Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Obrero Revolucionario #1263, 26 de deciembre, 2004, posted at rwor.org
Recibimos lo siguiente del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
29 de noviembre de 2004. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Durante los últimos meses los medios de comunicación internacionales han estado informando mucho sobre las atrocidades cometidas contra los habitantes de Darfur en el oeste del Sudán. A instancias de Estados Unidos, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió la semana pasada en una sesión especial en Nairobi, Kenia, para analizar la situación en el vecino Sudán. Un alto el fuego negociado en esa conferencia se rompió casi de inmediato cuando los rebeldes del Ejército de Liberación del Sudán atacaron a las fuerzas gubernamentales y se apoderaron de Tawila. El gobierno respondió con ataques aéreos que destrozaron por completo el pueblo.
Decenas de miles de personas han muerto de hambre, enfermedad y otras causas relacionadas con el conflicto que empezó hace casi 22 meses. Según informes, se ha dejado sin hogar a más de un millón de personas, mientras que otros cien mil se han ido a países vecinos como Chad. El Occidente le echa la culpa al Janjawid, una milicia que se dice cuenta con el respaldo del gobierno del Sudán, y lo acusa de quemar pueblos y robar ganado para aplastar una rebelión. El gobierno del Sudán ha restado importancia a la amplitud de la crisis. Dice que como mucho han muerto 5,000 personas, entre ellas soldados del gobierno, mientras que las potencias occidentales, sobre todo Estados Unidos, dan cifras mucho más altas para justificar lo que dicen sería una intervención humanitaria, aunque supusiera acción directa militar. Es claro que el pueblo está sufriendo y que se están cometiendo crímenes en su contra.
La provincia de Darfur la conforman tres estados: Darfur Norte, Darfur Sur y Darfur Oeste. En el norte viven nómadas del desierto. El sur alberga a tribus africanas que trabajan la tierra. Las regiones del centro y del sur han presenciado desde hace mucho tiempo conflictos entre los nómadas, que buscan pasto y agua para su ganado, y los campesinos que defienden sus pequeños cultivos. Durante muchos años los propios pueblos resolvieron estas disputas. Por ejemplo, los nómadas del norte solo usaban determinados caminos. Pero desde 1980 las soluciones tradicionales se han venido abajo por varias razones, como la hambruna de 1980, en que murieron 75,000 personas. Desde entonces, por la sequía, escasea el agua y el desierto se está extendiendo. Además la interferencia de sucesivos gobiernos y de potencias extranjeras ha agudizado las diferencias entre los pueblos.
El gobierno de Omar Al-Bashir que subió al poder en el Sudán en 1989 es reaccionario y brutal. Se le conoce por cometer mucha tortura y ejecuciones y aplicar la ley islámica. Su base son los musulmanes del norte, que son relativamente prósperos. Una de sus principales fuentes de armas es Rusia. Rusia le ha vendido "un total de 12 aviones Mig-29 de ataque con los 370 millones de dólares de ingresos de petróleo, sumados a los bombarderos Antonov y los helicópteros Mi-24, cuyos ataques contra las aldeas en el oeste se han coordinado con los de la milicia Janjawid", según un artículo del número de julio del Middle East Report . A vísperas de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, Amnistía Internacional denunció a Rusia, China, Polonia, Francia, Irán y Arabia Saudita por agravar el conflicto suministrando armas al gobierno.
Antes de la actual rebelión en Darfur, el Ejército Popular de Liberación del Sudán (EPLS) libró una guerra contra el gobierno central sudanés en oposición a la política de arabizar e islamizar a los pueblos del sur. Hacia fines de 2002, cuando estuvo a punto de firmarse un acuerdo entre el gobierno y el EPLS, el Ejército para la Liberación de Darfur (el nombre original de lo que ahora se llama el Ejército de Liberación del Sudán) inició una rebelión en Darfur, acusando al gobierno central de tener abandonada la provincia. Al principio tuvieron éxito y vencieron a las fuerzas del gobierno. Después, una milicia árabe de Darfur Norte, que se llamaba Janjawid y a la que se decía daba armas el gobierno, se enfrentó a los rebeldes y logró imponerse. Los dos grupos étnicos son musulmanes y de la misma apariencia física, pero tienen diferencias culturales. Luego, otro grupo islamista que se llama el Movimiento para la Justicia e Igualdad se juntó a la lucha contra el gobierno. Según la BBC, estas dos organizaciones de Darfur tienen vínculos a nivel nacional con políticos de la oposición.
