Ron Artest no es el problema

Análisis revolucionario de la "bronca de la NBA"

by Carl Dix

Obrero Revolucionario #1261, 12 de deciembre, 2004, posted at rwor.org

Han repetido el video tantas veces que lo tengo grabado en la memoria. Ron Artest de los Pacers de Indiana comete un fuerte foul contra Ben Wallace de los Pistons de Detroit, cuando el partido ya estaba ganado. Wallace lo agarra del cuello con las dos manos, Artest se aleja de la explosiva situación y se acuesta sobre una mesa (tengo entendido que es una táctica para controlar la ira). En eso un fanático le lanza un líquido y se arma la bronca. Unos jugadores se suben a la tribuna tras unos fanáticos y otros fanáticos bajan a la cancha; empiezan a volar cerveza, sillas y golpes. Estas escenas las repiten hasta la saciedad, acompañadas de un sinnúmero de comentarios y artículos sobre la suspensión de Artest y otros Pacers dictada por el presidente de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA), David Stem, y sobre los problemas de Artest.

Me pregunto, ¿de qué problemas hablan? ¿De fanáticos que lanzan cerveza? ¿De peces gordos de la NBA, concentrados en las ganancias, que lo tienen que castigar como ejemplo para los demás?

Decir que el problema es que Artest ha tenido broncas con las autoridades de la NBA es puro rollo. Bush se lanzó a la guerra contra Irak con un montón de mentiras de que había armas de destrucción masiva y de que Saddam tenía lazos con Al Qaeda. Antes, cuando era gobernador de Texas, Bush realizó una cantidad récord de ejecuciones, incluso de inocentes. Pero la prensa no atribuyó eso a los problemas que tuvo con el alcohol ni a su adicción actual al fascismo cristiano de Pat Robertson.

Cuando el presidente de la NBA anunció las suspensiones (de Artest por el resto de la temporada y de Jermaine O’Neal y Stephen Jackson por 25 y 30 partidos respectivamente), dijo que Artest había violado el contrato social entre fanáticos y jugadores. ¿A qué contrato se refiere? Este no contiene una cláusula de que los fanáticos no deben agredir a los jugadores. De hecho, unos equipos lo institucionalizan; por ejemplo, los Wizards de Washington (antes los Bullets) ponían a alguien detrás de la banca del equipo visitante para hostigar a los jugadores y a los entrenadores. Se ponía a recitar canciones de Shaq con nueva letra, leía pasajes de la autobiografía de Phil Jackson y comentaba sobre los problemas que los jugadores habían tenido con la policía, todo con el fin de sacarles de quicio. En Boston animaban a los espectadores a hostigar al equipo visitante.

Este contrato social tiene que ver con la manera que la NBA ha abordado la mercadotecnia: venderles a los fanáticos, en su mayoría blancos, un deporte dominado por atletas negros con las características singulares de los jóvenes del barrio pobre.

Las autoridades saben que sin la fuerza, velocidad, agresión y agilidad de los jugadores negros el deporte sería blando y no atraería a los fanáticos a las canchas ni a comprar la enorme cantidad de mercancía deportiva que llevan los nombres y los números de los jugadores. Para resolver ese problema, animan a los jugadores a demostrar esas características en la competencia y hasta en combate entre los contrincantes. (Seguro que no se hubiera armado el lío que se armó si Artest le hubiera dado un puñetazo a Wallace cuando lo agarró del cuello. Lo máximo que hubieran hecho es suspender a los dos por un par de partidos). Pero lo que jamás se permite es que un jugador responda a lo que un fanático le haga a él o a su equipo. Piensen en los gladiadores del Coliseo romano: por más que los espectadores los aplaudían o abucheaban, jamás se les permitía responder directamente.

El racismo latente en este caso se basa en la historia. No estoy hablando de que a los negros los trajeron encadenados desde África ni a que les robaron estas tierras a los amerindios, aunque lo podría hacer porque viene al caso; a lo que voy es a la historia del baloncesto en este país, a que a los negros se les prohibió ingresar a la NBA hasta los años 50. Los mejores jugadores negros solo podían ganarse la vida en el baloncesto jugando para los Trotamundos de Harlem. La mayoría de los equipos profesionales rehusaron jugar con los Trotamundos, pero en la década de los 40 y 50 los Lakers de Minneapolis jugaron unos partidos con ellos y empataron en cuanto a juegos ganados y perdidos.

En los años 80, la NBA se puso a pensar cómo venderle un deporte dominado por atletas negros a aficionados blancos y, como resultado, se propuso dos cosas: 1) promover jugadores blancos de talento; con Larry Bird tuvieron éxito, pero fracasaron con la promoción de Danny Ferry; 2) moderar a los jugadores negros.

