Revolución #228, 3 de abril de 2011
Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Potencias occidentales metidas en Libia
Lo siguiente es una versión abreviada de un artículo que recibimos del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
21 de marzo de 2011. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Hoy las potencias occidentales están bombardeando a Libia dando la impresión que su llamada intervención humanitaria es algo nuevo en el mundo. Si EE.UU. y Europa combatieran para liberar a un pueblo oprimido, eso sería algo nuevo y sorprendente. Pero eso no es lo que está pasando.
Lo que hoy han re-etiquetado como "intervención humanitaria" es tan gastado y trillado como lo que los apologistas del colonialismo del siglo 19 llamaban "la carga del hombre blanco". No traía nada más nuevo que las invasiones de Afganistán e Irak, que también presentaron como acciones para liberar al pueblo de unos tiranos, pero que de hecho trajeron más miseria y para colmo la ocupación por extranjeros.
Nuestra condena a las potencias occidentales se basa en dos argumentos principales sustentados en evidencia cuya certeza sería difícil de negar: lo que estas potencias han hecho en el pasado, de fines del siglo 19 a hoy, y por qué han decidido responder a la primavera árabe eligiendo atacar a Libia. Un examen de estas dos cuestiones demuestra que las actuales acciones del occidente no representan una ruptura con su pasado colonial sino una continuación.
Empezando con los actuales sucesos, sin defender en absoluto a Gadafi, ¿qué le ha hecho él a la población libia que los demás gobernantes árabes no les hayan hecho a sus propias poblaciones?
La represión en Bahrein es al menos tan sanguinaria que en Libia. Después de todo, se trata de un movimiento que al principio no pedía sino reformas legales y no el desmantelamiento de un régimen. Pero las fuerzas de seguridad han respondido con un salvajismo que raras veces se ve en otras partes, abriendo fuego sobre multitudes con revólveres, rifles y ametralladoras de calibre .50. Se especializan en escopetas con perdigones que dejan una enorme cantidad de gravemente lesionados.
Por todas partes, las personas se indignaron cuando las fuerzas de Gadafi llegaron en una ambulancia a una manifestación y se bajaron a puro balazo. Lo mismo pasó en una escala aún mayor en Manama, Bahrein, donde las fuerzas de seguridad cercaron e irrumpieron en el principal complejo hospitalario, golpearon y tirotearon a los pacientes, amenazaron y golpearon al personal y hasta arrestaron a un cirujano que le practicaba una operación a un paciente lesionado. Todavía tienen ocupado el hospital e impiden que entre y salga la gente.
¿Qué clase de "intervención humanitaria" presenció el mundo en Bahrein? Soldados de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos cruzaron la frontera en tanques y vehículos blindados en apoyo a la monarquía sitiada.
El presidente de EE.UU. Obama telefoneó a los monarcas saudita y bareiní y les dio consejos personales. No se sabe qué les dijo, pero sí sabemos lo que su secretaria de Estado Hillary Clinton dijo: pidió que ambos bandos en Bahrein se abstengan de usar la violencia y, al preguntársele, se negó en particular a oponerse a la invasión saudita. Si bien pidió el "diálogo", se negó a criticar al régimen por arrestar a los líderes de lo que antes era la oposición legal y por proscribir las manifestaciones y cualquier otra actividad política. Ni siquiera amenazaba con suspender su ayuda militar a Bahrein.
¿Por qué? Debido a la importancia estratégica de Bahrein en la boca del golfo Pérsico, la confiabilidad de sus gobernantes según el punto de vista de los intereses occidentales y sobre todo la importancia de Arabia Saudita para mantener la región en el atraso y bajo la dominación de EE.UU.
Como la familia real bareiní representa una elite sunita privilegiada que domina sobre una mayoría chiíta y en su contra, el régimen es muy dependiente del apoyo anglo-yanqui y por tanto es dócil respecto a sus deseos. Esta política étnica en beneficio de los intereses de imperio es muy parecida a lo que los británicos hicieron en el sur de Asia y África.
Hasta los medios de comunicación occidentales le dan a los gobernantes bareiníes una especie de pase libre que nunca le ofrece a Gadafi. Al repetir como loros la narrativa oficial anglo-yanqui, presentan el movimiento chiíta por sus derechos como un "conflicto sectario" e ignoran de plano la cuestión de la justicia, lo cual no es muy distinto a presentar como rivalidades étnicas meramente desacertadas la lucha tamil en Sri Lanka contra su aniquilación por los gobernantes cingaleses o la lucha de los negros de Sudáfrica contra el apartheid de los blancos.
