Una carta sobre Abu Ghraib
Obrero Revolucionario #1246, 18 de julio, 2004, posted at http://rwor.org
He aquí la carta de un lector:
Todos estamos al tanto del "escándalo" de la tortura de presos en el penal Abu Ghraib. Ya que no lo pudieron tapar los medios de comunicación capitalistas y las autoridades, nos aseguran una y otra y otra vez que fue una aberración, una excepción, que fueron actos aislados de unos cuantos soldados rasos. Aunque han salido a la luz más pruebas que desmienten estas declaraciones de la prensa y nuestros supuestos "líderes", todavía hay gente en Estados Unidos y el mundo que no capta que ese tratamiento inhumano proviene de la naturaleza de este sistema, o que cree que esta nación "libre y democrática" trata, generalmente, de respetar los derechos humanos.
Yo he visto el racismo abierto en esta sociedad: la cultura de la supremacía blanca; la idea de que la gente de Estados Unidos es mejor que la de otros países; y que andan de "chingones" por donde sea. Este tipo de maltrato proviene de las divisiones de clase y la supremacía blanca que es el fundamento de este sistema. Millones de negros, latinos y otra gente pobre y oprimida que viven en los ghettos y barrios de este país, y los más de dos millones de presos, saben y sienten en carne propia que el sistema no respeta para nada los derechos humanos.
Cuando por primera vez vi las fotos de los soldados estadounidenses que torturaban a los presos en Abu Ghraib, me dio una rabia que no me la aguantaba. Tenía algo en la mano y lo aventé al suelo de puro coraje. Eso ya lo había visto.Así tratan a los que no son como ellos, esta es la naturaleza de las fuerzas armadas y la máquina policial del estado. Eso es lo que hacen. Me acordé de las injusticias que vi y viví cuando yo estaba preso, y el parecido me alteró profundamente. La tortura en Abu Ghraib, qué puedo decir, simplemente me encabroné. Me dio ganas de aventarme a luchar contra el sistema mil veces más duro. Sentí más urgentemente que nunca que lo tenemos que tumbar.
Lo primero que me hizo el penal fue mandarme al programa SHOCK (choque), algo parecido a un campamento militar que dura seis meses. En teoría, sirve de "choque" para los jóvenes condenados por primera vez de crímenes no violentos, para que no caigan de nuevo en el sistema carcelario. Pero en realidad, los guardias puercos que controlan estos campamentos someten a los presos a insulto verbal y degradación, los obligan a participar en ejercicios militares, les enseñan que no tienen ningún valor propio y que obedezcan ciegamente a la autoridad.
Una de las reglas de la sala de rancho es que uno debe terminar toda la comida que le sirvieron. Si no la termina a la hora en que le toca desocupar la mesa, tiene que terminarla parado antes de salir.
En casi todas las circunstancias yo cumplía con las reglas mientras esperaba el traslado, con el menor contacto posible con los oficiales de corrección (COs o guardias), como me aconsejaron los presos veteranos en el penal del condado. Pero un día en la sala de rancho, decidí que no me pasaba la comida que tenía en el plato, y la tiré. Los COs se miraban unos a otros y pelaban los dientes con un gusto cruel. Uno me dijo: "Te vas a arrepentir de no comerte eso". No le contesté.
A mi grupo lo sacaron de la sala de rancho, y me esposaron y me obligaron a entrar en un vestíbulo apartado. Cerraron las puertas de acero, pero estoy seguro de que se oían mis gritos desde afuera. Me dijeron que me parara contra la pared y que alzara las manos, y lo hice. Un CO me agarró el brazo izquierdo, lo jaló hacia arriba, luego atrás y abajo como manos de reloj. Sentí, sin exagerar, como si me lo hubieran arrancado. Otro me golpeó en la cabeza. Inmediatamente me caí al suelo y me tapé la cara. Media docena de COs me daban patadas en las costillas y la cabeza, me pegaban a macanazos. Sí, los COs de alto rango estaban presentes. Al último, uno me dio un macanazo directamente en el codo que me hizo soltar un grito por primera vez. Estos puercos me pararon a jalones y me llevaron a la "Unidad Especial de Vivienda" (SHU). No tenía sensación en el brazo y me preguntaba ¡si me lo habían quitado!
