El derecho a la defensa propia, el pueblo negro y la Asociación NAZI del Rifle

Joe Veale

5 de julio de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Cuando un policía paró a Philando Castile, un hombre negro, en Minnesota por una supuesta infracción de tránsito, Philando le dijo con calma que traía un arma con permiso de portarla. El cerdo policía lo mató a balazos, y salió impune. Y la Asociación Nacional del Rifle (National Rifle Association, o NRA) —los grandes defensores de la II Enmienda de la Constitución, el “derecho de portar armas”— de repente quedó muda.

¿Por qué? Para empezar, cuando se adoptó esta enmienda, los negros eran esclavos. Que supuestamente valían 3/5 de un ser humano. Los dueños blancos y ricos de las plantaciones tenían a los negros como su propiedad.

El esclavo SIEMPRE quiere matar al amo. Así que, claramente no tenía ningún “derecho de portar armas”, al igual que no tenía otros derechos. De hecho, el objetivo de esa enmienda en primer lugar era de permitir a los esclavistas, así como a los que estaban robándoles la tierra a los indígenas, formar milicias con tal de imponer ese robo, asesinato y esclavitud.

Ya cuando no era posible que la esclavitud y el capitalismo coexistieran y la esclavitud fue abolida por medio de una guerra civil, el sistema de supremacía blanca fue mantenido por las leyes segregacionistas del Jim Crow y el sistema de aparcería que servían al sistema capitalista. Y lo que mantenía a ese sistema fue el derecho de los hombres blancos de portar armas — para llevar a cabo linchamientos y otras formas de terror contra el pueblo negro.

Pero el opresor SIEMPRE TEME a los que oprime. Los oprimidos SIEMPRE quieren sacarse de encima lo que los atormenta. SIEMPRE quieren quitarse del cuello la bota de la opresión.

Ya cuando los negros migraron a las ciudades, la policía —aún con el respaldo de turbas de blancos armados y justicieros racistas del tipo que mataron a Trayvon Martin, Jordan Davis y Renisha McBride— se convirtió en los nuevos agentes armados de la opresión.

Ahora estamos viviendo en unos tiempos en que los que gobiernan este sistema han subido al timón a un mero mero Hitler —un régimen de golpeadores fascistas, nazis, puercos policías klanistas y odia-mujeres— para gobernar su sistema, para lidiar con los retos que enfrentan en el mundo.

Entre los retos que enfrentan en Estados Unidos es el de imponer el Nuevo Jim Crow sobre la gente con aún más salvajismo — porque a este mismo sistema ya no le sirven, de manera que saque ganancias, los millones de personas negras y de otros oprimidos, y los deja en condiciones en las que no les queda de otra más que competir entre sí en la economía ilícita — con sus reglas de venganza y represalias.

Todo eso lo respalda y lo impone el sistema judicial de este sistema — que una y otra y otra vez deja que los policías cerdos asesinos salgan impunes siempre que digan: “Temía por mi vida…” mientras matan a balazos —a sangre fría— a un negro.

En esta situación, en la clase dominante TEMEN desesperadamente a que la gente negra ejerza su “derecho” de portar armas. Y ahora la llamada Asociación Nacional del Rifle —que más correctamente debe llamarse la Asociación NAZI del Rifle y que quedó tan muda sobre el asesinato de Philando Castile— llama a voz en cuello a sus secuaces a “portar armas” para ayudar en esta y otras atrocidades y la represión fascista.

Cuando los oprimidos se defiendan…

Pero cuando los oprimidos se pongan a defenderse de manera justa contra el opresor y sus actos violentos e ilegítimos, pues ese sistema y todo lo que lo mantiene en pie empieza a deshilacharse.

En los años sesenta, los Deacons for Defense and Justice (Decanos por la defensa y la justicia), un grupo de negros, ejerció su “derecho” de defender a los activistas de derechos civiles contra las turbas de linchamiento compuestas de blancos racistas, el Ku Klux Klan (KKK) y los agentes del sherifato en Luisiana, Misisipí y Alabama. Lo hizo de acuerdo con la ley.

Robert Williams hizo lo mismo en Carolina del Norte, al dirigir la defensa propia armada de la comunidad negra contra el KKK.

Más tarde, en Oakland, California, Huey P. Newton, Bobby Seale y el Partido Pantera Negra se armaron de acuerdo con la ley y persiguieron a la policía para que ésta no se saliera impune al brutalizar o asesinar a los negros.

¿Cómo respondieron los de arriba? ¿Apoyaron, aplaudieron, animaron y respaldaron a las personas por ejercer su derecho de portar armas? ¡PARA NADA!

En todos los casos el FBI, junto con el KKK y la policía local, les espiaron ilegalmente —les levantaron cargos punibles con décadas en prisión o cadena perpetua, los asesinaron o les tendieron trampas para cargos de asesinato, los hostigaron hasta que se fueran a otros países— por ejercer el “derecho” de portar armas — por defenderse de manera justa contra los ataques ilegítimos, sean a manos del KKK o de la policía.

El opresor SIEMPRE teme a que los que oprime ejerzan el “derecho” de portar armas.

¿Por qué? Porque cuando la capacidad del opresor de salirse con la suya mientras deshumaniza, brutaliza y mata a la gente se tope con la defensa propia, pues se deslindan los campos claramente en la sociedad ante toda la gente — y se plantea agudamente la cuestión:

¿Quiénes ejercen de manera justa el derecho de portar armas? ¿Aquellos que representan un sistema que no puede prescindir de tal despiadada desigualdad y opresión — o aquellos que ejercen el “derecho” de portar armas para defenderse contra los que imponen semejante opresión tan deshumanizante e ilegítima?



 

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