Obrero Revolucionario #1252, 19 de septiembre, 2004, posted at http://rwor.org
Recibimos lo siguiente del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
9 de agosto de 2004. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar . La conferencia internacional sobre SIDA, celebrada en Bangkok en julio de 2004, presenció airadas protestas de los habitantes de la ciudad y de muchos trabajadores de salud y voluntarios de muchos países. Estaban muy enardecidos y con razón.
En el mundo, aproximadamente 65 millones de personas tienen el virus VIH (que con el paso del tiempo causa SIDA), causa de muerte de proporciones históricas sin precedentes. Pero ni un jefe de estado de ninguna gran potencia asistió a la conferencia bianual, que es la principal reunión mundial de organizaciones de combate al SIDA, investigadores, activistas de servicios médicos y representantes gubernamentales.
En la conferencia, un mensaje del presidente francés Ja‡ques Chirac retó a Estados Unidos por haber ofrecido un trato preferencial en relaciones de comercio bilaterales a los países del tercer mundo que dejen de producir y distribuir versiones de bajo costo de los medicamentos antirretrovirales que prolongan la vida de los enfermos del SIDA.
Los medicamentos que fabrican las grandes trasnacionales cuestan diez mil dólares por paciente al año, pero una versión genérica idéntica, fabricada en Brasil, cuesta menos de 300 dólares al año. En agosto de 2002 en Ginebra y de nuevo en la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Cancún en septiembre de 2003, se llegó a un acuerdo que permite la venta en los países pobres (y a estos) de medicamentos genéricos que salvan la vida. Pese a los acuerdos, Estados Unidos exige categóricamente que los países pobres compren los medicamentos de las grandes farmacéuticas y sostiene que los medicamentos genéricos de bajo costo fabricados por otros países violan sus "derechos de propiedad intelectual". Para circunvenir los acuerdos de las conferencias internacionales, la administración Bush ha estado negociando acuerdos de comercio bilaterales con varios países del tercer mundo, con promesas de darles trato preferencial si acatan las normas de "propiedad intelectual" estadounidenses y si no compran las versiones de bajo costo de sus medicamentos antirretrovirales.
En noviembre de 2002, Estados Unidos anunció un plan de un nuevo "tratado de libre comercio" (semejante al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o TLCAN) con la Asociación Aduanal del Sur de África: Botswana, Lesotho, Namibia, Sudáfrica y Suazilandia. Como parte del tratado, Estados Unidos presiona duramente por mayores controles sobre los derechos de propiedad intelectual y quiere prohibir la exportación de medicamentos genéricos fabricados en otros países. Tal prohibición impediría que Sudáfrica fabricara medicamentos genéricos contra el SIDA-VIH y que los exportara a otros países africanos que los necesitan con urgencia. La industria farmacéutica estadounidense hasta demandó al gobierno sudafricano para obligarlo a dejar de fabricar una versión genérica de bajo costo de medicamentos antirretrovirales muy caros.
En algunos países imperialistas, como Francia e Inglaterra, la industria farmacéutica está casi a la par de la armamentista como fuente de ganancias. Pese a lo que diga el gobierno yanqui, lo que defiende no son altas normas de fabricación de medicamentos ni "derechos de propiedad intelectual" en general, sino los intereses de sus gigantescas farmacéuticas. Estas empresas tienen más peso en las riquezas de la clase dominante francesa que en las de la estadounidense. Francia, como algunas otras potencias europeas, no duda en criticar la campaña estadounidense de monopolizar el mercado internacional de medicamentos porque tal campaña perjudica a algunas de las principales empresas francesas.
Es más, el gobierno estadounidense exige que la mayoría de sus fondos para los proyectos de combate al SIDA los distribuyan dependencias estadounidenses, que obedecen a los intereses económicos y políticos de la clase dominante capitalista monopolista estadounidense. De esta manera su férreo control del financiamiento del combate al SIDA representa un chantaje político y económico a los países pobres y profundiza la dependencia y la pobreza de la mayoría de los pueblos.
El SIDA es una enfermedad que se nutre de desigualdad y relaciones de poder. Hay tantas víctimas en gran parte debido a las relaciones desiguales entre hombres y mujeres que existen en todos los países del mundo.
Por ejemplo, algunos expertos señalan que la mejor manera de controlar el SIDA es que las personas que tienen relaciones sexuales tengan igualdad social. Pero no existe ninguna sociedad en el mundo actual en que hay igualdad entre hombres y mujeres. El fenómeno de los hombres mayores que buscan mujeres jóvenes es una importante causa de la diseminación del SIDA en África y Asia. En algunos países, el mayor sector social que corre el riesgo de contraer el SIDA son las mujeres casadas, porque los esposos tienen esposas jóvenes y/o otras parejas sexuales. Incluso en los países ricos, los más oprimidos son quienes más padecen el SIDA.
Aunque a los políticos estadounidenses les gusta hacerse pasar por defensores de la mujer, el historial mundial del gobierno en materia del SIDA es otra cosa. La administración Bush recortó muchísimo el financiamiento a la campaña africana y a una parte de la asiática de lo que iba a ser una campaña mundial de 15 mil millones de dólares contra el SIDA. Bush lanzó personalmente la campaña como "prueba" de la "bondad" y "compasión" norteamericanas ante la furia mundial por la violación de Irak. Por luego recortaron los fondos diciendo que uno de los siete organismos internacionales involucrados participa en campañas de control de la natalidad en China. La oposición a la popularización y la distribución de condones, una barrera simple y efectiva al contagio del SIDA, es un ejemplo de que las ideas medievales sobre la mujer que pregonan los países más poderosos e instituciones religiosas del mundo han causado enormes daños.
Asimismo, otro elemento que multiplica el mortífero poder del SIDA son las relaciones opresivas entre los países. Debido a la pobreza causada por el imperialismo y sobre todo a las presiones del imperialismo, a la gente con SIDA en los países pobres se le depara una muerte temprana, mientras que con los nuevos medicamentos la mayoría en los países ricos ahora puede llevar una vida casi normal por muchos años.
Las relaciones entre los países imperialistas y los países oprimidos del tercer mundo no son meramente relaciones entre ricos y pobres, sino relaciones en que un puñado de países domina a la mayoría de los países y pueblos del mundo. Puede que los imperialistas no hayan inventado el SIDA, pero su sistema mundial y las relaciones opresivas y atrasadas que mantiene de diversas formas en todos los países hacen que una enfermedad peligrosa pero con tratamiento amenace con causar un holocausto de proporciones sin precedentes, sobre todo en África y Asia. Eso, sin lugar a dudas, es otro crimen de lesa humanidad.
Como ilustra la lucha en torno a los nuevos medicamentos contra el SIDA, los mayores obstáculos a su eliminación no son científicos sino sociales. El imperialismo es el principal factor que está prolongando el sufrimiento de la humanidad.