Issue and Date


Revolución #127, 20 de abril de 2008

Número actual  |   Números Anteriores  |   Bob Avakian  |   PCR  |   Temas  |   Comunícate

El papa Benedicto visita Nueva York

El cristianismo, el comunismo y la verdadera esperanza

El cristianismo no trajo un mensaje de revolución social como el del malogrado Espartaco, cuya lucha llevó a tanto derramamiento de sangre. Jesús no fue Espartaco, no libró una lucha por la liberación política. Jesús… trajo algo totalmente diferente: un encuentro con el Dios vivo y, por eso, un encuentro con una esperanza más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud, una esperanza que por consiguiente transformó la vida desde adentro, incluso cuando las estructuras externas no se cambiaron”. [nuestro énfasis]

El papa Benedicto XVI, de la encíclica papal “Salvado por la esperanza”

Esta declaración de Benedicto es parte de una invectiva mayor contra el ateísmo y el marxismo y, en general, cualquier intento de comprender racionalmente y cambiar radicalmente las condiciones de opresión de la humanidad y —como dice arriba muy explícitamente— de esclavitud. Esta declaración en particular se dirige contra la “teología de la liberación”, una tendencia que surgió dentro de la iglesia católica durante los años 60 y 70. Los simpatizantes de esa tendencia formaron “comunidades de base”, que muchas veces organizaban a las masas a oponer resistencia a la estructura del poder y buscar reformas, y que usaban la Biblia y especialmente la historia y el ejemplo de Jesús —y no la ciencia y la razón— como fuente de inspiración y sustento.

Cuando Juan Pablo II llegó a ser papa a finales de los años 70 —durante la fuerte contienda entre Estados Unidos y la Unión Soviética en Latinoamérica, en que las “comunidades de base” muchas veces se encontraron en oposición a los gobiernos dominados por Estados Unidos y, de una manera u otra, aliados a los movimientos e insurgencias con respaldo soviético— la iglesia inició una fuerte represión contra la teología de la liberación. Benedicto fue el principal teórico de esa represión y sigue empedernido contra cualquier idea o esfuerzo que busca usar el ejemplo de Jesús para justificar la lucha contra la opresión.

En cuanto a oponerse a la esclavitud y la opresión, está claro que Benedicto no habla verdad; no es más que un apologista muy desarrollado de la opresión y el statu quo. Y los teólogos de la liberación, en general, están del lado del pueblo, pues condenan la injusticia y muchas veces hacen grandes sacrificios al luchar.

Sin embargo, en cuanto a la teología y la exactitud, y en contraste con los que toman la vida y las enseñanzas de Jesús como base para buscar una “revolución social”, la verdad es que Benedicto tiene la razón : acierta al plantear que “Jesús no fue Espartaco” y específicamente que “no libró una lucha por la liberación política”.

Lo que Jesús “trajo” en realidad fue la falsa ilusión, o el engaño, de “un encuentro con el Dios vivo” y la esperanza falsa e ilusoria de algo “más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud”, lo que dirige a la gente hacia la introspección y la aparta de la transformación y eliminación de las condiciones reales de esclavitud, al mismo tiempo que no le ofrece más que el “consuelo” de una “vida transformada desde adentro”. Tal vida será, y solo puede ser, una vida todavía condicionada y continuamente bajo ataque por las condiciones de esclavitud y opresión del mundo real.

Esa vida contrasta marcadamente con la necesidad, la posibilidad y la base para transformar concretamente ese mundo real mediante la revolución comunista, que eliminará todos los sistemas y todas las relaciones que esclavizan a la gente, además de las ideas correspondientes que refuerzan esa esclavitud, y en el proceso transformarse a uno mismo de una manera revolucionaria, y no de una manera ilusoria y a final de cuentas reaccionaria.

Lo que Benedicto ofrece se parece a decirle lo siguiente a un preso detenido injustamente por toda la vida en una cárcel “supermax”, que ansía y busca desesperadamente una salida del encarcelamiento: “Pues vas a tener que quedarte ahí, en esas condiciones de vida terribles, para el resto de la vida; pero hay una manera de cambiarte desde adentro… lo que es muchísimo más importante”.

Pues, ¡gracias por nada!, porque existe la posibilidad de romper con todo eso y liberarnos, al unirnos a otros para enfrentar y cambiar radicalmente —y en verdad, eliminar y sobrepasar— las “estructuras externas”, o sea, el sistema de explotación y opresión que encierra a la gente en esta sociedad y este sistema.

La visita de Benedicto debe ser una oportunidad más para contrastar la falsa esperanza de Jesús con la auténtica y viva esperanza del comunismo. También debe ser ímpetu adicional para popularizar el libro de Bob Avakian, Away With All Gods! Unchaining the Mind and Radically Changing the World (¡Abajo todos los dioses! Desencadenar la mente y cambiar radicalmente el mundo). Ahí hallarás un camino diferente, un camino de romper con las supersticiones y la esclavitud mental de todo tipo… y de comprender el mundo con cada vez más lucidez, mientras se lucha para transformarlo y, en el proceso, a nosotros mismos. Como dijimos la semana pasada, este libro analiza rigurosamente y echa abajo los cimientos filosóficos y el papel político de la religión… “y todo eso tiene como fin presentar una concepción de una sociedad verdaderamente emancipada y presentar de una manera más clara el método verdaderamente emancipador que sin duda se necesita para llegar a esa sociedad”.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond