Una historia de dos ciudades… y una lección acerca de alcaldes reformistas
Alan Goodman | 7 de octubre de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
28 de septiembre de 2013. Una ciudad hierve a fuego lento debido a años de vivir bajo un alcalde que desdeña a siquiera ocultar su obsesión para fomentar el distrito central de negocios/arte/turismo mientras emana desprecio hacia la suerte del resto de la ciudad, y cuya relación con la comunidad negra toma más o menos como modelo la "relación" entre el alcaide de una prisión y los presos.
En ese ambiente, unas elecciones para un nuevo alcalde avanzan inexorables hasta que un candidato dinámico surja de entre la manada. Ese candidato tiene vínculos con las comunidades de las minorías. Es objetivo de ataques por un pasado que incluye afiliaciones "izquierdistas" y "socialistas", mismos que refuerzan la credibilidad del candidato en el electorado muy desilusionado.
Puede que las y los lectores que han seguido el ascenso meteórico del candidato para el alcalde de la Ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, reconozcan este escenario. Los anuncios electorales en que el hijo adolescente afroamericano de de Blasio denuncia la política racista de la Ciudad de Nueva York, la del parar y registrar, captaron la imaginación de los votantes. Las autoridades municipales notaron esa atracción, y de la noche a la mañana, de Blasio fue catapultado a la cabeza de una manada reñida de reformistas aburridos para ganar las elecciones preliminares para el candidato demócrata para el alcalde de la Ciudad de Nueva York.
Pero los primeros dos párrafos no se referían a las elecciones de Nueva York. No. Me refería a unas elecciones de hace tres años en Oakland, California. Por ocho años, Jerry Brown (quien ya había sido gobernador de California, y luego volvió a ser gobernador de California) había gobernado como alcalde de Oakland. Brown estaba obsesionado con el desarrollo de las zonas costeras de alta tecnología y turismo. Para facilitar eso, respaldó y fortaleció un elemento de una comunidad artística y promocionó a Oakland como "más San Francisco que San Francisco". Al mismo tiempo, vastas extensiones de la ciudad se pudrían y los servicios sociales iban en pique. La brutalidad policial se desbocaba, con los vítores de Brown.
Después de ocho largos años, ya se había desgastado su fachada de oponerse al establecimiento la que alguna vez había mantenido, y Ron Dellums le siguió a Brown en la alcaldía. Durante su mandato, Dellums estaba en gran parte ausente de la vida pública y realizó poco para amortiguar el enojo contra las condiciones, mismo que estalló en protestas después del escandaloso asesinato de Oscar Grant por la policía de transporte.
A primeras horas del día de Año Nuevo de 2009, mientras la policía de transporte detenía a Oscar Grant en el andén del tren, el policía Johannes Mehserle lo mató con una bala en la espalda. Muchos transeúntes grabaron el asesinato con sus celulares, y los videos se propagaron como virus, instigando furia por todo el país y más allá. Como resultado de protestas continuas y resueltas en Oakland, las autoridades acusaron de homicidio a Mehserle. Trasladaron su juicio desde Oakland hasta Los Ángeles, y el 8 de julio de 2010 lo declararon no culpable de homicidio en segundo grado y de homicidio impremeditado y lo condenaron de homicidio involuntario. Ese veredicto injusto suscitó más protestas, más brutalidad policial y represión, y docenas de arrestos. Partes de la ciudad hervían de enojo aún más ampliamente y surgió un sentido profundo de indignación sobre el modo en que se gobernaba la ciudad.
En noviembre de 2010, al final del mandato de Dellums, se celebraron elecciones muy reñidas y complejas en que diez candidatos compitieron, muchos si no todos se hacían pasar por izquierdistas o reformistas. Jean Quan salió ganadora. En su campaña electoral, se había presentado como una ex activista de la Universidad de California en Berkeley y no perjudicó su atractivo el hecho de que la policía de Oakland la había detenido durante una protesta contra el veredicto del policía de transporte que había matado a Oscar Grant. Quan y otro candidato para la alcaldía se habían tomado de brazos y estaban parados entre los manifestantes y la policía para servir de zona de amortiguamiento y apaciguar la confrontación. No obstante, el Departamento de Policía de Oakland la arrestó.
Su campaña presentó a Quan caminando por los barrios oprimidos con su hijo y marido. La favorable cobertura en las noticias mencionaba su campaña "popular" que prestaba atención a las quejas de la gente. Quan se describió como una alternativa progresista al candidato conservador del establecimiento que según las encuestas llevó la delantera durante gran parte de la campaña y recibió más fondos y apoyo de los peces gordos tradicionales de Oakland.
