Herman Wallace: Impenitente preso político y luchador por la justicia
14 de octubre de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
Herman Wallace era un luchador valiente por la justicia, un preso político a quien el sistema este había encerrado en condiciones de tortura, en aislamiento solitario durante 41 años.
El martes 1º de octubre, por fin lo pusieron en libertad después de que un juez federal decidió que su formulación de cargos original por haber matado a un guardia de la cárcel era inconstitucional. Tres días más tarde, por la mañana del viernes 4, Herman Wallace murió de cáncer en Nueva Orleáns. Tenía 71 años de edad.
La historia de lo que le había hecho el gobierno de Estados Unidos constituye un ultraje y una denuncia de este sistema en su totalidad y su llamado "sistema de justicia". La vida de Herman Wallace es una de inspiración.
La escandalosa justicia de un sistema despiadado
Herman Wallace había pasado 41 años encarcelado, desde 1971, la mayor parte en la infame granja de la cárcel de Angola, la cual era, apropiadamente, una antigua plantación de esclavos a las orillas del río Misisipí.
Durante una entrevista de radio más temprano este año, Wallace describió cómo era estar aislado en una celda de 2 por 3 metros: "Donde nos quedamos, por lo general estamos en la celda las 23 horas al día y una hora afuera. No estoy 'afuera'. Tal vez salga del hoyo aquí, pero todavía estoy encarcelado en aquella unidad. Estoy encarcelado. No puedo escaparme de eso. Adondequiera que vaya, todavía tengo que estar en cadenas. Las cadenas han estado parte de mi existencia. Y aquello es una de las cosas que la gente tiene que comprender a fondo. Pero comprenderlo es una cosa, para experimentarlo es muy otra".
Las condiciones de confinamiento solitario se reconocen internacionalmente como un crimen contra la humanidad. Pero estas condiciones mismas son las que en forma rutinaria imponen como castigo en todo Estados Unidos a decenas de miles de presos en unidades de supermáxima seguridad o de "segregación restrictiva".
En 1974, Herman Wallace y Albert Woodfox, otro preso de Angola, fueron condenados falsa e injustamente por haber matado a puñalados a un guardia de la cárcel, Después de la muerte del guardia, colocaron a Wallace y a Woodfox en confinamiento solitario, junto con Robert King. Las autoridades de la cárcel aseveraron que King también había participado en la muerte del guardia, aunque nunca levantaron cargos en su contra. Juntos, Herman Wallace, Albert Woodfox y Robert King son los 3 de Angola.
Los tres pasaron más de cien años en aislamiento solitario por un crimen que no habían cometido. Los tres permanecieron fuertes ante la persecución sádica y vengativa por parte de las autoridades de la cárcel y las autoridades jurídicas.
Pusieron en libertad a Robert King después de 29 años en aislamiento solitario, cuando un juez anuló la condena original. Albert Woodfox todavía está preso. Su condena por haber participado en la muerte del guardia se ha anulado tres veces, pero cada vez el estado de Luisiana lo ha mantenido preso, en el tormento de aislamiento solitario.
Esta persecución y tormento desalmado, año tras año, contra los 3 de Angola es un crimen monstruoso del sistema que nunca se debe olvidar, nunca se debe perdonar. Se trata de una concentración de una realidad fría del sistema capitalista y de la "libertad y democracia" proclamadas por sus defensores.
Singularizaron a los 3 de Angola por castigo por razones descaradamente políticas. Los tres formaron parte de una generación de jóvenes de los cuales millones se radicalizaron durante los grandes levantamientos de los años 1960. Durante su estancia en la prisión, estos tres jóvenes de los ghettos de Nueva Orleáns se transformaron en revolucionarios asociados con el Partido Pantera Negra. Organizaron a sus compañeros presos y estudiaron la historia y teoría de la revolución. Eran una inspiración y ejemplo para los presos y las personas fuera de las cárceles. Para las autoridades de las cárceles de Luisiana eso constituía un crimen imperdonable.
Robert King describió cómo se transformó en un revolucionario en la cárcel durante una entrevista hace varios años con Dennis Bernstein de Radio Pacifica: "Muchos de los panteras que fueron arrestados en un tiroteo [con la policía de Nueva Orleáns] fueron a dar a la cárcel del condado. Tomé conciencia de lo que pasaba y conocía a estos tipos. Empezamos a hacer cosas. Llegamos a ser una extensión del Partido Pantera Negra. Propagamos su programa en la cárcel del condado vía ciertos medios de comunicación. Empezamos a lidiar con las condiciones en la cárcel del condado. Organizamos una huelga de hambre. En una ocasión teníamos a casi la cárcel entera (me parece que éramos cerca de 700 presos) participando en una huelga de hambre. Las condiciones de aquella cárcel eran tan horribles".
Cuando se metieron a Robert King en Angola, pudo conectarse con Herman Wallace y Albert Woodfox, quienes ya habían formado un capítulo en Angola del Partido Pantera Negra. El tratamiento brutal y completamente racista e inhumano de la granja de trabajo de Angola era, y todavía sigue siendo, casi igual que lo era durante los días cuando era una plantación de esclavos en los años 1800. Los guardias armados a caballo monitorean a las cuadrillas de hombres negros forzados a trabajar en los campos de caña y algodón. Les dan a la minoría de presos blancos un tratamiento preferencial en alojamiento, alimentación y lo demás. Como castigo, aplican crueles palizas y violaciones. Robert King dijo: "Herman, Albert y otros reconocieron la violación de los derechos humanos en esta cárcel y trataron de lograr condiciones mejores de cárcel y de vida. Como resultado de eso, los pusieron en la mira".
