Otra semana de atroces crímenes de lesa humanidad por parte del autodenominado "Paladín de los Derechos Humanos"
Alan Goodman
14 de octubre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Uno pensaría al escuchar las noticias que el mayor ultraje contra los derechos humanos de esta semana fue la ayuda militar que el presidente ruso Putin dio al régimen reaccionario de Assad en Siria... pero pensar así sería un error...
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Incendios arden en el hospital de trauma y emergencia de MSF en Kunduz, Afganistán tras el ataque aéreo que lo destruyó parcialmente, 3 de octubre. Foto: Médecins Sans Frontières
Durante la semana después del ataque del 3 de octubre de Estados Unidos contra un hospital de Médicos Sin Fronteras [Médecins Sans Frontières (MSF) en francés] en Kunduz, Afganistán, la enormidad y la naturaleza del crimen han llegado a ser cada vez más claras. Según el último recuento, veintidós personas murieron, entre ellas miembros del personal médico valientes y pacientes indefensos. Entre los muertos, tres niños. El atentado dejó una gran región de Afganistán sin acceso a la atención hospitalaria. En 2014 más de 22.000 pacientes recibieron tratamiento en el hospital y se realizaron más de 5.900 intervenciones quirúrgicas.
Antes de los bombardeos, Médicos Sin Fronteras había informado a la OTAN (la “coalición” de las fuerzas estadounidenses y sus aliados europeos) así como al régimen afgani respaldado por Estados Unidos acerca de las precisas coordenadas GPS del hospital, y el ataque continuó durante al menos 30 minutos después de que empleados de MSF llamaron a los comandantes militares de la OTAN y Afganistán para notificarles que el hospital estaba bajo ataque.
El hospital se atendía a cualquiera que buscaba asistencia médica, como debería hacer todo hospital. Un representante de Médicos sin Fronteras dijo que las fuerzas afganas y estadounidenses “juntos decidieron arrasar totalmente un hospital en pleno funcionamiento —con más de 180 personal y pacientes adentro— porque afirman que estaban presentes miembros del Talibán”. El director general del grupo, Christopher Stokes, dijo: “Esto constituye una confesión de un crimen de guerra” y pidió una investigación de parte de un organismo internacional de terceros con la presunción de que se había cometido un crimen de guerra.
Obama emitió una “disculpa” insultante y sumamente condicional y prometió que el ejército de Estados Unidos “investigaría” a sí mismo. Y los funcionarios y medios de comunicación estadounidenses apenas reconocen el pedido de una investigación de terceros sobre los crímenes de guerra. Imagínese que un rival de Estados Unidos hubiera bombardeado un hospital a propósito, masacrando a personal y pacientes de Médicos sin Fronteras, y ante la indignación internacional ese rival insistió en que su propio ejército llevara a cabo una investigación para decidir si había hecho algo malo. Sería obsceno. Pues ¿por qué es menos obsceno cuando el país que lleva a cabo el crimen es responsable de más crímenes de guerra que cualquier imperio en la historia?
La masacre en Kunduz fue un mensaje de Estados Unidos al mundo. Mientras Estados Unidos choca con las facciones de los fundamentalistas islámicos que son obstáculos para sus intereses; mientras contiende con potencias rivales que huelen la debilidad en las derrotas que experimenta Estados Unidos; a cualquiera que se opondría a Estados Unidos, el mensaje fue: No jodes con nosotros, porque no hay nada demasiado depravada, demasiado inhumana, nada que esté demasiado grotescamente en fuerte contradicción con nuestra imagen como el autoproclamado paladín de “los derechos humanos” que no haremos para darte una lección.
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Escombros en Yemen tras un ataque aéreo saudí respaldado por Estados Unidos, 8 de septiembre de 2015. Foto: AP
El 8 de octubre, por segunda vez en un mes, aviones de combate de Arabia Saudita sembraron la muerte sobre civiles inocentes en una fiesta de boda en Yemen, el país en la frontera sur de Arabia Saudita. Mataron a veintiocho personas. A finales de septiembre, cohetes saudíes azotaron otra fiesta de boda en Yemen, matando a 130 personas. Los saudíes llevan a cabo el terrorismo desde el aire contra las fuerzas rivales en Yemen y más allá que consideran una amenaza a su régimen brutalmente opresivo.
