Revolución #246, 25 de septiembre de 2011
La votación en la ONU.… la ocupación de Palestina... y la lucha por la liberación
El 23 de septiembre, la Autoridad Palestina (AP) pedirá al Consejo de Seguridad de la ONU que reconozca un estado palestino.
La resolución de la ONU presenta cuestiones cruciales acerca de la naturaleza y el papel del estado de Israel, las causas fundamentales que motivan la opresión del pueblo palestino y lo que se necesitará para obtener justicia y liberación para un pueblo que ha sufrido generaciones de subyugación y ocupación brutal.
El estado de Israel y el pueblo palestino…
Para entender los antecedentes de esta resolución de la ONU, es necesario partir de tres verdades básicas:
Número especial sobre Israel ¿Bastión de ilustración… O matón para el imperialismo? El caso de ISRAEL #213, 10 de octubre de 2010 revcom.us/israel-es |
La primera: el estado de Israel se fundó en 1948 sobre las tierras del pueblo palestino cuyas raíces en la tierra tienen una historia de cientos de años y cuya existencia como nación en lo que hoy es Israel se originó durante la formación de estado-naciones en la región. Al fin del siglo 17, había 230.000 palestinos (musulmanes y cristianos) y 2.000 judíos en lo que hoy es Israel. 200 años más tarde, en 1800, la situación era similar — 268.000 palestinos y 7.000 judíos. Aun después de las olas de emigración de judíos de Europa a Palestina, en víspera de la fundación de Israel, Palestina era hogar de aproximadamente 1.3 millones de palestinos y 630.000 colonos judíos.
El estado de Israel, como una entidad sionista, nació por medio de la limpieza étnica de la población palestina original. Esta se concentró en la ola de masacres y terror conocida como la Nakba (“catástrofe” en árabe) durante y después de 1948, como en la aldea palestina de Deir Yassin. El 9 de abril de 1948, unos soldados judíos irrumpieron en la aldea y acribillaron las casas con fuego de ametralladora, y mataron a mucha gente. Como escribió un historiador: “Agruparon en un lugar a los aldeanos que quedaban y los asesinaron a sangre fría y abusaron de sus cuerpos y violaron a muchas mujeres y luego las mataron. Fahim Zaydan, de 12 años en ese entonces, recordó que vio con sus propios ojos el asesinato de su familia: ‘Nos llevaron uno tras otro; pegó un tiro a un anciano y cuando una de sus hijas lloró, le pegó uno a ella también. Luego llamaron a mi hermano Muhammad y le pegó un tiro delante de nosotros, y cuando mi madre gritó agachada sobre él —con mi hermanita Hudra en las manos, a su pecho— la balearon también’”. (Vea La limpieza étnica de Palestina, de Ilan Pappé.)
Esta clase de masacres hizo que casi un millón de palestinos huyeron de sus tierras, aldeas y hogares. Para asegurar que no quedara nada por que regresar para los palestinos, destruyeron completamente sus aldeas, incluso muchos olivares y naranjales. Cambiaron a hebreo los nombres de aldeas y caminos en árabe. Destruyeron antiguas mezquitas e iglesias cristianas.
Encima de antiguas aldeas palestinas construyeron parques temáticos, bosques de pino (un árbol no autóctono en la región) y asentamientos israelíes — para borrar toda evidencia física de que la tierra había pertenecido a los palestinos y para darle finalidad a la Nakba. ¡Los sionistas y sus partidarios afirmaron que nunca había existido un pueblo palestino! Y que Israel era “una tierra sin un pueblo para un pueblo sin una tierra”.
Sobre la sangre y huesos de tales masacres y con la justificación mediante tales mentiras, se fundó y se construyó el estado de Israel. Y no se trata de una “historia” ni “antigua” ni “moderna”. Moldea la vida cotidiana de cada palestino hoy. (Vea “¿Bastión de ilustración… O matón para el imperialismo? El caso de ISRAEL”, Revolución #213, 10 de octubre de 2010, que se puede conseguir en línea en revcom.us; y/o haga su propia investigación de estas afirmaciones e investigue muchas fuentes.)
Segunda: las potencias imperiales, y hoy Estados Unidos, patrocinaron a Israel para que sirviera de agente armado global para un mundo de maquiladoras, devastación ambiental, explotación y opresión. Sea la alianza entre Israel y el régimen de apartheid en Sudáfrica, su participación clave en la masacre de 200.000 indígenas en Guatemala o las guerras constantes contra otros países del Medio Oriente, Israel ha funcionado como un perro de ataque del imperialismo estadounidense. Eso constituye el corazón de “la relación especial” entre Israel y Estados Unidos (vea “Estados Unidos… Israel… y crímenes por todo el mundo”).