Bahrein existe como país independiente principalmente porque el Reino Unido (RU) lo arrebató a Irán y se alió con el clan que había dominado ahí durante más de dos siglos.
¿Precisamente qué tan "independiente" es un país que no tiene mayor propósito que ser un estacionamiento para la V flota estadounidense? ¿Por qué está esa flota ahí en primer lugar?
Además, ¿por qué existe Arabia Saudita, si no porque el RU estimara que fuera necesario crearlo y porque haya servido tanto al RU y EE.UU.? ¿Por qué es el dominio de Bahrein y Arabia Saudita por los representantes terrenales de dios mejor que la misma clase de dominio en Irán?
Resumiendo, en el caso del occidente los intereses —imperialistas— definen lo correcto y lo incorrecto.
Los regímenes como Bahrein y Arabia Saudita no necesariamente son lo que EE.UU. y el RU quisieran tener. Clinton dijo estar "inquieta" por los sucesos en Bahrein y eso probablemente sea cierto, no debido a las muertes sino porque causan una inestabilidad política indeseable y se dan en un momento inoportuno para el occidente.
¿Qué clase de sociedad quieren perpetuar EE.UU. y Cía. en el Medio Oriente, y en Libia?
Clinton dijo que "le encantó" estar en la plaza Tahrir durante el referendo sostenido por el ejército, para el cual no hay problema en dejar que la gente se entretenga con la opción de hacer ajustes menores al orden establecido. Muchas cláusulas en cuestión tenían que ver con los límites sobre el mandato del presidente de turno, lo que en gran parte es insignificante hoy porque la historia ha vetado el deseo de Mubarak de ser presidente vitalicio. El ejército también enmendó la constitución para que ningún presidente se casara con una mujer no egipcia, lo que es una hedionda expresión de chovinismo masculino (da a entender que sería inconcebible tener una presidenta) e intolerancia religiosa, como si lo que Mubarak y su predecesor Anuar Sadat tenían de mal fuera que estaban casados con mujeres cuyas madres eran cristianas inglesas. Algo que el ejército no puso a voto es el artículo constitucional que define la sharia [las leyes islámicas basadas en el Corán] como principal base de la jurisprudencia egipcia.
No sería ninguna exageración decir que las elecciones del ejército para este referendo dieran su sello de aprobación para los viles ataques de los hombres a las mujeres que se congregaron en la plaza Tahrir de El Cairo para celebrar el Día Internacional de la Mujer y pedir derechos para la mujer una semana antes de la vista de Clinton. ¿Es eso lo que "le encantó" a Clinton? ¿O el hecho de que la junta militar suspendió el estado de emergencia de las últimas generaciones y puso en libertad a todos los presos políticos?
¿Quién dice que "está liberando" a Libia?
Veamos el otro elemento de nuestra condena: precisamente quién está bombardeando a Libia.
Francia inició el ataque, pues ya tenía sus cazas de guerra en el aire en el momento en que los países occidentales se reunían para contemplar el curso de acción. Empezó a bombardear antes del fin de esa reunión.
Antes, Francia exhibió su respeto por los valores humanitarios cuando sus aeronaves y soldados mataron hasta un millón de argelinos durante su guerra para impedir la independencia argelina hace 50 años. Si bien Francia proclama con hipocresía la necesidad de una "intervención internacional" hoy en Libia, se opuso vigorosamente a los llamados de aquel movimiento de independencia a detener los bombardeos franceses contra los argelinos.
En la Francia actual, solamente los más ignorantes o deliberadamente ciegos sostendrían que el presidente Nicolás Sarkozy tuviera respeto por la vida y los derechos de los árabes en Libia, pues a la vez él ha despreciado con descaro y a propósito a aquellos de los inmigrantes árabes y africanos o sus hijos residentes en Francia.
Algunos jóvenes en los alrededores de París que tienen fuertes concentraciones de inmigrantes comparan las sanguinarias ambiciones de Sarkozy en Libia a su notoria amenaza de "barrer la escoria con una manguera a presión" en los multifamiliares ghettoizados de Francia donde la policía refuerza sin alma la desesperanza generada por la sociedad. La declaración de guerra de Sarkozy contra la juventud inmigrante prendió la rebelión de 2005 en los ghettos. Pese a toda la confusión imperante entre estos jóvenes hoy, existe una evidente certeza en la conexión que ellos ven entre lo que los gobernantes les hacen y lo que pretenden hacer en el mundo árabe.
