Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

Los refugiados llevan a Europa el mensaje de un mundo intolerable

23 de septiembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

7 de septiembre de 2015. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. ¿Por qué tanta gente se ve obligada a abandonar sus hogares y buscar seguridad en Europa?

Immigrants at the port of the island of Lesvos, Greece, on Saturday, Sept. 5, 2015. Migrantes en el puerto de la isla de Lesbos, Grecia. 5 de septiembre de 2015.
Foto: AP

Primero veamos algunos detalles: casi la mitad de las más de 300 mil personas que cruzaron a Europa en lo que va de este año provienen de Siria. ¿Por qué los habitantes de un país reconocido por su gran cultura, que se sienten orgullosos de ser sirios, y lejos de ser la tierra más empobrecida del Medio Oriente —de hecho, gente de todas las clases sociales, incluyendo muchos profesionales y otros de la clase media—, huyen de su país a sabiendas de que muchos morirán en el camino y sin saber bien lo que les espera?

Solo la gente que no entiende nada del mundo, o los políticos con las más malignas intenciones, podrían alegar que el objetivo es vivir a costa del subsidio estatal (del “bienestar social”) en la fría, sombría y hostil Europa.

La respuesta real es básicamente sencilla, aunque involucra factores complejos: las potencias de Occidente han convertido a Siria en un desastre tal que una inmensa porción de sus 18 millones de habitantes ha sido asesinada (25 mil), desplazada (por lo menos unos 7,6 millones están en campamentos de refugiados y otros lugares para refugiados en Siria) u obligada a salir del país (más de 4 millones).

Durante la última década, aunque el gobierno reaccionario de Bashar Al-Assad hizo lo posible para integrar el país al mercado mundial dominado por Occidente, en gran medida a expensas de la población rural, Estados Unidos buscó dominarlo políticamente y no toleró los vínculos del régimen con Rusia, un rival imperialista, ni con Irán, cuya estructura de poder también consideraron como un problema político.

Con el pretexto del movimiento de 2011 contra el régimen de Assad, Estados Unidos usó su dinero, armas y agentes para incitar una guerra con la intención de reemplazar a Assad con otros elementos de las clases dominantes sirias, a los que se llaman “moderados” o “pro-Occidente”. En busca de este objetivo, Occidente y los países que se le unieron en esta misión, incluyendo Arabia Saudita, Qatar y Turquía, cada uno con sus propios intereses políticos e ideológicos reaccionarios, financiaron y armaron a grupos islamitas, poniendo en marcha fuerzas que hoy están en gran parte fuera de control.

El auge de los yihadistas armados, especialmente del Estado Islámico (EI) [también conocido como ISIS o Daesh], se considera como un problema para los capitalistas monopolistas que gobiernan Estados Unidos, pero nada más que eso. Hasta ahora, estos imperialistas han seguido una política de perpetuar la guerra civil con el objetivo de debilitar el régimen de Assad al tiempo que tratan de ver cómo, con el tiempo, las mismas potencias de Occidente podrían recoger los restos y controlar un futuro régimen sirio y a la vez poner en cintura a los islamistas.

Las desastrosas consecuencias de esta política eran muy predecibles. Pero para Estados Unidos y sus aliados europeos no hubo crisis hasta que cientos de miles de sirios llegaron a las puertas de Europa.

¿Cómo están reaccionando hoy las potencias de Occidente a esta situación? ¡Intensificando la guerra civil que en primer lugar creó todo esto! Para ellos el problema no es lo que les sucede a los sirios sino poder controlar Siria, como parte crucial de tratar de controlar y reordenar el Medio Oriente y más allá. Estos son los mismos motivos que impulsaron las invasiones dirigidas por Estados Unidos contra Afganistán e Irak, y que de entrada incendiaron el mundo islámico.

El canciller británico George Osborne dijo abiertamente: Para manejar el “problema” de los refugiados, el Reino Unido iba a participar en el bombardeo a Siria. El presidente francés François Hollande salió a decir más o menos lo mismo.

El secretario de Estado estadounidense John Kerry utilizó esta ocasión para advertirle a Rusia contra el envío de más ayuda al régimen de Assad. (Es de destacar que, según The New York Times, una de las principales preocupaciones de Washington es que Rusia surta nuevos sistemas de defensa aérea, que no servirían en la actual guerra civil sino contra, o para disuadir, un ataque total de la OTAN.) Estados Unidos anunció que iba a acelerar su campaña para organizar un ejército mercenario en Siria que pueda representar directamente sus intereses.

