Obrero Revolucionario #1253, 3 de octubre, 2004, posted at http://rwor.org
El discurso de George Bush ante la ONU el 21 de septiembre fue una mezcla de arrogancia y fantasía deliberada. Pintó un cuadro feliz de la guerra contra Irak, en que los iraquíes dan la bienvenida a las fuerzas de ocupación como libertadores, el país se está estabilizando, y la dominación estadounidense lleva la "libertad" y la "democracia" a todo el Medio Oriente... ¡y el resto del planeta!
Declaró que "el pueblo iraquí ha restablecido la soberanía", o sea, que ahora supuestamente está en control del país.
Pero pasó por alto que en realidad los 150,000 soldados yanquis son la "soberanía", y que la vida política sigue dominada por Estados Unidos y su enorme embajada en Bagdad.
También pasó por alto que Washington creó el actual "gobierno interino" y que lo encabeza un infame agente de la CIA, Iyad Allawi. En la dimensión paralela donde vive Bush, el servil Allawi "merece el apoyo de todas las naciones partidarias de la autodeterminación y la paz".
Antes de la guerra, Bush alabó los informes de la CIA que decían que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, porque le convenía. Pero ahora no le conviene endosar el informe de julio de la CIA, que esboza tres panoramas del futuro de Irak: la guerra civil, la fragmentación política o una estabilidad tenue bajo una larga ocupación. Ahora dice que los tres panoramas son "pura conjetura".
Pero al margen de las fantasías de Bush, el control yanqui de Irak se está haciendo trizas. La insurgencia sigue cobrando fuerza y las fuerzas yanquis se encuentran más aisladas que nunca. Es muy posible que tengan que aplazar las elecciones para la asamblea constitucional, programadas para enero de 2005. El plan de construir un bastión en el centro del Medio Oriente, con sus yacimientos petroleros, se le está escapando de las manos a Washington.
Bush dio su discurso ante una asamblea de delegados hostiles de la ONU que sabían que decía puras mentiras, pero en realidad hablaba para los oídos de la ciudadanía estadounidense. Esperaba que una vez más se tragara las mentiras y la propaganda oficial.
Últimamente las fuerzas yanquis se han metido en feroces batallas en varias ciudades donde la insurgencia está fuerte, como Najaf, Fallujah, Ramadi, Tal Afar y Bagdad, y las han bombardeado repetidas veces. Desde hace meses la situación en Samarra está estancada.
Han muerto muchos civiles iraquíes, pero los medios casi no los mencionan. Patrick Cockburn, del periódico inglés Independent,informó: "Mientras Estados Unidos decía que ataca a los insurgentes con armas de precisión, en la televisión los iraquíes veían los escombros de una ambulancia destruida en un bombardeo aéreo, en que murieron el chofer, un paramédico y cinco heridos".
El respetado website inglés iraqbodycount.net calcula que de 12,778 a 14,820 civiles iraquíes han muerto desde la invasión el año pasado. El 21 de septiembre el Washington Post informó: "Los comentaristas del Jordan Times y el Daily Star de Beirut, Líbano, dicen que han muerto 30,000 iraquíes. Esa misma cifra la mencionó la Organización Iraquí de Derechos Humanos, un grupo independiente de Bagdad".
Estados Unidos está librando una guerra de contrainsurgencia clásica, atacando al pueblo iraquí como "castigo colectivo". Lleva a cabo redadas, arresta a miles de personas y las mete en penales como Abu Ghraib, donde realiza brutales interrogatorios. Muchos ataques son una declaración a toda la población de quién está al mando. El pueblo iraquí no olvidará las barbaridades que cometen las fuerzas de ocupación.
