Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
El 25 aniversario de la masacre de los presos políticos en Irán
30 de septiembre de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
23 de septiembre de 2013. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. A continuación una declaración de la Organización de Mujeres 8 de Marzo (Irán-Afganistán):
¡En honor a los mártires de los años 1980, no vamos a celebrar ni un minuto de silencio!
Ya han pasado 25 años desde la masacre de miles de presos políticos en junio de 1988. Pero el junio de 2013, le están delegando la "responsabilidad" del cargo de ministro de Justicia del gobierno de "acción y esperanza" a Pour Mohammadi. En junio de 1988, Mohammadi era el representante del Ministerio de Inteligencia (junto con Nayyeri y Ehraghi). Este grupo de mala fama se conocía como "el trio de la muerte". Mohammadi era jefe del Ministerio de Justicia en el oeste de Irán y luego juez de la Revolución en Bandar Abbas en el sur de Irán con autoridad especial para reprimir las protestas y condenar a la pena de muerte a los presos políticos en Mashhad. Mohammadi encabezó el grupo que ejecutó por primera vez a las presas políticas, y supervisó la ejecución de las mujeres que, siendo vírgenes, fueron violadas antes de la ejecución para "impedir que se fueran al paraíso". Supervisó la ejecución de mujeres encintas y aquellas que acababan de dar a luz. Fue ayudante de Fallahian (el ministro de inteligencia bajo el presidente Rafsanjani) y encargado de las operaciones fuera de Irán. Durante su reino, mataron a numerosas figuras políticas: el Dr. Ghasemlouv en Viena; Hossein Naghadi en Roma; Kazem Rajavi en Ginebra; Fereidoon Farrokhzad en Bonn; Sadegh Sharafkandi y Nouri Mohammadi en Berlín; y muchísimos otros. En realidad, si aquellos como Rouhani y Pour Mohammadi no hubieran ejecutado exitosamente sus responsabilidades, ¿cómo podrían haber soportado y lidiando los nuevos gobernantes con las olas de masas revolucionarias y rebeldes decididas a cambiar el mundo?
Estos reaccionarios querían reprimir el espíritu revolucionario en toda la sociedad para impedir cualquier cambio real, mediante masacres, la encarcelación y la aniquilación de una generación revolucionaria decidida a cambiar el orden imperante. Con cobardía, cometieron una masacre de los presos porque tenían miedo de la unidad entre éstos y sus camaradas en la prisión más grande —la sociedad entera— quienes sentaban las bases para derrocar al retrógrado régimen de la República Islámica de Irán (RII).
El nuevo presidente de la RII, Rouhanim y su camarilla creen que pueden ahorcar o ejecutar la verdad. Eso no es posible. Por lo tanto, en honor a los mártires de los años 1980, no podemos dejar ni un momento de proclamar la verdad. ¡No tendremos ningún momento de silencio!
Por muchos años los parientes de los mártires, aquellos que se salvaron de esa suerte, junto con otros oponentes revolucionarios y progresistas al régimen, han trabajado para poner al descubierto los crímenes de la RII en los años 1980 y establecer la verdad. Han hablado del valor de los militantes que persistieron hasta el fin y dieron la vida sin revelar ningún secreto. Hoy el lema "¡Ni perdonaremos ni olvidaremos!" recalca la justa lucha de esa generación y denuncia los crímenes de la RII. Esto reviste una importancia especial en un momento cuando aquellos responsables de esos horrendos crímenes están tratando de ocultarse las manos manchadas de sangre mediante palabras de justicia y tolerancia, a la vez que un sector de los activistas de la llamada "oposición" están tomando partido con éstos y están engañando activamente a las masas, con el fin de cegarlas acerca de la realidad del pasado y de la actualidad. El propósito de la búsqueda de la verdad no sólo es denunciar los crímenes del pasado pero demostrar cómo avanzar, cómo forjar el futuro. De hecho, la lucha en las prisiones tiene un carácter político y de clase, lo cual en sí es la continuación y expresión concentrada de la lucha de clases fuera de las prisiones. Por ende, la masacre de los revolucionarios en los años 1980 no sólo representó el asesinato de un gran número de activistas políticos, también fue la expresión concentrada de la relación entre la lucha revolucionaria y la consolidación del nuevo régimen reaccionario de la RII.
Un rasgo típico de las prisiones de la RII es que, además de practicar la tortura física medieval, llevaron a cabo un ataque ideológico y sistemático sobre la forma de pensar y el punto de vista de los presos. El objetivo de los gobernantes era destruir una generación de revolucionarios y además, así atacar el nervio más sensible en la sociedad, con el fin de perjudicar la sociedad en su conjunto.
Esta clase de tortura y destrucción asumió dimensiones más complejas y amplias. Un gobierno cuyo pilar más importante era la subordinación de la mujer fue obligado a atacar a aquellas que se atrevían a romper los límites del orden social podrido, a la vez que atacaba a esas águilas en pleno vuelo y demostraba que estaba dispuesto a fracturarles las alas y obligarlas a aceptar una posición más baja que en el pasado. Un ejemplo típico era la violación. La violación como tortura física, moral y sicológica era, y es, la norma para la estructura de clases patriarcal del régimen islámico, a todo nivel. Además, en las prisiones, esto se manifestó con un carácter religioso, obligando a las mujeres a someterse al dominio de dios. Bajo el islam, la existencia de la mujer solo significa ser una vagina, y ésta tiene que rendirse ante la voluntad de dios y sus representantes sobre la Tierra, o sea los hombres. No fue tan fácil quebrar el espíritu de esas mujeres que empuñaban las armas y luchaban por su liberación y que estaban dispuestas a dar la vida por la causa revolucionaria. Pero era preciso domarlas y castigarlas, hacer que obedecieran la voluntad de dios y sus representantes, como una amenaza a todas las mujeres, y todo eso adoptó muchas formas diferentes, como obligar a las mujeres comunistas y laicas a ponerse el hejab, a orar y a soportar la violación, castigo y tortura. Era necesario proyectar esta disciplina ideológica sobre toda la sociedad. Era necesario dominar y humillar a las prisioneras políticas como esposas y madres, a fin de reafirmar el honor y la propiedad de los hombres.
Hoy, aunque el coraje que tuvimos por la masacre de una generación de revolucionarios sea una invencible fuerza motriz que impulsa la búsqueda de la verdad, para que de nuevo se levante una nueva ola revolucionaria, nos hace falta una apreciación profunda y científica de las causas de la derrota de la revolución en Irán y en todo el mundo. Nuestra furia y resolución de conseguir la justicia pueden ser una fuerza motriz para hacer surgir esa ola. Nunca olvidaremos la memoria de la resistencia invencible de los presos políticos masacrados en los años 1980, en especial en el verano de 1988. Éstos son y siempre serán un elemento importante de nuestra lucha para derrocar a la República Islámica de Irán. Esto es cierto, especialmente ahora cuando ya han pasado 25 años desde la masacre detrás de los muros de las prisiones, pero continúan la tortura y el asesinato dentro y fuera de dichos muros — ¡así como la resistencia, la lucha y el reclamo del cambio, por la emancipación de toda la humanidad y para construir un mundo que no encarcele ni ejecute a nadie por tener opiniones o ideas contrarias!
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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