Los hechos: ¿Quién ha escalado el enfrentamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte, una y otra y otra vez?

9 de octubre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El enfrentamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte ha llegado a tal extremo que hoy el mundo se encuentra al borde del precipicio de una guerra catastrófica — una guerra que podría dejar a millones de muertos y provocar una destrucción enorme e imprevisible (a la vez que voceros de la clase dominante adrede tratan de menospreciar y ocultar el peligro inminente que se viene sobre la humanidad).

Según funcionarios del gobierno yanqui y la prensa, Corea del Norte tiene la culpa. Dicen que Corea del Norte ha violado acuerdos fabricando armas nucleares y ensayando misiles. Que está amenazando con atacar a Estados Unidos, posiblemente con armas nucleares. Que es un país gobernado por un “loco”. En Estados Unidos, la prensa burguesa presenta a cada una de las maniobras o contra maniobras de Estados Unidos como una “reacción” a una “amenaza” o “provocación” de Corea del Norte. Aceptan al pie de la letra y consideran como esperanzadoras a las declaraciones del régimen de Trump y Pence de que no se ha cerrado la puerta a una solución diplomática — mientras que a la población no se le dice casi nada sobre lo que el gobierno de Corea del Norte en realidad está proponiendo, y se le enseña que no le haga caso ya que son una pandilla de lunáticos asesinos. Por ejemplo, tres días después de que Trump amenazó, desde el podio de las Naciones Unidas, con “destruir” a Corea del Norte, un titular del New York Times chillaba: “Corea del Norte logra nuevo nivel de peligrosidad con su reacción a Trump”.

¿Pero, cuáles son los verdaderos hechos? Démosle un vistazo a lo que ha sucedido en los últimos 20 años.

A mediados de la década de los 1980, Corea del Norte inició el enriquecimiento nuclear como parte de su programa de energía nuclear. Para 1993, Corea del Norte ya no tenía armas nucleares, pero Estados Unidos y otros alegaron que había producido uranio enriquecido que podría servir para fabricar armas nucleares. Para el verano de 1994, Estados Unidos, bajo la presidencia de Bill Clinton, ya estaba a punto de lanzar un ataque preventivo contra Corea del Norte. Pero en octubre de 1994, entraron en un acuerdo mediante el cual Corea del Norte congelaría su programa nuclear a cambio de combustóleo y dos reactores nucleares de agua liviana que servirían para generar energía, pero no para enriquecer uranio.

El historiador Bruce Cumings dice lo siguiente sobre el acuerdo de 1994: “Es muy importante recalcar que el congelamiento fue monitoreado y vigilado en todo momento por ocho años, 24/7. Había inspectores de la ONU en sitio, cámaras de corto circuito vigilaban en todo momento. Los reactores fueron clausurados. Y, claro, nosotros sabemos mediante nuestro espionaje cuando prenden un reactor. Por tanto, no queda duda. Entre 1994 y 2002, Corea del Norte no tenía ni un gramo de plutonio”.

Durante esos años, Corea del Norte también mantuvo acuerdos con Corea del Sur para eliminar las armas nucleares de la península y estableció relaciones diplomáticas con una gama de países.

Pero el acuerdo fue hecho añicos en 2002 cuando George W. Bush tildó a Corea del Norte de miembro del “Eje del mal”, y proclamó su doctrina de guerra preventiva para derrocar a regímenes que le estorbaban a Estados Unidos. En marzo del 2003, Estados Unidos cumplió con su amenaza e invadió a Irak, derrocó al régimen de Husein, y ocupó al país — una guerra por el imperio que se basó en mentiras descaradas sobre “armas de destrucción masiva”.

El claro mensaje que Corea del Norte recibió fue que Estados Unidos se preparaba para derrocar a su régimen. La respuesta de Corea del Norte, según Cumings: “Consiguieron el plutonio, expulsaron a los inspectores y sistemáticamente empezaron a fabricar armas atómicas, y ensayaron la primera tres años después, en 2006”.

Hubo otros intentos para suspender el programa de armas nucleares de Corea del Norte mediante las Conversaciones de las Seis Partes — promovidas por las grandes potencias del mundo. Una vez más Corea del Norte prometió desmantelar sus programas de armas nucleares y de misiles a cambio de un pacto de no agresión con Estados Unidos, así como un cese de las amenazas, ayuda económica y un reactor nuclear de agua liviana. Para 2007, ya había clausurado su principal reactor, una vez que recibió algo de ayuda y combustóleo. Pero pronto Estados Unidos hizo fracasar a ese acuerdo también, bloqueó la entrega del reactor de agua liviana y dio su apoyo al nuevo gobierno de Corea del Sur que acababa de tomar el poder en marzo del 2008 y que asumió una posición hostil hacia Corea del Norte. En menos de un año, Corea del Norte había terminado sus tratos militares y políticos con Corea del Sur.

