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Revolución #125, 6 de abril de 2008
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Las protestas en Tibet y el descontento de abajo
Empezando el 14 de marzo, estallaron rebeliones en Tibet contra el reaccionario gobierno de China. Ha sido difícil obtener informes confiables sobre los sucesos, ya que la mayoría son del gobierno chino o de individuos y no se los puede verificar. Pero esta parece ser la mayor protesta contra el gobierno en Tibet desde hace 20 años.
Este conflicto en Tibet es muy complejo, con diferentes fuerzas de clase e intereses, y diferentes fuerzas políticas, como los grupos religiosos reaccionarios vinculados al imperialismo yanqui.
Por un lado, esta lucha tiene que ver con la opresión nacional del pueblo tibetano por un gobierno que se llama “socialista” y “comunista”… pero que NO lo es. El gobierno chino es reaccionario y capitalista. Por otro lado, ocurre en un contexto internacional mayor. Estados Unidos busca agresivamente extender y apretar su dominación mundial imperialista. Tibet está en una región del mundo de importancia geoestratégica, donde Estados Unidos tiene mucho en juego en Afganistán, Pakistán e India. Estados Unidos tiene una larga historia de apoyar a fuerzas reaccionarias en Tibet; la CIA ha trabajado de la mano con el Dalai Lama y lo ha apoyado. Hoy, unos sectores de la clase dominante estadounidense están promoviendo al Dalai Lama y lo están utilizando para presionar, desestabilizar y hasta destrozar a China, que consideran un rival estratégico económico y político de largo plazo a su dominación global. Hay que oponernos a las maniobras del imperialismo estadounidense en Tibet.
Varios informes indican que cientos de monjes budistas iniciaron una marcha desde el monasterio Drepung Loseling hacia la capital, Lhasa. En camino, la policía los paró y arrestó a entre 50 y 60 monjes. Luego otros monjes de Drepung se unieron a una huelga de brazos caídos.
Al día siguiente, el sábado por la mañana, en un mercado al aire libre unos monjes y otros tibetanos empezaron una protesta y hubo escaramuzas con las fuerzas de seguridad chinas. Según testigos y videos, tibetanos airados quemaron carros y vehículos militares y atacaron edificios gubernamentales y tiendas de propietarios chinos. Al anochecer, las autoridades impusieron un toque de queda y mandaron soldados a patrullar las calles.
Las protestas continuaron por varios días, y miles de tibetanos chocaron con la policía de motín. También hubo informes de protestas de tibetanos en otras ciudades de China e India. Si bien los informes sobre la cantidad de víctimas no son fidedignos, parece que murieron manifestantes, tenderos y fuerzas de seguridad. El 24 de marzo, 11 días después de los primeros enfrentamientos, el New York Times informó que miles de policías paramilitares y soldados del ejército ocuparon Lhasa.
Tres etapas de la historia moderna de Tibet
El pueblo tibetano es una minoría étnica en China oprimida por el sistema capitalista en China, y que esa opresión ha redoblado en los últimos años. Pero para entender lo que está pasando, primero es importante entender que la historia de Tibet (oficialmente conocida como la Región Autónoma de Tibet) NO ha sido, como dicen los grandes medios, una historia de oposición a un mismo gobierno desde 1949.
La historia moderna de Tibet se divide en tres etapas. Antes de 1949, Tibet no era, como se suele decir, un paraíso de armonía y paz. Lo gobernaba una salvaje teocracia en la que la doctrina budista reforzaba el orden de las clases y la opresión social. De 1951 a 1976, tras la victoria de la revolución comunista, Tibet ingresó al proceso revolucionario de la construcción del socialismo, con reformas económicas y sociales radicales y liberadoras. Luego, desde la restauración del capitalismo en China en 1976, el pueblo tibetano ha sufrido explotación, subyugación como pueblo, supresión de su cultura y el desarrollo capitalista acelerado, que es una amenaza al medio ambiente. (Ver artículo: “Tibet: De teocracia salvaje a liberación socialista a pesadilla capitalista”)
¿De qué se trata el descontento?
