Ossie único: En recuerdos y en la vida

C.J.

Obrero Revolucionario #1274, 10 de abril, 2005, posted at rwor.org

En la autobiografía que escribió Ossie Davis con su esposa Ruby Dee, cuenta algo que le sucedió en Waycross, Georgia, cuando tenía unos seis o siete años, allá por 1925.

"Iba camino a la casa de la escuela cuando dos policías me llamaron desde la patrulla: 'Tú, chamaco. Ven acá'. Me dijeron que subiera. Subí. Me llevaron a la delegación... y me tuvieron allí como una hora... Más tarde, jugando, uno agarró una jarra de almíbar de caña y me la vació sobre la cabeza. Se rieron como si fuera lo más chistoso de la vida, y yo me reí también. Ya que terminó la broma, o sea, cuando se completó el rito, me dieron unos dulces y me dejaron ir...

"Nunca se lo conté a mamá ni a papá. No me parecía tan importante... Fue una diversión inofensiva a costo de un niñito 'nigger'. Pero yo sabía que fue un tipo de violación, que era feo lo que me hicieron, y nunca se me olvidó.¿Y por qué nunca se lo dije a nadie? Quizás ya a esa edad temía que papi los confrontara, que no podría ganar y que hasta podría morir...".

With Ossie & Ruby, In This Life Together (Con Ossie y Ruby, juntos en esta vida)

Ossie Davis —escritor, actor, director, luchador de la liberación de los negros e intelectual público de gran talla y compasión— creció en la zona de linchamientos de Estados Unidos.

Se podría decir que en los 60 años que trabajó en el teatro, en el cine y en la lucha contra la injusticia, Ossie expandió lo que significa ser humano en este país. Su voz inolvidable era un bajo profundo para las aspiraciones de los negros de liberarse, su noble sonrisa manifestaba su dureza interior. Cuando falleció en febrero a la edad de 87 años, millones de personas por todo el mundo sufrieron el dolor de esa gran pérdida.

De niño a muchacho

Ossie describió a su padre: "No sabía escribir su nombre, pero sabía construir una línea de ferrocarril desde el principio, lo que en ese tiempo se consideraba el trabajo del blanco". Por eso, el KKK amenazó con balacearlo "como un perro". Kince Davis les contestó: "Órale, aquí estoy, pero apunten bien". Más adelante fue herbolario y curador tradicional, y ofrecía asistencia médica a muchos negros en Georgia y el norte de Florida.

De sus padres, dijo Ossie que "partieron la vida en pedacitos para dárnosla en la boca como a los pajaritos". Desde joven, sabía que quería dedicar la vida a contar las historias de gente como ellos: su fuerza, su sentido del humor y su valentía.

En la prepa, Ossie estudió a los grandes líderes negros, como el abolicionista militante Frederick Douglass, el revolucionario haitiano Toussaint L'Overture y el educador moderado Booker T. Washington, y "leía a Shakespeare por diversión". Fue el primero de su familia que llegó a la universidad. En 1935, viajó a Washington, D.C., a puro raite, con un billete de a diez prendido a la camisa con alfiler, y se matriculó en la Universidad Howard. La mayoría de lo que aprendió allí no se lo enseñaron en el salón de clases sino en el "cotorreo" diario del dormitorio y la biblioteca:

"En el Sur, murmurábamos nuestro descontento entre nosotros, chasqueábamos la lengua y seguíamos con la rutina. Muchas veces terminábamos esas discusiones rezando, dejando el trabajo sucio al Señor. Pero en la Howard apelaron a nuestra inteligencia y nada más... Los universitarios de la Howard se tomaban en serio y les parecían un grave insulto las leyes y costumbres segregacionistas de Washington, D.C. Eran airados y hostiles, y desdeñaban abiertamente a los 'opresores racistas'. No solamente alzaban la voz; se veían preparados para vengarse solitos, ¡sin esperar a Jesús!".

En 1939, la organización Hijas de la Revolución Americana, que manejaba el Teatro Constitución, prohibió que se presentara la cantante de ópera negra Marian Anderson, de renombre internacional. Anderson respondió presentando un concierto en el Lincoln Memorial ante 75,000 personas, entre ellas Ossie: "Capté por primera vez la importancia del canto negro, la música negra, el arte negro. Esa noche recibí mi tarea espiritual".