A pesar de la brutalidad yanqui, la insurgencia (principalmente una mezcla de fuerzas políticas nacionalistas e islámicas) sigue cobrando fuerza. El 20 de septiembre, en un artículo titulado "Peor de lo que se piensa", la revista Newsweek informó:
"La cantidad de bajas estadounidenses sigue creciendo, pero lo peor es que los expertos en guerra de contrainsurgencia ven tendencias perturbadoras. El Departamento de Defensa informó que en agosto hubo un promedio de 87 ataques al día contra las fuerzas estadounidenses, o sea, el peor mes desde que el presidente Bush fue al portaaviones Abraham Lincoln en mayo de 2003 en uniforme de piloto a anunciar la victoria. Un análisis preliminar de las estadísticas de julio y agosto indica que los ataques cubren una zona más amplia del país. Además, la cantidad de soldados muertos o heridos por balas subió enormemente en agosto. Antes, las bombas eran la principal causa de las heridas, como es usual en la segunda fase de una insurgencia, cuando la principal forma de combate son las emboscadas. (La primera fase consta principalmente de reclutamiento y sabotaje, como ocurrió al comienzo de la insurgencia en Irak). Que tantos soldados caigan a bala significa que los insurgentes están trabando combates, lo que es típico de la tercera fase. Otra estadística problemática es la cantidad de ciudades y pueblos donde no entran los soldados estadounidenses".
A diario salen informes acerca de lo difícil que es controlar las ciudades de Irak, especialmente Bagdad. Muchos contratistas se están yendo del país y esto afecta los planes de reconstrucción de la infraestructura. Por su parte, los periodistas dicen que es "demasiado peligroso" salir de las zonas fortificadas para informar sobre la guerra o la situación de la población civil.
Un experto sobre Irak de la universidad militar Army War College le dijo al periódico inglés Guardian el 16 de septiembre:
"La insurgencia está creciendo y madurando. Lleva a cabo ataques mayores y mejor coordinados, y las fuerzas insurgentes tienen más capacidad para regenerarse. No es correcto decir que hay cierta cantidad de insurgentes y que solo tenemos que matarlos a todos. La insurgencia puede regenerarse porque hay gente dispuesta a reemplazar a los que caen en el combate. En la cultura política hay mucha hostilidad hacia Estados Unidos, y esto cobrará más fuerza si la ocupación persiste".
Un corresponsal del San Francisco Chronicle describió así la situación el 24 de septiembre:
"De las zonas de control curdas del norte a los pantanos chiítas del sur, Irak está salpicado de zonas donde rara vez se ven las tropas estadounidenses y aliadas, y donde las milicias operan con impunidad y están en control de muchas ciudades que incluso oficiales militares estadounidenses dicen que son `zonas donde no se puede entrar'".
Considérese lo siguiente del columnista Paul Krugman del periódico liberal New York Times , el 21 de septiembre:
"Bush lleva a Estados Unidos hacia una derrota estratégica. Esa es una declaración severa, pero casi todos los expertos militares y de inteligencia independientes coinciden en ella. Es difícil encontrar una sola zona urbana fuera de Kurdistán donde Estados Unidos y sus aliados ejerzan control. Los insurgentes operan libremente, incluso en el centro de Bagdad, donde las fuerzas de la coalición solo controlan los terrenos donde estén parados, no importa cuántas batallas ganen. Además, el plan de maquillar la ocupación con una cara iraquí es un fracaso: como se ve con el señor Allawi, cualquier líder asociado con Estados Unidos pierde legitimidad ante el pueblo".
Han muerto más de 700 policías iraquíes. Un ex coronel del ejército yanqui le dijo a USA Toda el 22 de septiembre:
"En este momento estamos perdiendo la guerra. Esto no quiere decir que ya está perdida, pero no veo cómo la dirección civil o militar podría cambiar la marea".
Las bajas yanquis siguen aumentando, a pesar de que, según el Washington Monthly,los informes sobre los muertos en combates en Irak no salen en las primeras planas en Estados Unidos desde que "tomó las riendas" el gobierno interino iraquí. También está creciendo el descontento de los soldados.
La cadena MSNBC informó que 63 soldados estadounidenses murieron entre el 1§ y el 24 de septiembre, y que la tasa de muertes ha aumentado cada mes desde junio (¡a pesar de que Bush prometió que nombrar un gobierno iraquí debilitaría la insurgencia!)