En vez de sacar lecciones de las guerras civiles y la forma en que la intervención de Occidente les ha dado fuerza a los yihadistas, Estados Unidos y sus cómplices están apostando a doble o nada, escalando una situación intolerable y genocida en un intento desesperado por salir ganando a como dé lugar, sin importar el costo humano.

Los intereses imperialistas también están determinando la forma en que los gobiernos europeos están lidiando con los refugiados, especialmente sus intereses nacionales contrapuestos y las visiones políticas sobre cómo servir a esos intereses. La encarnizada disputa sobre la propuesta sueco-alemana de que la Unión Europea (UE) asigne un porcentaje del número total de refugiados a cada país de la UE está muy relacionada con las diferentes agendas sobre el futuro de la UE y las relaciones de poder entre los países europeos.

El primer ministro británico David Cameron disfrazó en términos morales su oposición a aceptar las cuotas de inmigración obligatorias de la UE. Afirmó que sería erróneo que el Reino Unido aceptara a algunos de los refugiados que entran a Europa porque “En primer lugar no queremos que la gente haga esas peligrosas travesías”. Este repentino arrebato de preocupación por la vida de los no británicos apesta a hipocresía. Hace tiempo que Cameron adoptó una retórica radical contra los inmigrantes, incluso los de la UE, haciendo llamados a los ingleses del común como los arrendadores a vigilar el estatus de los presuntos extranjeros y a criminalizar a los inmigrantes que trabajan en el mercado informal. Hoy Cameron continúa combinando su locura antinmigrante con su cruzada contra una mayor integración política y económica europea, especialmente si favorece a Alemania y Francia.

En Francia, Hollande se sumó abiertamente a las voces que critican al Reino Unido por no permitir la entrada de más refugiados. Su pretensión de autoridad moral queda minada por las crueles políticas de su propio gobierno hacia los inmigrantes, por ejemplo forzando a la gente a quedarse en tierra de nadie entre la frontera francesa e italiana el verano pasado, y estandarizando la violencia policial contra los romaníes (gitanos). La posición que dio a conocer fue casi la misma de Cameron en cuanto a la mezquindad para salvar vidas humanas: Francia aceptaría unos cuantas decenas de miles de peticiones de asilo de los sirios durante los próximos años. Pero a diferencia del Reino Unido, aceptaría la propuesta alemana de admitir las peticiones de asilo de los sirios que ya están en Europa y no sólo de los que todavía están en Siria o en los campamentos de refugiados en países vecinos.

El imperialismo alemán está utilizando la situación para tratar de mejorar su apariencia, gracias a la astucia de la cancilleresa Merkel. Ella les abre las puertas a los sirios por la misma razón por la que encabezó la devastación de Grecia: los intereses económicos y políticos alemanes. Muchos comentaristas han señalado que la cantidad de nuevos inmigrantes que Alemania ha ofrecido admitir cada año corresponde casi exactamente a la cantidad de gente que necesita anualmente para renovar su decreciente fuerza laboral. Sin duda alguna opera una combinación de necesidad, oportunidad y otros intereses: Alemania no buscaba específicamente importar sirios, pero cuando ya estaban casi a sus puertas, Merkel tal vez viera una manera de apuntalar la economía del país y simultáneamente promover la integración de la UE en un momento en el que esto significa un creciente predominio alemán, y ganar la autoridad moral que Alemania necesita (y de la que carece enormemente) para justificar un lugar a la cabeza de Europa.

Cabe señalarse que bajo el liderato de Estados Unidos, tanto Alemania como Suecia continúan desempeñando un papel activo en mantener la ocupación de Afganistán con tropas de tierra y con ayuda para establecer los blancos de los ataques aéreos. Los afganis siguen siendo el más grande grupo de refugiados hoy en el mundo y el segundo más grande de los que han entrado a Europa. Más en general, en esta situación Merkel y sus homólogos por igual han adoptado una actitud de tratar de hacer una gran diferenciación entre refugiados (sirios) e inmigrantes (surasiáticos, africanos y otros). El asunto es que en función de los intereses de las clases dominantes a algunos tal vez les concedan derechos mientras que a otros no, sosteniendo que no los merecen y no tienen derecho a la justicia. Esta es una posición sumamente venenosa y potencialmente muy peligrosa.