Mucha gente piensa que lo que está pasando en Tibet es que “un gobierno comunista oprime a fuerzas religiosas”. Pero esta es una idea equivocada: el gobierno chino NO es socialista ni comunista. Además, aunque el gobierno chino está reprimiendo a fuerzas religiosas budistas (entre ellas los reaccionarios partidarios teocráticos del Dalai Lama, ligados al imperialismo yanqui), esto es parte y ocurre en el contexto de la opresión nacional y represión generales del pueblo tibetano.
Mucho de lo que la gente en Estados Unidos sabe de Tibet viene de lo que las noticias dicen sobre el Dalai Lama, quien para muchos es símbolo de “la paz y la no violencia”. Pero la verdad es que cuando estaba en Tibet, el Dalai Lama y su familia eran dueños de siervos y opresores feudales. Y desde que huyó de Tibet en 1959, ha sido el líder religioso de un movimiento pro Estados Unidos y pro imperialista de tibetanos exiliados. Su visión actual de Tibet abarca tanto llegar a un acuerdo con el gobierno chino (y su programa de desarrollo capitalista), como la integración directa de Tibet a los planes del imperialismo occidental, y especialmente de Estados Unidos.
Repito, ha sido difícil determinar el carácter y los contornos de estas protestas por la dificultad de obtener informes confiables. Y un análisis de esto no está al alcance de este artículo. Pero se puede decir ciertas cosas sobre el carácter de clase de las fuerzas que están participando en el levantamiento.
Entre los factores del levantamiento están el apoyo al Dalai Lama y la libertad de religión. Hay una fuerte represión contra los que apoyan al Dalai Lama y exigen independencia. Por ejemplo, se dice que a los empleados del gobierno de Tibet se los presiona (o requiere) a repudiar al Dalai Lama y es prohibido ondear la bandera tibetana. Como parte de la opresión general del pueblo tibetano, reprimen la religión budista y la cultura tibetana. Y las varias fuerzas religiosas e independentistas, entre ellas las que apoyan al Dalai Lama, han desempeñado un papel importante en las protestas. Lo que los medios grandes casi no mencionan, y lo que no es obvio, es que hay problemas políticos y económicos mayores que han provocado el masivo y amplio descontento en Tibet, que ahora está chocando con las fuerzas del gobierno chino.
Las multitudes de tibetanos airados, entre ellas muchos jóvenes desempleados, atacaron y quemaron símbolos del desarrollo capitalista, como una rama del Banco de China, así como hoteles y otros establecimientos que atienden a turistas y tiendas chinas, que son un ejemplo inmediato y visible de la discriminación que sufren los tibetanos. El pueblo han forma la mayoría de la población de China y los hui son chinos musulmanes que desempeñan un papel importante en el comercio en Tibet. En las últimas dos décadas, y especialmente en los últimos años, muchos han y hui se han trasladado a Tibet como parte importante de sentar una infraestructura económica y estructura social capitalistas en las cuales los tibetanos sufren discriminación. La gran mayoría de los más de un millón de turistas que van a Tibet cada año son han.
En Tibet y las provincias vecinas de Quinghai, Gansu y Sichuan, los tibetanos viven al lado de los han que han estado llegando en grandes cantidades, atraídos por las enormes inversiones estatales y subvenciones estatales para los capitalistas. Pero ahí existen dos mundos separados y disparejos, y muchos han desprecian y desconfían de los tibetanos, a quienes consideran inferiores. Los tibetanos se sienten resentidos y tienen mucha indignación por su subyugación y opresión. En Tibet, por lo general el privilegio y el poder están en manos de los han, y muchos de los dueños de negocios son han o hui. Por su parte, los tibetanos experimentan discriminación y viven en los distritos pobres de las ciudades y las aldeas pobres.
