El imperio francés en Malí y alrededor del mundo: esclavitud, sufrimiento y muerte

16 de diciembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Nota de la redacción: Lo siguiente es un pasaje del artículo: "Salvadores franceses en Malí: De primer orden en hacer cumplir la esclavitud, el genocidio y la opresión", publicado en Revolución 24 de febrero de 2013 cuando Francia invadió a Malí.

 

La Francia moderna, el proclamado país de la libertad, la igualdad y la fraternidad, se construyó en gran medida sobre la sangre, los huesos, las tierras y las culturas de los pueblos esclavizados de vastas regiones del norte de África y el sudeste asiático.

Durante los siglos 19 y 20, Francia colonizó la décima parte de la superficie del planeta, con un imperio que por un tiempo se extendió a las Américas, el Caribe y Asia. El imperio francés sufrió reveses en América del Norte a manos de sus rivales británicos, y su intento de colonizar a México fue derrotado por las fuerzas mexicanas en 1867. Fue expulsada de Haití cuando los esclavos africanos ahí se alzaron contra sus amos coloniales.

Pero el colonialismo francés logró consolidarse en el norte de África y en el sudeste asiático. En la segunda mitad del siglo 19, Francia colonizó a Indochina: los países de Vietnam, Camboya y Laos. Los capitalistas franceses convirtieron extensas tierras selváticas en plantaciones de hule. Decenas de miles de indochinos laboraron en plantaciones que un peón describió como un infierno en la Tierra. Según los datos oficiales franceses (probablemente muy por debajo de la realidad), solo en el año 1927 murió el 17 por ciento de la fuerza laboral de una plantación.

Para comienzos de los años 1900, por medio de guerras, alianzas con los gobernadores locales y una sistemática provocación de conflictos entre los diferentes pueblos de la región, Francia estableció su control sobre gran parte del norte, oeste y centro de África, incluyendo lo que ahora son los países de Mauritania, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Benín, Níger, Chad, República Centroafricana y la República del Congo.

Francia no abolió la esclavitud en sus colonias africanas hasta 1905. El académico estadounidense David P. Forsythe escribe: Desde Senegal y Mauritania en el oeste hasta Níger en el este (lo que llegó a ser África francesa), una serie de guerras ruinosas se libró en paralelo y resultó en la esclavización violenta de enormes cantidades de personas. Al comienzo del siglo 20 había quizás de 3 a 3.5 millones de esclavos, lo que representaba más del 30 por ciento de la población total en esa región de escasa población.

Hoy, la llamada comunidad internacional elogia a Francia por resguardar contra los jihadíes importantes artefactos culturales de la legendaria ciudad maliense de Tombuctú. Pero si usted quiere encontrar históricas piezas de arte y cultura robadas de Tombuctú, convendría empezar en los muchos museos franceses que exhiben artefactos saqueados de África por los gobernadores franceses coloniales.

La clase dominante francesa y sus ideólogos —esos célebres iconos de la Ilustración y la democracia burguesa— justificaron todo eso con el racismo más burdo. En 1886 el republicano burgués de Francia, Jules Ferry, declaró: “Las razas superiores tienen un derecho con respecto a las razas inferiores... Tienen el deber de civilizar a las razas inferiores”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Francia libró una guerra contrarrevolucionaria de ocupación en Vietnam, Camboya y Laos que mató a cientos de miles de luchadores por la liberación y civiles. Tras la derrota de Francia en 1954, Estados Unidos asumió la dominación imperialista de Vietnam y libró su propia guerra contra los pueblos de Indochina hasta que fue derrotado a mediados de los años 1970.

Además, de 1954 a 1962 Francia envió a 400.000 soldados a Argelia para aplastar al movimiento independentista. Las fuerzas francesas mataron a más de 100.000 argelinos antes de ser expulsadas.

El éxito de las luchas por la liberación, junto con la desmembración de los imperios de tipo tradicional y el surgimiento del imperialismo estadounidense, provocaron una serie de crisis para la clase dominante francesa y llevaron al fin —en mayor parte— del colonialismo francés formal. Pero lo que surgió en su lugar era un neocolonialismo, que mantenía las mismas relaciones básicas de opresión entre Francia y sus ex-colonias, pero ahora en la forma de estados que tenían una independencia sólo en nombre.

Un neocolonialismo nuevo y no mejorado

De cada mil bebés nacidos en Malí, 109 mueren en la infancia. En contraste, en los países capitalistas imperialistas, la tasa de mortalidad infantil oscila entre tres y cinco niños por mil. Esos 100 niños adicionales que mueren en la infancia en Malí (de cada mil) son víctimas directas del funcionamiento del imperialismo. La clase dominante francesa es la “beneficiaria” principal de la explotación brutal del pueblo de Malí.

Los instrumentos financieros del capitalismo-imperialismo internacional, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), imponen políticas que distorsionan la economía de Malí al servicio de la inversión extranjera capitalista imperialista. Las políticas del FMI obligan a los campesinos malienses a dedicar las escasas tierras de cultivo a la siembra de algodón para la exportación a Francia, en vez de sembrar comestibles para ellos y sus hijos. En parte por esa razón, el 27 por ciento de los niños malienses tienen un peso que es peligrosamente por debajo del peso normal. Cuando el precio del algodón en el mercado internacional se desplomó a partir de los fines de los años 1990, los agricultores malienses sufrieron privaciones aún más extremas y la deuda nacional de Malí a las instituciones financieras imperialistas aumentó.

El legado y el funcionamiento actual del imperialismo han dejado profundas cicatrices horribles en el panorama económico, político y social de África, entre ellas la creación del ambiente para los interminables conflictos fratricidas entre los pueblos de África que han sido un elemento esencial en la dominación colonial y neocolonial. Por ejemplo, Francia jugó un papel importante en provocar y perpetuar el genocidio horrible en Ruanda en 1994 que mató a medio millón y hasta un millón de personas. Una comisión ruandesa determinó que Francia había ayudado a entrenar a la milicia de la etnia hutu que llevó a cabo muchos de los asesinatos, además de ayudar a planear el genocidio y participar en la matanza. El informe acusó a 33 altos oficiales militares y altos funcionarios políticos franceses de estar involucrados en el genocidio ruandés, incluido a François Mitterrand, el presidente de Francia en ese tiempo. El informe ruandés dijo: “Los soldados franceses participaron directamente en los asesinatos de tutsis y de los hutus acusados de esconder a tutsis”. (Rwanda: French Accused in Genocide, agencia AP, 6 de agosto de 2008).

Esos son los genocidas y asesinos de bebés que están “liberando” a Malí.

 

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