El Pentágono dice que 1,019 soldados yanquis han muerto y 7,245 han sufrido heridas en Irak, pero el 15 de septiembre la agencia noticiosa UPI informó que han evacuado a unos 16,765 soldados por razones médicas de Irak y Afganistán (y el Pentágono no menciona esa estadística).
El 21 de septiembre el Christian Science Monitor mostró un vistazo del descontento de las fuerzas yanquis en Irak. Una corresponsal entrevistó a unos soldados en junio y julio en el centro, el norte y el sur del país, y concluyó que muchos están furiosos con Bush "porque los enredó en una guerra descaminada". En el "triángulo sunita", un Marine que vio la película Fahrenheit 911de Michael Moore, que condena la administración de Bush, le dijo: "Todo el mundo la está mirando. Ha cambiado la opinión de mucha gente".
En Najaf, otro soldado le dijo: "Nueve de cada 10 soldados dicen que están dispuestos a votar por cualquier candidato que no sea Bush. Están hartos de Irak y de Bush".
Incluso varios republicanos pro guerra están preocupados. El senador Chuck Hagel de Nebraska dijo "no creo que estamos ganando" y que Estados Unidos "tiene grandes problemas en Irak". El senador John McCain de Arizona dijo: "No cabe duda de que, a lo mínimo, la situación se está deteriorando".
Tras el 11 de septiembre de 2001, el gobierno inició una gran ofensiva contra el mundo. El pretexto oficial fue que era una "guerra contra el terrorismo", pero en realidad la Casa Blanca puso en vigor un plan trazado años atrás para extender la dominación yanqui de varias regiones estratégicas del mundo. De hecho la "guerra contra el terrorismo" tiene la meta de reconfigurar el mundo militar, política y económicamente.
La primera fase fue la conquista de Afganistán y el establecimiento de nuevas bases militares por todo Asia Central. La segunda fase fue la conquista de Irak en marzo de 2003.
En esas dos fases, Washington buscaba fortalecer el control del Medio Oriente y de Asia Central, dos regiones de gran importancia estratégica con vitales recursos energéticos. Desde hace muchos años los estrategas imperialistas dicen que tal control es esencial para la estrategia global estadounidense.
Pero aunque derrotaron rápidamente al gobierno de Saddam Hussein, la conquista y ocupación de Irak no se ha desenvuelto como estaba previsto, y esto pone en peligro un elemento clave de este plan.
Los imperialistas yanquis tienen muchos dilemas en torno a Irak:
Primero, tienen que forjar más apoyo popular en Estados Unidos para su ofensiva y aplastar la creciente oposición a la ocupación.
Bush está haciendo esto alternando entre la fantasía de "todo está bien" y una postura de cowboy dura y asesina. Por su parte, y para otros círculos, John Kerry promete librar la guerra más hábilmente y conquistar la victoria despachando más tropas.
Segundo, no importa quién gane en las elecciones presidenciales de noviembre, el gobierno tendrá que forjar una fuerza política y militar iraquí leal que tenga cierto grado de estabilidad. Tendrá que crear un ejército títere y llevar a cabo elecciones.
Tercero, la clase dominante cree que tiene que "confrontar" a Irán, un importante país vecino que también tiene recursos petroleros, al que Washington acusa de azuzar la resistencia en Irak y construir armas nucleares.
Las fantasías de Bush sobre Irak no se deben principalmente a que está "en las nubes". Son otra mentira más con que buscan tapar la verdad, calmar los temores de una costosa guerra sin fin, y convencernos de que Bush nos está "protegiendo" con fuerza y resolución.
Ambos candidatos presidenciales han mencionado la posibilidad de retirar las tropas de Irak.
Pero las realidades de esta guerra y de las ambiciones globales del imperialismo yanqui rechazan ese curso de acción.
Es poco probable que las fuerzas iraquíes o aliadas entren en combates en el futuro cercano, y la clase dominante yanqui le da tanta importancia estratégica a Irak que no puede permitir que se le escape de las manos.
En pocas palabras, es altamente probable que ya hayan trazado planes para despachar más tropas y extender la guerra poco después de las elecciones (no importa si gana Bush o Kerry).
