Revolución #264, 1 de abril de 2012


La masacre en Kandahar, Afganistán y el terror de la ocupación yanqui

En las primeras horas de la mañana del 11 de marzo de 2012, los aldeanos del distrito de Panjwai, una zona muy pobre de Kandahar al sur de Afganistán, fueron blanco de una sangrienta matanza que dejó 16 muertos: nueve niños, cuatro mujeres y tres hombres. El perpetrador de este terrorismo fue un sargento del ejército yanqui de una de las bases yanquis cerca de la aldea.

Eran las 3 a.m. y la mayoría de los aldeanos estaban en sus hogares, dormidos. El asesino arrancó a un niño de su cama, lo arrastró hasta la puerta y le pegó un tiro en la cabeza, según recordaba un sobreviviente. Después volvió adentro y le puso el arma en la boca a otro niño. 

De ahí el soldado fue a otra aldea, donde asesinó a más gente. Algunas víctimas, que incluyen a niños, tenían heridas de puñaladas. Gul Bashra, la madre de una victima de dos años de edad, dijo: “Ellos [los norteamericanos] mataron a un niño, que tenía dos años de edad. ¿Acaso era este niño un talibán?  Créame, aún no he visto a un talibán de dos años de edad”.

Abdul Samad perdió a 11 miembros de su familia, incluyendo a su esposa y ocho hijos, a todos los mataron de un tiro en la cabeza. El soldado yanqui regó un químico sobre algunos cuerpos y los quemó. Hace poco la familia había retornado a la aldea, después de huir en 2009 por la violencia causada por el “aumento” de las tropas yanquis y las operaciones militares ordenadas por el presidente Obama. La zona ahora era segura, les dijeron. “Nuestro gobierno nos dijo que volviéramos a la aldea, y después dejaron que los estadounidenses nos mataran”, dijo Samad.  

Estados Unidos mantuvo en secreto la identidad del asesino por unos días y después lo trajo de vuelta al Fuerte Leavenworth en Kansas. Ahora lo han identificado como el sargento segundo Robert Bales y lo han acusado bajo el código militar estadounidense con 17 cargos de asesinato y 6 de intento de asesinato.

Asesinato en masa, violación y tortura: el estilo de guerra “americano”

Obama dijo acerca de la masacre: “La muerte de civiles inocentes es indignante y es inaceptable. Esto no es lo que representamos como país y no representa a nuestro ejército”. La verdad es todo lo contrario. Lejos de ser “inaceptable” para aquellos que gobiernan este país, existe una larga y fea historia de actos despiadados y depravados contra el pueblo por las tropas yanquis de que obedecen a los intereses de esos gobernantes, desde la fundación de este país hasta el presente.

He aquí unos pocos ejemplos de esta historia escandalosa:

No, la masacre del 11 de marzo de 2012 en Kandahar NO fue una “aberración” ni simplemente un soldado “renegado” que de repente explotó por demasiado estrés. Este último ultraje yanqui está relacionado a una cultura militar y la denuncia, en la que enseñan y adiestran a las tropas en el oficio de torturadores y asesinos a sangre fría al servicio de los objetivos y necesidades del imperialismo estadounidense por medio de guerras de conquista. Una cultura militar en que ven y tratan al “enemigo” como si fuera infrahumano, o sea, unos “gooks”, “cabezas de trapo” y “hadjis” que merecen las atrocidades que reciben. No sólo la aplican a los combatientes enemigos sino a poblaciones civiles enteras, incluidos niños y especialmente mujeres quienes, como “trofeos de guerra”, son las víctimas de violaciones, mutilaciones y asesinatos horripilantes.

Un ejército que sirve al imperio yanqui

Las autoridades estadounidenses afirman que la masacre de Kandahar fue un acto de “un pistolero solitario que actuaba por sí mismo”. Existe ya una larga historia de intentos por parte de Estados Unidos de encubrir las matanzas que sus tropas cometieron en Afganistán y otras partes, y por eso nadie debería creer lo que Obama, sus generales y sus portavoces dicen sobre este incidente.

De todos modos, esta última masacre yanqui NO es el resultado de un mere “pistolero solitario”. El sargento fue parte de una fuerza de unas 100.000 tropas estadounidenses que ocupan este país oprimido mediante una tremenda brutalidad y terror, tanto la alta tecnología como aviones sin tripulación Predator y otras armas ultra-modernas como salvajes asesinatos, violaciones, torturas y otras atrocidades en el terreno. Las tropas yanquis en Afganistán son parte de una fuerza que emplea la violencia reaccionaria alrededor del globo para defender y extender los intereses del imperio estadounidense.

El ejército yanqui y las fuerzas aliadas de la OTAN en Afganistán y su manera de combatir se definen en el sentido más básico, por las relaciones mundiales explotadoras y opresivas que representan y defienden. La guerra yanqui en Afganistán es una guerra por imperio, una guerra por la dominación, una guerra CONTRA los verdaderos intereses del pueblo de Afganistán. Por eso, la brutalidad, asesinato y masacres de civiles constituyen elementos clave de su guerra.

Desde hace mucho ya es hora para que la gente de muchos sectores en Estados Unidos reconozca los crímenes que se cometen, en su nombre, en las guerras estadounidenses en Afganistán y otras partes. Las dos opciones son claras: la complicidad con estos horrores por medio del silencio y la ignorancia deliberada, o defender lo justo al lado del pueblo del mundo y forjar oposición de masas a las guerras estadounidenses, como parte de la lucha contra todo el sistema asesino del capitalismo-imperialismo.

 

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