Obrero Revolucionario #1275, 24 de abril, 2005, posted at rwor.org
El verano pasado, en la Convención Nacional del Partido Republicano, George W. Bush declaró que gracias "al poder americano" en Afganistán e Irak "las jóvenes del Medio Oriente saben que se avecina un día de igualdad y justicia".
Es difícil tocar el fondo de la hipocresía de posar como defensor de la igualdad y la justicia para las mujeres del Medio Oriente (¡o de cualquier parte!). Este es el mismo presidente imperial que se junta con sus amigotes Pat Robertson, James Dobson y Franklin Graham, y comparte su ideología. Esos tipos piensan que la Biblia se debe interpretar y practicar literalmente, y que la mujer se debe someter al hombre.
La situación de las mujeres de Afganistán e Irak, dos países ocupados por Estados Unidos, demuestra que la realidad es completamente opuesta a lo que declara Bush.
Muchas mujeres de Afganistán esperaban que al caer los talibanes podrían librarse un poco de la opresión, que podrían quitarse las burkas que las cubren de pies a cabeza o que podrían salir de la casa, ir a trabajar y a la escuela sin miedo. Sin embargo, la invasión y ocupación de Estados Unidos no han traído tales cambios. Las mujeres viven los mismos horrores que vivían bajo el mando del Talibán, solo que ahora al país lo domina una potencia extranjera que dice defender la "democracia" y la "libertad".
La República Islámica de Afganistán es el actual gobierno y se estableció bajo la supervisión de Estados Unidos. Los fundamentalistas religiosos tienen gran influencia en el gobierno, como también en muchas partes del país donde el gobierno central tiene poco control. Aunque no hay ley que dicte que las mujeres tienen que usar la burka, las mujeres que se animan a salir a la calle (y a veces no se atreven) tienen que cubrirse pues las pueden atacar, secuestrar o violar. A millones de niñas les niegan educación.
En el Irak ocupado por Estados Unidos, tanto a las mujeres como a los hombres los balacean en retenes militares, los maltratan tropas que hacen redadas de casa en casa y los torturan en prisiones militares.
Según un informe de Amnistía Internacional que salió el mes pasado. en los "informes de tortura de los detenidos y de las crueles, degradantes e inhumanas condiciones de la prisión de Abu Ghraib y otros centros de detención de Estados Unidos, hay acusaciones de abuso y violación de mujeres. Varias detenidas hablaron con Amnistía Internacional después de su detención... Reportaron golpizas, amenazas de violación, humillaciones y períodos largos en celdas solitarias. Pero, como en Irak la deshonra se les atribuye a las víctimas de crímenes sexuales (no a los que los cometen), no se reportan muchos casos".
Amnistía también informa que "las mujeres son víctimas de leyes y prácticas discriminatorias y que les niegan igualdad de justicia y protección contra violencia en la familia y comunidad... la poca seguridad ha empujado a muchas mujeres fuera del ámbito público... Dentro de sus propias comunidades, las mujeres están expuestas a que las maltraten o las maten sus parientes por deshonrar la familia con su comportamiento. Tales "crímenes de honor" están aprobados por la legislación iraquí, que permite dar castigos ligeros a los que cometen los crímenes".
Estados Unidos admite que hay problemas, pero dice que la situación está cambiando para las mujeres y para todos en Irak. Dice que el éxito de las elecciones del 30 de enero muestra el triunfo de la democracia y es una señal de que todo ha salido bien.
Pero la elección no tenía nada que ver con la expresión de la voluntad de los iraquíes, ni de poner el poder en sus manos. La elección que ingenió y dirigió Estados Unidos (desde el principio hasta el fin), buscaba legitimar el dominio de Estados Unidos sobre Irak, poner un gobierno títere de compradores (fuerzas ligadas al imperialismo) que dé a Estados Unidos control duradero de Irak y del petróleo, y "estabilizar" el país como base de futuros movimientos agresivos en esa región.
Para las mujeres iraquíes, la elección es un gigantesco paso atrás en cuanto a su posición en la sociedad. Es cierto que el gobierno de Hussein fue brutal y reaccionario, pero por lo menos era laico y la igualdad de las mujeres se reconocía formalmente. En estas elecciones reluce el espectro de un gobierno, una constitución y una sociedad basados en la ley islámica.
El principal ganador fue la Alianza Iraquí Unida, una coalición de partidos chiítas dominados por el Supremo Consejo de la Revolución Islámica de Irak y Dawa, partidos religiosos afiliados con los mullahs fundamentalistas de Irán. Otro agrupamiento político son las fuerzas laicas que participaron en la elección como la Lista Iraquí al mando de Ayad Allawi, primer ministro interino que tiene tiempo colaborando con la CIA. El tercer agrupamiento son dos partidos curdos de compradores amigos de Estados Unidos.