En abril del 2004 el gobierno y el Ejército de Liberación del Sudán firmaron un acuerdo de alto el fuego, pero los enfrentamientos no cesaron. En menos de tres meses, con un rápido aumento de la intervención extranjera, fracasaron las reuniones. En junio Estados Unidos acusó al gobierno sudanés de ser responsable del asesinato de miles de personas en Darfur. El secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, hizo una visita a los campamentos de refugiados en Darfur en julio y advirtió que la situación "se está aproximando al genocidio". La Unión Africana (UA) accedió a enviar una "fuerza de protección" de 300 elementos para apoyar a los 60 monitores que había enviado anteriormente a Darfur. Actualmente la UA tiene previsto enviar a 3000 soldados, aunque se supone que no van a combatir. El primer ministro británico, Tony Blair, anunció que Gran Bretaña está dispuesta a enviar hasta 5,000 soldados al Sudán, dizque con fines "humanitarios". El gobierno sudanés respondió que la población del país lo consideraría una invasión y que se convertiría en otro Irak. Francia envió a la frontera con el Sudán 200 de los mil soldados que mantiene en el vecino Chad.
Estados Unidos llevó el asunto ante el Consejo de Seguridad de la ONU, donde las grandes potencias empezaron a jalonear en sentidos opuestos. Cada una de las dos resoluciones del Consejo de Seguridad le dio al Sudán 30 días para desarmar a la milicia Janjawid o ser objeto de sanciones. Pero el Consejo quedó dividido sobre si tomar más medidas o no. Pieter Feith, un asesor del jefe de política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, le dijo a unos reporteros que aunque "es claro que se lleva a cabo una matanza extensa, silenciosa y lenta y que se están quemando muchos pueblos", eso no era genocidio. Powell se empeñó en que era genocidio y anunció nuevas y alarmantes cifras de la cantidad de personas en peligro. El Observer de Londres informó que "extraoficialmente, el Consejo de Seguridad de la ONU, los países europeos y la Unión Africana y, en privado, incluso funcionarios británicos" rechazaron el vocablo "genocidio" (3 octubre 2004.) Parece que continúa la división en el Consejo de Seguridad, porque la reunión del 19 de noviembre en Nairobi se limitó a aprobar una tercera resolución similar a las otras.
El Observer agregó: "Según personal de organizaciones humanitarias internacionales que trabaja en el Sudán, los funcionarios de la administración estadounidense han exagerado mucho las advertencias de que Darfur va hacia una catástrofe humanitaria apocalíptica. Se alega que el afán de Washington de un cambio de gobierno en Jartum ha sesgado los informes... Aunque los trabajadores de ayuda internacional entrevistados aceptan que hay una crisis en Darfur y que ocurren asesinatos, violaciones y desplazamientos de gran cantidad de personas, a muchos les extraña que la situación se haya convertido en tema de advertencias tan hiperbólicas cuando al mismo tiempo hay crisis de magnitud semejante en el norte de Uganda y en la parte oriental del Congo".
¿Por qué tiene Estados Unidos tantas ganas de intervenir en el Sudán? Aunque el gobierno del Sudán no está en la "Lista A" del "eje del mal", claramente está entre los que G. W. Bush y el gobierno estadounidense han apuntado para un cambio de gobierno. El Sudán ya estaba en esa lista años antes de que Bush accediera a la Casa Blanca. El presidente Bill Clinton autorizó un ataque de misiles contra la fábrica farmacéutica al-Shifa en el Sudán en 1998, bajo el pretexto sin fundamento de que estaba fabricando ántrax y no aspirina.