El asalto contra Yemen encabezado por Arabia Saudita en esencia constituye el asesinato y terror en masa contra toda la población. Médicos Sin Fronteras en Yemen ha dicho que el bombardeo a menudo causa “bajas en masa” y “Los ataques aéreos aterrorizan a la población”. El resultado de los bombardeos y el bloqueo saudí de los puertos de Yemen, es que el combustible y los alimentos están desesperadamente escasos en la ya empobrecida nación, con los hospitales obligados a cerrar y ambulancias varadas por falta de combustible. Hay brotes generalizados de enfermedades, y en gran parte se han expulsado del país a las organizaciones y organismos internacionales que proporcionan servicios médicos esenciales.
Las manos de los gobernantes de Estados Unidos están manchadas de sangre. Estados Unidos suministra los aviones, las bombas y el respaldo diplomático a su aliado. En julio, mientras los saudíes intensificaban sus ataques contra Yemen, el Departamento de Estado de Estados Unidos aprobó la venta de $ 5.4 mil millones de dólares de misiles y tecnología de punta para localizar con precisión el blanco, junto con la capacitación para utilizarlos. A principios de septiembre Obama trajo de visita a Estados Unidos al rey saudí, y los dos hicieron público una declaración conjunta en que se comprometieron a fortalecer “la relación duradera entre sus países”, la que “ha crecido más profunda y fuerte en los últimos siete décadas en las esferas política, económica, militar, de seguridad, cultural y en otros ámbitos de interés mutuo”. Traducido del lenguaje diplomático: Sigue llevando a cabo una masacre en Yemen, te cubrimos.
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Vivir en Estados Unidos la semana pasada (y la semana antes y la antes de ésta...) significaba ser programado para creer que el crimen más grande que jamás se ha llevado a cabo en Libia en los últimos años fue el asesinato de cuatro estadounidenses en la embajada de Estados Unidos en Bengasi en 2012.
Pero no te darías cuenta de que se ha documentado que murieron al menos docenas de civiles inocentes y desarmados por una campaña de bombardeo de Estados Unidos y la OTAN en la que lanzaron 10.000 bombas sobre Libia en 2011. Y que una guerra civil que ese asalto provocó llevó a la muerte de miles y miles de personas.
Bajo condiciones en las que las potencias occidentales no tenían ningún interés en documentar la muerte y destrucción, la organización Human Rights Watch [Observatorio de Derechos Humanos] detalló ocho incidentes específicos en los que al menos 72 civiles libios murieron como resultado de la campaña de bombardeos de la OTAN. Un tercio de las víctimas eran jóvenes de menos de 18 años de edad. En un incidente, un misil de alta tecnología guiado por láser destruyó el hogar de la familia Jfara matando a cinco personas, entre ellas una niña de nueve años. Y si te interesan los crímenes encubiertos, Human Rights Watch informó que la OTAN “no reconoció estas bajas ni examinó cómo y por qué ocurrieron”.
Estados Unidos y las potencias europeas atacaron a Libia para eliminar un jefe de Estado que consideraron un obstáculo para sus intereses. Hasta ahora ese ataque y sus consecuencias han sido responsables de la muerte de miles y miles de personas. Más allá de la muerte y la destrucción, Estados Unidos y el Occidente dejó a Libia en ruinas con gran parte de la infraestructura del país destruida, incluida la única fábrica que produjo las tuberías necesarias para la red de agua e irrigación en Libia.
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Tres eventos, en una semana, que revelan más acerca de la verdadera naturaleza de la utilización de la fuerza de parte de Estados Unidos alrededor del mundo que un millón de lecciones de educación cívica y mentiras de los medios de comunicación de la clase dominante. Dondequiera que vayan, sean cuales sean los crímenes que cometan y las justificaciones que invocan, las guerras y el terror que Estados Unidos trae al mundo son ILEGÍTIMOS. La gente en Estados Unidos no tiene ningún interés en los crímenes internacionales de la clase dominante. Y tenemos LA RESPONSABILIDAD de denunciar y oponerse a ellos.
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