Tercera: el Holocausto, un crimen horroroso de este mismo sistema del imperialismo, no es ninguna justificación moral para estos crímenes de hoy. La verdadera lección del Holocausto es que no se puede disculpar a nadie por mantenerse con los brazos cruzados, en silencio, cuando se estén llevando a cabo crímenes terribles — como los que Israel hoy está cometiendo contra los palestinos. (Una exploración a fondo de las raíces y las lecciones del Holocausto se puede encontrar en “Revolución responde a una pregunta sobre la naturaleza del Holocausto”, Revolución #217, 21 de noviembre de 2010)
En un mundo de grandes injusticias y horrores, la formación del estado de Israel, y su interminable opresión brutal del pueblo palestino, representan un crimen monstruoso.
Israel y los palestinos hoy
Desde la expulsión de su tierra natal, el pueblo palestino ha vivido cercado y confinado en campamentos de refugiados, bajo ocupación militar en los pocos territorios que lograron conservar al principio.
En la región Cisjordania de Palestina, el Muro del Apartheid de Israel surca y zigzaguea 640 km, de 8 metros de altura con torres al estilo prisión encima. Divide una zona que es el hogar para 2.5 millones de palestinos, separando vecinos de vecinos, agricultores de sus parcelas, la gente de las escuelas, hospitales y trabajos. Soldados de ocupación patrullan el muro, monitorizado por aviones sin tripulación que defienden contra la población civil una zona “de exclusión” de 25 metros. Protege a cientos de miles de colonos ilegales fanáticos religiosos altamente armados.
En Gaza, 1.5 millones de palestinos viven en medio de escuelas y hospitales destruidos durante la masacre de 2008 que desató Israel, que dejó a unos 1400 muertos, la gran mayoría civiles. No se puede reparar los edificios porque el bloqueo de Israel impide que llegue material de construcción. En 2010, para impedir que un barco turco, el Mavi Marmara, rompiera el bloqueo, comandos israelíes lo atacaron en aguas internacionales y asesinaron a nueve activistas no armados.
Millones de otros palestinos en la diáspora —exiliados a la fuerza— viven en campamentos de refugiados, muchos en condiciones miserables, sin residencia legal, capacidad de viajar, trabajar o visitar a familiares. En 1982, tropas israelíes supervisaron y orquestaron la masacre de hasta 3500 palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila en el Líbano.
Desde el inicio del proyecto sionista, los palestinos han resistido con valor. En los años 60, las organizaciones guerrilleras palestinas lanzaron una lucha armada contra Israel, con el objetivo de crear un estado laico (no religioso) y democrático a través de Palestina. Después de que esta marea alta de resistencia popular se topó con obstáculos que no pudo sortear, el pueblo palestino seguía encontrando formas de protestar y rebelarse, como dos Intifadas (“deshacerse de” en árabe) que opusieron jóvenes lanzapiedras con el amplio apoyo a través de Palestina y por todo el mundo, a los soldados israelíes ocupantes.
La resolución de la ONU
La resolución de la ONU que propone la AP, la entidad que administra un sector pequeño de Palestina, pide que se reconozca un estado palestino que conste de la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental. O sea, un estado palestino relativamente pequeño y no contiguo rodeado, dividido, ahogado y controlado por Israel en una forma que recuerda a los supuestamente “independientes” bantustanes auspiciados y controlados por el régimen de apartheid de Sudáfrica.
Además, la resolución acepta de manera inherente y explícita y trabajaría para legitimar, el estado de Israel.
Por lo tanto, la resolución de la ONU no es un paso hacia la liberación del pueblo palestino, ni práctica, simbólica ni moralmente. Al contrario, representa y refleja la posición que por mucho tiempo ha mantenido la AP que acepta y legitima el robo de la tierra del pueblo palestino y, al contrario, regatea en pos del reconocimiento de los administradores-lacayos de un mini-estado dominado por Israel.
Amenazas de Estados Unidos
Aunque en realidad la resolución de la ONU representa una acomodación con la opresión israelí del pueblo palestino, la respuesta de Estados Unidos ha sido la de un matón. Primero, Estados Unidos e Israel van a todo vapor para impedir que la resolución sobre un estado palestino siquiera llegue a una votación en el Consejo de Seguridad. Si la resolución resulta aprobada, Estados Unidos ha declarado que la vetará1.
