Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Hiroshima y Nagasaki: El peor crimen de guerra del mundo y los países dispuestos cometerlo otra vez
26 de agosto de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
3 de agosto de 2015. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. “Ese fatídico verano, a las 8:15 am, el rugido de un B-29 rompe la calma de la mañana. Un paracaídas se abre en el cielo azul. De repente, un resplandor, una enorme explosión, luego silencio. Es el infierno en la Tierra
Arriba, unos sobrevivientes huyen de la tormenta de fuego a raíz del bombardeo atómico de Hiroshima, 1945.
“Los ojos de las pequeñas niñas que observaban el paracaídas se derritieron. Sus rostros se convirtieron en gigantescas ampollas carbonizadas. La piel de la gente que buscaba ayuda les colgaba de las uñas. Se les ponían los pelos de punta. Su ropa estaba hecha jirones. Los que quedaron atrapados en las casas que se vinieron abajo por la explosión fueron quemados vivos. Otros murieron cuando los ojos y los órganos internos se les salieron. Hiroshima era un infierno en el que aquellos que de algún modo sobrevivieron envidiaban a los muertos”. (De una declaración del alcalde de Hiroshima, Tadatoshi Akiba, en el acto conmemorativo del 6 de agosto 2007, en una petición de librar el mundo de armas nucleares).
“Una mujer que protegió sus ojos del resplandor, al bajar las manos vio que la piel de su rostro se había derretido en sus palmas… Cientos de trabajadores del campo y otros, lloraban y gritaban aturdidos. Algunos perdieron partes de su cuerpo, y otros tenían quemaduras tan graves que, aunque estaban desnudos, Yoshida no podía saber si eran hombres o mujeres. Vio a una persona a la que le colgaban del rostro los globos oculares, las cuencas vacías”. (De Nagasaki, Life After Nuclear War de Susan Southard, Viking, 2015)
Hace 70 años Estados Unidos se convirtió en el primer y único país en utilizar armas nucleares.
El 6 de agosto de 1945, un bombardero estadounidense soltó una bomba atómica sobre un hospital en Hiroshima, una ciudad japonesa de poca importancia militar. La bomba iba sujetada a un paracaídas y ajustada para que explotara en el aire y así maximizar la cantidad de personas que quedarían expuestas a la letal radiación. Unos 140 mil habitantes de esta ciudad fueron asesinados o quedaron tan mal heridos que murieron en pocos meses.
Cuando le informaron al presidente estadounidense Harry Truman sobre la explosión que había ordenado, exclamó jubiloso: “Es lo más grandioso de la historia”. Para demostrar lo “grandiosa” que fue la bomba atómica, tres días después, el 9 de agosto, Estados Unidos lanzó otra bomba, destruyendo la ciudad de Nagasaki y asesinando a 70 mil personas más. Muchos años de sufrimiento por cáncer y otras enfermedades causadas por el envenenamiento por radiación les deparaba a los sobrevivientes y a sus hijos. El reciente libro de Susan Southard, que se basa en entrevistas a sobrevivientes realizadas en la última década, describe cómo algunos quedaron tan monstruosamente desfigurados que los niños huían de ellos. El hecho de que unas 192 mil víctimas todavía vivan demuestra que esto no es historia antigua.
Estados Unidos ocupó a Japón luego de que la guerra terminara poco después, y censuró los artículos de prensa que relataban el horror ocurrido. A cambio, periódicos como el New York Times repitieron como loros las mentiras oficiales, negando la existencia de enfermedades causadas por la radiación y minimizando la gravedad y el carácter especial de la devastación causada por las armas nucleares, las cuales el gobierno estadounidense en ese entonces estaba considerando usar contra la URSS. El general a cargo del desarrollo de la bomba le dijo al Congreso que la muerte por radiación era “una forma muy apacible de morir”.
Estados Unidos desató la era nuclear en los últimos días de la II Guerra Mundial. Alemania ya se había rendido. La economía de Japón estaba destruida y su capital hecha cenizas con los bombardeos; a su ejército le habían infligido derrotas decisivas. Muchos historiadores creen que Japón se habría rendido sin el bombardeo atómico. El propósito de la bomba no solo fue asegurarse de que Estados Unidos y sus aliados ganaran la guerra sino, aún más, asegurase de que únicamente Estados Unidos se beneficiara de la rendición de Japón.
