Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Obrero Revolucionario #1267, 13 de febrero, 2005, posted at rwor.org
Recibimos lo siguiente del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
31 de enero de 2005. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Un espeso hedor de mentiras e hipocresía salía de la reunión de líderes mundiales en Auschwitz-Birkenau con motivo del 60 aniversario de la liberación del mayor campo de exterminio nazi. La verdad: Estados Unidos e Inglaterra no hicieron nada en absoluto para detener el genocidio, lo encubrieron mientras estaba en marcha y tras la guerra protegieron a quienes lo cometieron. ¿Por qué? ¿Qué lección tiene para hoy?
Cuando los nazis subieron al poder en las elecciones de 1933, ya era del dominio público que odiaban a los judíos. Menos de 1% de la población alemana era de judíos, aproximadamente 500,000. Primero los nazis reprimieron a los comunistas. Muchos de las decenas de miles de primeros judíos que emigraron eran de la izquierda. Luego, mataron en secreto a los enfermos mentales, discapacitados y otros "inadaptados", un ensayo para los campamentos de exterminio que abrieron ocho años después. Mataron a los homosexuales también.
Con violencia y asesinatos buscaron expulsar a los judíos del país. En 1936, las leyes de Nuremburg les arrebataron los derechos civiles y prohibieron matrimonios entre judíos y no judíos. Una vez que los echaron de los puestos de autoridad, se dio una pausa, que algunas personas interpretaron como que lo peor ya había pasado. En 1938 la Noche de los cristales rotos despejó esa falsa ilusión: los nazis encabezaron chusmas para atacar los negocios y casas de los judíos. Eso y la anexión de Austria por Alemania el mismo año hicieron que más judíos intentaran emigrar.
Pero pocos países los aceptaron. El único que los aceptó sin límite: la URSS, que entonces era socialista. En 1938, el presidente yanqui Franklin D. Roosevelt convocó la Conferencia de Evian, Francia, una reunión de 32 países, para ver qué hacer con los refugiados judíos. Si bien Estados Unidos e Inglaterra aceptaban decenas de miles al año, diez veces más solicitaban visas. Estas dos potencias pidieron que otros gobiernos los aceptaran. Francia se negó. El único país presente que accedió a aumentar la cuota era la República Dominicana. La prensa nazi alabó la conferencia como señal de que el mundo empezaba a apoyar su programa racial.
En mayo de 1939, el SS Saint Louis partió de Hamburgo, Alemania, rumbo a Cuba con 937 refugiados, casi todos judíos alemanes. La mayoría de ellos había solicitado visa para entrar a Estados Unidos. Cuba les permitió esperar en puerto mientras esperaban una respuesta a las solicitudes. Justo antes de llegar Estados Unidos obligó a Cuba a cambiar de plan y a no permitir que los refugiados dejaran el barco. Los demás países latinoamericanos tampoco ofrecieron ayudarles. El barco se acercó tanto a la costa estadounidense que los pasajeros podían ver las calles iluminadas de Miami de noche. Esperaban una respuesta a un cablegrama que enviaron a Roosevelt. El gobierno yanqui ya había tomado una decisión en contra, pero no envió ninguna respuesta. En junio, el barco tuvo que volver a Europa, donde muchos pasajeros acabaron en los campamentos de exterminio.
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En 1941, cuando los nazis prohibieron oficialmente la emigración de los judíos, más del 80% de los judíos ya habían partido. Tras la invasión alemana de Polonia, la principal población de judíos de Europa quedó bajo el control de los nazis. Cuando los ejércitos nazis entraron a Europa del Este y la Unión Soviética, y se desbocaron en las regiones de gran población judía de Bielorrusia y Ucrania, muchos millones de judíos quedaron bajo su bota. En enero de 1942, en una conferencia en un suburbio de Berlín llamado Wansee, adoptaron un plan de "solución final": enviar a todos los judíos a los campamentos en el este, exterminar a los que estén tan débiles que no pueden trabajar, obligar a trabajar y matar de hambre a los demás, y exterminar a los que sobrevivan.