Un activista escribió acerca de las elecciones: "Yo y tantos otros estábamos contentísimos no sólo porque ella llegó a ser la primera alcaldesa de Oakland asiática-estadounidense y la primera mujer, sino porque Jean Quan la activista progresista llegó a la alcaldía". (Vea: www.hyphenmagazine.com/blog/archive/2011/11/jean-quan-and-death-asian-america#sthash.WH8geyb2.dpuf)
El legado y las lecciones de una alcaldesa "reformista"
¿Y cómo salió todo eso?
No se cambiaron ninguno de los problemas fundamentales que la gente esperó que Quan solucionara. La brutalidad policial continuó sin freno. No mejoraron las escuelas superatestadas y de poco presupuesto en las comunidades negras, latinas y asiáticas; al contrario, las cerraron.
Pero el mandato de Quan sí dejó un duradero legado histórico.
En la madrugada del 25 de octubre de 2011, cientos de policías atacaron el campamento de Ocupar Oakland con tácticas de "conmoción y pavor". Destruyeron 150 carpas, entre ellas la cocina colectiva, los recursos médicos, la biblioteca y la guardería de Ocupar Oakland. En protesta, los Ocupantes y sus simpatizantes se reunieron en frente de la Biblioteca Central de Oakland (cuyos bibliotecarios, en solidaridad, rechazaron las órdenes de la policía de cerrar el recinto) y marcharon de regreso al campamento para recuperarlo. La policía los recibió con una exhibición espeluznante de gas lacrimógeno, porras y proyectiles "no letales" que les dispararon. Esa brutalidad desenfrenada casi mató a Scott Olsen, ex combatiente de la Guerra de Irak. La policía le disparó un "objeto no letal" de una distancia de unos cinco metros. (Vea "Occupy Oakland: Courageous, Determined Resistance in the Face of Brutal Police Assault" en revcom.us.)
El ataque suscitó una indignación generalizada en Estados Unidos y en todo el mundo. Dejó a muchos partidarios de Quan en un estado de conmoción y consternación. Después del ataque, un grupo de residentes asiático-estadounidenses de Oakland que habían apoyado a Quan hizo circular una carta abierta que incluyó lo siguiente: "Es un día triste. Antes creímos que usted era una aliada de las comunidades de bajos ingresos y de color; de las políticas progresistas; de la verdadera democracia. ¿Qué le pasó?"
Lo que pasó fue que los gobernantes de Estados Unidos, al nivel central, decidieron que el movimiento Ocupar Wall Street, aunque tuviera demandas limitadas, representaba una amenaza intolerable al funcionamiento del capitalismo-imperialismo estadounidense y que era preciso apagarlo. Pusieron el "argumento" más convincente que pudieran al respecto: en una ciudad tras otra enviaron sus fuerzas policiales para desmontar los sitios de Ocupar y dispersar y detener a los activistas, y además infligir una brutalidad pavorosa para instituir en esencia un reino de terror contra cualquiera que opusiera resistencia o siquiera considerara hacerlo. Y si eso quisiera decir que la policía de Oakland dispara un "proyectil no letal" a la cabeza de un manifestante, pues… mensaje dado.
En la estela del ataque contra Ocupar Oakland, los activistas del movimiento, entre ellos algunos cuya razón de ser es trabajar dentro del sistema electoral para efectuar el supuesto cambio, se enfrascaron en mucho debate angustiado, algunos afirmaban que el Departamento de Policía de Oakland orquestó el ataque general en comunicación directa con los agentes del orden público federales, a espaldas de Quan.
Todavía no se ha revelado toda la verdad sobre el ataque contra Ocupar Oakland, pero lo que sí se sabe indica que Quan sirvió de elemento activo en la operación que propinó tanta violencia contra Ocupar. Poco antes del ataque, Quan participó en una conferencia telefónica con 18 alcaldes de Estados Unidos para decidir qué hacer en respuesta a las protestas Ocupar. En algunas noticias se afirmó que "altos oficiales policiales" no identificados también participaron en esa conferencia. Y poco después de la conferencia telefónica, se lanzaron ataques policiales contra los campamentos Ocupar en todo el país, como en Salt Lake City, Denver, Portland, Oakland y Nueva York. (Vea "Mayors and Cops Traded Strategies for Dealing With Occupy Protesters", Mother Jones, 16 de noviembre de 2001.)*
Inmediatamente después del ataque contra Ocupar Oakland, Quan hizo la siguiente escandalosa declaración: "Queremos agradecerles a la policía, a los bomberos, a los empleados de obras públicas y a otros empleados que trabajaron durante la última semana para clausurar el campamento de manera pacífica".