El caso del gobierno contra los 3 de Angola estaba plagaba de mentiras, inconsistencias y fabricaciones. El estado aseveró que "había perdido" evidencia del ADN favorable a los tres. Se encontraron huellas sangrientas en la escena del homicidio que no se concuerdan con ninguno de los tres. Los tres hombres tenían testigos múltiples quienes testificaron que cada uno estaba muy lejos de la escena del asesinato cuando sucedió.
Pero condenaron a Herman y Albert por el asesinato del guardia y los castigaron sin tregua por su política revolucionaria. El alcaide actual justificó las décadas que pasaron en el aislamiento en una deposición de la corte: "Albert Woodfox y Herman Wallace están ligados en tiempo con las acciones revolucionarias de los panteras negras que hacían en ese entonces". Dijo que si los pusieran en la población general de la cárcel, "Yo tendría toda clase de problemas, más de lo que pudiera manejar".
Pero, nunca se rajaron. Albert Woodfox habló por los tres en la película En la tierra de los libres al explicar: "Creía que mi causa, en ese entonces y hoy, era noble. Por lo tanto, nunca lograron quebrantarme. Tal vez lograran doblarme un poco, tal vez me causaran mucho dolor. Quizá hasta pudieran privarme de la vida, pero nunca lograron quebrantarme".
Espíritu revolucionario invicto
Los de arriba mantuvieron a Herman Wallace tras rejas más de la mitad de su vida, pero no lograron quebrar su espíritu. Desde las profundidades de las horribles mazmorras de este sistema, Herman Wallace se unió a la lucha contra las condiciones de detención inhumanas y respondió a las cartas de las personas que le escribían sobre su caso. Él inició una correspondencia con una artista la que le pidió describir su "casa ideal", y luego ella transformó sus dibujos en un modelo a escala que se plasmó en una instalación artística vista en galerías de una docena de países. Basta con pensar en el hecho de que ¡a este tremendo y creativo recurso humano para la sociedad, Herman Wallace, lo encerró y torturó este sistema desde hace 41 años! (Se transmitió documental La casa de Herman en la televisión pública en julio.)
El estado de Luisiana quería castigar a Herman Wallace hasta el momento de su muerte. Un informe de la página web del cotidiano New Orleans Times-Picayune dijo que el fiscal de distrito de la Parroquia West Feliciana volvió a levantar cargos en contra de Herman por homicidio dos días después que salió en libertad y se fue a casa en Nueva Orleáns a morir. Citó al fiscal diciendo: "Yo digo que él es un homicida...".
Herman Wallace pasó la mayor parte de su vida en una de las prisiones más brutales y racistas de Estados Unidos. Ahí, los carceleros le privaron del contacto humano más básico, día tras día, durante 41 años. Una y otra vez lo atormentaba la crueldad sádica y más interminable de las estructuras judiciales y policiales de este sistema capitalista imperialista.
Sin embargo, desde su pequeña celda en las entrañas de una prisión ubicada en las profundidades de los pantanos de Luisiana, el enorme valor y el espíritu revolucionario invicto de Herman tocaron, inspiraron y dio fuerza a innumerables personas en todo el mundo. Se crearon tres películas sobre los 3 de Angola, las cuales se presentaron en todo el mundo. Miles de personas de muchos países se han unido a su defensa y han firmado peticiones para su libertad.
Como acercarse a la muerte, Herman Wallace lanzó con valentía una declaración final: "Quiero que el mundo sepa que yo soy un hombre inocente y que Albert Woodfox también es inocente. Nosotros somos solamente dos de los miles de prisioneros injustamente condenados en el cautiverio en el GULAG estadounidense. Lloramos por la familia de Brent Miller [el guardia asesinado] y por las muchas otras víctimas del asesinato que nunca podrá tener una resolución por la pérdida de sus seres queridos debido al sistema de justicia penal injusto en Estados Unidos. Estamos de luto por la pérdida de las familias de los injustamente acusados que sufren la pérdida de sus seres queridos también.
"Sólo un grupito de presos a nivel mundial ha soportado los largos años de confinamiento solitario y duro que Albert y yo lo hemos hecho. Quizá el Estado haya robado mi vida, pero mi espíritu seguirá luchando junto con Albert y los muchos compañeros que nos han acompañado sobre el camino aquí en las entrañas de la bestia.
"En 1970 hice un juramento a dedicar mi vida como un servidor del pueblo y aunque hoy estoy postrado de espaldas, me quedo a su servicio. Quiero agradecer a todos vosotros, mis seguidores devotos, por estar conmigo hasta el final".
Después de más de cuatro décadas de tortura de parte de este sistema, Herman Wallace finalmente pudo pasar unos cuantos días, ver el sol, la luna, abrazar a sus seres queridos… un breve respiro de los horrores del régimen de aislamiento solitario. Sus abogados dijeron en un comunicado: "Una de las últimas cosas que Herman nos dijo fue: 'Estoy libre. Estoy libre'". Pero, lo que es dolorosamente triste y absolutamente exasperante es que este sistema vengativo le robó casi toda su vida adulta.
En el futuro, después de que nos deshacemos de este sistema, tal vez las personas pregunten, una nueva generación pregunte: "¿Qué tan malo era?" La historia de Herman Wallace, sin duda, representaría un ejemplo poderoso y doloroso de la vieja sociedad.
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