Las redadas del ICE de Trump comunican el mensaje:
Todos los inmigrantes indocumentados están en peligro en sus miras
20 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
En Phoenix, Arizona, a Guadalupe García de Rayos, nacida en México, a quien sus padres llevaron a Estados Unidos hace 22 años cuando tenía 14 años, la arrestaron agentes de ICE mientras ella registraba en la oficina de inmigración de Estados Unidos, lo que había hecho rutinariamente por años. El arresto de García de Rayos —y su deportación inmediata— desencadenó una resistencia en Phoenix y gritos de ira a través de Estados Unidos y en México. (Foto: Rob Schumacher/The Arizona Republic vía AP)
Una detención durante una redada de ICE en Los Ángeles, 7 de febrero.
(Foto: Charles Reed/Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos vía AP)
En la semana pasada, ICE (siglas en inglés de Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) llevó a cabo redadas contra inmigrantes en al menos 11 estados, deteniendo a 600 o más inmigrantes y deportando de inmediato a un número desconocido de estos. La noticia de estas redadas hizo temblar los corazones de millones de inmigrantes; y de millones de personas que no piensan como los “estadounidenses” de Trump, sino que en lugar piensan en sus vecinos, en sus amigos — en la humanidad. Y aunque los funcionarios de ICE y de Homeland Security nos harían creer que la semana pasada no fue más que una versión “acelerada” de “la deportación como de costumbre”, informes de activistas y abogados de derechos de inmigrantes muestran que se han ampliado dramáticamente los objetivos de los agentes del ICE de Trump, para incluir potencialmente a cada inmigrante indocumentado en Estados Unidos.
Desde el primer día de su campaña presidencial, Donald Trump calumnió a los inmigrantes mexicanos, prometiendo detener a los “violadores” y los “narcotraficantes” “que cruzan nuestra frontera sur”; “construir un muro”; y expulsar a todos los inmigrantes indocumentados que ya están aquí, cuya presencia Trump considera un desafío directo a su promesa de hacer que Estados Unidos vuelva a ser un país blanco. La elección de Trump envió ondas de choque a través de las comunidades de inmigrantes, y dejó a muchas personas paralizadas por el miedo. Los niños de los barrios inmigrantes lo hablaron en el patio de recreo de las escuelas primarias, luego regresando a casa y preguntando a sus padres si tendrían que salir del país. En Los Ángeles, los inmigrantes dijeron que la policía acudía a sus servicios dominicales para “asegurar” a la gente que la policía local no iba a actuar como agentes de ICE y que no verificarían las identificaciones de los inmigrantes. Y los refugiados centroamericanos a los que se les ha negado la condición de refugiados volvieron a sentir el peligro inminente de que les devuelvan a su muerte.
La orden ejecutiva amplía la red de las deportaciones
Sólo días después del discurso inaugural de Trump, cuando proclamó el eslogan fascista “Estados Unidos Primero”, Trump firmó la orden ejecutiva, “Mejorar la Seguridad Pública en el Interior de Estados Unidos”. La orden amplía los criterios para “sacar” (en otras palabras, “deportar”) potencialmente a todos los inmigrantes indocumentados. La orden dice: “No podemos ejecutar fielmente las leyes de inmigración de Estados Unidos si eximimos del cumplimiento potencial a clases o categorías de extranjeros removibles”. La señal clara que se envía a los agentes de ICE y a los otros matones de las fuerzas de la ley es que todos y cada uno de los inmigrantes indocumentados es blanco para el arresto y la deportación.
Dado que la orden dice que no hay ninguna categoría o grupo entre los indocumentados que deberían estar exento de deportación, no hay duda de que incluirá a los 750,000 o más inmigrantes indocumentados que calificaron para la “deportación diferida”, o DACA, cuando Obama era presidente. Esta orden de Trump también “faculta a los organismos estatales y locales de la ley en todo el país a desempeñar las funciones de un funcionario de inmigración... hasta el máximo permitido por la ley”. En otras palabras, autoriza a un gran número de “oficiales de inmigración” adicionales a estar disponibles cuando este régimen fascista determine que es hora de realizar operaciones masivas de “buscar y deportar”.
Las redadas a través de los Estados Unidos
Un bloqueo de tráfico durante una protesta contra las redadas de ICE por todo Estados Unidos, Las Cruces, Nuevo México, 15 de febrero (Foto: Josh Bachman/The Las Cruces Sun-News vía AP)
Poco después de la orden ejecutiva de Trump, ICE lanzó redadas coordinadas en todo el país. Mientras que el ICE y el Departamento de Seguridad Nacional negaron repetidamente que estas redadas fueran algo más que una “aceleración” en sus redadas regulares de deportación, los informes que venían de todo el país decían lo contrario. En ciudad tras ciudad, arrestaron a los inmigrantes en base de criterios mucho más amplios que en el pasado, de acuerdo con la nueva orden ejecutiva de Trump.
En Phoenix, Arizona, a Guadalupe García de Rayos, nacida en México, a quien sus padres llevaron a Estados Unidos hace 22 años cuando tenía 14 años, la arrestaron agentes de ICE mientras ella registraba en la oficina de inmigración de Estados Unidos, lo que había hecho rutinariamente por años. El arresto de García de Rayos —y su deportación inmediata— desencadenó una resistencia en Phoenix y gritos de ira a través de Estados Unidos y en México.