No importa si Quan le hubiera dado su plena aprobación por adelantado o no al ataque contra Ocupar Oakland. Toda esa experiencia sirve para condenar y demostrar la inutilidad y el efecto negativo de confiar en la elección de alcaldes "reformistas" para obtener cambios serios. La esencia de la naturaleza de esta sociedad es el monopolio del uso de la violencia represora por parte de la clase dominante. Eso es un problema que solamente una verdadera revolución puede solucionar.
Lecciones para este momento
Ahora mismo, existen batallas políticas críticas que es necesario librar contra los verdaderos ultrajes y abusos, como la lucha para parar la encarcelación en masa y la brutalidad policial y la lucha para parar la avalancha de leyes que prohíben el aborto y así obligan a la mujer a tener hijos en contra de su voluntad. Existe una urgente necesidad de cambiar el modo de pensar de la gente acerca de estos y otros ultrajes y de desafiar fuertemente las maneras en que el sistema induce a muchas personas a acomodarse con estos ataques contra la gente.
No es de sorprender que aquellos con un interés profundo en apuntalar y defender este sistema de explotación mundial, opresión y represión violenta pretendan desviar el descontento hacia candidatos "reformistas" como Quan. O de Blasio.
Pero desde la perspectiva de aquellos que NO deberían partir de ayudar a este sistema que sigue quebrando espíritus y vidas, desperdiciar energías y esperanzas en las campañas electorales de personas como Quan perjudica los esfuerzos para forjar la conciencia y la resistencia que se necesitan tan urgentemente hoy.
El ascenso de la campaña para elegir a Bill de Blasio a la alcaldía de Nueva York se da en un momento de descontento y enojo generalizado en torno a una amplia gama de abusos. Se da en un momento en que muchas personas están cuestionando o es posible retarlas para que cuestionen la legitimidad de este sistema. La extrema desigualdad económica y social que se está agudizando se manifiesta abiertamente en Nueva York, donde lujosas tiendas resplandecientes y rascacielos corporativos se asoman sobre un número récord de personas sin techo. Un informe reciente revela que una familia de individuos que perciben el salario mínimo tendría que tener tres y media empleos de tiempo completo para poder pagar un departamento en la Ciudad de Nueva York. Un motivo central del enojo y descontento es el parar y registrar. Las acciones como las protestas organizadas por Carl Dix del Partido Comunista Revolucionario y Cornel West de la Red Parar la Encarcelación en Masa (SMIN) lo han denunciado, y la SMIN está dirigiendo una determinada resistencia política. Una reciente decisión de una corte federal que impugnó unos elementos del parar y registrar (sin eliminarlo) presentó más cuestiones sobre la legitimidad de las autoridades gobernantes.
En cierto sentido, este descontento se manifestó en la respuesta al anuncio electoral "Bill de Blasio, el único candidato que pondría fin a una era del parar y registrar que tiene a las minorías en la mira".
Pero no están blandiendo a de Blasio como una forma de ponerle fin a estos abusos; él ni podría hacerlo aunque quisiera. Aquellos que tienen el poder de definir el que un candidato sea "plausible" o "no plausible" están promoviendo su candidatura como una válvula de escape para engañar y apaciguar a las personas de modo que se alejen de luchar contra el poder y para desviarlas de modo que no planteen grandes interrogantes sobre este sistema y, al contrario, vuelvan al mortífero redil del sistema que es responsable de todos estos ultrajes y no les ofrece ningún futuro a miles de millones de personas, en Estados Unidos y en todo el mundo.
Se trata de un juego letal. Es importante sacar una lección de Oakland y negarse a entrar al juego y que al contrario, dedicarse energías y recursos para contribuir a algo positivo que importa: al movimiento para la revolución.
* Puede que un artículo de Examiner.com, basado en una entrevista a un oficial del orden público federal, arroje más luz sobre cómo funcionaron las verdaderas palancas del poder en los ataques contra Ocupar. Informó que aunque la policía de cada ciudad diseñó sus propios planes específicos, se coordinó cada una de esas acciones con la ayuda del Deparamento de Seguridad Interna, el FBI y otros organismos policiales federales. El artículo informa: "Según este oficial, en varias conferencias telefónicas y sesiones informativas recientes, aconsejaron a los organismos policiales locales que buscaran un motivo judicial para desalojar a los habitantes de los campamentos de carpas, centrándose en las leyes de zonificación y las normas de toque de queda vigentes. Además, les aconsejaron que desplegaran una masiva demostración de fuerza policial, incluyendo gran número de policías con equipo antidisturbios. En particular, según informes, el FBI les aconsejó acerca de las relaciones con la prensa y en una presentación, dieron a entender que cualquier movimiento para desalojar a los manifestantes se coordinara para un momento cuando la prensa estaría poco propensa a estar presente". (Vea "Update: 'Occupy' Crackdowns Coordinated With Federal Law Enforcement Officials", Examiner.com, 15 de noviembre de 2011.) [regresa]
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