La pesadilla de la “modernización” capitalista en Tibet
La China capitalista, aunque sigue dependiente y subordinada al imperialismo, tiene ambiciones regionales y globales. El programa del gobierno chino para Tibet concuerda con el programa económico y social que está implementando por todo el país: un programa de “modernización” capitalista acelerado. Para las masas tibetanas, así como para las masas chinas de todo el país, eso significa más explotación y más pobreza. También significa una mayor brecha entre ricos y pobres, entre los que tienen y los que no tienen. La restauración del capitalismo ha sido y sigue siendo una pesadilla para las masas populares de China, y especialmente para las nacionalidades oprimidas como los tibetanos. Y lo que se requiere es nada más ni menos que otra revolución y una sociedad socialista auténtica para liberar a todos los pueblos de China.
La explotación y opresión capitalista, así como la opresión nacional, tienen varias dimensiones en Tibet. Un ejemplo de eso es el muy célebre ferrocarril que terminó de construirse en el 2006. Une a Tibet con China, costó $4.1 mil millones y supuestamente es indispensable para el desarrollo de la economía tibetana. Los tibetanos esperaban que generaría trabajos, rebajaría el precio de las importaciones y elevaría el nivel de vida. Pero la realidad es que el desempleo entre los tibetanos es muy alto, ya que la mayoría de los trabajos nuevos (o los mejores) se los dieron a los han. La situación para la mayoría de tibetanos que viven en las zonas rurales ha mejorado muy poco. El desarrollo económico imprudente en Tibet también ha aumentado las amenazas al medio ambiente. Además, como han señalado varios analistas, a todo esto le acompaña la descarada corrupción de los funcionarios del gobierno y los empresarios.
Una de las principales razones para la construcción del ferrocarril es que el gobierno central busca fuentes baratas de recursos naturales para el desarrollo impulsado por las ganancias, y quiere crear un sistema de transporte más eficiente para extraer las enormes cantidades de cobre, hierro, plomo y otros minerales que se encuentran en las alturas de Tibet, que conservan su belleza natural.
En el pasado, la minería en Tibet era de pequeña escala, en comparación con las normas mundiales, pero la industria metalúrgica china ahora opera por todo el mundo en el contexto de la competencia capitalista, vende y compra en los mercados mundiales, y requiere enormes cantidades de minerales. Gabriel Laffitte es asesor de desarrollo que trabaja con los exilados tibetanos reaccionarios en torno al Dalai Lama que apoyan el desarrollo capitalista. Pero en un artículo sobre la minería en Tibet escribió: “Para decidir dónde en Tibet abrir una mina o una fundición, las compañías de acero y de cobre chinas compararán el costo de la extracción en Tibet con el costo de una operación similar en Brasil, Canadá, Australia u Orissa… Los depósitos minerales de Tibet que antes parecían muy lejanos, caros y complicados para la industria china, que se centra en la costa, ahora podrían ser rentables debido al aumento del precio mundial y la escasez de energía y minerales”. (Tibet Bulletin, enero-abril del 2007, en tibet.net)
El desarrollo de la minería es solo un aspecto de los intereses y exigencias del capitalismo globalizado que imponen el marco para las inversiones en Tibet e impulsan y moldean el desarrollo económico.
Además, el gobierno central fomenta el turismo como un componente importante del desarrollo capitalista en Tibet. El resultado es perjudicial para el pueblo tibetano, porque la industria ofrece servicios a los no tibetanos y gran parte del desarrollo ocurre en las ciudades. Todo esto contribuye a mayores desigualdades, como entre las zonas urbanas y las rurales, y entre los que trabajan en las ciudades y los campesinos.
Para el pueblo tibetano, todo eso significa más superexplotación, desigualdad y discriminación. Y esto está provocando el gran descontento e indignación que han estallado en las calles. \
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