Pero, ¿cómo entrar en el mundo artístico?

Llegar a Harlem

"...Un día el doctor Alain Leroy Locke, quien era mi profesor y decano del Departamento de Filosofía, premiado negro de Rhodes, me invitó a su oficina y me preguntó qué quería hacer en la vida. Cuando le dije que quería escribir obras de teatro, quedó asombrado. ¿Has ido al teatro? Claro que sí, dije, los sábados en la tarde nos aventábamos las películas de vaqueros. No, no, me dijo, quiero decir a un teatro con los actores presentes en el escenario. No, señor. ¿Quieres escribir obras de teatro y ni siquiera has entrado en uno?... Me dijo que cuando me graduara fuera a Nueva York, a Harlem. Hay una pequeña compañía de teatro que se llama Rose McClendon. Pídeles permiso de entrar, y si te lo dan, participa en todo lo que puedas. Entonces aprenderás algo del teatro.".

de una entrevista inédita del cineasta St. Clair Bourne a Ossie Davis

El grupo Rose McClendon tenía una sola regla: solo montaba obras de teatro sobre negros, escritas por negros, para negros. Para Ossie, la compañía llegó a ser su familia, el teatro su laboratorio y Harlem su pueblo adoptivo.

Ossie: "Harlem era, para ser franco, un ghetto , una olla de presión negra. Lo rodeaban dos ríos, se encontraba entre la espada y la pared, acorralado por el poder blanco a cada vuelta. Pero cuando nosotros nos pusimos la meta de ver todo lo que podíamos ver, no veíamos la prisión, veíamos el paraíso. Harlem, nacido hacía 30 años, era la nueva Roma negra de la diáspora africana, la vitrina de todos los talentos que nos daban tanta fuerza".

Allí estaba la legendaria librería de Micheaux en la 125 y 7 (la cual contenía, se decía, todos los libros escritos sobre negros o por negros), el economato de comida Father Divine y, lo más glorioso para Ossie: "Aunque Harlem tenía muchas iglesias, para mí la institución religiosa más importante no se llamaba iglesia, se llamaba el Teatro Apollo... era nuestra magia, vudú, zona de poder negro... nuestra brujería negra; dentro de sus confines santificados conquistábamos a todos nuestros enemigos, hasta los güeros. Allí, semana tras semana, comprobábamos que teníamos algo que le faltaba al resto del mundo —es más lo deseaba y se moría por tenerlo— ¡nuestra música!".

Al escenario

La II Guerra Mundial interrumpió su aprendizaje en el teatro. Lo mandaron a Liberia como ayudante médico, donde observó la estricta segregación del ejército, incluso con las prostitutas africanas: las de ciertos pueblitos eran para los soldados blancos solamente, y las de otros pueblitos para los soldados negros solamente.

Luego de regresar de la guerra, Ossie desempeñó el papel principal en Jeb , una obra que se presentó en Broadway un corto tiempo, sobre un soldado negro que pierde la pierna en la guerra y regresa al Sur, para encontrar la misma mierda de siempre, ahora peor que nunca.

Ossie: "Sabíamos que cada vez que conseguíamos un papel, cada vez que subíamos al escenario, la sociedad estadounidense juzgaba a todos los negros según la presentación, la oratoria, el porte de uno". Lo que Ossie dijo respecto al gran actor Paul Robeson también se refería a él mismo: "¿Cuál era la tarea de los actores negros de sus tiempos? Teníamos que presentar la cara de nuestro pueblo para rehabilitar nuestra dignidad y establecer una identidad que decía al mundo: somos seres humanos".

Para dar una idea del tipo de fango racista en el cual los actores negros tenían que trabajar en los años 40, he aquí un comentario en el Philadelphia Evening Bulletin , que se consideraba una crítica positiva de Jeb : "Los negros..., como siempre, demuestran en el escenario el singular talento histriónico que le es natural a esa raza. Captan por instinto su papel y lo proyectan sin inhibiciones. El hecho de que sean emociones sencillas no le quita nada a la presentación".