Ya se ha informado que las fuerzas armadas van a despachar otros 15,000 soldados para las elecciones en enero, o sea, que tendrán más de 150,000 efectivos en Irak. El general Abizaid dijo hace poco que se necesitarán más tropas "para garantizar el proceso electoral".
El columnista Krugman del New York Times escribió el 21 de septiembre: "Se cree ampliamente que en noviembre, unos pocos días después de las elecciones, la administración de Bush iniciará una ofensiva de gran envergadura contra las zonas donde reina la insurgencia. Esa ofensiva será el equivalente de una reconquista del país".
El candidato demócrata, John Kerry, ha recomendado reclutar a otros 40,000 soldados para las fuerzas armadas y aumentar la cantidad de soldados en Irak para combatir la insurgencia. No ha dicho si los nuevos reclutas irán directamente a Irak.
Por el momento, la Casa Blanca se opone a enviar más tropas antes de las elecciones. Después de todo, le costaría mucho trabajo decir, por un lado, que todo está bien y, por el otro, que tiene que despachar más tropas.
Pero aplazar el envío de más tropas ha creado problemas para la ocupación. La resistencia sigue creciendo y ganándose más apoyo popular, y esto pone en peligro el control yanqui y la viabilidad de la ocupación.
Además, nuevos ataques militares podrían hacer trizas las elecciones iraquíes de enero.
Krugman señala: "A diferencia de los comandantes desventurados de Saddam, los insurgentes no nos complacerán atrincherándose en el campo, donde los puede destruir la fuerza aérea. Una difícil guerra urbana que lleve a muchas bajas estadounidenses y la muerte de muchos civiles inocentes aumentará las filas de nuestros enemigos".
Hace poco la Casa Blanca destinó unos tres mil millones de dólares de la reconstrucción de Irak al fortalecimiento del gobierno títere. Pero la insurgencia sigue cobrando fuerza debido al desempleo de millones de personas, la falta de la más mínima seguridad, y la escasez de servicios de electricidad, agua potable y alcantarillado.
A finales de septiembre, solo habían gastado mil millones de los 18 mil millones de dólares que el Congreso aprobó hace 10 meses para reconstruir la infraestructura y otros servicios. (Christian Science Monitor, 17 de septiembre)
Celebrar elecciones es el elemento central del plan para crear un gobierno neocolonial estable con una cara iraquí y cierto grado de legitimidad entre la población. Pero la situación no augura nada bueno para las elecciones.
Durante una visita a Estados Unidos en septiembre, Iyad Allawi dijo que la situación está bajo control; que ya se pueden celebrar elecciones en 15 de las 18 provincias de Irak; que sin duda alguna se celebrarán elecciones en enero; y que la insurgencia solo está más intensa "porque son sus últimas boqueadas".
Pero unos pocos días después, el 23 de septiembre, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, le dijo al Congreso que solo se celebrarán elecciones en algunas provincias: "Digamos que tratamos de celebrar elecciones y que tenemos éxito en tres cuartos del país, pero que en algunos lugares no podemos porque hay mucha violencia. Bueno, así es la vida. No hay nada perfecto". Al día siguiente, el funcionario número dos de Departamento de Estado lo contradijo; dijo que las elecciones tienen que "ser para todos los ciudadanos".
Se dice que al gran ayatolá chiíta, Ali al-Sistani, quien ha aceptado y apoyado la ocupación hasta la fecha, le preocupa mucho el plan de celebrar elecciones. Teme que Estados Unidos las aplace o lo haga con un acuerdo entre bastidores; que los chiítas, que son la mayoría en Irak, no tengan control de la asamblea transicional; y que todo el proceso sea ilegítimo.
Otro factor que dificulta la situación de Estados Unidos en Irak y por toda la región es la República Islámica de Irán, parte del "eje del mal" de Bush, junto con Irak y Corea del Norte.
Lo que más le preocupa a Washington es la posibilidad de que Irán esté construyendo armas nucleares. Esto cambiaría la correlación de fuerza militar en la región, porque Irán tendría una mayor capacidad para responder a amenazas militares.