Pero para colmo, la vice-embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Rosemary DiCarlo, dijo: “Que no haya duda: las acciones simbólicas para aislar a Israel en las Naciones Unidas en septiembre no crearán un estado palestino independiente”. En otras palabras, no importa cuántos países de la ONU voten para reconocer a un estado palestino; si la única superpotencia no está de acuerdo, no va a suceder.
Han dirigido esa lógica y tono contra cualquier país que desafíe los deseos de Estados Unidos en la ONU. La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, advirtió que los países que votaran por un estado palestino “tendrían la responsabilidad de asumir las consecuencias de su voto”. Y junto con esas amenazas, se ha hablado de terminar la mísera ayuda que Estados Unidos da a la AP que le permite funcionar e incluso suspender sus cuotas a la ONU mismo y otras formas de represalias.
Un motivo de esta oposición es que el reconocimiento de la ONU abriría cauces legales para que los palestinos pudieran poner en tela de juicio, en las cortes criminales internacionales, las acciones ilegales de Israel e incluso los asentamientos ilegales en Jerusalén Oriental y Cisjordania o el bloqueo de Gaza.
Pero a un nivel aún más básico, la resolución es inaceptable para Estados Unidos e Israel porque estos dos países exigen “el derecho” de imponer “condiciones” siempre cambiantes sobre los palestinos mediante lo que llaman cínicamente “el proceso de paz”. Este “proceso de paz” tiene una larga historia de obligar a la AP a aceptar las demandas de Israel por tierra y otras concesiones, pero Israel siempre responde con más demandas que son más viles. Hace poco, Israel exigió que los palestinos reconocieran a Israel como un “estado judío” — es decir, una teocracia explícitamente judía que consagraría la subyugación institucionalizada de los palestinos dentro de Israel y legitimaría más el estado sionista. Y como vemos una y otra vez, una prueba decisiva para todo político y funcionario electo en Estados Unidos es que apoye a Israel sólida y fervientemente — sin importar lo que éste haga o exija.
Y en lo más fundamental: los gobernantes de Estados Unidos no pueden tolerar esta resolución porque su dominación unilateral del Medio Oriente, en gran parte por medio de Israel, es un pilar crucial en el rol de Estados Unidos como superpotencia mundial única. Cualquier idea de que Estados Unidos no lleva la batuta en la región podría minar ese rol en medio de muchos otros desafíos a la dominación yanqui, desde las fuerzas fundamentalistas islámicas hasta la gente que se está levantando para demandar la libertad.
Cualquier idea de que Estados Unidos e Israel no puedan simplemente imponer su voluntad sobre los pueblos de la región podría prender más protestas y rebeliones en la región, lo que incluye al pueblo palestino.
Los gobernantes de Estados Unidos no pueden aceptar nada de eso.
Entre la espada y la pared
Mientras los imperialistas yanquis, por su propia lógica, tienen fuertes motivos para ir a todo vapor para bloquear la resolución de la ONU, esa oposición les plantea problemas reales.
En representación de los intereses del imperio estadounidense en el Medio Oriente, el New York Times escribió: “Un veto en contra de la petición palestina para ser un miembro oficial constituiría otro golpe contra la credibilidad estadounidense en el mundo árabe, mientras la administración de Obama procura posicionarse al lado de los manifestantes que buscan libertad, justicia y una noción de dignidad en las autocracias árabes. Para muchos en esta región, la suerte de los palestinos, bajo más de cuatro décadas de ocupación, concentra esos ideales”. (“Abbas Says He Will Seek Palestinian State at the Security Council,” 16 de septiembre de 2011)
La vergonzosa complicidad de estos regimenes con la opresión israelí del pueblo palestino ha sido por mucho tiempo la fuente de ardiente indignación por toda la región. Una dimensión inspiradora e importante de los levantamientos en los países árabes ha sido la oposición a la complicidad de los regimenes pro-Estados Unidos con la opresión israelí de los palestinos. Ésta se manifestó poderosamente el 15 de mayo, en la conmemoración de la Nakba (la limpieza étnica de Palestina en 1948): decenas de miles de manifestantes se reunieron en las fronteras de Israel, provenientes de Siria, el Líbano, Cisjordania y Gaza, y en algunos casos con heroísmo cruzaron la frontera.
El 9 de septiembre, miles de jóvenes cayeron sobre la embajada de Israel en el Cairo, abrieron un boquete en un muro, entraron al complejo, echaron abajo la bandera de Israel y la reemplazaron con las banderas de Egipto y Palestina (vea “Cairo: Battering down another brick in the wall”, 12 de septiembre de 2011, reimpreso en revcom.us).