En el escenario de Jeb , Ossie conoció a la actriz Ruby Dee, nacida en Harlem, y los dos iniciaron la colaboración como artistas y compañeros del alma que les duró toda la vida. Juntos se presentaron en obras y películas innumerables, entre ellas la histórica obra A Raisin in the Sun (Una pasa bajo el sol), sobre la cual Ossie escribió que "era una delicia que cayó como una bomba; formó época". Era la primera obra presentada en Broadway de una dramaturga negra (Lorraine Hansberry).

Ossie, que no había planeado actuar, se presentaría en más de 30 obras de teatro ( Anna Lucasta, Green Pastures, I'm Not Rappaport...), 40 películas ( The Cardinal, The Hill, Slaves, Countdown at Kusini, School Daze, Do The Right Thing, Jungle Fever, Grumpy Old Men...) y varias series de televisión ( Roots, B.L. Stryker, Evening Shade...), para nombrar unas pocas.

Roger Guenveur Smith, quien interpretó el papel de Smiley, el tartamudo en Do The Right Thing de Spike Lee, habló con el OR sobre sus experiencias con Ossie:

"Siempre estaba listo para trabajar; hubiera sido un gran ejemplo a cualquier edad pero especialmente para un actor que tenía más de 80 años. Creo que nunca en su vida hizo su presentación por teléfono... El personaje que interpretó en Jungle Fever era muy complejo, contradictorio: la Biblia en persona en la modernidad de una forma inquietante. Creó un personaje extraordinario de Da Mayor en Do The Right Thing , e improvisó la mayoría del papel...".

En el documental de St. Clair Bourne, The Making of 'Do The Right Thing',Ossie habló de Da Mayor, el noble y perspicaz borrachito de la vecindad:

"Abordé esa interpretación recordando a los viejitos negros que yo veía en el pueblo: muchos de ellos muy viejos para trabajar, otros enfermos y otros simplemente desempleados. Todos los días se sentaban en la estación del ferrocarril y esperaban el tren. Hablaban del tren cuando venía entrando a la estación, cuando estaba allí parado y cuando salía, como si fueran ellos quienes controlaban el tren, como si ellos lo hicieran entrar y salir. Por ellos yo entendía la falta de poder. El dolor y el regocijo. Conocía sus chistes. Pero, fuera de eso, entendía lo que estaban tapando".

Ossie actuó en varias de las películas de Spike Lee y por eso toda una nueva generación lo conoció. Roger: "Era un escritor muy talentoso; unos de los mejores discursos que dio en Get On The Bus los escribió él. Fue extraordinario cómo se inventó todo ese cuento sobre por qué Jeremiah iba a ir a Washington [para la Marcha de Un Millón de Hombres]. Creo que se debe volver a ver la película para observar la autenticidad que él contribuyó. Cuando saqué mi guitarra para pasar lista en la calle al estilo 'Shabulla', él no se quedó atrás. Fue muy emocionante ver cómo enlazó la tradición de blues con la onda hiphop de los chavos... Tenía un gran don de la palabra y conocía el efecto de las palabras, pero también como artista no se le dificultaba el silencio, dejar que los momentos callados expresaran tanto como las palabras".

El dramaturgo

En su vida, Ossie nunca dejó de escribir; muchas veces, entre tomas del rodaje, uno lo encontraba detrás del escenario dándole duro a la máquina de escribir. Su obra más duradera posiblemente fue Purlie Victorious , que salió en Broadway en 1961, de la cual se hizo una comedia musical, Purlie , y después una película, Gone Are The Days . (Hay planes de volver a presentar Purlie en Nueva York esta primavera).

Purlie cuenta la historia de un "reverendo novedoso" de Waycross que canta un himno muy distinto: " El paraíso en el cielo no les prometo / ¿Cuál es el chiste si uno ya está muerto? / Un poco de felicidad queremos / antes de que nos petateémos". Purlie dirige a los demás aparceros en una transa para redistribuir algo de la riqueza y poder de Don Capitán, el cacique blanco. Pero la obra no es lo que uno se imaginaría, e incluso salió diferente a lo que Ossie esperaba. Dijo que comenzó a escribir una obra airada pero, "Tanto retrataba a los blancos de muy malos que ya no parecían humanos sino caricaturas, y lo que es peor, mis personajes negros también perdieron su humanidad. Yo quería que la obra enjuiciara al Sur, que lo declarara culpable de todos los crímenes que cometió contra mí y mi pueblo, para luego castigarlo. Pero por más que me enojaba, ¡no podía leer lo que le hacían a ese niño tan inocentón sin ponerme a reír!".