Moralmente, si algunos seres humanos nacen con derechos y a algunos se les conceden pero otros no pueden tener derecho a la justicia, pues, ¿a dónde lleva esto? ¿No es que podrían utilizar los mismos argumentos para justificar la represión en las fronteras, las expulsiones en masa y cosas peores? Políticamente, ¿significa esto que Alemania aceptará a algunas personas, con frecuencia de la clase media y profesionales capacitados que se consideren “asimilables” y expulsar o bloquear al resto? ¿Usarán a Hungría, con su abierta violencia al estilo Gestapo, a Austria, con su llave de paso que abre y cierra y a lugares como Grecia para hacerles el trabajo sucio de Alemania y otros países europeos prósperos restringiendo y reprimiendo la migración en masa?

Cuando se supo que 3.000 personas se ahogaron tratando de cruzar el Mediterráneo en 2014, y que se registraron 2.500 muertes en el mar en los primeros seis meses de 2015, y más de 700 en el naufragio de una sola embarcación, no hubo una crisis política en Europa. Ningún jefe de Estado en Europa o de otras de las grandes potencias imperialistas alzó la voz para clamar que esto era intolerable. Cameron dijo más o menos que lo mejor sería que se ahogaran en vez de llegar al Reino Unido, y Hollande, pudoroso, se le puso a la cola. Merkel principalmente se quedó callada. No existió una “crisis de inmigración” hasta que cientos de miles de personas en efecto marcharon hacia el centro de Europa. ¿Por qué deberíamos creer que alguien de estas clases dominantes tiene ahora los más mininos motivos humanitarios?

Ya sea que los llamen refugiados o inmigrantes, estos viajeros llevan consigo un mensaje: el mundo se ha vuelto insoportable. Si bien eso se siente de forma mucho más aguda en unos lugares que en otros, el problema no es un grupo particular de gente o un país, sino el mundo entero como es hoy, el orden mundial. La misma idea de “proteger” la frontera europea y estadounidense es ilegítima. Es un intento de justificar y hacer cumplir ese orden declarando que los que nazcan en el lugar “equivocado” no pueden tener esperanzas de gozar de los privilegios que comparten los que nacieron en el lugar “correcto” que resulta ser países cuyos gobernantes se han enriquecido debido a ese orden y han comprado algo de paz social con las migajas.

La actitud de las clases dominantes, abiertamente xenófobas [antiextranjeras] en algunos países y más hipócritas pero sin embargo encarnizadamente imperialista-nacionalistas en otros, ha alentado enormemente de manera los ataques físicos extraoficiales contra los inmigrantes junto con el uso oficial de gas lacrimógeno, granadas aturdidoras, golpizas, perros y alambres de navaja. Las ideas más viles y potencialmente genocidas se han vuelto corrientes. Los partidos gobernantes en el Reino Unido, Francia y otros países prósperos alegan que no pueden verse como muy proinmigrantes a fin de evitar el auge de partidos fascistas. Está lógica es completamente corrupta porque equivale a usar la amenaza de algo peor para justificar políticas horrendas y sin injustificación. La verdad es que los términos que han aceptado los partidos dominantes sobre el debate de la inmigración, junto con otros factores, hacen que sea muy probable que los partidos fascistas se beneficien mucho de esta situación, la que posiblemente se agudice más a pesar de los esfuerzos de Merkel y otros de ponerla a su favor. Al mismo tiempo, muchos miles de personas han salido a darles una calurosa bienvenida a los inmigrantes que llegan a Alemania, Austria y otros países, incluyendo los que tienen gobiernos que son más abiertamente hostiles hacia los inmigrantes.

En una manifestación en París, miles de personas coreaban: “Abran las fronteras, queremos aire”. También se realizaron marchas de solidaridad en España, Polonia y el Reino Unido, y se planea una importante protesta para cuando los ministros de la Unión Europea se reúnan en Londres el 14 de septiembre. Estas personas tienen razón y es preciso que millones más se les unan. Crisis como estas sacan a la luz lo mejor y lo peor de la gente, revelando así caminos divergentes pero igualmente posibles hacia el futuro para estas sociedades y para el mundo.

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

 

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