Estados Unidos estaba decidido a no permitir que la Unión Soviética le impidiera asumir el papel que tenía Japón como la principal potencia colonial de Asia. La URSS todavía era un país socialista en ese entonces, aunque una década después tomaría un camino diferente. Se había aliado con Estados Unidos durante la guerra contra Alemania y Japón, pero aun antes de que terminara la guerra Estados Unidos le mostraba los colmillos a la URSS y se disponía a dominar gran parte del mundo.
Ya no existe la URSS pero Estados Unidos y otros países siguen amenazando al mundo con un holocausto nuclear. Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, China, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel tienen miles de ojivas nucleares, y los misiles, aviones y submarinos para usarlas. (Nota: Esta lista no incluye a Irán, a pesar de la histeria atizada por el heredero de Truman en la presidencia yanqui, Barack Obama).
Durante su campaña para la presidencia en 2008, Obama prometió que iba a buscar el desarme nuclear. El comité que le concedió el Premio Nobel de Paz al año siguiente citó el acuerdo por “un mundo libre de armas nucleares” que firmó con Rusia. (Si Obama mereció el Premio Nobel de Paz por esto, también lo merecía el presidente ruso Vladimir Putin).
Sin embargo, el tratado no buscaba eso. Permitió que cada una de las partes mantuviera 1.550 armas nucleares estratégicas desplegadas y listas, sin contar las almacenadas (Rusia ya tiene menos de eso). Muchas son considerablemente más poderosas que las bombas que devastaron a Hiroshima y Nagasaki. Los miles de bombas nucleares tácticas que no están incluidas en el acuerdo son, de muchas maneras, mucho más peligrosas que las estratégicas, porque se concibe su uso para la doctrina militar oficial común, y una vez empiece un intercambio nuclear nadie puede decir en qué acabará. Hoy no se vislumbra una guerra mundial nuclear, como sí se vislumbraba en varios momentos en el clímax de la rivalidad entre Estados Unidos y la URSS por el dominio del mundo desde los años 1960 hasta los 1980. Sin embargo, pero no obstante, el único argumento a favor de tener armas nucleares es el de poder usarlas.
Aunque hoy la carrera armamentista entre Estados Unidos y Rusia ya no se trata de acumular todo un arsenal de bombas nucleares, Obama ha lanzado una campaña de un millón de millones de dólares para modernizar las instalaciones de su país para la fabricación de bombas nucleares, para producir misiles, submarinos y bombarderos nuevos o remanufacturados, y actualizar las ojivas existentes. Hay informes de que Rusia está actualizando sus vehículos para el despliegue nuclear. Reino Unido está realizando esfuerzos similares (la modernización de su arsenal nuclear y una nueva flotilla de submarinos con misiles balísticos Trident) al igual que Francia (nuevos misiles aire-tierra con ojivas nucleares). En vez de trabajar para confinar al pasado las armas nucleares, estos programas buscan garantizar que se puedan usar en el futuro.
Cuando le pidieron explicar el aparente viraje de Obama al respecto, uno de sus asesores señaló “la invasión de Putin a Ucrania” (New York Times, 21 de septiembre de 2014). Este es un perfecto ejemplo de la actitud de la Guerra Fría cuando dos superpotencias imperialistas estaban dispuestas a arriesgarse a destruir el mundo en vez de perder la disputa por controlarlo. La amenaza implícita de usar armas nucleares para “proteger” a Ucrania —en otras palabras, impedir que Rusia desafíe los intereses geopolíticos de Estados Unidos— es una completa locura desde el punto de vista de los intereses de la población de Ucrania y del mundo.
En cuanto a combatir el terrorismo islamista, actual pretexto para la intervención militar estadounidense y europea en el Medio Oriente, si se define terrorismo como el asesinato de civiles inocentes por un propósito político, pues rara vez ha habido un acto terrorista más horrendo en sus consecuencias o en mayor escala que el bombardeo nuclear a Hiroshima y Nagasaki.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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