Transformó la obra en una comedia divertida sin pelos en la lengua, que se burló tajantemente del "Tío Tom" (negro vendido) del pueblo y ridiculizó a morir al arrogantemente ignorante Don Capitán (textualmente; resultó "el primero del mundo que se muere parado").

El intelectual público y la voz de los que no tienen voz

¿Cómo medir el valor de la vida de Ossie Davis? Uno podría empezar con los miles de negros que llenaban varias cuadras alrededor de la Iglesia Riverside de Nueva York una fría mañana de febrero, esperando con paciencia la oportunidad de despedirse: actores que habían encontrado su voz al oír la suya, madres que traían a sus hijitos para que conocieran la historia, ancianos con andaderas decididos a honrar a un amigo que fue parte de su vida durante décadas. Entre los miles se encontraron Cornel West, Tavis Smiley, Wynton Marsalis, Spike Lee, Bill Clinton, David Dinkins, Maya Angelou, Harry Belafonte, Attallah Shabazz (hija de Malcolm X), Avery Brooks, Alan Alda, Sonia Sánchez y muchos, muchos, más a los cuales Ossie tocó en su vida artística y política de gran envergadura.

Aun cuando era patente que no cabía nadie más en la cavernosa iglesia, la multitud permaneció afuera durante horas; una docena de músicos se pusieron a tocar tambores africanos en la banqueta y los conductores de limosinas subieron el volumen de los radios para que todos oyeran la transmisión del servicio.

Durante el funeral, el actor Burt Reynolds, quien creció en el mismo pueblo sureño y después trabajó con Ossie en la serie de televisión Evening Shade , dijo: "Llegué a querer a Ossie y me sacó de mí la parte mala del Sur".

La escritora del OR Sunsara Taylor comentó en su blog: "El hecho de que Ossie era capaz de hacer eso es tan importante como el hecho de que estaba dispuesto a hacerlo. No rechazaba de una vez a la gente, ni se mantenía callado aceptando las injusticias que veía a su alrededor".

Ossie no temía tomar un camino difícil. Tomaba posiciones polémicas y defendió a los que estaban bajo ataque, aun cuando no estaba de completo acuerdo con sus posiciones. Intuía las grandes cuestiones que se le planten a la humanidad y captaba sin estrechez cuándo la unidad era un asunto de vida o muerte para los oprimidos.

Le impactaron las populares corrientes marxistas de los años 40: "A los muchachos y muchachas del teatro nos jalaban hacia un lado u otro, y nos dividieron por la mitad, las corrientes arremolinadas de la Lucha, que tratábamos de entender y seguíamos. Los revolucionarios negros luchaban, justo como los rusos, para liberar a los obreros y salvar el mundo, contra la burguesía negra que buscaba derrotar la amenaza comunista y salvar el mundo, por orden de los blancos. Para mí, no había dudas de cuál lado estaba. Estaba del lado de [los revolucionarios] Paul Robeson y W.E.B. DuBois. Queríamos que se encargaran de la Lucha los líderes que entendían de la revolución, la guerra de clases y la dictadura del proletariado". Se describió como parte de un "semicuadro de actores, cantantes y bailarines, la mayoría negros, que nos considerábamos revolucionarios también, y seguíamos el ejemplo de Robeson donde nos era posible".

Su mentor, Paul Robeson, era un actor, cantante e intelectual negro de enorme talento, que abrió nuevo terreno en el campo del arte en los años 40 y se ganó una intensa popularidad nacional y mundial. En los años 50 fue blanco de varias embestidas del gobierno, porque defendió a la Unión Soviética ante las maniobras bélicas contra ese país, que en ese entonces todavía era socialista. J. Edgar Hoover dijo que Robeson era el negro más peligroso del mundo.

Ossie nunca abandonó a Robeson. La caza de brujas que encabezó el senador Joseph McCarthy atacó a todo artista que se asociara en lo más mínimo con las causas liberales o izquierdistas, y corrió a muchos del escenario, la pantalla y la sala de conciertos.