Pero mientras los levantamientos en la región hacen más problemático el apoyo rotundo de Estados Unidos a Israel, también lo hacen más necesario. Con su arsenal nuclear, alta tecnología y un importante sector de su población judía proveniente de Europa que se identifica y se alinea —en muchos casos de forma bien furibunda— con el proyecto sionista, el estado de Israel es un firme cimiento crucial para la dominación imperialista de Estados Unidos sobre una región estratégica del mundo.
Como escribimos en el número especial de Revolución sobre Israel: “No ha resultado fácil para Estados Unidos negociar un acuerdo que integraría a los palestinos en algo parecido a una situación estable y al mismo tiempo satisfacer lo que los israelíes consideran su necesidad de dominación sin rival y un estado totalmente sionista. Esto sigue siendo un punto delicado en la región y el mundo. Mientras Israel recurre a medidas cada vez más extremas para reprimir a los palestinos, se vuelve más aguda esta contradicción.
“Sin embargo, mientras Israel sigue siendo miembro del equipo yanqui, le causa problemas al dueño del equipo, de maneras profundas. A pesar de problemas reales, incluso en ocasiones diferencias importantes, la ‘relación estratégica’ única entre Estados Unidos e Israel continúa porque desde la perspectiva del imperialismo estadounidense, no existe una alternativa real en la cancha de juego respecto al papel que juega Israel en el Medio Oriente y por todo el mundo”.
Hora de luchar
Aunque la votación sobre resolución de la ONU no va a conducir a nada parecido a la liberación para el pueblo palestino, se da en un momento en que hay mucha inestabilidad en el Medio Oriente y el norte de África, en un momento cuando la legitimidad de régimen tras régimen se ha vuelto una cuestión candente para millones. Ante las amenazas de Israel y Estados Unidos de tomar represalias contra los palestinos y con la probabilidad de nuevos estallidos de levantamientos populares en Palestina y en otras partes, existe una responsabilidad crucial para la resistencia política —particularmente de parte de la gente en Estados Unidos— para oponerse a cualquier intento de Estados Unidos e Israel de intensificar la opresión del pueblo palestino, y para apoyar la justa lucha de los palestinos. Tal resistencia es un imperativo moral.
La venidera confrontación en la ONU, de una manera u otra, va a traer a muchas personas a la lucha y al debate, en Palestina, en el Medio Oriente y alrededor del mundo.
A través de todo esto, desde diferentes direcciones y con diferentes demandas, millones de personas se verán envueltas en la efervescencia de interacción y lucha política. Los revolucionarios necesitan zambullirse en la efervescencia, uniéndonos a aquellos que estén planteando esas demandas a fin de oponerse a las acciones de Estados Unidos y exigiendo justicia para los palestinos. Y en ese caldo, necesitan estar debatiendo y bregando sobre cuestiones cruciales de la naturaleza y el rol del estado de Israel, las causas básicas de la opresión del pueblo palestino y lo que se tendrá que hacer para lograr la justicia y liberación para un pueblo que ha sufrido generaciones de subyugación y brutal ocupación. Con la participación y la lucha activa de los comunistas revolucionarios, la dinámica general tiene el potencial de ser un poderoso elemento en la gestación de un movimiento mundial para arrancar, de los horrores del actual orden mundial, un mundo libre de toda opresión.
Después del Holocausto, lo peor que le ha pasado al pueblo judío es el estado de Israel. Bob Avakian, Lo BAsico 5:12 |
* Por todo el país, unos voluntarios colaboraron en las investigaciones para este artículo. Para ayudar en investigaciones, tomar fotos u otros aspectos del trabajo del periódico Revolución, envíe un e-mail a rcppubs@hotmail.com o una carta a RCP Publications, Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654-0486.
1. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad —Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China— tiene poder de veto acerca de cualquier decisión importante de la ONU. Desde 1972 Estados Unidos ha sido, por mucho, el que más usa el veto que nadie, principalmente acerca de resoluciones que critican a Israel. Hace poco, la administración de Obama vetó resoluciones que condenan los asentamientos ilegales israelíes, los cuales son una forma particularmente vil de extender la limpieza étnica, violenta y continua, mediante la expulsión del pueblo palestino de su tierra natal. Se ha especulado que si —tal como es casi cierto— Estados Unidos vetara la resolución en el Consejo de Seguridad, la AP buscaría un nivel menor de reconocimiento de la ONU, uno que no está sujeto al veto de Estados Unidos. [regresa]
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