No es exageración mía decir que intentaron moderar la actitud de los jugadores negros. En las finales del campeonato de la NBA en 1984 los jugadores de los Lakers de Los Ángeles salieron a la cancha dándose "low-fives" en vez de "hi- fives", y enseguida las autoridades de la NBA les dijeron que no lo volvieran a hacer. Michael Cooper de los Lakers dijo que la orden vino de "una autoridad por encima del equipo e inferior a dios". Todo esto forma el trasfondo para la condena a Ron Artest.

Quiero ser claro. Este incidente no sucedió, ni se hizo el gran lío que es, por los problemas que tiene Artest. Las broncas entre jugadores de jockey, que son casi todos blancos, y sus fanáticos, que también son casi todos blancos, ocurren con tanta frecuencia que las consideran normales. También se han dado casos en los que los fanáticos interrumpieron partidos de béisbol y fútbol al correr a la cancha y a unos hasta los han golpeado los jugadores. Pero no hubo escándalo. Lo que pasa es que esta vez se trata del baloncesto, donde los jugadores son casi todos negros y los espectadores son casi todos blancos.

En un principio Artest se alejó del golpe que le dieron en la cara y de la toalla que le lanzaron, pero eso casi no se menciona. La discusión empieza en vez con el foul "duro" contra Wallace, aunque el partido ya estaba ganado, y de ahí salta a cuando se va contra el fanático que le lanzó la cerveza. Con respecto al foul, el partido estaba ya ganado, pero el entrenador de Indiana dejó a su equipo en la cancha, lo cual quiere decir que quería que siguieran jugando con intensidad. Cuando subió a la tribuna para golpear al fanático que le lanzó la cerveza y al fanático que se bajó de la tribuna para confrontarlo, Artest estaba respondiendo a lo que le hicieron a él directamente. Él se estaba defendiendo y por eso lo han convertido en el enemigo número 1 de la NBA.

Cuando David Stern y otros dicen que pase lo que pase Artest nunca debió haber subido a la tribuna, están aplicando una regla contra él que no se aplica en el resto de la sociedad: poner la otra mejilla. Artest se crió en el multifamiliar Queensbridge de Nueva York, donde no se pone la otra mejilla a no ser que uno quiera que lo vuelvan a golpear. La salida para Artest de ese lugar fue el baloncesto, del cual es uno de los mejores jugadores de la NBA en su posición, un jugador de entrega total, tanto en la ofensiva como en la defensiva. Su estilo competitivo ha llevado a roces con las autoridades de la NBA, por lo cual ya tiene suspensiones, y estas fueron motivo para imponerle el duro castigo, como si fuera reincidente. Esto es una medida que solo se ha aplicado contra Artest.

Con respecto a este incidente, el ex jugador de la NBA Charles Barkley dijo: "Estos tipos (los jugadores de la NBA) tienen que comprender la subcorriente racial que existe en la NBA. Los fanáticos ven en esto que negros millonarios se portan como estúpidos". Ese es uno de los temas que se discutió tras la bronca: el rencor de los aficionados ante atletas negros que carecen de gratitud y humildad por la posición que tienen. ¡Varios periódicos han expresado esto con comentarios sobre la moda de trenzarse el pelo estilo "cornrows"! (Estos periodistas están echando leña al fuego). Claro que hay una brecha entre el salario de los espectadores y el de los basquetbolistas, pero la brecha es mayor entre estos y los dueños de la NBA, que son casi todos blancos. Sin embargo, la prensa, de deportes o lo que sea, no azuza rencor contra los dueños, como está haciendo contra los atletas negros.

El tema del rencor y hostilidad contra los negros que no reconocen su lugar va de la mano con lo que se promueve en la sociedad en general. A los chavos negros los tratan como criminales, culpables hasta que se demuestre lo contrario. ¡Hoy en Estados Unidos uno de cada 10 hombres negros está en la cárcel! El rencor que se fomenta contra los negros orgullosos justifica ese tipo de injusticia.

Se acaban de celebrar elecciones en las que el partido de gobierno se puso a impedir votar a la mayor cantidad de negros posible. Yo sé que los republicanos lo niegan, pero está a la vista. El procurador de Justicia de Florida preparó una lista de personas condenadas de delitos graves para negarles votar. Casi todas las personas de la lista son negras y muchas jamás han sido acusadas de cometer un delito. Ahí mismo en Florida fueron policías armados a las residencias de personas que participaban en campañas de inscripción de votantes. En comunidades negras de Maryland y Michigan circularon volantes con la fecha equivocada del día de las elecciones, etc., etc.

La NBA suspendió a Ron Artest con miras a reforzar sus propias ganancias haciendo cumplir un "contrato social" que se basa en mantener en su lugar a los atletas negros, que son el cuerpo y alma de este deporte. El intenso debate que este incidente ha generado en la sociedad justifica todas las formas de mantener a los negros en su lugar, donde sea que estén. Esta discusión carece de realismo, y lo que hay que hacer es decir la neta y voltear la tortilla.

Carl Dix, vocero nacional del Partido Comunista Revolucionario
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