Ossie describió la situación en una entrevista con St. Clair Bourne: "...Al entrar en vigor la lista negra, la comunidad artística, que había alzado la voz contra el racismo y la bomba atómica, especialmente la de Broadway, sabía y hacía lo que se tenía que hacer para hacer del mundo un lugar mejor... Pero las autoridades lograron cambiar eso. Uno por uno, la gente de Hollywood empezó a retroceder.

"La pregunta en Hollywood era si uno era comunista o no. Si uno decía que sí era pero se quería salir, [le exigían], 'Dínos los nombres de otros comunistas que conoces'... Muchos actores abandonaron a Hollywood para no contestar esa pregunta. Pero muchos empezaron a contestar. Nosotros, en Broadway, mirábamos mal a los de Hollywood, por eso. Todavía sabíamos organizarnos, protestar, hacer reuniones y mítines en defensa de nuestros principios y todo eso.

"En una ocasión me puse de pie en una reunión de Equity y propuse que el gremio apoyara a Paul Robeson para que le devolvieran el pasaporte. Se armó un tremendo jaleo. ¿Por qué? Simplemente porque a los que alzaban la mano en la reunión a favor de Robeson los apuntaban en la lista, y luego recibirían una llamada telefónica...

"Como a los negros no nos daban mucho trabajo en Hollywood de por sí, no nos podían sacar mucho sobre a quién conocíamos. Pero a nosotros la pregunta que nos hacían era: ¿Conoces a Paul Robeson? ¿Te embaucó? Y por supuesto la salida era decir que sí, Paul Robeson me embaucó. Algunos salimos por ese camino, y muchos otros no. Ruby y yo, por supuesto, no quisimos. Nos investigaron, nos mandaron comparecer en la corte y seguramente perdimos oportunidades de trabajar, porque uno nunca sabe. Porque nadie le dice a uno, 'Te íbamos a dar un papel, pero estás en la lista negra'. Ruby y yo dijimos, bueno, no sabemos si estamos desempleados por rojos o por negros. Aun si no hubiéramos dicho nada sobre Paul Robeson, no había mucha oportunidad para nuestra gente. Pero, sí, nos investigaron. Lo tomamos como parte de la lucha".

Para sobrevivir en esos días difíciles, Ossie y Ruby contaron con el pueblo como siempre. Hacían lecturas y presentaciones en reuniones e iglesias por todas las comunidades oprimidas. En la mayoría de los casos, el público era negro, pero también tenían muchos lazos con la comunidad judía y los sindicatos.

La década de los 50 de la lista negra no fueron los únicos años de escasez para Ossie y Ruby; se comprometieron con el pueblo durante toda la carrera, y pagaron por ello. Pero, como el cineasta St. Claire Bourne le dijo al OR:

"Aun cuando Ossie despuntaba en Broadway o Hollywood, nunca descuidaba esas pequeñas instituciones. Uno entraba en una pachanga en las entrañas de Bed-Stuy (barrio negro), y los encontraba a él y Ruby ahí. Era su base, y nunca se le olvidó. También era la fuente de su fuerza artística, porque allí uno podía observar cosas del pueblo que no puede en el mundo ancho de los blancos. Lo que me asombraba de Ossie es que siempre iba adelante. Cuando era hora de luchar, luchaba, en compañía de los aliados políticos, y en el escenario... Y lo hacía con tanta facilidad de palabra que al escucharlo uno aprendía. Era muy perspicaz sobre los sentimientos de los demás, podía decir la verdad sin ser burdo".

En el funeral, Hasna Muhammed, una de las hijas adultas de Ossie, describió la vida en la casa y dio un vistazo de su nivel de compromiso. Habló directamente al público de él: "Nos hablaba de ustedes, les hicimos campo en la mesa de cenar. Y no era suficiente que dijéramos: 'Pasen los chícharos, por favor' y que escucháramos callados. No, nos hacía trabajar la mente. '¿Quién tomará el lugar de Lorraine Hansberry?' '¿Pueden imaginar una solución a la pobreza?' Teníamos que contestar uno por uno. Y frecuentemente escuchábamos nuestras palabras en la boca de él cuando salía ante ustedes".