Los aliados estaban enterados pero no dijeron nada. Cuando el Consejo Mundial de Judíos con sede en Ginebra envió un cablegrama al Departamento de Estado yanqui con los detalles de este plan, el gobierno estadounidense lo ignoró y le dijo al principal rabino norteamericano (que también había recibido el informe) que cerrara la boca. Desde el comienzo el Vaticano contaba con todos los detalles provenientes de fuentes católicas pero, a pesar de las presiones desde abajo, el papa Pío XII se negó a hacer una declaración pública contra el plan, pues la iglesia católica aún consideraba que los judíos eran "asesinos de Cristo". Hoy el Vaticano quiere santificar a este tipo.
En el ghetto de Varsovia, una organización de combatientes judíos dirigida por comunistas y otras fuerzas de la resistencia envió a exploradores por la alcantarilla para pasar al otro lado de los muros en que los nazis los tenían encerrados. Siguieron los trenes que se llevaban miles de familias a un destino desconocido. Al fin de la vía estaba Auschwitz: ahí murieron gaseados un millón de judíos, 75 mil polacos no judíos, 18 mil gitanos y 15 mil prisioneros de guerra soviéticos; incineraron los cadáveres en los hornos.
Un representante del gobierno polaco probritánico al cual derrocaron los nazis fue al ghetto para conocer los hechos. Describieron el campamento y le dijeron que desde Varsovia los trenes llevaban 10 mil judíos al día a la muerte. Aunque no estaba muy dispuesto a ayudarles, aceptó salir de Polonia y comentarlo con las autoridades inglesas y norteamericanas, pues consideraba que como eran aliados políticos, le prestarían atención. Esperaba reunirse con Churchill; habló largamente con Roosevelt. No pasó nada.
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A partir de 1942 Auschwitz, como los demás campamentos, recibió constantes cargas ferroviarias de judíos y carbón. Sin esas vías, habrían parado en seco sus operaciones y se habrían enfriado los hornos. ¿Por qué no las bombardearon los aliados? Para generar caos económico, ya pulverizaban los puertos europeos ocupados por los alemanes y sus bombas provocaron el incendio de la ciudad de Dresden. ¿Qué les detuvo la mano?
Se ha dicho que los bombarderos que salían de Inglaterra no podían alcanzar al campamento tan alejado en el sureste. Tal vez, pero para abril de 1944, al menos, ya no era cierto, como prueba una foto de reconocimiento aéreo recién divulgada del campamento tomada en ese entonces. Tomaron esas fotos a fin de planear los ataques. En la foto se ven claramente los galerones de los presos, las cámaras de gas y los crematorios. Se sabe que la inteligencia de los aliados recibió informes de dos huidos del campamento ese mes y dos más el mes siguiente.
Se avecinaba un clímax infernal. Sacaron a todos los judíos de Polonia. En trenes sacaron a 440,000 de Hungría, la mitad de la población judía de ese país, durante mayo y junio. Estados Unidos e Inglaterra lo observaron todo.
En agosto y septiembre, la fuerza aérea yanqui bombardeó un complejo industrial a menos de cinco minutos por aire de las cámaras de gas de Birkenau. En un documental reciente de la BBC, una sobreviviente relata con amargura que ella y otros presos vieron sobrevolar cientos de aviones de guerra. Se preguntaron: ¿Por qué no bombardean este lugar? Aunque maten a muchos, sería la única forma de que algunos salgamos con vida.
En octubre de 1944 los presos llevaron a cabo uno de los levantamientos conocidos en Auschwitz. Cientos de presos atacaron a los guardias con hachas y piedras. Volaron una cámara de gas con explosivos y prendieron fuego a un crematorio. Aunque los aliados contemplaban la idea de entregar fusiles vía aérea a los presos, no hicieron nada.
Los campamentos siguieron operando sin interferencia externa hasta el 27 de enero de 1945, cuando el Ejército Rojo soviético llegó a los portones. Encontraron a siete mil sobrevivientes tan débiles que no podían caminar. Cuando los nazis huyeron hacia el occidente, se llevaron a 58 mil presos. Aunque quedaran derrotados, no querían dejar a ningún judío con vida.
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Estados Unidos continuó cometiendo crímenes después de ese día: juzgó a muy pocos dirigentes y verdugos nazis porque les daba protección. Poco después de la guerra, reclutó a muchos ex dirigentes nazis para luchar contra la Unión Soviética.
