Obrero Revolucionario #1266, 30 de enero, 2005, posted at rwor.org
Miles de soldados están listos. Han montado retenes para examinar documentos, registrar mochilas y confiscar objetos prohibidos. Hay helicópteros en el cielo y perros policiales en la calle. Al otro lado de la ciudad, en un búnker fortificado, los técnicos observan lo que están filmando cámaras de vigilancia montadas en lugares estratégicos por toda la ciudad.
No, no es la "zona verde" de las fuerzas armadas yanquis en Bagdad, ciudad ocupada, ni tampoco la ciudad de Gaza. Es Washington, D.C., el día de la toma de posesión.
Desde el aire parece una ciudad ocupada con toda clase de policías, control de tráfico en grandes zonas del centro, cámaras de vigilancia que espían a todo el que se mueva.
En el metro, la policía de tránsito busca pasajeros "sospechosos". El Washington Post informa que busca "personas que bajan la vista o que holgazanean".
En las afueras, en el norte del estado de Virginia, enormes pantallas de plasma muestran en vivo lo que filman las cámaras de vigilancia y los helicópteros. Hay mapas del centro de Washington en tres dimensiones.
Han convertido la ruta del desfile en un enorme corral que se parece al patio de un penal, donde solo se puede entrar por los retenes. En los retenes trabajan agentes de seguridad de los aeropuertos.
La zona del desfile está rodeada de una cerca metálica de 4 metros por un lado y una falange de policías por el otro. La han dividido en secciones aisladas para bloquear el paso de una parte de la ruta a otra.
El objetivo es mantener a los manifestantes aislados de la multitud, sin libertad de movimiento y sin la oportunidad de hacerse oír, a pesar de toda la cháchara sobre "seguridad".
En diciembre invitaron a los corresponsales de los medios de comunicación a la armería militar de Washington, donde el general Galen B. Jackman les explicó las medidas de seguridad con un enorme mapa (13 m x 20 m) del centro. El general dijo que el ejército iba a desempeñar un papel importante en el plan.
Despacharon a unos 7,000 militares para reforzar a los 6,000 policías: una unidad de los marines, pilotos de la fuerza aérea y soldados del tercer regimiento del ejército. Frente al Capitolio entrenaron cómo responder a varias situaciones.
El día de la toma de posesión los soldados no se ven mucho en la calle, pero tenerlos a la mano indica que de ahora en adelante utilizarán a las fuerzas armadas para controlar el disentimiento en territorio nacional. (Esto es algo nuevo y va contra más de un siglo de tradición).
Algo parecido ocurrió durante las convenciones nacionales de los partidos Demócrata y Republicano. Sacar al ejército es la nueva "normalidad" de la campaña de guerra y represión del gobierno tras el 11 de septiembre.
Las autoridades han respondido a los planes de protesta contra Bush y Cía. tildando a los manifestantes de terroristas y preparando "jaulas" para acorralarlos, al estilo de la cárcel yanqui de Guantánamo. En Nueva York arrestaron de antemano a los manifestantes que no tenían permiso.
Con la segunda toma de posesión de Bush han redoblado la represión: utilizan en la calle medidas de vigilancia que han ensayado en los aeropuertos; transforman la ruta del desfile en una cárcel al aire libre; y sacan las fuerzas armadas a un operativo policial en territorio nacional.
Y, con suma hipocresía, lo llaman una "celebración de la democracia".