¿Normalización de su agenda? ¿Modificación de su agenda? ¿Fracaso de su agenda?
¡NO! Trump afianza su agenda en Harrisburg
4 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Si usted piensa que la “gravedad” de la presidencia está haciendo que Trump entre en razón y está convirtiéndolo en un presidente “normal”...
que Bannon y los fascistas han sido marginados...
que la presidencia de Trump está fallando y la resistencia está “ganando”...
que Trump es sólo un bufón...
Entonces usted tiene que escuchar el discurso de Trump en Harrisburg, Pensilvania del sábado pasado, ¡y el que tiene entrar en razón es usted!
Trump marcó los primeros 100 días de su presidencia volando a Harrisburg para un mitin de simpatizantes donde reafirmó con firmeza su agenda fascista. “No lo duden”, bramó, “Apenas hemos comenzado en nuestra batalla para hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”. Pronunció un discurso belicoso para avivar y solidificar una base fascista detrás de su programa: la reestructuración fascista de la sociedad y el gobierno de Estados Unidos.
El ataque a los liberales y los medios de comunicación: “Ya es hora para drenar el pantano”
Trump comenzó denunciando a los medios, llamándolos una “vergüenza” y, junto con el establishment en Washington y sus partidarios en Hollywood, parte de un “pantano” que hay que “drenar”. Se jactó de no asistir a la cena de los corresponsales de la Casa Blanca, un ritual anual de camaradería de la clase dominante que se celebraba aquella noche a la que suelen asistir los presidentes. Dijo a su público de racistas, xenófobos y misóginos, los de “encarcelar a Hillary Clinton”, “construir el muro” y “USA, USA, USA”, que él preferiría estar con ellos del mitin, la “gente mucho mejor”.
Trump no estaba simplemente despotricando. Destruir a los pilares del actual orden burgués liberal como los medios de comunicación es un elemento clave para consolidar el dominio fascista, con su terrorismo abierto y su desprecio por el estado de derecho, los derechos básicos de la gente, y la verdad misma.
Representar a los inmigrantes como “criminales” que hay que “erradicar”
El ataque a los medios sirvió como ejercicio de calentamiento antes de atacar al resto del mundo. “Ya no vamos a dejar que otros países se aprovechen de nosotros”, dijo, como si Estados Unidos —tan rico y poderoso como resultado de explotar la tierra, la mano de obra y los recursos de países alrededor del mundo— fuera la víctima siendo aprovechada. Luego, en palabras apenas mencionadas por los principales medios de comunicación, Trump lanzó un feroz asalto contra los inmigrantes, especialmente los de México, Centroamérica y América Latina. Y esto pocos días antes de las manifestaciones por todo Estados Unidos del 1º de Mayo en apoyo de los derechos y la humanidad de los inmigrantes. Trump afirmó que las violentas “bandas transnacionales” eran responsables de las drogas y los “ilegales” que “entran a raudales” en Estados Unidos. Declaró: “Estamos erradicando a los criminales y carteles que se han infiltrado en nuestro país”.
Pero su verdadero objetivo son todos los inmigrantes, los millones cuya sangre y huesos han formado parte de los cimientos cruciales de este país y toda su riqueza y poder, hasta este mismo momento. “Necesitamos seguridad, necesitamos cámaras, necesitamos todas las cosas que vamos a poner. Necesitamos el muro y vamos a construir el muro”, declaró mientras el público coreaba, “¡Construir el muro! ¡Construir el muro!”.
Lectura fascista de Trump de un poema
Pero estaba por llegar algo aún peor: la lectura fascista por parte de Trump de un poema. Trump introdujo el poema “La serpiente” como un cuento “que tiene que ver con nuestras fronteras y la gente que entra”, y que muestra cuán vigilante tiene que mantenerse el Estados Unidos. Dedicó el poema a los agentes que ahora aterrorizan a millones de inmigrantes, agradeciendo al general Kelly (jefe de Seguridad Nacional), a la Patrulla Fronteriza ya los agentes de ICE “por hacer un trabajo tan increíble”.
El poema se trata de una “mujer tierna” que curó a una serpiente enferma, sólo para ser pagada por su generosidad con una brutal mordedura. Trump ha utilizado el poema como una metáfora de lo que asevera es la necesidad de estar vigilante contra los yihadistas del Estado Islámico, los refugiados sirios “terroristas”, y ahora los mexicanos — o sea cualquier inmigrante o incluso cualquier persona nacida en el extranjero. El mensaje: Estados Unidos ha sido amable con los extranjeros, pero ellos se han vuelto y han mordido la mano que los ha alimentado, y se han convertido en terroristas criminales, traficantes de drogas y violadores.
“Gran” ni por asomo describe esta mentira. Millones y millones de personas se han visto obligados a huir de sus países por las bombas que Estados Unidos ha lanzado, los escuadrones de la muerte que ha organizado y la explotación que ha exportado, ya sea en África, Medio Oriente, Sudeste Asiático, México, Centroamérica o Sudamérica. Ahora Trump —en medio de la mayor crisis mundial de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, quizás de la historia— genera una base fascista dispuesta a apoyar toda la crueldad, brutalidad y asesinato que los gobernantes estadounidenses pueden ser impulsados a desencadenar. Dentro de Estados Unidos, les da carta blanca para considerar a cualquiera que no nació en Estados Unidos (y para gran parte de su base, cualquiera que no sea blanco) como una “serpiente”, un enemigo potencial que merece todo lo que le pase.
¿Cuál es la diferencia entre eso y los nazis que etiquetaron al pueblo judío y a otros de una “plaga” en la Alemania de Hitler, e incitaron a las turbas a atacarlos? ¿Y qué fue el resultado?
El discurso de 100 días de Trump subraya la realidad de que encabeza un régimen fascista que intenta consolidar rápidamente el poder y llevar adelante su agenda. Vea el discurso usted mismo y piense en su lógica y dirección. Y luego actúe. Hay que expulsar a este régimen fascista antes de que pueda consolidarse plenamente. Eso va a requerir que millones de personas corrientes actúen de manera extraordinaria, fuera del marco de la política como de costumbre.
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