“Es un país pequeño, y la mayor potencia del mundo lo está amenazando constantemente con aniquilación nuclear”, señala Bruce Cumings. “El presidente Obama hizo lo mismo. De rutina volaban bombarderos de capacidad nuclear B1 y B2 sobre Corea del Sur durante ensayos de guerra”. La administración de Obama también rechazó un acuerdo para el cese del programa nuclear de Corea del Norte a cambio de que Estados Unidos cese sus hostilidades militares a lo largo de la frontera y que lo reconozca diplomáticamente. Para septiembre del 2015, Corea del Norte ya había confirmado que había reactivado la principal planta de enriquecimiento nuclear en Yongbyon, que había estado clausurada desde el 2007.

Todas estas amenazas se han escalado a niveles inéditos bajo el régimen de Trump y Pence, que repetidamente amenaza con lanzar ataques militares, ataques preemptivos, y nunca ha excluido el uso de armas nucleares. Y ha llevado a cabo masivas maniobras militares, y provocativas, amenazando acciones militares justo cerca de la frontera de Corea del Norte.  (Vea el artículo “La escalada de peligros de una guerra en Corea: ¿Quién es el mayor belicista y amenaza a la humanidad?”, en revcom.us).

Con aún más descaro, en su discurso de la semana pasada ante la ONU, Trump amenazó con “destruir totalmente” a Corea del Norte, lo que quiere decir un genocidio en masa que borraría a sus 26 millones de habitantes. A eso le siguieron sanciones más severas que perjudicarán devastadoramente a la población de ese país. Además, últimamente Estados Unidos ha volado aviones B1 de capacidad nuclear y cazas F-15 muy al norte de la Zona Desmilitarizada que divide a las dos Coreas, al punto más hacia el norte “que cualquier caza o bombardero haya volado cerca de la costa de Corea del Norte en este siglo”, según el Departamento de Defensa.

Corea del Norte ha declarado, la más reciente ocasión ante la ONU, que el propósito de su programa nuclear es disuasorio, con tal de impedir una invasión estadounidense. Su ministro de relaciones exteriores dijo: “No tenemos ninguna intención en absoluto de usar armas nucleares o de amenazar con hacerlo contra países que no se unen a las acciones militares de Estados Unidos” contra Corea del Norte. También ha ofrecido congelar sus programas de misiles y armas nucleares a cambio de que Estados Unidos deje de amenazarlo y reconozca a su gobierno. Pero Estados Unidos exige que Corea del Norte primero se desarme, antes de iniciar conversaciones.

Todo esto demuestra que lo que está pasando no es un problema de “dos locos enfrentados”. En cada incidente en los últimos 20 años, Corea del Norte ha mostrado que el propósito de sus armas es de impedir ataques de un adversario mucho más poderoso que rehúsa reconocer su legitimidad, y que ha lanzado una guerra económica y diplomática en su contra, que la amenaza repetidamente con un ataque militar, y que habla abiertamente de derrocar a su gobierno. También ha mostrado que su meta es, tal como reconoció hace poco el New York Times, un pacto de paz con Estados Unidos, “reconocimiento diplomático, que se levanten las sanciones que ya tienen décadas y que los soldados de Estados Unidos que ahora están en Corea del Sur se retiren, lo que Pyongyang considera una amenaza existencial”. Estados Unidos es el que una y otra vez ha escalado el enfrentamiento, ha roto o minado acuerdos, o ha hecho imposible de cumplir todo acuerdo al exigir que Corea del Norte, que está bajo amenazas constantes, primero se desarme antes de proceder a conversaciones, al mismo tiempo que Estados Unidos y otras potencias mundiales conservan —¡o expanden!— sus enormes arsenales de genocidio nuclear.

Y Trump le está dejando sin salida a Corea del Norte, no le permite retroceder — no solo al amenazar con destruir al país de Kim Jong-un sino al personalizar sus ataques contra el líder norcoreano, y obligando a su régimen a responder medida por medida en cuanto a maniobras militares y retórica. “Cuando Trump, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, amenazó con destruir totalmente a su país, Kim Jong-un tuvo que interpretar eso como que Estados Unidos le decía al mundo su intención de emprender un posible ataque militar”, le dijo un experto en Corea al New York Times. “Tuvo que responder del mismo modo, lanzando la misma clase de bombas verbales”.

Todo esto está enrumbando por un camino sumamente peligroso — y los hechos muestran que es Estados Unidos el que ha puesto al mundo en semejante situación horripilante. Los gobernantes de Estados Unidos tendrán sangre en las manos si sucede cualquier guerra o catástrofe militar.

 

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