Además, a Washington le preocupa que Irán esté ayudando o alentando directa o indirectamente a los rebeldes chiítas en Irak (Rumsfeld lo ha dicho públicamente) y que, de todos modos, las dificultades que tiene Estados Unidos en Irak están fortaleciendo a Irán.
La ocupación yanqui de Irak es una amenaza al gobierno iraní. Pero el hecho de que Estados Unidos se encuentra empantanado en Irak significa que Irán tiene la oportunidad de negociar acuerdos entre Estados Unidos y los chiítas, y le ha dado más influencia en otras esferas.
Así que la clase dominante yanqui está debatiendo varias opciones sobre Irán, entre ellas desestabilizar el gobierno.
Un vistazo de ese debate salió en una columna del Wall Street Journal el 8 de septiembre escrita por dos oficiales militares jubilados, autores de un libro sobre cómo salir victoriosos en la "guerra contra el terrorismo": "Es esencial que detengamos a Irán inmediatamente y con fuerza, dentro y fuera de Irak... Dado que Irán quiere arrebatar el control de la región, tenemos que responder con más fuerza que en cualquier otro momento de nuestra guerra fría de 25 años con Irán. Nuestro éxito en Irak depende de esa respuesta".
Es diciente que, en el actual debate político, la nueva "estrella" demócrata, Barack Obama (candidato al Senado de Illinois), sugirió la semana pasada que Estados Unidos podría tener que iniciar un ataque de prevención con misiles contra las fuerzas armadas iraníes.
Ante tantas dificultades, la clase dominante debate cómo manejar una gama de contradicciones. Pero ninguna figura prominente, republicano o demócrata, exhorta a abandonar Irak o acabar con la "guerra contra el terrorismo", que en realidad es una ofensiva global imperialista.
En vez, parece que van a escalar la guerra contra Irak y, quizás, toda la región. Por ejemplo, en el discurso ante la ONU, Bush pidió una "nueva definición de seguridad" que da a las naciones (o sea, a los imperialistas) el derecho de tomar medidas para "extender la libertad a los países controlados por gobiernos tiránicos" (en palabras del New York Times).
Hay rumores de que impondrán de nuevo el servicio militar. Hace poco una comisión del Pentágono concluyó que Estados Unidos no tiene suficientes fuerzas para librar las guerras en Irak y Afganistán y realizar otras misiones, si se requieren.
Pero los imperialistas se encuentran atrapados en una dinámica impredecible. Poco después del 11 de septiembre de 2001, Bob Avakian, presidente del PCR, escribió que la campaña de dominación global de los imperialistas conlleva la posibilidad de que "las cosas se les salgan de las manos por completo... los imperialistas han puesto en marcha cosas que no retrocederán, y será difícil controlarlas", con el potencial de crear lo que llama "un hervidero de contradicciones". ("Los grandes retos de la nueva situación", OR,17 de marzo de 2002, en la internet en rwor.org)
Esto es precisamente lo que ha pasado en Afganistán y, especialmente, en Irak. Para los imperialistas, escalar esas guerras llevará a nuevas dificultades por toda la región.
Por ejemplo, un nuevo estudio del Instituto Real de Asuntos Internacionales de Inglaterra concluyó que las varias regiones de Irak podrían separarse o podría haber una guerra civil, y que eso "podría ser la chispa para trastornos regionales".
Eso podría pasar de varias maneras: la insurgencia podría extenderse a todo el país, Estados Unidos podría cancelar las elecciones, o podría haber un conflicto entre Estados Unidos e Irán. Las elecciones, cuya meta es crear un gobierno títere más estable, podrían desestabilizarlo más. Un investigador iraquí comentó: "En vez de cicatrizar las heridas, unas elecciones mal preparadas podrían ahondarlas".
Un ex ministro de relaciones exteriores de Egipto expresó los temores de los títeres de toda la región: "En Irak se han abierto las puertas del infierno, y la situación se está poniendo más complicada y enredada".