están castigando duro a muchos y, aunque es importante solidarizarse con el profundo odio a Bush y todo lo que representa, es sumamente importante comprender a fondo que no importa quién funja de presidente --Reagan o Clinton, Bush o Kerry-- los instrumentos del poder, las inequidades y la explotación seguirán vigentes, y eso es algo que tenemos que barrer de una vez por todas.
Vale, me parece bien bailar al mirar "La gira de la muerte de Reagan 2004". Pero ahora es más crucial que nunca que los que quieren un mundo diferente, y quieren comprender la naturaleza del sistema y lo que hay que hacer para enterrarlo, se conecten con el PCR y encarnen la línea política de nuestro único e irremplazable presidente.