A Daniel Ramírez Medina lo arrestaron agentes de ICE y lo llevaron a un centro de detención en Tacoma, Washington, a pesar de tener un permiso de trabajo concedido después de que se inscribió para DACA. Ese programa le había dado a Ramírez un estatus legal temporal y le permitió quedarse y trabajar aquí. Según el New York Times, cuando Ramírez mostró su permiso, los agentes de ICE dijeron: “No importa porque no naciste en este país”. Un abogado del Consejo Público que ayudó a Ramírez a presentar una demanda en este caso dijo: “Esto es una clara violación de sus derechos... Había una solemne promesa de la rama ejecutiva de que serían protegidos. Las personas han apostado la vida y el bienestar por esa promesa”.
En El Paso, Texas, agentes de ICE entraron en el juzgado donde, de acuerdo con el Washington Post, un inmigrante indocumentado transgénero —“llevada allí por un defensor de víctimas del Centro Contra la Violencia Sexual y Familiar, un refugio para las víctimas del abuso doméstico, donde ella había vivido”— resultó detenida inmediatamente después de recibir una orden de protección contra la pareja abusiva con la que vivía. No fue sólo coincidencia. Los agentes de ICE habían recibido una información, aparentemente del supuesto abusador, y habían ido al juzgado para arrestar y deportar a la víctima si ella compareciera. Imagine la terrible decisión que plantea ante las mujeres indocumentadas: arriesgarse palizas repetidas y la posible muerte a manos de su abusador, o arriesgarse la deportación si buscara algún tipo de ayuda legal.
El Washington Post también informó sobre una madre indocumentada de cuatro hijos, residente de Estados Unidos durante 20 años, que “buscó refugio en el sótano de una iglesia esta semana en lugar de comparecer ante las autoridades, por temor a que la deportaran también”.
Después de todo lo anterior, y después de las repetidas mentiras de los funcionarios de ICE y del Departamento de Seguridad Nacional de que no había nada nuevo o extraordinario en su semana de aterradoras redadas contra inmigrantes, Trump aclaró el origen y el propósito de estas redadas en un tuit: “La represión de los criminales ilegales es simplemente el cumplimiento de mi promesa de campaña. ¡Sacamos a los pandilleros, los narcotraficantes y otros”!
El hecho es que estas redadas estaban destinadas a enviar un mensaje de terror: No importa la edad de uno al cruzar la frontera, o cuánto tiempo haya vivido en Estados Unidos... no importa lo duro que haya trabajado, cuánto haya sacrificado para mantener y apoyar a su familia y cuánto haya contribuido a su comunidad... y no importa cuán grave sea el peligro que enfrentaría si lo obligaran a regresar a su país devastado por el imperialismo yanqui... nada puede protegerlo de la detención y la deportación bajo el nuevo régimen ahora en Washington.
En un artículo del 13 de febrero en el blog The Plum Line del Washington Post, Greg Sargent escribe de la reciente “prohibición musulmana” de Trump y las redadas de deportación intensificadas. Sargent observa que ambas se recibieron con “una reacción intensa”, o protestas masivas y resistencia, y presenta sus ideas sobre lo que eso puede significar para el futuro. El título de su artículo contiene una advertencia de no tener ilusiones de que estos fascistas vayan a “dejar crecer un corazón” o retroceder: “El reinado de miedo de Trump pronto podría empeorar mucho”. Sargent sugiere que la semana de las redadas de deportación, así como la prohibición de los musulmanes, puede ser sólo el comienzo: “Estas políticas pueden ser simplemente diseñadas para sentar las bases de algo mucho más ambicioso por venir. Es plausible que puedan constituir una prueba, un esfuerzo inicial para evaluar hasta qué punto la administración pueda limitar la inmigración legal y expulsar a los inmigrantes indocumentados que tienen lazos duraderos con las comunidades estadounidenses”.
Tal como hemos escrito en “Lo mucho que está en juego en la guerra de Trump contra las jurisdicciones santuario”:
... satanizar y perseguir a inmigrantes y sacarlos de Estados Unidos —por lo menos a los que no cuadran con su definición de “blanco”— es central y esencial para su programa infernal de “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser blanco de nuevo”. Para ellos, no hay cese de fuego en su guerra contra los inmigrantes. Han alborotado a turbas que creen que tengan todo el derecho de regresar hacia atrás —muy atrás— a una época horripilante de la historia estadounidense, y hasta peor. Esa visión requiere una limpieza étnica violenta de Estados Unidos.
Lo que la gente ha hecho hasta la fecha en respuesta a la guerra sin cuartel contra los inmigrantes es muy importante e inspirador. Los torrentes de decenas de miles de personas en los aeropuertos en respuesta a la prohibición trumpista a la entrada en Estados Unidos de musulmanes provenientes de siete países, junto con las masivas marchas de mujeres el día después de la inauguración de Trump, demostró al mundo que hay una indignación profunda y amplia. La acción directa, por ejemplo, que tomaron las personas para intentar prevenir la deportación de Guadalupe García de Rayos en Phoenix, era justificada — y todos los que seamos repugnados por el régimen fascista de Trump y Pence debemos estar preparados para tomar una posición de ese tipo.
Y como dice el nuevo Llamamiento a la Acción de refusefascism.org / Rechazar al Fascismo:
El régimen de Trump y Pence es un Régimen Fascista. Ni insulto ni exageración sino eso es lo que es. Para el futuro de la humanidad y del planeta, nosotros, el pueblo, debemos expulsar a este régimen.
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