Revolutionary Worker #1257, October 31, 2004, posted at http://rwor.org
Hace poco sucedió algo en Irak que representa un gran problema para el ejército yanqui: una unidad desobedeció órdenes.
Dieciocho soldados del pelotón 343 de intendencia desobedecieron órdenes de llevar combustible a una base en Taji, al norte de Bagdad. Los soldados acababan de regresar de una misión de 10 horas a una base militar, donde les rechazaron el combustible por estar contaminado y, cuando regresaron a la base, les esperaban órdenes de llevar el mismo combustible contaminado a Taji en la madrugada: un viaje de 350 kilómetros. Los soldados le dijeron a su comandante que sus vehículos no tenían la protección necesaria para la misión. Sin embargo, les ordenó cumplir la misión.
La gota que colmó el vaso fue que no recibirían respaldo de otra unidad para el peligroso viaje. En ese momento, según la prensa grande, los soldados desobedecieron las órdenes y ahora los esperan una serie de medidas disciplinarias.
Los familiares de los 18 soldados dicen que tomaron la decisión porque era una "misión suicida". Si bien no fue oposición consciente a la guerra, el incidente ha preocupado a las autoridades. La prensa especula si es una señal de baja moral en vista de la mayor resistencia a la ocupación estadounidense. La revista Newsweek cita a un oficial: "Naturalmente, lo que todos quieren saber es si es un incidente aislado o si es el comienzo de la avalancha".
Por otra parte, las autoridades están aprovechando el incidente para decir que lo que hace falta es más dinero, más armamento y más soldados para continuar la guerra en Irak. Además de los politiqueros burgueses, también lo dicen familiares de soldados que protestan por la situación. El punto de vista de esta gente es que aunque uno se oponga a la guerra tiene que "apoyar a los soldados". Pero los que dicen eso tienen que preguntarse: ¿y los crímenes que esos soldados están cometiendo contra la gente de Irak y qué harían si estuvieran "mejor armados"?
El atolladero en que se encuentra Estados Unidos en Irak está provocando importantes interrogantes entre los soldados. Muchos se preguntan qué tiene que ver la invasión con la "guerra contra el terrorismo". Otros se han enfurecido al enterarse de las enormes ganancias que están sacando unas corporaciones y de los enormes salarios que reciben las agencias privadas y militares de seguridad.
Una de las acusaciones más fuertes es la de las "armas de destrucción masiva", que fue el pretexto que Bush dio para la invasión, y que ha causado desmoralización y falta de convicción de las tropas. Muchos han rehusado participar en las atrocidades que se cometen, mientras que otros cuestionan la misión que se les mandó cumplir.
A esto se agrega la creciente resistencia que han montado diversas fuerzas de Irak. Hay zonas como Fallujah en que Estados Unidos no puede entrar, así como lugares como Samara, Ramadi y Bagdad, donde hay fuerte oposición y constantes ataques contra Estados Unidos. El New York Times informó que en un período de 30 días se dieron 2,368 ataques: un promedio de 80 ataques al día. La promesa de una victoria veloz y fácil se ha evaporado. A esto se agrega la decisión de no permitir que los que han cumplido su turno en Irak regresen a Estados Unidos.
El último libro de Michael Moore, Will They Ever Trust Us Again? (¿Nos creerán otra vez?) da un vistazo de la difícil situación en que se encuentran los soldados. El libro contiene cartas de soldados escritas después del estreno de la película Fahrenheit 911.
Una carta comenta sobre el tratamiento de empleados iraquíes: "...Otra vez me pusieron a escoltar iraquíes. Ese día recibimos muchas unidades de vivienda y los iraquíes terminaron de trabajar cuando se puso el sol. El problema fue que contrataron conductores de Jordania y los camiones no tenían suficiente combustible. El mismo sargento no les quiso dar nuestro combustible y les dijo que tendrían que comprarlo en otro lugar. Eso no les pareció nada bueno a los conductores, ya que los insurgentes no nos atacan solo a nosotros sino a los que trabajan para nosotros también. Así que los conductores pidieron quedarse en la base esa noche hasta la madrugada, pero el sargento les dijo que no. Nosotros los vimos irse de la base sin armas, sin escolta y muy asustados. Lo único que se me ocurrió es que si así es como América trata a la gente que trabaja con nosotros, con razón nos ponen bombas a lo largo de las carreteras.
"Lo mismo sucedió durante los ocho meses que estuve en Irak y eso me hizo ver que no estábamos ahí para liberar a esa gente, ni para encontrar armas de destrucción masiva. Ya no tenía la menor idea de por qué estábamos ahí combatiendo".