Se están cometiendo muchas transas después de las elecciones y no está muy claro qué alianzas surgirán o hasta qué grado el gobierno y la constitución serán abiertamente religiosos. Pero en todo caso, sí es seguro que los fundamentalistas islámicos y su ideología reaccionaria juegan un papel muy importante en la sociedad.
Recientemente, salió en el New York Times que en Basora, la segunda ciudad de Irak, "los partidos religiosos chiítas han transformado la ciudad en un centro islámico desde que cayó Hussein. Las milicias han echado a los vendedores de bebidas alcohólicas. A las mujeres las hostigan si no caminan todas cubiertas de pies a cabeza de negro. Los jueces conservadores aplican la Shariah en ciertas cortes".
Algunos clérigos chiítas quieren que la Shariah, o ley islámica, se aplique a todos los casos que se relacionan con la "familia", como matrimonio, divorcio y herencia. Otros dicen que la ley del Corán debe ser la base de todas las leyes.
Juan Cole, profesor de la Universidad de Michigan, explica que si se aplica la Shariah a casos "familiares" o "personales", "se negará a las mujeres divorciadas toda herencia, las niñas recibirán la mitad de la herencia que sus hermanos, las mujeres no tendrán el derecho de iniciar un divorcio, habrá más restricciones para salir a la calle y el testimonio de las mujeres valdrá la mitad del de un hombre". O sea, aplicar la Shariah significa declarar abiertamente que la mujer tiene solo la mitad de los derechos de un hombre.
La administración de Bush cínicamente muestra una doble cara con las fuerzas fundamentalistas de Irak. Por un lado, asegura que gracias a Estados Unidos, los iraquíes ahora "tienen el control del destino de su país" y que tienen la responsabilidad de determinar la naturaleza del gobierno y las leyes. Donald Rumsfeld dijo: "Irak es para los iraquíes. No es para los americanos. Nosotros no vamos a decidir qué tipo de país van a tener". (Claro, es obvio que Estados Unidos considera que cuando las masas iraquíes piden que se vayan las tropas de Estados Unidos, esa no es una "decisión legítima").
Por otro lado, Bush y los imperialistas se presentan como defensores del "progreso" y de la "libertad" en Afganistán, Irak y otras partes de la región, en contraste a los teócratas islámicos. De nuevo, es hipocresía descarada. Lo que quieren las fuerzas fundamentalistas en Afganistán e Irak, en nombre del Islam, no es diferente del absolutismo de la interpretación literal de la Biblia que quieren los fundamentalistas en Estados Unidos (y los de la cúpula del gobierno).
Aparte de la hipocresía, quieren definir las posibilidades para las mujeres de Irak, para los iraquíes y para la región entre el "progreso" y la "libertad" que representa Estados Unidos, y por otro lado la "ignorancia" que representan las fuerzas feudales de los talibanes y otros. Poco después de la invasión de Estados Unidos a Afganistán en 2001, el presidente del PCR, Bob Avakian, comentó algo muy importante:
"Esa es una contradicción difícil y delicada. Es cierto que la imposición de la burka (la túnica de pies a cabeza) y otras limitaciones a las mujeres por el Talibán son formas de opresión que esencialmente se han eliminado con la transformación demócrata-burguesa de la sociedad. Naturalmente, nosotros apoyamos las reformas demócrata-burguesas, en oposición a las relaciones de opresión feudales y otras relaciones precapitalistas.
"En cierto sentido, esto es parecido a decir que la democracia burguesa es 'mejor' que el fascismo, si uno aceptara esa comparación. Pero esa no es la comparación que se debe plantear: la 'alternativa' no se debe limitar a la sociedad demócrata-burguesa (con sus formas explotadoras, opresoras, y represivas de relaciones y gobierno) contra formas feudales (o fascistas) de gobierno, represión y opresión. Tampoco debemos olvidar que el gobierno burgués (o sea, la dictadura burguesa) de carácter democrático se puede convertir en una dictadura franca sin disimulos, en fascismo: un punto muy importante en vista de lo que está sucediendo en la sociedad estadounidense hoy.
"No debemos permitir que la situación se defina en términos de qué formas de opresión y explotación (y de dictadura reaccionaria) son 'mejores'.
"Específicamente, y especialmente en las actuales circunstancias, no podemos permitir que la situación se defina de tal modo que se acepte la noción (o pretensión) de que Estados Unidos y otros imperialistas representan 'progreso' o 'liberación' para la mujer o en general para Afganistán y el mundo...
"Tenemos que recalcar que tanto las relaciones sociales demócrata-burguesas como las feudales (y otras relaciones precapitalistas) encarnan una opresión horrible para la mujer, aunque la forma sea distinta; asimismo, hay que recalcar que se necesita una ruptura radical con todo eso: con las formas precapitalistas y con las formas burguesas (y demócrata-burguesas) de opresión, explotación y represión". (De "La hipocresía imperialista y la opresión de la mujer por los talibanes". Este artículo se encuentra en rwor.org)