Ossie & Ruby

Los amigos y colegas no pueden hablar de Ossie sin hablar de Ruby, y reservan una especial ternura para expresar lo que tenían estos dos. Formaron un ejemplo poco común de un hombre y una mujer que durante cinco décadas crecían y se daban fuerzas el uno al otro para avanzar como iguales, siempre buscando lo mejor, y lo nuevo , en el otro. Historias de vida como la suya son inusuales en una sociedad que entromete el patriarcado y el frío interés en toda relación.

Cuando se conocieron, Ruby ya era una actriz consumada, y también llegaría a autora y productora conocida. Ossie tenía la inteligencia y humildad de admirar sus puntos fuertes y aprender de ellos. Como dijo en una entrevista a los dos en la radio: "Me estimuló y me inspiró mucho su sentido de aventura". Ruby habló francamente: "No somos una pareja de cuento de hadas. Al contrario, si hemos arañado un camino hacia algo de claridad y satisfacción, fue a tiento y a tropezón. Tuvimos la suerte de nacer en la Lucha y de allí hemos logrado un sentido de valor como matrimonio, como amantes y como amigos".

St. Clair Bourne le dijo al OR : "Algo de lo que estoy seguro, es poco común una pareja negra con un matrimonio como el suyo; no es que no tuvieran sus peleas, pero lograron resolverlas. Mira, lo que sucede es que la cultura no crea esos espacios para nosotros. En una cultura que creó la esclavitud, la imagen de nosotros ante los ojos del mundo blanco no aborda el matrimonio... Ossie y Ruby representaba un tipo de urbanidad sin venderse. Además, crearon juntos como artistas. Gente como Spike lo usaba. Dijo que creó personalidades como Da Mayor y Mother Sister en Do The Right Thing pensando en ellos, en personas que podrían pelear pero que encontraban la forma de seguir juntos. Los creó pensando en ellos".

Ossie y Malcolm

El 19 de febrero de 1965, Malcolm X fue asesinado. Invitaron a Ossie a hablar en el entierro y aceptó. Es difícil imaginar el ambiente de temor y intimidación gubernamental después del asesinato, y la única institución religiosa que se atrevió a abrir las puertas para él fue Faith Memorial Chapel, una pequeña iglesia en Harlem.

El elogio que le hizo Ossie captó el impacto de Malcolm sobre generaciones de hombres negros (y también el liderazgo masculino de la lucha para la liberación negra en ese tiempo):

"Malcolm apareció y dijo, paren, paren, son hombres. Paren, sí, les importa. Paren, sí, están con vida. Paren, todavía hay posibilidad de que hagan un cambio la masculinidad, la valentía, la fuerza, la imaginación. Fue él quien nos elevó el ánimo cuando se nos bajó, quien nos enseñó a dejar de andar de rodillas, especialmente los hombres negros, pero también los blancos, de ponernos de pie, de dirigirnos a la verdad, aunque nos maten, y hacía mucho que ese tipo de valentía y coraje no andaba suelto en nuestra tierra".

Malcolm era amigo de Ossie y Ruby. Los invitó a su casa en sus últimos días, y lo defendieron sin titubeos a él y a su familia en los años subsecuentes, aunque no estaban en todo de acuerdo con su nacionalismo revolucionario.

Ossie habló francamente y se criticó sobre Malcolm, como hacía sobre toda cuestión importante. Un tiempo después del funeral, escribió: "... por más que discutía con él, nunca dudé de que Malcolm X, aun cuando erraba, era de lo más insólito entre los negros de Estados Unidos: un verdadero hombre. Si para proteger mi amistad con los muchos blancos buenos que me facilitan ganar más o menos bien en la industria del entretenimiento, yo era muy rajado, muy cauteloso, para admitirlo cuando él estuviera vivo, creo que ahora que los güeros se sienten por fin salvados de él, yo podría ser honesto conmigo mismo y darle el último saludo en honor a esa valentía negra irónica, que era su estilo y sello, ese choque y chispa de 'tómale-y-me-vale-madre' tan absolutamente ausente en todos los otros hombres negros que yo conozco, que lo llevó a una muerte tan prematura".

Ossie y el mundo en el precipicio...