Otra carta del libro de Moore pregunta sobre el papel de Estados Unidos en Irak: "¿Dónde están las armas de destrucción masiva? ¿Por qué estamos en Irak? ¿Por qué diablos están muriendo nuestros soldados? ¿Señor Bush, en qué sentido puede decir que estamos más a salvo hoy que cuando se robó las elecciones? Cuando estuve en el desierto vi a muchos que estaban decepcionados y se preguntan por qué estamos en Irak. No se sabe quiénes son los amigos y quiénes son los enemigos. Un país que antes NO TENÍA campamentos de entrenamiento ahora los tiene por todos lados. Jamás podrán estabilizar a Irak, será otro Vietnam. Ojalá se alegre de eso, Sr. Bush, porque yo no me alegro...".
En una entrevista que le hizo el Colectivo Revolucionario de Escritores y Artistas de Chicago a un soldado que estaba de licencia, dijo: "Eso es puro show. Estamos ahí para mostrar el poderío de Estados Unidos y no para liberar a Irak. No fuimos a buscar armas de destrucción masiva. Para mí la destrucción masiva es cuando lanzan bombas de 3000 libras para destruir una ciudad... Pienso que estamos ahí para mostrar el poderío de Estados Unidos, Bush quiere impresionar. Nuestra función es mostrar que nosotros somos los perros grandes. Esto está de la patada. No sé por qué estamos ahí. Jamás vamos a ganar. No es posible conquistar a un pueblo".
Todo eso ilustra los sentimientos contradictorios de los soldados y las brechas que se podrían abrir dentro de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Hay mucho resentimiento por las mentiras que ha contado la administración Bush sobre la guerra. Sin embargo, mucho se expresa en el contexto de "apoyar a los soldados" y de preocuparse por su seguridad, sin ver el papel de las fuerzas armadas imperialistas en el fortalecimiento del imperio, lo que significa para el pueblo iraquí y, a partir de eso, rechazar la guerra.
Hay soldados que se han declarado en contra de esta guerra, como Stephen Funk y Camilo Mejía, que acabaron en la cárcel por no querer participar en esta guerra imperialista. Otros, como Brandon Huey y Jeremy Hinzman, se escaparon a Canadá, desde donde siguen oponiéndose a la guerra.
También está el caso del sargento de los Marines Jimmy Massey que les dijo a sus comandantes: "Gracias, mayor, pero ya no quiero su dinero ni sus prestaciones. Mira cuate, tú mataste civiles y ahora tendrás que vivir con eso y yo voy a decir la verdad. Yo no voy a matar civiles por ningún gobierno... Mis padres y parientes me enseñaron que ciertas cosas no se hacen y matar a civiles inocentes es una de ellas".
No es de conocimiento público, pero otros soldados se han ido a Canadá en vez de ir o regresar a Irak y otros han preferido la cárcel. Cientos están ausentes sin licencia. La agencia noticiosa Associated Press informa que el ejército admite que por lo menos 800 soldados de la reserva no han cumplido órdenes de integrarse al ejército para ir a Irak o Afganistán. Eso es la tercera parte de los llamados a comparecer el 17 de octubre.
Hay que sacar más lecciones de esta situación de las tropas, y estar atentos a la posibilidad de mayores grietas en las fuerzas armadas a medida que se profundizan la guerra y la resistencia en Irak.
"Con frecuencia se ha lanzado la consigna `apoyemos a los soldados, no la guerra’. Para dar un ejemplo extremo y para recalcar lo incorrecta que es esta consigna, digamos que lancemos esta consigna en el contexto de una violación: `apoyemos al violador, no a la violación’. El apoyo debe desprenderse de lo que están haciendo. Mientras los soldados sigan siendo parte de la fuerza armada de Estados Unidos y sean instrumentos del sistema del que esas fuerzas armadas son una expresión, no es posible apoyarlos en ese contexto ni de esa manera. Debemos animarlos y alentarlos a que desobedezcan órdenes y que se rebelen, a que declaren conscientemente que no cometerán crímenes contra la humanidad, y nosotros debemos desarrollar apoyo masivo cuando y donde sea que lo hagan. También debemos popularizar ejemplos de la guerra de Vietnam y otras situaciones. Pero no se puede `apoyar a los soldados’ sin apoyar lo que están haciendo. De la misma manera que no se puede `apoyar al violador’ sin apoyar la violación, que es precisamente lo que Estados Unidos está haciendo, tanto en un sentido metafórico como en la práctica".