Sarkozy ansía tanto tomar la delantera en Libia en parte porque Francia ha resultado debilitada en sus ex colonias y neocolonias en África y el Medio Oriente.
La misma lógica se aplica al RU, cuyo imperio en gran parte lo ha absorbido EE.UU., a pesar de un historial de violencia contra los pueblos del mundo cuya magnitud y duración en Asia y África no tiene par en la historia.
Esta relación con EE.UU. ha dejado que el RU conservara más beneficios de imperio que pudiera haber ocurrido en otra situación y también ha hecho que se contentara con menos de lo que pudiera querer en otra situación. Libia es un bocado muy apetitoso para el RU, cuya empresa líder, anteriormente llamada British Petroleum, le compró a Gadafi los derechos de exploración y perforación en mar abierto. Tiene gran importancia para el RU tener una fuerte influencia sobre la decisión de qué clase de régimen se establecerá en Libia, a la vez que presta mucha atención a recuperar su influencia política en el vecino Egipto.
Si bien Sarkozy habla más fuerte, los líderes del RU han estado más movidos en sus visitas a Egipto y el golfo Pérsico para retomar los hilos de su influencia que la dominación yanqui de esos países ha dejado un poco desgastada. Como Francia tenía en el bolsillo al régimen tunecino de Ben Alí, respaldaba a la monarquía marroquí y ejercía mucha influencia en Argelia y Estados Unidos tenía a Mubarak, el RU quedó reducido a contender con Italia por Gadafi. Los tres partidos oficiales británicos tal vez tengan discrepancias sobre cómo manejar el trato con varios sectores de la sociedad en su territorio nacional, pero todos aceptan que la partipación específica del RU en la crisis económica mundial requiere que exploten más profunda y extensamente al tercer mundo.
Respecto a EE.UU., su posición un tanto ambivalente refleja sus complejos intereses en el actual Medio Oriente y su participación ya extenuante en dos guerras. Si bien los políticos y expertos en Estados Unidos (sobre todo en el gobierno de Bush) han reconocido que la mayoría de los regímenes de la cual depende la dominación regional yanqui no son sostenibles a largo plazo, Washington se ha mostrado cauto de que los grandes cambios, sobre todo en el contexto del actual levantamiento popular, podrían resultar perjudiciales para sus intereses, en su conflicto con el fundamentalismo islámico así como en dejar que las potencias europeas, que son tanto aliados como rivales, avancen a costa del debilitamiento del imperio de EE.UU.
Además, como hemos analizado, EE.UU. tiene sus propios intereses más amplios en la región y en el mundo y sus propias razones reaccionarias lógicas por querer evitar que se le vea aún más que nunca como el invasor y ocupante que es en realidad, sobre todo a causa de un país que estima que no es importancia estratégica. Por eso, EE.UU. explica que será "la punta de lanza" de la arremetida sobre Libia, afirmando el liderazgo que tiene porque ningún otro país ni grupo de países podrá igualar su poderío militar, a la vez que también procura evitar que esté al centro de la situación y que tenga discrepancias con el RU y aún más con Francia acerca de las metas públicamente reales y admisibles de esta guerra.
Dada la complejidad de los intereses de EE.UU., la relativa unidad en la clase dominante de EE.UU. es tan llamativa como lo es en el RU. Pese a lo que prefieran, en su mayoría parecen aceptar que la peor situación, desde el punto de vista del imperio, es una en que podría haber más inestabilidad y desafíos a la dominación de EE.UU. en la región y en el mundo.
En una palabra, lo que quiere el occidente en Libia es el control. Los intereses que buscan los gobernantes del capitalismo monopolista de todas estas potencias no tienen nada que ver con aquellos de los habitantes de Libia y otros países árabes ni de los habitantes del mundo, ni con los intereses fundamentales y de largo plazo de los habitantes en sus "territorios nacionales". Todo lo contrario: las metas de esta guerra son las mismas que han motivado las políticas y acciones de Europa y EE.UU. en el Medio Oriente y otras partes desde fines del siglo 19: establecer esferas de influencia a fin de monopolizar la explotación del pueblo y sus recursos y establecer o defender regímenes dóciles que representan las clases explotadoras cuyos intereses se compaginan con la dominación política y económica de sus respectivos países.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar (aworldtowin.org), una revista política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas del mundo.
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