Trump SÍ que es un fascista:
Así que ¿Por qué es él la única cosa en la televisión?
23 de diciembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Existe una controversia entre los expertos y comentaristas sobre si o no Donald Trump es un fascista. Vamos a resolver la cuestión. Sí lo es.
Donald Trump lanzó su candidatura para ser presidente declarando que los mexicanos que vienen a Estados Unidos “traen las drogas. Traen el crimen. Son violadores”. Trump amenazó con deportar a entre 11 y 12 millones de inmigrantes mexicanos, así como ciudadanos nacidos en Estados Unidos de ascendencia mexicana, aunque desde el fin de la esclavitud toda persona nacida en Estados Unidos ha sido un ciudadano. Cuando a un manifestante de Black Lives Matter [La vida de los negros importa] se le dio un puñetazo en uno de sus mítines, Trump dijo, “Tal vez se merezca ser maltratado”. El 13 de diciembre, en el contexto de defensores del asesinato policial contraatacando a las protestas contra la brutalidad policial e inventando una “guerra contra la policía” que no existe, Trump dijo al sindicato de policías de New Hampshire, “Cualquiera que mate a un policía — la pena de muerte. Va a suceder, OK”.
Trump ha pedido una prohibición completa de todos los musulmanes que quieran entrar en Estados Unidos y que las autoridades vigilen abiertamente a las mezquitas y cierren algunas. Insultó a Carly Fiorina, una candidata femenina republicana a la presidencia, por tener una cara “demasiada fea” para ser presidenta, y a una reportera de Noticias Fox que le preguntó por qué ha llamado a mujeres “cerdas gordas, perras, guarras y animales repugnantes” Trump le insinuó que debía de estar menstruando.
Trump es un descarado y constante mentiroso. Es parte de su “atracción”. Encarna y proyecta la combinación estadounidense de la ignorancia y la arrogancia. El núcleo a que se dirige son los “hombres blancos enojados” que han sido “dejados atrás” por los traumáticos cambios económicos y culturales en la sociedad estadounidense. Trump les incita a la violencia contra las personas negras, los inmigrantes, las mujeres, los musulmanes y otros. Cuando dos hombres en Boston golpearon a un hombre mexicano sin hogar y uno dijo, “Donald Trump tenía razón: hay que deportar a todos estos ilegales,” Trump respondió: “La gente que me sigue es muy apasionada. Le encanta este país y quiere que este país vuelva a ser grande”.
Trump tiene una historial de incitación racista y fascista. En 1989 jugó un papel clave en fomentar un ambiente de linchamiento contra los 5 del Parque Central, jóvenes negros y latinos en la Ciudad de Nueva York detenidos y condenados injustamente cuando una mujer blanca fue violada en el Parque Central. Luego los exoneraron totalmente (ver “Los instrumentos de propaganda de la clase dominante… y la farsa del juicio contra los 5 del Parque Central” de Bob Avakian).
La semana pasada escribimos:
“Aclaremos esto: Las mentiras de Trump de que los musulmanes bailaban de alegría cuando se desmoronó el World Trade Center no son para la nada diferentes a las mentiras que circulaban los racistas en el Sur del Jim Crow de que un negro había violado a una blanca, o a las mentiras que circulaban en la Europa medieval de que los judíos habían matado a un niño cristiano y hecho mazo con su sangre. El propósito, y casi siempre el resultado: la salvaje mutilación o linchamiento de un negro, o un pogromo (destrucción masiva y el aniquilamiento de una comunidad entera) de judíos.
“No se puede permitir que vuelvan a suceder crímenes de esa magnitud.”.
¿Por qué tiene Trump tanta cobertura en los medios de comunicación?
Sea su promoción por los programas radiales derechistas, Fox elogiándolo, CNN y MSNBC entrevistándolo, o Saturday Night Live riéndose con él, toda la gama de los medios de comunicación de la clase dominante le ha proveído a un demagogo fascista una plataforma para establecer los términos de las elecciones de 2016. Y en lo fundamental, eso no es porque Trump “sale bien en las encuestas”. Sale bien en las encuestas principalmente porque lo promueven de esta manera.
Sea cual sea la combinación de factores por la cual Trump aparece en la televisión todo el tiempo, el factor esencial es que la retórica y soluciones fascistas extremas que vomita reflejan las necesidades de un sistema de explotación y opresión mundial que hace frente a intensos desafíos.
Hay paralelos ineludibles entre esta situación y las primeras etapas del ascenso de Hitler en Alemania, el paralelo más importante siendo el que las clases dominantes se encuentran enfrentadas por toda una serie de crisis para las que no tienen soluciones. Los gobernantes de Estados Unidos hacen frente a una oleada de levantamientos y protestas en contra de un reinado de asesinato y terror policial de que dependen para mantener dominados a millones de negros, latinos y otros de color. Están empantanados cada vez más profundamente y sin salida en guerras injustas que imponen la miseria sobre millones de personas. Existe una contradicción intensa y potencialmente explosiva entre los cambios en la situación de la mujer en el mundo y la moral tradicional que ha servido de aglutinador social para mantener estable Estados Unidos desde el primer día.
Todo eso constituye el contexto del surgimiento de Trump y su programa, así como de los otros candidatos presidenciales republicanos cortados básicamente por la misma tijera. Poderosos sectores de la clase dominante ven la necesidad de dar el micrófono a Trump para movilizar a una base de firmes defensores lunáticos de este sistema. Y la clase dominante en su conjunto, tal como se refleja en sus medios de comunicación, insisten en que Trump es un candidato legítimo a la presidencia en un momento cuando su sistema hace frente a desafíos extremos. Ese es el telón de fondo de por qué Don Lemon de CNN le lamió el culo a Trump en una reciente entrevista, diciéndole, “Siempre diriges la conversación”.
Los demócratas no son la respuesta
Depender de los demócratas para enfrentar a Trump y los republicanos es una receta para el desastre. Aunque se opongan a elementos de lo que hace Trump, son parte del mismo sistema y parten de los intereses del mismo. Y lo más importante: ¿por qué debemos estar dispuestos a aceptar un mundo sólo un poco menos horrible que lo que Trump propone, donde siguen operando toda la explotación, las guerras injustas y la opresión, las que siguen aplastándole a la gente el cuerpo y el espíritu?
Los demócratas, por cierto, son más que capaces de asimismo recurrir de modo populista a los racistas blancos. En su primera campaña por la Casa Blanca en 1992, Bill Clinton viajó al estado de Arkansas para fotos en el lugar de la ejecución de Ricky Ray Rector, un hombre negro con daño cerebral. Y justo antes de las elecciones primarias del Sur, Clinton posó con un senador del estado de Georgia delante de una cadena de presos negros con trajes de la prisión blancos en Stone Mountain, Georgia, segundo hogar de la organización terrorista racista el Ku Klux Klan.
¡Sí que Trump es un fascista! No, los demócratas no son la respuesta.
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