El Sudán ha ido adquiriendo importancia estratégica para Estados Unidos. Está situado al oeste del mar Rojo y al sur del canal de Suez, por donde pasa gran parte del petróleo de Arabia Saudita y mucho comercio entre África Central, el Medio Oriente y China. Se han descubierto vastas reservas de petróleo en el sur del Sudán e incluso en Darfur. China y Francia están metidas en proyectos de exploración y extracción, y de construcción de puertos y oleoductos. Francia empezó a buscar petróleo en una gran zona del sur del Sudán en 1980, pero tuvo que desistir a causa de la guerra entre el gobierno y el EPLS. Hoy la economía del Sudán depende casi totalmente de la exportación de petróleo, especialmente a China. Se proyecta que su producción suba a 750,000 barriles diarios en 2006, una pequeña cantidad en comparación con los gigantes del Medio Oriente como Arabia Saudita, Kuwait, Irán y potencialmente Irak, pero aun así es una cantidad considerable. Hasta ahora la mayoría de ese petróleo está en manos de la Compañía Nacional de Petróleo de China. China es el principal inversionista extranjero en el Sudán.
Es importante analizar la situación de Sudán en el contexto de la mayor rivalidad entre todos los imperialistas y la cruzada estadounidense por la dominación del mundo. En los últimos años, Estados Unidos de repente se ha interesado en algunas partes de África, sobre todo pero no exclusivamente el norte de África. En los últimos dos años, altos funcionarios yanquis han estado recorriendo el norte de África y algunos países subsaharianos para firmar nuevos tratados políticos, económicos y militares, motivados en gran parte por las materias primas. Tal y como lo explicó un artículo en el International Herald Tribune del 6 de julio de 2004: "La producción de petróleo del África subsahariana, de más de cuatro millones de barriles de petróleo por día, sobrepasa la de Irán, Venezuela y México juntos, y la región tiene el potencial de convertirse en una fuente de petróleo no refinado tan importante como Rusia o el mar Caspio... Según los cálculos del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, el África subsahariana podría abastecer el 25% de las necesidades de hidrocarburos de Estados Unidos en 2015, en comparación con el nivel actual de 16%".
Con este petróleo, Estados Unidos podría reducir su dependencia del petróleo del Medio Oriente y su vulnerabilidad a los acontecimientos de la región. Pero lo que es más importante que sus propias necesidades de petróleo es que no puede tolerar que este caiga en manos de posibles rivales o alianzas rivales. Quiere controlar el petróleo como un medio de controlar a sus rivales. Por eso, en gran parte, Estados Unidos invadió lo que llama "el gran Medio Oriente" desde ambos extremos, Afganistán e Irak. Esto también explica las ambiciones yanquis en el Sudán, en los límites entre el norte de África y el África subsahariana.
Es muy probable que la rivalidad franco-yanqui juegue un papel importante en el conflicto de Darfur, tal como lo hace hoy en la Costa de Marfil y en otros países de África. El afán estadounidense de impedir que China logre independencia en energéticos es también un asunto estratégico. La importación de petróleo tiene el potencial de ser un cuello de botella para la expansión económica china. A pesar de que la dependencia de China con respecto a Occidente ha aumentado desde que se desmanteló la economía socialista construida bajo Mao, su peso en asuntos internacionales está creciendo. Quien controle este petróleo tendrá el dedo sobre la yugular económica y política de China. Por eso la palabra "genocidio" saca de quicio al representante chino en el Consejo de Seguridad. Las medidas que Estados Unidos quiere hacer tomar a la ONU contra el gobierno del Sudán apuntan en gran parte a China, quien, por su parte, ha sido uno de los principales opositores al acuerdo en el Consejo de Seguridad.
Incluso algunas personas y organizaciones que se opusieron a la invasión de Irak se han callado frente a la amenaza de otra invasión anglo-yanqui a Sudán. Para colmo, algunas se han unido al coro que pide una intervención imperialista más rápida en la región y un castigo para el gobierno sudanés, por lo menos por medio de sanciones y posiblemente la intervención militar. Pero, ¿quién se beneficiaría de esa intervención y quién sufriría más?
La intervención británica en el Sudán durante la última parte del siglo 18 (so pretexto de que libraba "una guerra contra la esclavitud") duró hasta 1956 y puso los cimientos para muchos conflictos hoy en este país. Tal y como escribió Peter Hallward en el Guardian del 28 de agosto de 2004: "La desastrosa política británica en el sur (del Sudán), iniciada en 1929, hizo permanente la antigua división entre el territorio del norte (principalmente musulmán) relativamente próspero y el territorio del sur (mayoritariamente animista y cristiano) mucho más pobre".