Bill Clinton, un amigo de Ossie y Ruby, asistió al funeral y aceptó la invitación de hablar al público. Con emoción, dijo que siempre sentía que ellos siempre lo estimulaban y ahora entendía por qué: "Son, y siempre han sido, libres". Recitó de memoria la letra de la canción de Nina Simone "Quisiera saber lo que se siente ser libre". Se oían murmullos al medir el público las contradicciones; muchos comparaban el presidente anterior que podía sentirse a gusto entre esta multitud, con el fascista cristiano que actualmente ocupa la Casa Blanca.

Cuando Clinton dijo, "Creo que Ossie hubiera sido un buen presidente", se oyó una exclamación de acuerdo. Me impactaron dos cosas: la envidia de Clinton hacia Ossie y la ironía del momento. Hayan sido amigos o no Ossie y Bill, Ossie Davis, siendo lo que era, no podía haber sido presidente, no de este imperio rapaz. Para comprobarlo, no tenemos que ver más allá de la presidencia de Clinton: el número de jóvenes negros encarcelados y los asesinatos policíacos aumentó sin precedentes, lo que prueba que la opresión de los negros, lejos de eliminarse, ha adoptado nuevas formas bárbaras.

La vida de Ossie abarcó la extensa gama de intentos de los oprimidos de confrontar estas contradicciones a lo largo de 60 años. Nunca dejó de buscar. El dolor de los que se reunieron para recordarlo hacía palpable el vacío insoportable entre lo que existe en este mundo y lo que se necesita.

Con más de 80 años, siempre seguía mirando hacia adelante, hacia la nueva generación, la próxima lucha liberadora, el nuevo innovador creativo que podría conectarlo con lo nuevo y lo ascendente.

En los años 90, inspiró a la nueva generación a luchar para parar la ejecución del preso político Mumia Abu-Jamal. En 2003, prestó su fama y su voz a la histórica Declaración de Conciencia de No en Nuestro Nombre, un manifiesto que firmaron muchos intelectuales y artistas de renombre en oposición a la guerra de Irak y la represión interna. (Su lectura de la declaración se puede oír en www.nion.us). Habló en todas las protestas importantes contra la guerra de Irak, y su imponente presencia contribuía a muchas otras luchas: por los derechos de los presos, la oposición al genocidio en Darfor y contra la brutalidad policial.

Trabajó con constancia y creatividad para crear más espacio en la sociedad para la obra de artistas que dicen la verdad. En una exhibición del Día Nacional del Arte para Mumia Abu-Jamal en el Teatro Público de Nueva York en 1999, habló de la importancia de los individuos valientes que den oportunidades de ver y oír una cultura de resistencia. Habló de la necesidad de que los artistas tomen posición con los oprimidos, a la par que reconoció que el artista, aunque atrae la atención pública, no es político ni orador diestro.

Ossie nunca dejó de crear. Se dice que la víspera de morir estaba ensayando una pieza de baile para un rodaje de Miami. Cuando le preguntaban cómo podía "darle y darle", respondía: "Es mejor que cosechar algodón".

En lo que podría ser su última entrevista transmitida, con Tavis Smiley, Ossie Davis dijo:

"El regalo que se nos dio es que se presentó ante nosotros y nuestro pueblo una visión que podíamos ver y entender y a la cual podríamos contribuir. Nos enfocamos en ella desde el día que subimos al escenario hasta la fecha... No podemos pasar la vida flotando, no podemos quedar al margen o esperar lo fortuito. Tenemos que poner la vista en una estrella guía en cuanto aparezca en el horizonte. Y una vez que nos fijamos en ella no la tenemos que perder de vista ni quitar las manos del arado. Persistir en la más elevada visión posible que uno encuentre es lo que le da ánimos, le da constancia, le abre el camino a entender dónde está y por qué es importante hacer lo que pueda".

En pocas palabras, se podría contar con Ossie Davis a hacer lo máximo para hacer lo correcto y pedir lo mismo de nosotros.


NOTA DE LA ESCRITORA: Agradezco mucho a Ossie Davis y Ruby Dee por su extraordinaria autobiografía With Ossie & Ruby, In This Life Together, y a St. Clair Bourne por su entrevista a Ossie Davis (como parte del documental Paul Robeson: Here I Stand). Agradezco también a St. Clair y a Roger Guenveur por compartir sus percepciones y recuerdos de Ossie con el OR.