Los aliados identificaron a tres millones de alemanes que cometieron crímenes durante la guerra. Juzgaron a un millón, condenaron a la pena capital a 11, a unos cuantos les dieron cortas sentencias de cárcel, a la mayoría de ellos les multaron o les prohibieron ocupar puestos públicos por un corto tiempo. En 1951, casi todos recibieron una amnistía. Krupp y otros grandes capitalistas en cuyas fábricas trabajaron los presos de los campamentos de exterminio recuperaron sus fortunas.
Ahorcaron al comandante de Auschwitz, pero de los diez mil integrantes de la SS nazi que cometieron las ejecuciones, sólo 750 recibieron un castigo leve.
Como hace poco documentó el libro US Intelligence and the Nazis , de Norman J. W. Goda, basado en los archivos del gobierno estadounidense, llevaron a miles de nazis y oficiales de la SS a Estados Unidos donde "podían ayudar a contrarrestar las ideas comunistas en las comunidades de inmigrantes" (Associated Press). La iglesia católica y la inteligencia militar yanqui colaboraron para sacar a los nazis más tristemente célebres de Alemania. Según Goda, la CIA utilizó a un grupo de oficiales nazis que había estado encargado de la inteligencia en el frente oriental como núcleo del futuro servicio de inteligencia de la República Federal de Alemania, entidad que aún opera hoy.
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Los historiadores de hoy que defienden el comportamiento de Churchill y Roosevelt tienen dos argumentos contradictorios. El primero: que los dos hombres temían que si se llegara a identificar la guerra con el rescate de los judíos de Europa, la "opinión pública" antijudía en sus respectivos países perjudicaría su propia participación en la guerra. O sea, culpan a los habitantes de los países occidentales, que no sabían lo que hacían los nazis. Así ponen patas arriba la verdad.
El segundo, que sostienen con frecuencia los expertos militares, es que si hubiera salido la verdad sobre los campamentos, la presión del público para hacer algo al respecto habría limitado su libertad de fijar prioridades militares de acuerdo a sus objetivos generales en la guerra.
Si se quieren conocer los objetivos de Estados Unidos, hay que ver los resultados de su triunfo: salió como principal potencia imperialista capaz de cebarse de la explotación de todo el mundo. Inglaterra, si bien perdió su anterior posición superior, salió como importante potencia y socio principal de Estados Unidos. Alemania y Japón, que no lograron alcanzar el dominio global como Estados Unidos, tuvieron que aceptar ser socios menores de la mafia dirigida por Estados Unidos. Estados Unidos e Inglaterra no usaron sus bombas para salvar a los judíos porque tenían otros objetivos. Después de la guerra, protegieron a los nazis por las mismas razones imperialistas.
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Cuanto más se comprenda que todos los principales reaccionarios del mundo permitieron el genocidio nazi, más se comprenderá que los gobiernos de hoy utilizan este suceso para fomentar sus actuales objetivos. Para muchos de ellos es un pretexto o hasta justificación para la opresión de los palestinos por Israel. No basta con oponérsele. Es necesario analizar por qué se cometió este crimen. ¿Se debe al "mal" que habita en el corazón de los hombres, tal como sostuvo en la ceremonia Auschwitz el "confidente más leal" de Bush, el vicepresidente Cheney, o a fuerzas ideológicas, económicas y políticas muy terrenales? Fue un mal que se manifestó de una forma particular en un contexto mundial particular, en un mundo con otra configuración que la de hoy y en que las potencias imperialistas tenían los mismos objetivos que hoy: el afán de imperio en un sistema capitalista que genera inevitablemente repartos y nuevos repartos del mundo.
Bush fue el único jefe de estado de peso que no asistió a la ceremonia. Aunque Estados Unidos es el titiritero que mueve a Israel, y Bush y su entorno fascista cristiano son férreamente prosionistas, creen que cuando su "mesías" regrese los judíos arderán en el infierno y muchos de ellos ansían ese momento. De fondo, Bush y su camarilla tienen planes para conquistar el mundo que van más allá de los planes de los nazis y más allá de lo que Estados Unidos obtuvo en la II Guerra Mundial. No podemos prever el futuro, pero sabemos que los imperialistas son capaces de cometer horrores inimaginables. Si bien los Estados Unidos de Bush todavía no ha replicado la misma clase de crímenes que suscitaron tanto odio contra los nazis por todo el mundo, ¿se justifica esperar ese momento antes de decidirnos a pararlos?