La intervención estadounidense a finales de los años 1970 colocó en el poder a Jafar Nemeiri, que hundió al país en una guerra civil en que ninguno de los bandos luchaba por los derechos democráticos del pueblo ni por independizarse de los imperialistas. La constante intervención imperialista en las rivalidades internas del país ha añadido leña al fuego de la crisis actual.
Estados Unidos pide que la ONU sancione al Sudán. Tal bloqueo económico provocaría un desastre humanitario, al igual que cuando las sanciones de la ONU hambrearon a Irak. La mayoría de los muertos anunciados en la reciente crisis se deben a la desnutrición, hambruna y enfermedades relacionadas con la pobreza. Esta amenaza demuestra la hipocresía del supuesto interés por el pueblo sudanés que Estados Unidos y otras potencias occidentales profesan como motivo de sus acciones.
Estados Unidos tiene las manos metidas directamente en la crisis actual. Se informa que la CIA ha estado armando y financiando a los grupos de oposición en Darfur y en el sur del Sudán a fin de desestabilizar al gobierno central. Estados Unidos se empeñó en que tuviera lugar en Nairobi la reunión del Consejo de Seguridad, la cuarta vez en la historia de la ONU que se ha reunido fuera de la sede neoyorquina. Llevaron a los embajadores en aviones militares estadounidenses. En Nairobi se celebran también los encuentros entre el gobierno sudanés y el EPLS. En vísperas de la reunión, Bush llamó personalmente a Al-Bashir y al jefe del EPLS, John Garang, en plan de presionar para que Jartum cediera a las demandas del EPLS. Anteriormente Estados Unidos obligó al Sudán a firmar un acuerdo con el EPLS para formar un gobierno autónomo en el sur. Las reservas de petróleo se dividieron por partes iguales entre el gobierno y el EPLS. Con el acuerdo ganó Estados Unidos, porque le dio el control del sur y una parte de los yacimientos de petróleo y dejó fuera a sus rivales. No obstante, los estrategas yanquis querían más, lo quieren todo, inclusive la instauración de un gobierno nacional proestadounidense. Por eso Estados Unidos continúa desestabilizando al país y creando más crisis, con el objetivo de crear una situación favorable para más intervención. Es posible que por ese motivo Estados Unidos pudiera haber animado al Ejército de Liberación del Sudán a atacar a Tawila en Darfur el 29 de noviembre.
Estados Unidos está ayudando a las fuerzas de oposición en el Sudán a cobrar influencia entre los oficiales de alto rango del ejército sudanés. Mientras tanto, prepara a un grupo de ciudadanos sudaneses que viven en Estados Unidos como futuros títeres comprados y sobornados al estilo de Karzai y Allawi. Así que parece que la crisis de Darfur continuará durante un tiempo o se calentarán otras crisis latentes.
Hasta el momento, dadas las dificultades que Estados Unidos y Gran Bretaña tienen en Irak, la falta de recursos adicionales disponibles (sobre todo más soldados) y el hecho de que el Sudán no tiene tanta importancia estratégica como Irak, el método preferido de intervención de Washington ha sido la expansión de las fuerzas de la Unión Africana que ya están en Darfur. Puede que los rivales de los yanquis, como Francia, acepten el plan, pues tienen su propia influencia sobre las neocolonias africanas y sus ejércitos, y por eso es posible que esperen sacar provecho de la intervención de la UA. Encargarle la misión imperialista a la UA no quiere decir que África esté a cargo de sus propios asuntos. Las potencias imperialistas controlan todo entre bastidores, en la contienda y la confabulación de las unas con las otras. O sea, exportan sus reaccionarias rivalidades a África.
La historia y el curso de los acontecimientos actuales han demostrado de sobra que cualquier intervención imperialista, bajo cualquier pretexto, solo puede aumentar la miseria del pueblo. El primer paso hacia una solución es exigir que los imperialistas y sus representantes se larguen y no se metan más.