Me metieron al cuarto de entrada, apartado de los otros presos y con media docena de guardias otra vez. Cuando me quitaron las esposas, el brazo estaba entumecido pero ¡siquiera pude ver que lo tenía! Me dieron una cachetada. Por fin dije, en un tono sarcástico pero no en broma: "Bueno, ahora sí me está entrando un poco de miedo". El CO siguió golpeándome.
De allí me encerraron en una celda de aislamiento durante 30 días. No, miento: me sacaron una vez, para acusarme oficialmente de "asaltar a un oficial de corrección", ¡un obvio pretexto para meterme en aislamiento por no comer! Me trajeron comida cochina, no me permitieron bañarme ni hacer ningún contacto. Después de los 30 días, me trasladaron a un penal de mediana seguridad por poco tiempo y luego al de máxima seguridad.
Vi a otros presos a los cuales los dejaron completamente desnudos hasta que se vieron obligados a cooperar con los guardias y doctores. Vi que sacaron del SHU a presos sangrientos por las golpizas de los guardias, y los llevaron al hospital. La Coalición del 22 de Octubre para Parar la Brutalidad Policial describe miles de casos de víctimas y familias que no corrieron con la misma suerte que yo, y perdieron la vida.
Como dijo el presidente del PCR, Bob Avakian, en "Hill Street Blues, Richard Pryor y la verdad desnuda" (en el libro Reflections, Sketches & Provocations ): "Los puercos son puercos. Por supuesto que esa es una imagen, un símbolo; en un sentido textual son seres humanos, pero son seres humanos con una mentalidad asesina, autorizados, disciplinados, desatados por la clase dominante para mantener a los oprimidos bajo la bota, sometidos, con el terror siempre que sea necesario".
Entonces, cuando yo veo las fotos de lo que pasó en Abu Ghraib y escucho que nuestros supuestos "líderes" dicen que esos incidentes son "aislados", ¿creen que me voy a tragar esa mierda? Conozco la realidad, tanto que me arde. Yo sé que los defensores del sistema tienen que actuar así para someter a los miles de millones de personas del mundo a las condiciones más miserables. Pero también sé que esa violencia produce odio contra el mismo sistema que defiende, y que hay potencial para convertirla --con la dirección de la línea política correcta del marxismo-leninismo- maoísmo-- en un aporte a la lucha revolucionaria para transformar las condiciones miserables en un mundo radicalmente diferente sin opresión ni explotación.
En Escalar las alturas y Volar sin red de seguridad , el presidente Avakian dice: "La revolución abre todas esas posibilidades y sienta la base para lograrlas a través de lucha, y hay que lograrlas si queremos seguir avanzando. Fíjense que todos los días hacemos trabajo político con varias capas sociales, como son las masas oprimidas y las capas medias. Y en este sistema todos sufren de una forma u otra, e incluso los que no lo sienten tanto en carne propia están indignados por las grandes injusticias, por tantas cosas totalmente innecesarias, y sienten una gran frustración por todo eso y porque parece que no se puede hacer nada... y en lo fundamental es cierto: no se puede hacer nada bajo este sistema. Pero podemos cambiar todo eso, podemos transformarlo, pues en este sistema hay un chingo de cosas que las masas necesitan, que son elementales, y que no se pueden hacer, pero con la revolución y el nuevo poder revolucionario podemos hacerlas.
"Recapitulando, debemos tener muy presentes los dos aspectos de la contradicción: salvo el poder, todo es ilusión, y con el poder muchas ilusiones pueden hacerse realidad. He aquí una contradicción muy importante, una unidad de contrarios, que debemos captar firmemente y divulgar a las masas. No somos como los fanáticos religiosos. No andamos repitiendo babosadas sobrenaturales y pintando todo de color de rosa. Nuestros planteamientos se basan en la realidad material y la necesidad concreta de las masas, y corresponden a las tendencias actuales de la historia, aunque esas tendencias se manifiesten muy contradictoriamente en el mundo y la sociedad". (Segunda parte: "Queremos el poder... ¡Y así debe ser!")
Un lector