Obrero Revolucionario #1259, 21 de noviembre, 2004, posted at http://rwor.org
Pocas horas antes del ataque contra Fallujah, los Boinas Verdes yanquis tomaron por asalto el principal hospital civil. ¿Por qué? Primero, porque está al lado de un importante puente del río Éufrates. Segundo, porque el alto mando yanqui quería tapar las imágenes de bajas civiles que el ataque iba a producir.
Un corresponsal del New York Times que viajaba con las unidades invasoras explicó que a los oficiales "se les notaba la irritación" por los informes de bajas civiles que divulgó el hospital durante el año transcurrido, porque eran una "fuente de propaganda a favor de los insurgentes".
Así que para impedir que el mundo viera a los civiles heridos y muertos en el ataque, tomaron por asalto el hospital y lo pusieron bajo control militar. No encontraron armas ni oposición.
Además, no permitieron que los médicos entraran a la ciudad para atender a la población civil; se informa que no hay ni un solo cirujano en toda la ciudad.
El derecho internacional decreta que atacar un hospital civil es totalmente ilegal. La Cuarta Convención de Ginebra dice: "En ninguna circunstancia, podrán ser objeto de ataques los hospitales civiles organizados para prestar asistencia a los heridos, a los enfermos, a los inválidos y a las parturientas; deberán ser siempre respetados y protegidos por las Partes en conflicto".
Estados Unidos firmó esas convenciones internacionales sobre el tratamiento de prisioneros de guerra, la protección de hospitales, la prohibición de tortura, etc. Pero ahora el gobierno le ha dado permiso a las fuerzas armadas de pasarlas por alto.
Alberto Gonzales, el abogado de George Bush, escribió un memorando que tildó de "curiosas" y "anticuadas" las Convenciones de Ginebra para la "guerra contra el terrorismo".
Ese memorando fue parte de una discusión a los más altos niveles sobre la tortura de prisioneros de guerra capturados en Afganistán e Irak. Sentó las bases para lo que pasó en el penal Abu Ghraib y, ahora, para el ataque contra el hospital de Fallujah.
Mientras el ejército yanqui maltrataba a los médicos de Fallujah e interrogaba a los heridos a fusil, a Alberto Gonzales lo nominaron para ser el próximo secretario de Justicia.
Si el Congreso lo aprueba (y no parece que los demócratas se van a oponer), Gonzales estará a cargo del FBI y los fiscales federales. Podrá decidir qué leyes y derechos nacionales son "curiosas" y "anticuados" y mandar a pasarlos por alto.